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01-09-2023

Devocional: Ezequiel 4



Si queremos entender las razones por las que Ezequiel debe realizar los actos que encontramos en el capítulo 4, tenemos que ponernos en el lugar de los exiliados. Al igual que las personas que estaban en Jerusalén y Judá, muchos de ellos no podían imaginar que la ciudad y el templo del gran rey pudiesen ser destruidos. Simplemente, Dios no permitiría que ocurriese. En términos generales, los exiliados en Babilonia responden a Ezequiel de la misma forma que los judíos de Jerusalén lo hacen a Jeremías: no le creen. De hecho, los primeros han buscado sin duda incentivos que mantuviesen vivas sus falsas esperanzas. Mientras la ciudad esté en pie, pueden alimentar la esperanza de que Dios los rescatará y llevará de vuelta a casa. Si cae, no habrá “hogar” al que regresar. Podemos imaginar lo desesperadamente negativas e incluso imposibles que les parecen las advertencias de Ezequiel. Sin embargo, el profeta no se acobarda.

(1) Comienza haciendo un dibujo de Jerusalén en una gran tabla de arcilla, quizás una especie de plano de la misma, fácilmente reconocible, a fin de que los espectadores puedan saber enseguida lo que está haciendo. Levanta torres de asalto y otras máquinas de asedio, como si estuviese jugando a las guerras con juguetes caseros. Todos se dan cuenta de que la representación significa que Jerusalén será sitiada. Seguidamente, coloca una plancha de hierro entre él y la maqueta. Como profeta del Señor, él lo representa y sostiene la plancha de forma que constituye una amenaza para aquella. Si la suelta, caerá sobre la ciudad y la destruirá, demostrando el hecho de que es el propio Dios quien está amenazándola.

(2) En la siguiente sección (4:4-8), Ezequiel pasa un rato cada día acostado sobre su lado izquierdo (no está así todo el tiempo, como vemos en los siguientes versículos, que mencionan otras tareas realizadas por él). Si su cabeza apunta hacia la maqueta de Jerusalén que ha hecho, y su cuerpo reposa sobre un eje este-oeste, cuando se acuesta sobre su lado izquierdo está mirando al norte, hacia Israel, las diez tribus que ya han ido al cautiverio asirio. Tiene que llevar a cabo esta representación durante trescientos noventa días (¡más de un año!). Después de ese período, lo verán acostado sobre su lado derecho, mirando hacia el sur y amenazando, por tanto, a Judá con juicio y desastre.

(3) En la antigüedad, cuando una ciudad sufría un asedio y las provisiones escaseaban, sus habitantes se veían obligados a hacer pan con habas y lentejas secas mezcladas con la poca harina que quedaba. Comían unas raciones extremadamente pequeñas (unos 200g. de “pan”), bebían un poco de agua y se iban consumiendo. Cocinaban su comida sobre excrementos de vaca (como en los barrios pobres de la India) porque no había madera. Ezequiel afirma que estos acontecimientos se producirán “a causa de sus pecados” (4:17).


Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Publicaciones Andamio, 2016. Usado con permiso.

1 Samuel 25


Muerte de Samuel

25 Murió Samuel, y se reunió todo Israel; lo lloraron, y lo sepultaron en su casa en Ramá. Después David se levantó y descendió al desierto de Parán.

David y Abigail

2 Había un hombre en Maón que tenía sus bienes en Carmel; el hombre era muy rico y tenía 3,000 ovejas y 1,000 cabras; y estaba en Carmel trasquilando sus ovejas. 3 El hombre se llamaba Nabal, y su mujer se llamaba Abigail. Y la mujer era inteligente y de hermosa apariencia, pero el hombre era áspero y malo en sus tratos, y era calebita. 4 Y David oyó en el desierto que Nabal estaba trasquilando sus ovejas.

5 Entonces David envió diez jóvenes, y les dijo: «Suban a Carmel, visiten a Nabal y salúdenlo en mi nombre; 6 y le dirán así: “Ten una larga vida, paz para ti, paz para tu casa y paz para todo lo que tienes. 7 He oído que tienes esquiladores. Ahora bien, tus pastores han estado con nosotros, y no los hemos maltratado, ni les ha faltado nada todos los días que estuvieron en Carmel. 8 Pregunta a tus criados, y ellos te lo dirán. Por tanto, permite que mis criados hallen gracia ante tus ojos, porque hemos llegado en un día de fiesta. Te ruego que de lo que tengas a mano, des a tus siervos y a tu hijo David”».

9 Cuando llegaron los jóvenes de David, dijeron a Nabal todas estas palabras en nombre de David; entonces esperaron. 10 Pero Nabal respondió a los siervos de David: «¿Quién es David y quién es el hijo de Isaí? Hay muchos siervos hoy día que huyen de su señor. 11 ¿He de tomar mi pan, mi agua y la carne que he preparado para mis esquiladores, y he de dárselos a hombres cuyo origen no conozco?». 12 Entonces los jóvenes de David se volvieron por su camino, y regresaron; y llegaron y le comunicaron todas estas palabras. 13 Y David dijo a sus hombres: «Cíñase cada uno su espada». Y cada hombre se la ciñó. David también se ciñó la suya, y unos 400 hombres subieron tras David, mientras que otros 200 se quedaron cuidando el equipaje.

14 Pero uno de los criados avisó a Abigail, mujer de Nabal: «David envió mensajeros desde el desierto a saludar a nuestro señor, pero él los ha tratado mal. 15 Sin embargo, los hombres fueron muy buenos con nosotros; no nos maltrataron ni nos faltó nada cuando andábamos con ellos, mientras estábamos en el campo. 16 Como muro fueron para nosotros tanto de noche como de día, todo el tiempo que estuvimos con ellos apacentando las ovejas. 17 Ahora pues, reflexione y mire lo que ha de hacer, porque el mal ya está determinado contra nuestro señor y contra toda su casa, y él es un hombre tan indigno que nadie puede hablarle».

18 Entonces Abigail se dio prisa y tomó 200 panes, dos odres de vino, cinco ovejas ya preparadas, cinco medidas de grano tostado, 100 racimos de uvas pasas, y 200 tortas de higos, y los puso sobre asnos. 19 Y dijo a sus criados: «Vayan delante de mí; porque yo los seguiré». Pero no dijo nada a su marido Nabal. 20 Cuando ella cabalgaba en su asno y descendía por la parte encubierta del monte, David y sus hombres venían bajando hacia ella, y se encontró con ellos. 21 Y David había dicho: «Ciertamente, en vano he guardado todo lo que este hombre tiene en el desierto, de modo que nada se perdió de todo lo suyo; y él me ha devuelto mal por bien. 22 Así haga Dios a los enemigos de David, y aun más, si al llegar la mañana he dejado tan solo un varón de los suyos».

23 Cuando Abigail vio a David se dio prisa y bajó de su asno, y cayendo sobre su rostro delante de David, se postró en tierra. 24 Y se echó a sus pies y le dijo: «Señor mío, solo sobre mí sea la culpa. Le ruego que permita que su sierva le hable, y que escuche las palabras de su sierva. 25 Ruego a mi señor que no haga caso a este hombre indigno, Nabal, porque conforme a su nombre, así es. Se llama Nabal, y la insensatez está con él; pero yo su sierva no vi a los jóvenes que usted, mi señor, envió. 26 Ahora pues, señor mío, vive el Señor y vive su alma. Puesto que el Señor le ha impedido derramar sangre y vengarse por su propia mano, sean pues como Nabal sus enemigos y los que buscan el mal contra mi señor. 27 Y ahora permita que este presente que su sierva ha traído para mi señor se dé a los jóvenes que acompañan a mi señor. 28 Le ruego que perdone la ofensa de su sierva, porque el Señor ciertamente establecerá una casa duradera para mi señor, pues mi señor pelea las batallas del Señor, y el mal no se hallará en usted en todos sus días. 29 Y si alguien se levanta para perseguirlo y buscar su vida, entonces la vida de mi señor estará bien atada en el haz de los que viven con el Señor su Dios; pero Él lanzará la vida de sus enemigos como de en medio de una honda. 30 Y sucederá que cuando el Señor haga por mi señor conforme a todo el bien que Él ha hablado de usted, y se ponga por príncipe sobre Israel, 31 esto no causará pesar ni remordimiento a mi señor, tanto por haber derramado sangre sin causa como por haberse vengado mi señor. Cuando el Señor haya hecho bien a mi señor, entonces acuérdese de su sierva».

32 Entonces David dijo a Abigail: «Bendito sea el Señor, Dios de Israel, que te envió hoy a encontrarme, 33 bendito sea tu razonamiento, y bendita seas tú, que me has impedido derramar sangre hoy y vengarme por mi propia mano. 34 Sin embargo, vive el Señor, Dios de Israel, que me ha impedido hacerte mal, que si tú no hubieras venido pronto a encontrarme, ciertamente, para la luz del alba, no le hubiera quedado a Nabal ni un varón». 35 Recibió David de su mano lo que ella había traído y le dijo: «Sube en paz a tu casa. Mira, te he escuchado y te he concedido tu petición».

Muerte de Nabal

36 Entonces Abigail regresó a Nabal, y este tenía un banquete en su casa, como el banquete de un rey. Y el corazón de Nabal estaba alegre, pues estaba muy ebrio, por lo cual ella no le comunicó nada hasta el amanecer. 37 Pero sucedió que por la mañana, cuando se le pasó el vino a Nabal, su mujer le contó estas cosas, y su corazón se quedó como muerto dentro de él, y se puso como una piedra. 38 Y unos diez días después, sucedió que el Señor hirió a Nabal, y murió.

39 Cuando David supo que Nabal había muerto, dijo: «Bendito sea el Señor, que ha defendido la causa de mi afrenta de manos de Nabal, y ha preservado a Su siervo del mal. El Señor también ha devuelto la maldad de Nabal sobre su propia cabeza». Entonces David envió un mensaje a Abigail, para tomarla para sí por mujer. 40 Y los siervos de David fueron a casa de Abigail en Carmel, y le hablaron diciendo: «David nos ha enviado a usted, para tomarla para sí por mujer». 41 Ella se levantó y postrándose rostro en tierra, dijo: «Miren, su sierva es una criada para lavar los pies de los siervos de mi señor». 42 Abigail se levantó apresuradamente, montó en un asno, y con sus cinco doncellas que la atendían siguió a los mensajeros de David, y fue su mujer.

43 David había tomado también a Ahinoam de Jezreel, y ambas fueron mujeres suyas.

44 Pues Saúl había dado a su hija Mical, mujer de David, a Palti, hijo de Lais, que era de Galim.


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1 Corintios 6


El cristiano y los tribunales civiles

6¿Se atreve alguno de ustedes, cuando tiene algo contra su prójimo, a ir a juicio ante los incrédulos y no ante los santos? 2 ¿O no saben que los santos han de juzgar al mundo? Y si el mundo es juzgado por ustedes, ¿no son competentes para juzgar los casos más sencillos? 3 ¿No saben que hemos de juzgar a los ángeles? ¡Cuánto más asuntos de esta vida! 4 Entonces, si tienen tribunales que juzgan los casos de esta vida, ¿por qué ponen por jueces a los que nada son en la iglesia? 5 Para vergüenza suya lo digo. ¿Acaso no hay entre ustedes algún hombre sabio que pueda juzgar entre sus hermanos, 6 sino que hermano contra hermano litiga, y esto ante incrédulos?

7 Así que, en efecto, es ya un fallo entre ustedes el hecho de que tengan litigios entre sí. ¿Por qué no sufren mejor la injusticia? ¿Por qué no ser mejor defraudados? 8 Por el contrario, ustedes mismos cometen injusticias y defraudan, y esto aun a sus propios hermanos. 9 ¿O no saben que los injustos no heredarán el reino de Dios? No se dejen engañar: ni los inmorales, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexuales, 10 ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los difamadores, ni los estafadores heredarán el reino de Dios. 11 Y esto eran algunos de ustedes; pero fueron lavados, pero fueron santificados, pero fueron justificados en el nombre del Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios.

El cuerpo es templo del Espíritu Santo

12 Todas las cosas me son lícitas, pero no todas son de provecho. Todas las cosas me son lícitas, pero yo no me dejaré dominar por ninguna. 13 Los alimentos son para el estómago y el estómago para los alimentos, pero Dios destruirá a los dos. Sin embargo, el cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor es para el cuerpo. 14 Y Dios, que resucitó al Señor, también nos resucitará a nosotros mediante Su poder.

15 ¿No saben que sus cuerpos son miembros de Cristo? ¿Tomaré, acaso, los miembros de Cristo y los haré miembros de una ramera? ¡De ningún modo! 16 ¿O no saben que el que se une a una ramera es un cuerpo con ella? Porque Él dice: «Los dos vendrán a ser una sola carne». 17 Pero el que se une al Señor, es un espíritu con Él.

18 Huyan de la fornicación. Todos los demás pecados que un hombre comete están fuera del cuerpo, pero el fornicario peca contra su propio cuerpo. 19 ¿O no saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo que está en ustedes, el cual tienen de Dios, y que ustedes no se pertenecen a sí mismos? 20 Porque han sido comprados por un precio. Por tanto, glorifiquen a Dios en su cuerpo y en su espíritu, los cuales son de Dios.


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Ezequiel 4


Símbolos del sitio de Jerusalén

4»Y tú, hijo de hombre, toma una tableta de barro, ponla delante de ti y graba en ella una ciudad, Jerusalén. 2 Entonces pon sitio contra ella: edifica un muro de asedio contra ella, echa un terraplén contra ella, pon campamentos delante de ella, y coloca contra ella arietes alrededor. 3 Después toma una sartén de hierro y colócala como un muro de hierro entre ti y la ciudad, dirige tu rostro hacia ella y quedará bajo sitio: tú la sitiarás. Esta es una señal para la casa de Israel.

4 »Y tú acuéstate sobre el lado izquierdo, y pon sobre él la iniquidad de la casa de Israel; por el número de días que estés acostado sobre él, llevarás su iniquidad. 5 Porque Yo te he asignado un número de días igual a los años de su iniquidad, 390 días. Tú cargarás, pues, con la iniquidad de la casa de Israel. 6 Cuando los hayas cumplido, te acostarás por segunda vez, pero sobre el lado derecho, y llevarás la iniquidad de la casa de Judá. Te la he asignado por cuarenta días, un día por cada año. 7 Entonces dirigirás tu rostro y tu brazo desnudo hacia el sitio de Jerusalén, y profetizarás contra ella. 8 Te ataré con cuerdas para que no puedas volverte de un lado a otro, hasta que hayas cumplido los días de tu sitio.

9 »En cuanto a ti, toma trigo, cebada, habas, lentejas, millo y centeno; ponlos en una vasija y hazte pan con ellos; conforme al número de días que estés acostado sobre tu lado, 390 días, lo comerás. 10 El alimento que comas será de 20 siclos (228 gramos) de peso por día; lo comerás de tiempo en tiempo. 11 Beberás el agua por medida: la sexta parte de un hin (medio litro); la beberás de tiempo en tiempo. 12 Comerás torta de cebada, habiéndola cocido sobre excrementos humanos a la vista de ellos».

13 Entonces el Señor dijo: «Así comerán los israelitas su pan inmundo entre las naciones donde los arrojaré». 14 Pero yo dije: «¡Ah, Señor Dios! Nunca me he contaminado; porque desde mi juventud hasta ahora nunca he comido animal muerto o despedazado, ni jamás ha entrado en mi boca carne inmunda». 15 Entonces Él me dijo: «Mira, te concedo que prepares tu pan sobre estiércol de vaca en lugar de sobre excremento humano». 16 Me dijo además: «Hijo de hombre, voy a romper la provisión de pan en Jerusalén, y comerán el pan por peso y con angustia, y beberán el agua por medida y con terror, 17 para que al escasear el pan y el agua, se aterren unos a otros y se consuman en su iniquidad.


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Salmos 40–41


Dios sustenta a su siervo

Para el director del coro. Salmo de David.

40 Esperé pacientemente al Señor, Y Él se inclinó a mí y oyó mi clamor. 2 Me sacó del hoyo de la destrucción, del lodo cenagoso; Asentó mis pies sobre una roca y afirmó mis pasos. 3 Puso en mi boca un cántico nuevo, un canto de alabanza a nuestro Dios. Muchos verán esto, y temerán Y confiarán en el Señor.

4 Cuán bienaventurado es el hombre que ha puesto en el Señor su confianza, Y no se ha vuelto a los soberbios ni a los que caen en falsedad. 5 Muchas son, Señor, Dios mío, las maravillas que Tú has hecho, Y muchos Tus designios para con nosotros; Nadie hay que se compare contigo; Si los anunciara, y hablara de ellos, No podrían ser enumerados.

6 Sacrificio y ofrenda de cereal no has deseado; Me has abierto los oídos; Holocausto y ofrenda por el pecado no has pedido. 7 Entonces dije: «Aquí estoy; En el rollo del libro está escrito de mí; 8 Me deleito en hacer Tu voluntad, Dios mío; Tu ley está dentro de mi corazón».

9 He proclamado buenas nuevas de justicia en la gran congregación; No refrenaré mis labios, Oh Señor, Tú lo sabes. 10 No he escondido Tu justicia dentro de mi corazón; He proclamado Tu fidelidad y Tu salvación; No he ocultado a la gran congregación Tu misericordia y Tu fidelidad.

11 Tú, oh Señor, no retengas Tu compasión de mí; Tu misericordia y Tu fidelidad me guarden continuamente, 12 Porque me rodean males sin número; Mis iniquidades me han alcanzado, y no puedo ver; Son más numerosas que los cabellos de mi cabeza, Y el corazón me falla.

13 Ten a bien, oh Señor, libertarme; Apresúrate, Señor, a socorrerme. 14 Sean avergonzados y humillados a una Los que buscan mi vida para destruirla; Sean vueltos atrás y cubiertos de ignominia Los que se complacen en mi mal. 15 Queden atónitos a causa de su vergüenza Los que me dicen: «¡Ajá, ajá!». 16 Regocíjense y alégrense en Ti todos los que te buscan; Que los que aman Tu salvación digan continuamente: «¡Engrandecido sea el Señor!». 17 Por cuanto yo estoy afligido y necesitado, El Señor me tiene en cuenta. Tú eres mi ayuda y mi libertador; Dios mío, no te tardes.

Oración en enfermedad y en tristeza

Para el director del coro. Salmo de David.

41 Bienaventurado el que piensa en el pobre; En el día del mal el Señor lo librará. 2 El Señor lo protegerá y lo mantendrá con vida, Y será bienaventurado sobre la tierra. Tú no lo entregarás a la voluntad de sus enemigos. 3 El Señor lo sostendrá en su lecho de enfermo; En su enfermedad, restaurarás su salud.

4 Yo dije: «Oh Señor, ten piedad de mí; Sana mi alma, porque contra Ti he pecado». 5 Mis enemigos hablan mal contra mí, diciendo: «¿Cuándo morirá y perecerá su nombre?». 6 Y si alguien viene a verme, habla falsedades; Su corazón recoge iniquidad para sí; Cuando sale fuera, lo publica. 7 Todos los que me odian murmuran a una contra mí; Traman hacerme daño, diciendo: 8 «Una cosa del demonio ha sido derramada sobre él, Así que cuando se acueste, no volverá a levantarse». 9 Aun mi íntimo amigo en quien yo confiaba, El que de mi pan comía, Contra mí ha levantado su talón.

10 Pero Tú, oh Señor, ten piedad de mí y levántame, Para que yo les pague como se merecen. 11 En esto sabré que conmigo te complaces, Que mi enemigo no cante victoria sobre mí. 12 En cuanto a mí, me mantienes en mi integridad, Y me afirmas en Tu presencia para siempre.

13 Bendito sea el Señor, Dios de Israel, Desde la eternidad hasta la eternidad. Amén y amén.


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