Sermones

El Río de Dios

I. Introducción.

Texto Bíblico: Ezequiel 47:1-12

Queridos hermanos y hermanas en Cristo, Hoy quiero hablarles sobre un tema que nos transporta a las Escrituras, a un lugar de vida, de fluir constante y de abundancia espiritual. El título de nuestro mensaje es "El Río de Dios". Y para comprender plenamente esta metáfora, volvámonos a las Escrituras, específicamente al libro de Ezequiel, capítulo 47, versículos 1 al 12.

II. El Origen del Río.

En el versículo 1, Ezequiel nos relata cómo fue llevado por el Espíritu de Dios a la entrada del templo, y allí vio salir agua que fluía desde debajo del altar. Esta visión representa la fuente misma de la vida espiritual: el corazón mismo de la adoración a Dios. De igual manera, nuestros corazones son el lugar donde el Espíritu Santo desea fluir, nutriendo y dando vida a todo lo que tocamos.

III. El Crecimiento Gradual del Río

Notemos en los versículos 2 al 5 cómo el río aumenta gradualmente de profundidad y caudal. Esta imagen nos enseña que la presencia y la obra de Dios en nuestras vidas no se estanca. A medida que crecemos en nuestra relación con Él, el flujo de su gracia y amor se profundiza y se expande. No estamos destinados a quedarnos estancados, sino a ser transformados por el poder de Dios.

IV. Las Orillas del Río.

El versículo 7 nos habla de los árboles que crecen en ambas orillas del río. Estos árboles representan a aquellos que han sido arraigados en la palabra de Dios y que, a su vez, son canales de bendición para otros. Al igual que estos árboles, nosotros debemos ser portadores de fruto, dando testimonio del amor y la gracia de Dios en nuestro entorno.

V. La Curación y Restauración.

En los versículos 8 al 12, vemos cómo este río fluye hacia el Mar Muerto, sanando sus aguas y devolviendo la vida a sus orillas estériles. Esto nos habla del poder restaurador de Dios. Así como el río trae vida a lo que estaba muerto, Dios tiene el poder de sanar nuestras heridas y restaurar lo quebrantado en nuestras vidas.

VI. Conclusión: Sumergidos en el Río de Dios

Hermanos y hermanas, la visión de Ezequiel nos recuerda que en Dios encontramos un flujo constante de vida y restauración. En Él, somos llamados a crecer, a dar fruto y a ser instrumentos de su amor y gracia en un mundo sediento .Que busquemos, día a día, sumergirnos en el río de Dios, permitiendo que fluya a través de nosotros para bendición de otros y para su gloria. Que seamos canales vivos de su amor en este mundo sediento de esperanza. Oremos juntos para que Dios nos guíe y nos fortalezca en este camino de vida abundante. En el nombre de Jesús oramos, amén.

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