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Lectura de Hoy

20-09-2023

Devocional

Devocional: Salmos 70–71

La vejez. No es algo a lo que nuestra generación se refiera demasiado, al menos de forma realista. Hablamos de prepararnos para la jubilación, pero somos reticentes a hacerlo sobre la enfermedad y la muerte. Muy pocos tratan estos asuntos abiertamente y con franqueza sin afligirse o sin moderarlos (lo cual indica, en ambos casos, que tienen miedo).

Es mucho más responsable aprender cómo envejecer fielmente, cómo morir bien. Eso es lo que quería el salmista. “No me rechaces cuando llegue a viejo; no me abandones cuando me falten las fuerzas […]. Aun cuando sea yo anciano y peine canas, no me abandones, oh Dios, hasta que anuncie tu poder a la generación venidera, y dé a conocer tus proezas a los que aún no han nacido” (Salmo 71:918). Desde su juventud, sabía que el Señor le había enseñado (71:17). Ahora, ruega a Dios que no lo abandone en la vejez.

Por un lado, el salmista pidiendo principalmente que Dios le proteja de los ataques externos cuando esté demasiado viejo y enfermo para resistir (71:10ss.). La situación sería especialmente preocupante si el autor de este salmo fuese David o algún otro rey davídico. Una nación vecina que no se atreviese a atacar a Israel cuando David tuviese cuarenta años podría hacerlo cuando fuese ya anciano. Aunque no somos reyes, es correcto y bueno que pidamos especial protección al Señor cuando envejezcamos y enfermemos tanto que sea fácil aprovecharse de nosotros.

Sin embargo, la visión de David abarca más que la simple protección. Quiere vivir su vejez transmitiendo su testimonio a la siguiente generación. Su objetivo no es vivir cómodamente jubilado, sino emplear esos años para anunciar “tu poder a la generación venidera” y dar a conocer “tus proezas a los que aún no han nacido”. Merece la pena orar de esta forma. ¿Acaso no deben pedir gracia los cristianos ancianos, a fin de transmitir lo que han aprendido a la siguiente generación? Esta enseñanza puede llevarse a cabo de forma individual o en grupos pequeños. Quizás uno de ellos tomará bajo su tutela a un joven creyente o a un niño abandonado. Quizás algún experimentado guerrero de la oración enseñará a orar a un joven líder cristiano. Cuando ya no se tengan fuerzas ni para estas cosas, pediremos a Dios que su gracia obre en nuestra debilidad de forma que él sea glorificado en nosotros: quizás mostremos a los más jóvenes cómo perseverar bajo el sufrimiento, cómo confiar en medio del dolor y cómo morir en la gracia de Dios.


Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Publicaciones Andamio, 2016. Usado con permiso.

Devocional: 2 Corintios 9

2 Corintios 9 es el segundo de dos capítulos consecutivos que Pablo dedica al tema de las ofrendas.

(1) Continúa con una hermosa delicadeza (9:1-5). Por un lado, asegura a los corintios que, en realidad, no necesitan un recordatorio; por otro, gentilmente se lo recuerda, para que ni él ni ellos queden avergonzados. Después de todo, igual que él usó la generosidad de los macedonios aun en medio de pruebas severas como ejemplo para los corintios (8:1-3), ¡también ha utilizado la generosidad y entusiasmo de los corintios como ejemplo para los macedonios! No quiere que los pillen desprevenidos.

(2) Un principio que todo agricultor conoce tiene peso en el tema de dar: “El que siembra escasamente, escasamente cosechará, y el que siembra en abundancia, en abundancia cosechará” (9:6). Algunos enseñan que esto promete una reciprocidad quid pro quo entre la ofrenda económica y la prosperidad material. Si das trescientos euros al ministerio, Dios te dará por lo menos quinientos (o mil, o algo por el estilo). Ahora bien, los predicadores que dicen estas cosas o no lo creen o no les parece que sea aplicable a ellos, porque de otra manera estarían dando rápidamente todo su dinero. Pero el enfoque en la presentación de Pablo gira sobre otros dos puntos:

(a) La cantidad que damos no se mide tanto en términos absolutos de dinero, sino en la alegría y generosidad del corazón con que lo entregamos (9:7).

(b) La recompensa abarca más que la mera prosperidad material y es muchísimo más beneficiosa: Dios es capaz de hacer que abundemos para toda buena obra (9:8) y va a suplir y multiplicar nuestra sementera (para continuar con la metáfora agrícola) y aumentar nuestra “cosecha de justi­cia” (9:10). Dios nos hará “enriquecidos en todo” para que podamos ser aún más generosos en toda ocasión (9:11). Uno debe reflexionar sobre el hecho de que estas promesas fueron dadas al colectivo del pueblo de Dios. No se promete necesariamente a cada individuo de la iglesia que será “enriquecido en todo” y que no sufrirá, por ejemplo, una muerte temprana por cáncer o algo similar.

(3) Al fin y al cabo, el enfoque de Pablo no está sobre los dadores. Pablo ve en las ofrendas no sólo un servicio que suple las necesidades del pueblo de Dios, sino uno que sobreabunda en “abundantes acciones de gracias a Dios” (9:12), a medida que los creyentes le alaban por la obediencia de los corintios e interceden por ellos porque reconocen “la sobreabundante gracia de Dios” en ellos (9:13-14). En último análisis, todos somos deudores de Dios “por su don inefable” (9:15).

Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Publicaciones Andamio, 2016. Usado con permiso.

2 Samuel 16

Simei maldice a David

16 Cuando David pasó un poco más allá de la cumbre, vio que Siba, el criado de Mefiboset, salía a su encuentro con un par de asnos aparejados, y sobre ellos había 200 panes, 100 racimos de uvas pasas, 100 frutas de verano y un odre de vino. Y el rey dijo a Siba: «¿Para qué tienes esto?». Y Siba respondió: «Los asnos son para que monte la familia del rey, y el pan y la fruta de verano para que los jóvenes coman, y el vino para que beba cualquiera que se fatigue en el desierto». Entonces el rey dijo: «¿Y dónde está el hijo de tu señor?». Y Siba respondió al rey: «Está en Jerusalén, pues ha dicho: “Hoy la casa de Israel me devolverá el reino de mi padre”». Y el rey dijo a Siba: «Mira, todo lo que pertenece a Mefiboset es tuyo». Y Siba dijo: «Me inclino ante usted; que halle yo gracia ante sus ojos, oh rey, mi señor».

Al llegar el rey David a Bahurim, entonces, salió de allí un hombre de la familia de la casa de Saúl que se llamaba Simei, hijo de Gera. Cuando salió, iba maldiciendo, y tiraba piedras a David y a todos los siervos del rey David, aunque todo el pueblo y todos los hombres valientes estaban a su derecha y a su izquierda. Así decía Simei mientras maldecía: «¡Fuera, fuera, hombre sanguinario e indigno! El SEÑOR ha hecho volver sobre ti toda la sangre derramada de la casa de Saúl, en cuyo lugar has reinado; el SEÑOR ha entregado el reino en mano de tu hijo Absalón. Aquí estás prendido en tu propia maldad, porque eres hombre sanguinario».

Entonces Abisai, hijo de Sarvia, dijo al rey: «¿Por qué ha de maldecir este perro muerto a mi señor el rey? Déjeme que vaya ahora y le corte la cabeza». 10 Pero el rey dijo: «¿Qué tengo yo que ver con ustedes, hijos de Sarvia? Si él maldice, y si el SEÑOR le ha dicho: “Maldice a David”, ¿quién, pues, le dirá: “¿Por qué has hecho esto?”». 11 Entonces David dijo a Abisai y a todos sus siervos: «Mi hijo que salió de mis entrañas busca mi vida; ¿cuánto más entonces este benjamita? Déjenlo, que siga maldiciendo, porque el SEÑOR se lo ha dicho. 12 Quizá el SEÑOR mire mi aflicción y me devuelva bien por su maldición de hoy». 13 Así pues, David y sus hombres siguieron su camino; y Simei iba por el lado del monte paralelo a él, y mientras iba lo maldecía, le tiraba piedras y le arrojaba polvo. 14 Y el rey y todo el pueblo que iba con él llegaron al Jordán fatigados, y allí descansaron.

15 Entonces Absalón y todo el pueblo, los hombres de Israel, entraron en Jerusalén, y Ahitofel con él. 16 Sucedió que cuando Husai el arquita, amigo de David, vino a Absalón, Husai dijo a Absalón: «¡Viva el rey! ¡Viva el rey!». 17 Y Absalón dijo a Husai: «¿Es esta tu lealtad para con tu amigo? ¿Por qué no fuiste con tu amigo?». 18 Respondió Husai a Absalón: «No, pues a quien el SEÑOR, este pueblo y todos los hombres de Israel han escogido, de él seré, y con él me quedaré. 19 Además, ¿a quién debería yo servir? ¿No habría de ser en la presencia de su hijo? Tal como he servido delante de tu padre, así seré delante de ti».

20 Entonces Absalón dijo a Ahitofel: «Den ustedes su consejo. ¿Qué debemos hacer?». 21 Y Ahitofel respondió a Absalón: «Lléguese a las concubinas de su padre, a quienes él ha dejado para guardar la casa. Entonces todo Israel sabrá que usted ha hecho odioso a su padre, y las manos de todos los que están con usted se fortalecerán». 22 Levantaron, pues, una tienda en el terrado para Absalón, y él se llegó a las concubinas de su padre a la vista de todo Israel. 23 El consejo que Ahitofel daba en aquellos días era como si uno consultara la palabra de Dios. Así era considerado todo consejo de Ahitofel tanto por David como por Absalón.


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2 Corintios 9

Llamamiento a la liberalidad

9 Porque en cuanto a este servicio a los santos, es por demás que yo les escriba. Pues conozco su buena disposición, de la cual me alegro por ustedes ante los macedonios, es decir, que Acaya ha estado preparada desde el año pasado. El celo de ustedes ha estimulado a la mayoría de ellos.

Pero he enviado a los hermanos para que nuestra jactancia acerca de ustedes no sea hecha vana en este caso, a fin de que, como decía, estén preparados; no sea que algunos macedonios vayan conmigo y los encuentren desprevenidos, y nosotros, (por no decir ustedes), seamos avergonzados por esta confianza. Así que creí necesario exhortar a los hermanos a que se adelantaran en ir a ustedes, y prepararan de antemano su generosa ofrenda, ya prometida, para que la misma estuviera lista como ofrenda generosa, y no como por codicia.

Recompensa de la liberalidad

Pero esto digo: el que siembra escasamente, escasamente también segará; y el que siembra abundantemente, abundantemente también segará. Que cada uno  como propuso en su corazón, no de mala gana ni por obligación, porque Dios ama al que da con alegría. Y Dios puede hacer que toda gracia abunde para ustedes, a fin de que teniendo siempre todo lo suficiente en todas las cosas, abunden para toda buena obra. Como está escrito:

«ÉL ESPARCIÓ, DIO A LOS POBRES; SU JUSTICIA PERMANECE PARA SIEMPRE».

10 Y el que suministra semilla al sembrador y pan para su alimento, suplirá y multiplicará la siembra de ustedes y aumentará la cosecha de su justicia. 11 Ustedes serán enriquecidos en todo para toda liberalidad, la cual por medio de nosotros produce acción de gracias a Dios. 12 Porque la ministración de este servicio no solo suple con plenitud lo que falta a los santos, sino que también sobreabunda a través de muchas acciones de gracias a Dios.

13 Por la prueba dada por esta ministración, glorificarán a Dios por la obediencia de ustedes a la confesión del evangelio de Cristo, y por la liberalidad de su contribución para ellos y para todos. 14 Ellos, a su vez, mediante la oración a favor de ustedes, también les demuestran su anhelo debido a la sobreabundante gracia de Dios en ustedes. 15 ¡Gracias a Dios por Su don inefable!

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Ezequiel 23

Parábola de las dos hermanas

23 Y vino a mí la palabra del SEÑOR: «Hijo de hombre, había dos mujeres, hijas de una misma madre, que se prostituyeron en Egipto; se prostituyeron en su juventud. Allí fueron tocados sus pechos y allí fueron acariciados sus senos virginales. Sus nombres eran Aholá, la mayor, y Aholibá, su hermana. Vinieron a ser Mías y dieron a luz hijos e hijas. Y en cuanto a sus nombres, Aholá es Samaria y Aholibá es Jerusalén.

»Aholá se prostituyó cuando era Mía; y se apasionó de sus amantes, los asirios, vecinos suyos, vestidos de púrpura, gobernadores y oficiales, todos ellos jóvenes apuestos, jinetes montados a caballo. Ella cometió sus prostituciones con ellos, con lo más selecto de los asirios; y con todos los que se había apasionado, con todos sus ídolos se contaminó. Y no abandonó sus prostituciones de cuando estaba en Egipto; pues en su juventud muchos se habían acostado, y acariciaron sus senos virginales y derramaron sobre ella su pasión. Por tanto, la entregué en manos de sus amantes, en mano de los asirios, de los que se había apasionado. 10 Ellos descubrieron su desnudez, se llevaron a sus hijos y a sus hijas, y a ella la mataron a espada. Y vino a ser ejemplo para las mujeres, pues se ejecutaron juicios contra ella.

11 »Aunque su hermana Aholibá vio esto, se corrompió en su pasión más que ella, y sus prostituciones fueron mayores que las prostituciones de su hermana. 12 Se apasionó de los asirios, gobernadores y oficiales, vecinos suyos, lujosamente vestidos, jinetes montados a caballo, todos ellos jóvenes apuestos. 13 Y vi que ella se había contaminado; un mismo camino habían seguido las dos. 14 Pero Aholibá aumentó sus prostituciones. Vio hombres pintados en la pared, figuras de caldeos pintadas de rojo, 15 ceñidos sus lomos con cinturones y amplios turbantes en sus cabezas, con aspecto de oficiales todos ellos, semejantes a los babilonios de Caldea, tierra de su nacimiento. 16 Cuando los vio se apasionó de ellos y les envió mensajeros a Caldea. 17 Y vinieron a ella los babilonios, al lecho de amores, y la contaminaron con sus prostituciones. Y después de haber sido contaminada con ellos, su alma se hastió de ellos. 18 Reveló sus prostituciones y exhibió su desnudez; entonces me hastié de ella como me había hastiado de su hermana. 19 Sin embargo, ella multiplicó sus prostituciones, recordando los días de su juventud, cuando se prostituía en la tierra de Egipto. 20 Y se apasionó de sus amantes, cuya carne es como la carne de los asnos y cuyo flujo es como el flujo de los caballos. 21 Anhelaste así la lujuria de tu juventud, cuando los egipcios tocaban tu seno, acariciando los pechos de tu juventud.

22 »Por tanto, Aholibá, así dice el Señor DIOS: “Voy a provocar contra ti a tus amantes, de los que te alejaste, y los traeré contra ti de todos lados: 23 los babilonios y todos los caldeos, los de Pecod, Soa y Coa, y con ellos todos los asirios, jóvenes apuestos, todos ellos gobernadores y oficiales, capitanes y hombres de renombre, todos montados a caballo. 24 Vendrán contra ti con armas, carros y carretas, y con multitud de pueblos. Se apostarán contra ti de todos lados con broquel, escudo y casco. A ellos les encargaré el juicio y ellos te juzgarán conforme a sus costumbres. 25 Pondré Mi celo contra ti, y te tratarán con furor. Te arrancarán la nariz y las orejas, y tus sobrevivientes caerán a espada; te quitarán tus hijos y tus hijas, y los que queden serán consumidos por el fuego. 26 También te despojarán de tus vestidos y te quitarán tus bellas joyas. 27 Así pondré fin a tu lujuria y a tu prostitución traídas de la tierra de Egipto, y no levantarás más tus ojos hacia ellos ni recordarás más a Egipto”.

28 »Porque así dice el Señor DIOS: “Voy a entregarte en manos de los que odias, en manos de aquellos de los que te alejaste. 29 Ellos te tratarán con odio, te quitarán todas tus posesiones y te dejarán desnuda y descubierta. Y será descubierta la vergüenza de tus prostituciones; tanto tu lujuria como tus prostituciones. 30 Estas cosas se harán contigo porque te has prostituido con las naciones, porque te has contaminado con sus ídolos. 31 Has andado en el camino de tu hermana; por tanto, pondré su copa en tu mano”. 32 Así dice el Señor DIOS:

“Beberás la copa de tu hermana, Que es hondo y ancho; Servirá de risa y de escarnio Porque es de gran capacidad. 33 De embriaguez y de dolor te llenarás. La copa de horror y desolación Es la copa de tu hermana Samaria. 34 La beberás y la agotarás; Roerás sus fragmentos, Y te desgarrarás los pechos.

Porque Yo he hablado”, declara el Señor DIOS. 35 Por tanto, así dice el Señor DIOS: “Porque me has olvidado y me has arrojado a tus espaldas, carga ahora con el castigo de tu lujuria y de tus prostituciones”».

36 También me dijo el SEÑOR: «Hijo de hombre, ¿juzgarás a Aholá y a Aholibá? Entonces hazles saber sus abominaciones. 37 Porque ambas han cometido adulterio y hay sangre en sus manos. Han cometido adulterio con sus ídolos, y aun a sus hijos, que dieron a luz para Mí, han hecho pasar por el fuego como alimento para los ídolos. 38 Además me han hecho esto: han contaminado Mi santuario en ese día y han profanado Mis días de reposo. 39 Después de sacrificar sus hijos a sus ídolos, entraron en Mi santuario el mismo día para profanarlo. Eso fue lo que hicieron en medio de Mi casa.

40 »Aún más, mandaron a buscar hombres que vinieran de lejos, a quienes se les envió un mensajero, y vinieron. Para ellos te bañaste, te pintaste los ojos y te ataviaste con adornos. 41 Luego te sentaste en un suntuoso diván ante el cual estaba preparada una mesa en la que habías puesto Mi incienso y Mi aceite.

42 »El ruido de una multitud despreocupada se oía allí, multitud de hombres, bebedores traídos del desierto. Y pusieron brazaletes en las manos de las mujeres y hermosas coronas sobre sus cabezas. 43 Entonces dije acerca de aquella que estaba consumida por sus adulterios: “¿Cometerán ahora fornicaciones con ella, estando ella así?”. 44 Y se llegaron a ella como quien se llega a una ramera. Así se llegaron a Aholá y a Aholibá, mujeres depravadas. 45 Pero los hombres justos los juzgarán en el juicio de las adúlteras y en el juicio de las mujeres que derraman sangre, por ser ellas adúlteras y haber sangre en sus manos.

46 »Porque así dice el Señor DIOS: “Tráigase una multitud contra ellas, y sean entregadas al terror y al pillaje. 47 La multitud las apedreará y las cortará con sus espadas. Matarán a sus hijos y a sus hijas y prenderán fuego a sus casas. 48 Así haré cesar la lascivia de la tierra, y todas las mujeres serán advertidas y no cometerán lascivia como ustedes. 49 Y recaerá su lascivia sobre ambas, y cargarán el castigo de haber adorado a sus ídolos. Así ustedes sabrán que Yo soy el Señor DIOS”».


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Salmos 70–71

Oración en la persecución

Para el director del coro. Salmo de David. Para conmemorar.

70 Oh Dios, apresúrate a librarme; Apresúrate, oh SEÑOR, a socorrerme. Sean avergonzados y humillados Los que buscan mi vida; Sean vueltos atrás y cubiertos de ignominia Los que se complacen en mi mal. Sean vueltos atrás por causa de su vergüenza Los que dicen: «¡Ajá, ajá!».

Regocíjense y alégrense en Ti todos los que te buscan; Que digan continuamente: «¡Engrandecido sea Dios!», Los que aman Tu salvación. Pero yo estoy afligido y necesitado; Oh Dios, ven pronto a mí. Tú eres mi ayuda y mi libertador; SEÑOR, no te tardes.

Oración de un anciano

71 En Ti, oh SEÑOR, me refugio; Jamás sea yo avergonzado. Líbrame en Tu justicia, y rescátame; Inclina a mí Tu oído, y sálvame. Sé para mí una roca de refugio, a la cual pueda ir continuamente; Tú has dado mandamiento para salvarme, Porque Tú eres mi roca y mi fortaleza. Dios mío, rescátame de la mano del impío, De la mano del malhechor y del implacable, Porque Tú eres mi esperanza; Oh Señor DIOS, Tú eres mi confianza desde mi juventud. De Ti he recibido apoyo desde mi nacimiento; Tú eres el que me sacó del seno de mi madre; Para Ti es de continuo mi alabanza.

He llegado a ser el asombro de muchos, Porque Tú eres mi refugio fuerte. Llena está mi boca de Tu alabanza Y de Tu gloria todo el día. No me rechaces en el tiempo de la vejez; No me desampares cuando me falten las fuerzas. 10 Porque mis enemigos han hablado de mí; Y los que acechan mi vida han consultado entre sí, 11 Diciendo: «Dios lo ha desamparado; Persíganlo y aprésenlo, pues no hay quien lo libre».

12 Oh Dios, no estés lejos de mí; Dios mío, apresúrate a socorrerme. 13 Sean avergonzados y consumidos los enemigos de mi alma; Sean cubiertos de afrenta y de ignominia los que procuran mi mal. 14 Pero yo esperaré continuamente, Y aún te alabaré más y más. 15 Todo el día contará mi boca De Tu justicia y de Tu salvación, Porque son innumerables. 16 Vendré con los hechos poderosos de DIOS el Señor; Haré mención de Tu justicia, de la Tuya sola.

17 Oh Dios, Tú me has enseñado desde mi juventud, Y hasta ahora he anunciado Tus maravillas. 18 Y aun en la vejez y las canas, no me desampares, oh Dios, Hasta que anuncie Tu poder a esta generación, Tu poderío a todos los que han de venir. 19 Porque Tu justicia, oh Dios, alcanza hasta los cielos, Tú que has hecho grandes cosas; Oh Dios, ¿quién como Tú? 20 Tú que me has hecho ver muchas angustias y aflicciones, Me volverás a dar vida, Y me levantarás de nuevo de las profundidades de la tierra. 21 Aumenta Tú mi grandeza Y vuelve a consolarme.

22 Y yo te daré gracias con el arpa, Cantaré Tu verdad, Dios mío; A Ti cantaré alabanzas con la lira, Oh Santo de Israel. 23 Darán voces de júbilo mis labios, cuando te cante alabanzas, Y mi alma, que Tú has redimido. 24 También mi lengua hablará de Tu justicia todo el día, Porque han sido avergonzados, porque han sido humillados, los que procuran mi mal.

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