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Autoridad para atar y desatar

PODCAST – GERSON MOREY • PEPE MENDOZA • FABIO ROSSI

En Mateo 16 y 18 encontramos una afirmación interesante: “Lo que ates en la tierra, será atado en los cielos; y lo que desates en la tierra, será desatado en los cielos”. ¿Qué quiso decir Jesús con estas palabras? En este episodio hablaremos con el pastor Gerson Morey acerca de:

  • ¿Cómo debemos entender estos pasajes?

  • ¿Porque la interpretación común sobre “atar y desatar” no tiene sentido a la luz del contexto bíblico?

  • ¿Cómo debemos interpretar pasajes como Hechos 3 y la autoridad para “declarar”?

  • ¿Cómo encontramos el balance para no irnos al otro extremo, donde terminamos ignoramos que el pueblo de Dios sí tiene una autoridad conferida por Dios para obrar en su nombre?

  • En Juan 20:23 Jesús le da a sus discípulos autoridad para “otorgar o retener el perdón de pecados”. ¿Cómo entendemos esa autoridad y cómo la aplicamos en el día de hoy?

TRANSCRIPCIÓN

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Pepe Mendoza: En Mateo 16 y 18 encontramos una afirmación interesante: “Lo que ates en la tierra será atado en los cielos, y lo que desates en la tierra será desatado en los cielos”. Nuevamente, a la luz de esta conversación que estamos iniciando, ¿qué quiso decir Jesús con estas palabras? ¿Cómo debemos entender esta autoridad conferida por Jesús a su Iglesia? Y lo más importante, quizás y lo más interesante es, ¿cómo se manifiesta esta autoridad espiritual en la vida del creyente?

00:00:57
Fabio Rossi: De eso hablaremos hoy con nuestro invitado especial, el pastor Gerson Morey. Textos fuera de contexto, un podcast de Coalición por el Evangelio donde hablaremos sobre temas difíciles de la Biblia, el ministerio y la vida cristiana, que con frecuencia requieren de una mayor profundidad. Hola a todos, qué gusto saludarlos. Bienvenidos a un nuevo episodio de Textos fuera de Contexto. Estamos muy emocionados. Yo sé que está más contento hoy de lo normal porque tenemos a un invitado especial. ¿Cómo estás, Pepe?

00:01:39
Pepe Mendoza: Un saludo especial, mi querido Fabio, y realmente estoy emocionado porque aquí estoy con mi compatriota Gerson Morey. Yo creo que no habíamos tenido la oportunidad de cruzarnos, pero sí, el espíritu peruano nos nos une y por eso Gerson, después de tu saludo yo te voy a lanzar la primera pregunta, porque la primera pregunta es importante: ¿ceviche o lomo saltado?

00:02:08
Gerson Morey: Ceviche, Pepe. Aunque si pudiera ser ceviche para empezar y lomo saltado como un segundo plato, estaría bien también. Pero si me das a escoger, sería ceviche. Un gozo compartir con ustedes, mis hermanos. Gracias por la por la invitación y espero que sea un tiempo provechoso para todos nosotros.

00:02:33
Fabio Rossi: Gracias, pastor Gerson, por acompañarnos hoy. Estamos muy contentos de tenerle y quisiera siempre comenzamos este espacio hablando un poquito con nuestros invitados, conociéndonos un poquito más. Otra faceta de ustedes, además de la que leemos, además de la persona que vemos en el púlpito predicando. Y hoy quería yo preguntarle, pastor, ¿cómo llegó usted al evangelio? ¿De dónde le rescató el Señor? Y cuéntenos un poquito acerca de su trasfondo y su recorrido también teológico hasta el día de hoy.

00:03:05
Gerson Morey: Sí, yo me crié en una familia católica, en una escuela católica también. Nosotros nos mudamos de Perú aquí a Estados Unidos el año 93. Y el año 99, ya estando con mi esposa, visitábamos un grupo de hogar y en el año 99 el Señor nos salvó a ambos. El Señor trajo conciencia de mi pecado y nos salvó para esa época. De ahí nos mudamos para aquí al sur de la Florida el año 99. Me convertí siendo y comencé a congregarme mientras estaba en la ciudad de Nueva York, en una iglesia de la prosperidad. Cuando llegué aquí a la Florida, también nos unimos a una iglesia de la de la prosperidad. Era todo lo que nosotros este conocíamos. Trabajé en esta iglesia de la que fuimos parte casi unos unos 12–13 años. Trabajé casi siete años. Pero después de un tiempo leyendo unos cuantos textos, Dios comenzó a inquietarme. Dios comenzó a inquietarme respecto a algunas convicciones que yo había, no solamente atesorado sino también hasta enseñado y demás. Y fue una época de revisión, de revisión de muchas de estas cosas y un tiempo de confrontación también. Y llegó el momento donde este y doy gracias a Dios por los autores que leí y que de alguna manera abrieron mis ojos a algo que era tan precioso que no lo había visto, y que es el evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Eso de alguna manera puso un peso, una carga, una inquietud, una insatisfacción en un sentido por el lugar donde estaba, por las creencias y este evangelio que no solamente no es el evangelio bíblico, sino también es un evangelio muy dañino, muy nocivo. Y finalmente terminé saliendo, terminé abandonando el evangelio de la prosperidad y se abrió todo un mundo para mí. El ver que lo más precioso que Dios tiene para darnos no es un bien material, terrenal, físico, sino es su Hijo Jesucristo. Y el resto es historia.

00:06:26
Pepe Mendoza: Gracias Gerson, por lo que nos has mencionado y ahora quisiéramos entrar directamente a nuestra conversación. Justamente a esto que tiene que ver con con esta popularidad que existen con las iglesias de la prosperidad. Y cuando nosotros leemos, por ejemplo, Mateo 16:19, cuando le pregunta a sus discípulos: ¿Quiénes dicen la gente que soy yo? Y cuando Pedro responde: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”. Él le dice, no cierto, luego de que afirma que las puertas del Hades no prevalecerán contra la iglesia, él le dice: “Yo te daré las llaves del reino de los cielos. Y lo que ates en la tierra, será atado en los cielos. Y lo que desates en la tierra será desatado en los cielos”. Mucho se habla de esta autoridad de atar y desatar, de atar a los demonios, de desatar bendiciones y prosperidad. Pero yo te pregunto, ¿cómo es que debemos entender correctamente este pasaje?

00:07:27
Gerson Morey: Yo creo, Pepe, que hoy hay dos cosas que uno pudiera hacer para llegar al punto que es esto de atar y desatar. Y yo yo lo haría así. Primero, mirar el marco en que las palabras fueron dichas, ¿verdad? Número uno. Y después, mirar cómo Jesús ha hablado de esto en en otras circunstancias. Entonces, traer un poquito de luz, cómo es que Jesús ha utilizado esta forma de hablar, estas expresiones. Eso es lo primero. Lo que tú acabas de leer. ¿Verdad? Las circunstancias en que estas palabras fueron dichas fue este intercambio de palabras de Jesús y Pedro. Cuando él pregunta a este: ¿Quiénes dicen los hombres que soy? Pedro le responde: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”. ¿Verdad? Este, “Bienaventurado porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos”. Y él dice, entonces: “Tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi Iglesia”. Sobre esta declaración, sobre esta realidad de que Jesucristo de Nazaret es el Cristo prometido, es el Hijo de Dios. Sobre esa realidad, la Iglesia de nuestro Señor Jesucristo será será edificada. Inmediatamente después Él dice esto: “Y a ti te daré las llaves del reino. Y todo lo que tú atares será atado en los cielos, y lo que desatares será desatado en los cielos”. Primero, es esta idea, ¿no? Sobre el fundamento, sobre la realidad que ha confesado Pedro, es donde la Iglesia se va a edificar, sobre esta verdad. Es lo que Jesús está diciendo. Ahora, cuando uno mira, Pepe y Fabio, cómo es que Jesús ha usado esta forma de hablar, estas expresiones, te pueden traer luz. Porque él, por ejemplo, en Lucas 11:52 él está acusando a los intérpretes de la ley, y él les dice a ellos: “Ay de vosotros, intérpretes, escribas, porque habéis quitado la llave de la ciencia”. Otra versión dice “la llave del conocimiento”. Y les dice: “Vosotros mismos no entrasteis. Y a los que estaban entrando se los impediste”. Hay algo de esto, está hablando de “llave del conocimiento” y dice “Vosotros mismos no entrasteis, y a los que estaban entrando se lo impediste”. En el mismo libro de Mateo, en el 23, cuando se está dirigiendo ya este en palabras más y más fuertes. “Ay de vosotros”, ¿verdad? “Escribas y fariseos, hipócritas”, les dice. Y les dice algo similar: “Porque cerráis el reino de los cielos delante de los hombres”. Y dice: “No entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que están entrando”. Parece el mismo escenario, la misma idea. Pero. Pero esto sugiere, cuando Jesús habla de “entrar” y “llaves”, esto sugiere que es una metáfora de autoridad. En un sentido es la autoridad de dejar pasar o abrir el paso. Eso es lo que uno lee. O sea, es es evidente que esto es lo que Jesús está diciendo. Para Jesús estos líderes, por medio de lo que ellos enseñan, eran como por decir “los porteros”, ¿verdad? Los que tenían la autoridad para dejar pasar a unos y prohibir la la entrada a otros. ¿Verdad? Entonces, con esas dos ideas de que Jesucristo de Nazaret, siendo el Cristo el Hijo de Dios, como el fundamento sobre el cual la iglesia descansa sobre esta proclamación que nosotros hacemos acerca de Cristo, y tomando en cuenta que esto de las las llaves eran una un sinónimo de autoridad, uno deduce y y aplica esto y uno llega a la conclusión de que estas llaves que de por sí en el uso común son lo que abre y cierra. Es una referencia a la autoridad que la Iglesia tiene para que por medio de este anuncio de que Jesús es el Cristo, como el anuncio de el Hijo de Dios por medio de la proclamación del Evangelio. Es la que primeramente abre las puertas del Reino de los Cielos a los hombres. Ahora, esta autoridad incluye, Él ha dicho, cerrar, abrir, atar, desatar, como uno entiende eso y y lo lógico es que ante la proclamación del Evangelio, ante la proclamación de la persona de Jesús como el Cristo, el Hijo de Dios, van a haber dos reacciones, dos tipos de respuestas. Una será de arrepentimiento y la otra será de arrogancia y resistencia. A unos, les anuncia que han sido recibidos y que entran. Y a otros se les anuncia que están bajo juicio y que no entrarán. El atar y desatar es una descripción del uso de esta autoridad. Estas de estas llaves. El atar y desatar es, en un sentido, lo que hace la Iglesia en respuesta a la respuesta de los hombres. Ahora el texto, Jesús dice: “Lo que ustedes ataren en el cielo”, o más bien, “lo que ataren en la tierra, será atado en los cielos, y lo que desatares en la tierra será desatado”. Eso de alguna manera es cuando la iglesia le anuncia al pecador arrepentido que ya es perdonado y que es recibido, y que ahora, por decirlo, entra, ya es parte del Reino de los Cielos. El Reino, el cielo lo desata. O para decirlo de otra manera, Dios aprueba el veredicto. Dios le da el permiso para entrar. O cuando la Iglesia anuncia al pecador no arrepentido, ¿verdad? Porque esa es la otra respuesta. La otra reacción, que no será perdonado, que no será recibido, que no entrará. Entonces el cielo también en un sentido lo ata. Dios aprueba de la misma manera ese veredicto, y y de alguna manera prohíbe el ingreso. Hay como una armonía entre lo que la Iglesia decide y lo que el cielo decide. La Iglesia y el cielo, la Iglesia y Dios obran juntas, por decirlo de una manera, en esta tarea, en esta labor de aprobar y desaprobar. Yo lo diría, para resumir esto, esto de “atar y desatar”, “la llave del reino” es una referencia a la autoridad que tiene la Iglesia en el cumplimiento de su responsabilidad de anunciar el Evangelio, de abrir y cerrar el paso, o prohibir o permitir la entrada al Reino de los Cielos, en conformidad a la respuesta, a la respuesta de los hombres. El cielo, Dios, aprueba el veredicto, aprueba la decisión de la Iglesia. Están en consonancia con lo que el cielo aprueba, cuando la Iglesia le anuncia al pecador que se ha arrepentido, que puede entrar, que es parte ahora del reino del Reino de los Cielos. Esa sería la explicación, digamos, del sentido de las palabras de nuestro Señor Jesucristo.

00:15:47
Fabio Rossi: Sabiendo digamos en esto, como usted nos lo ha explicado, que este pasaje dentro de su contexto debe ser interpretado de otra manera, muy diferente a la que nosotros encontramos allí afuera. Porque muchas veces estos pasajes se usan para hacer alusión a nuestra autoridad como cristianos, para atar a Satanás, para atar a los demonios, las huestes de maldad, o para desatar las bendiciones y la prosperidad y la salud en todo ese contexto. Usted nos explica cómo es que debemos acercarnos a este pasaje y entenderlo más como en un contexto de, digamos, como de eclesiología, como del lugar que tiene la Iglesia y de este lado es como de una guerra espiritual, ¿no? Por qué no tiene sentido que nosotros interpretemos este atar y desatar con referencia a Satanás, los demonios y las bendiciones. Qué le diría usted a alguien que dice: “Bueno, es que sí se refiere a atar y desatar” ¿Por qué eso no tendría sentido a la luz del contexto bíblico?

00:16:55
Gerson Morey: Bueno, primero porque el pasaje no es un pasaje de guerra espiritual. En un sentido, ese pasaje en Mateo 16 ni siquiera es un pasaje de oración como tal. A Jesús le está dando en la persona de Pedro, que está representando a la Iglesia, está esta responsabilidad a este deber de proclamar el evangelio. Lo segundo, es que este puede ser que… Hay un pasaje en Lucas donde donde Jesús explica a los fariseos, porque lo acusan y le dicen “Tú por el príncipe de los demonios haces estos milagros”. Jesús utiliza la idea de no tiene que venir alguien más fuerte para para atarlo, tratando de explicar: Ey, si yo fuese de alguna manera del diablo, yo no estaría haciendo esto. Y sí, hay veces esa idea de “atando al hombre fuerte”. Queremos apropiarnos de eso. Pero en realidad Jesús estaba hablando de él mismo. El cristiano no tiene ni el llamado ni el poder para atar al diablo. Esa obra la hizo Jesús en la cruz del Calvario. Él despojó, dice el libro de Colosenses, a los principados, a las potestades, triunfando sobre ellos en la cruz del calvario. Si hay alguien que tiene el poder para atar al diablo, es Cristo. Y Cristo ya lo ha hecho, ¿verdad? No es ni el poder del cristiano para hacer eso. No es un poder intrínseco en nosotros, y tampoco es el llamado que nosotros de alguna manera tenemos. Eso lo hizo nuestro Señor Jesucristo, y el texto como tal, Mateo 16 no es un texto de guerra espiritual, no es un texto de oración, no es una invitación a orar y atar al diablo o a sus demonios.

00:19:27
Pepe Mendoza: Esto es algo que nosotros requerimos entender nuevamente, porque quizás usando la misma ilustración que tú has mencionado, la metáfora bíblica, esta llave no es una llave maestra, es una llave que se sujeta a una cerradura y la cerradura es Cristo, la Piedra Angular. Osea, es una llave que no abre cualquier cosa, que no abre bendiciones, que no abre prosperidad, que no abre casas, que no abre mis sueños. Sino que es la llave entregada por el mismo Señor en confirmación de la verdad del Evangelio, de la de la razón de ser de Cristo Jesús, quien es la Cabeza, Señor, ¿no cierto? Y piedra angular de la Iglesia que por su obra nosotros seremos redimidos. A veces existe también una devaluación de la salvación, ¿no? Una exaltación de la vida terrestre y de la prosperidad, que esto significa caminar con el Señor. ¿No es cierto? Esa esa idea. Pero yo quisiera preguntarte también porque juntamente con este pasaje hay otros pasajes. Por ejemplo, Hechos 3, cuando Pedro le dice al paralítico: “Ni plata ni oro tengo, pero lo que tengo, te doy”. Y esa es otra declaración poderosa de algo que “yo tengo”, ¿cierto? “En el nombre de Jesús”. Esta fe poderosa, esta fe casi personal. ¿Cómo entendemos también este pasaje? Porque también se usa mucho para declarar, ¿no cierto? No solamente para desatar, sino que ahora vamos a otra palabra muy popular que es esta palabra “declarar”. Y que a muchos se nos acusan que no estamos en esos movimientos, de que nosotros no tenemos la fe de Pedro o de Hechos 3, o sea, no tengo ni plata ni oro, pero “declaro”, ¿no es cierto? Yo te lo nombro por fe, que yo soy capaz de hacer esto o lo otro. ¿Cómo entendemos las declaraciones?

00:21:16
Gerson Morey: Yo creo que lo primero es recordar que cuando leemos, por ejemplo, los evangelios y el libro de los Hechos, por poner un ejemplo, hay una distinción entre leer e identificar los pasajes que son prescriptivo para nosotros o los pasajes descriptivos. El libro de Hechos es una historia. Nos está describiendo lo que estaba pasando. En este caso, el texto que tú mencionas Hechos 3, nos describe cómo Pedro actuó y reaccionó en un momento en particular. No todo lo que vemos en el libro de los Hechos es un mandato para la Iglesia. Por ejemplo, Pedro le dijo: “Tu dinero perezca”. Y Pedro se acuerdan cuando Ananías y Safira mienten lo que habían dado. Nosotros no podemos mirar esos relatos como un mandato para nosotros, una prescripción para nosotros. Estamos mirando a estos hombres, a Pedro, por ejemplo, ejerciendo una autoridad delegada. Es evidente. Pero estamos viendo una etapa en la historia de la redención que fue única, que fue única, donde hubo una concentración de milagros que no ha habido en otro tiempo en la historia de la redención, a excepción del tiempo de Éxodo. Y ambas coinciden con que en ese tiempo Dios estaba legando Su Palabra, estaba de alguna manera legitimando a sus representantes que estaban hablando y enseñando en nombre de Dios. En ese tiempo Moisés, trayendo la ley de Dios, y en este tiempo los apóstoles y los y los profetas. Lo que también vemos en la Escritura es, por ejemplo, cuando la iglesia fue amenazada esto en Hechos capítulo 4, capítulo 5. La manera como ellos oraron no fue declarando. La manera como ellos oraron fue: “Oh Soberano Señor, te pedimos nos concedas esto”. El apóstol Pablo en el libro de Filipenses: “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones en toda oración y ruego, y acción de gracias”. En otras palabras, no vemos en la Escritura un mandato a nosotros “decretar” o “declarar” algo para que sea. Lo que vemos es un mandato y un ejemplo de orar, de pedir, de rogar. “Señor, te pedimos esto”; “Señor, te rogamos esto, concédenos esto”. “Abre estas puertas”. “Concédenos este trabajo”. “Concédenos la sanidad de mi hijo o de mi hija, de mí, de mi esposa”. Eso es. “Pedid y se os dará”, dice Jesús. Mateo capítulo 7, “Tocad y se os abrirá. Buscad y os hallaréis”. Lo que nosotros vemos son estrictos, directos mandatos para orar y pedir, y vemos modelos de cómo los discípulos oraban como tal. Y ahí estaba Pedro, ofreciéndole lo que él tenía, al Cristo Jesús, al Hijo de Dios, que tenía el poder para sanarlo, que tenía el poder para sanarlo. Y ese hombre se levantó, pero eso no se constituye para nosotros en una prescripción. Al fin y al cabo, ese ese pasaje tampoco se pudiera utilizar como un ejemplo de que él decretó, porque él no decretó. Lo que él le dijo fue: “Lo que tengo te doy. En el nombre de Jesús, levántate y anda”. Pedro, Juan, Jacobo, estos hombres vivieron una etapa en la historia de la redención que ha sido irrepetible. Y esto, sea una persona que esté del lado del cesacionismo, de la discusión de los dones o del lado del continuismo, ambos campamentos, si se quiere, ambos lados están de acuerdo en una cosa de que no ha habido un tiempo que tuvo tanta concentración de milagros como el tiempo de los apóstoles y el tiempo de Jesús. Entonces leemos eso como una descripción. Qué era lo que Dios estaba haciendo con su iglesia, por medio de su iglesia. Y tenía un propósito. Y el propósito era legitimar a estos hombres para lo que ellos iban a escribir después y lo que ellos iban a enseñar después en nombre de nuestro Señor Jesucristo.

00:27:02
Fabio Rossi: Al inicio hablábamos, y usted nos explicaba un poquito acerca de la autoridad que tiene la Iglesia, y es una autoridad que Dios le ha conferido a la iglesia. No es una autoridad que reside, digamos, o que nace del corazón de la Iglesia o del hombre, pero es algo que el Señor le ha concedido, que es especial. Y también a la luz de la Palabra, nosotros vemos, por ejemplo, estaba leyendo Mateo 10:8, cuando Jesús envía a los doce, y dentro de ese envío y recomendaciones e instrucciones que Él le da, le dice: “Sanen enfermos, resuciten muertos, limpien leprosos, expulsen demonios”, como de alguna manera también confiriéndoles una autoridad para realizar ciertas obras en el nombre de Dios. Y lo que vemos nosotros cuando nos acercamos a estos temas complejos, a veces son abusos y abusos basados en una mala interpretación de las Escrituras. Sin embargo, a la luz de las Escrituras también vemos que el Señor de alguna forma sí ha conferido una autoridad a la iglesia. Ahora, mi pregunta es cómo mantenemos ese balance saludable de una buena interpretación de lo que es verdaderamente ejercer la autoridad que el Señor nos ha dado como iglesia. Cuándo se cruza esa línea hacia algo que no es lo que el Señor quería, que no es la autoridad o no es a lo que el Señor se refería. Pero cuándo sí es esa autoridad, como Él envía a sus discípulos y les dice: “Bueno, ustedes tienen la autoridad para hacer esto”. O como decía Pepe a un Pedro diciendo: “No tengo oro o plata por lo que tengo, te doy”, y obra con autoridad de parte del Señor. Entonces, cómo manejamos ese balance para no irnos al otro extremo, en donde también ignoramos que el pueblo de Dios tiene una autoridad conferida por Dios para obrar en su nombre cuando Él así lo quiere.

00:29:05
Gerson Morey: Yo diría dos, tres cosas, Fabio. Lo primero es abundar un poquito en lo que mencionaba hace un momento. Entender que el tiempo de los apóstoles fue único. Y quiero citar un pasaje en Hebreos. El autor dice en el capítulo 2, dice que “Dios testificando juntamente con ellos”, o sea, hablando de los apóstoles y demás, “con señales y prodigios y diversos milagros y repartimientos del Espíritu Santo, según su voluntad”. Esto es, Hebreos 2:3–4, “testificando Dios juntamente con ellos, con señales y prodigios, y diversos milagros y repartimiento del Espíritu Santo, según su voluntad”. En un sentido, los milagros que ellos hicieron y la clase de milagros y la concentración de milagros que ellos experimentaron tenía una función, tenía un propósito. En un sentido primario, eso se cumplió para Dios autenticar, si se quiere, legitimar o respaldar que lo que ellos estaban diciendo venía de parte de Dios. Por eso hoy día nosotros tenemos el Nuevo Testamento. Lo segundo que yo diría es que es un poder, pero no es un poder absoluto, no es un poder soberano en el sentido de que yo dispongo si sano o no sano. Aunque tengamos la autoridad y el poder de parte de Dios delegado, es una autoridad, un poder delegados. Dios sigue siendo soberano en cómo opera y cómo responde a nuestra oración. Dios es quien determina en qué momento se sana una persona. Dios es quien determina si va a responder la oración acerca de un milagro, sanidad o lo que vaya hacer. Y lo tercero que yo diría, vamos a poner un ejemplo. Si uno mira el momento en que Pablo le dice a Timoteo: “toma un poco de vino por tus frecuentes enfermedades”. Uno se pudiera preguntar ¿y por qué él no mandó a orar a otros que estaban cerca de él, o por qué él no oraba por Timoteo? Parece que el poder que tenía Pablo para orar por sanidad no era un poder absoluto. No era un poder soberano necesariamente. Ese poder, esa autoridad todavía estaba bajo la autoridad, bajo la providencia, bajo la soberanía de Dios quien decidía cómo y cuándo sanaba a una persona. Lo tercero que yo diría es que esto, como como ha sido presentado en muchos sectores de la Iglesia. ¿Verdad? Hay un conocido pseudo apóstol que dice que una presentación del Evangelio sin milagros es ilegítima, dice. No es legítimo predicar el evangelio sin milagros. Porque en los milagros está el poder y demás. Bueno, eso no se corresponde en la Escritura. Pablo decía: “No me avergüenzo del evangelio, porque el Evangelio es poder de Dios para para salvación”. Habiendo dicho todo eso, la Iglesia sí tiene. Cuando nosotros vamos y oramos por un enfermo, estamos haciendo uso de esa misma autoridad, de ese mismo poder. Cuando nosotros vamos y alguien nos pide oración, o cuando estamos en la casa de alguien, o cuando estamos en la iglesia orando, nosotros estamos ejerciendo en un sentido, de un modo secundario, ¿verdad? Porque el modo primario fueron los apóstoles. De un modo secundario estamos ejerciendo esa autoridad, entendiendo que al final es Dios quien decide cómo y cuándo sanar a una persona. Yo lo entendería así, Fabio y Pepe.

00:33:51
Pepe Mendoza: Siempre es importante poder entender el contexto particular de cada texto bíblico que nosotros usamos, porque a veces yo creo que el gran peligro es usar esas píldoras, ¿no? esas píldoras poderosas de estas frases. Y te agradecemos mucho porque nos ilustras no solamente en el sentido de responder de manera particular las preguntas que te estamos haciendo, sino también porque nos enseñas alrededor del contexto. Y creo que el contexto no es solamente las palabras anteriores y posteriores, sino también el contexto bíblico. Y encontrar un Pablo poderoso, pero al mismo tiempo diciendo toma vino por tus enfermedades y reconocer que no está levantando una oración poderosa para sanar el estómago de su discípulo que era tan útil. Y poder también entender esto de que la soberanía le pertenece al Señor y no a nosotros. Nosotros somos siervos y por eso Pedro mismo en el contexto de Hechos 3, le responde, ¿no cierto?, cuando es cuestionado por esta sanidad: “Ustedes piensan que por mi poder o piedad he hecho esto y esto no ha sido así. Esto ha sido por Jesucristo”. Y la declaración de su soberanía y su señorío es fundamental. Pero ahora, Gerson, ya que estamos avanzando, y el tiempo siempre nos juega en contra, nosotros tenemos una sección que denominamos: La Patada Voladora. La patada voladora tiene que ver con justamente llevarte un poquito al rincón con un pasaje que también aparece en la Escritura y que seguramente nos vas a ayudar a interpretarle. Pero en Juan 20:23 Jesús le da a sus discípulos autoridad para otorgar o retener el perdón de pecados. ¿Cómo entendemos esa autoridad y cómo la aplicamos en el día de hoy? Definitivamente, en los movimientos contemporáneos que vemos de declaraciones, de atar y desatar, poco se habla de la realidad del perdón de pecados. Pero quisiéramos también entender la connotación de lo que significa el retener los pecados o poder perdonar los pecados, porque tú ya lo explicaste bien al inicio, pero quisiéramos que redundó es un poquito más en el significado de este pasaje.

00:36:04
Gerson Morey: Pues yo diría, para Pepe, para despejar el camino, uno puede citar Lucas 5 para evitar una errónea conclusión. Lucas 5 dice que sólo Dios perdona pecados. ¿Verdad? Entonces, con eso yo voy a este pasaje, y yo digo: Esto no quiere decir que la iglesia perdona pecados. ¿Verdad? Eso primero. Lo segundo es que la predicación, el contenido de la predicación de la Iglesia, por mandato de Jesús –y después vemos como como cumplen los discípulos esto– era que se predicara el arrepentimiento para el perdón de los pecados a todas las naciones (Lucas 24:47). Jesús dice: “y que en su nombre se predicara el arrepentimiento para el perdón de los pecados de todas las naciones”. Ahora nosotros vemos este este cumplimiento con Pedro, que fue en un sentido el que empezó. Ahí estaría, pues, ¿no? el cumplimiento primario de las llaves del reino en Pedro. Pero por extensión a la Iglesia, porque Pedro fue el quien predicó al mundo judío y el que predicó al mundo gentil, ¿verdad? Hechos 2 y Hechos 10. Ahora la manera como Pedro predicaba o los discípulos predicaban, era apuntando al perdón de los pecados. Decía Hechos 2:38, “Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de pecados”. En Hechos 3:19, en el contexto que tú mencionaste en la sanidad del hombre fuera del templo, él también le dice lo mismo: “Arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados”. Y lo mismo cuando él está con Cornelio, en la casa de Cornelio, anunciando. Pablo cuando él predicaba, en Efesios 1:7 dice: “En él tenemos redención por su sangre, el perdón de los pecados”. ¿Verdad? En este pasaje en particular, lo que se está haciendo referencia es que la Iglesia, la iglesia de Jesucristo, es la que encarna, la que expresa o representan la realidad del Reino de los Cielos. Y en ese rol la Iglesia no sólo proclama el mensaje de Cristo, el Hijo del Dios viviente, la Iglesia no sólo proclama el mensaje del Evangelio –a Cristo como éste Señor y Salvador–, sino también que anuncia y le declara a los hombres cuando sus pecados han sido perdonados. Ahora, nosotros no somos los que pensamos el perdón, pero somos los que anunciamos el perdón. Nosotros no tenemos la autoridad para perdonar los pecados de los hombres, sino que cuando ellos se arrepienten, anunciamos que el perdón se ha dado, se ha conferido, ¿verdad? Y esto, dependiendo a la respuesta de los hombres. A quien se arrepiente, Dios lo perdona. Eso es cierto. Y nosotros somos los que remitimos o anunciamos que ese pecador ha sido perdonado. A quien no se arrepiente, Dios no lo perdona. Y nosotros, la Iglesia, somos los que anunciamos o declaramos que ese pecador no ha sido perdonado. No es una autoridad para perdonar, es más bien un una autoridad para declarar lo que ya es una realidad. Aquel que se arrepiente, recibe el perdón. Aquel que no se arrepiente, no recibe el perdón. En ese sentido, es la explicación de cuando nosotros remitimos y otorgamos pecados, mi hermano.

00:40:15
Pepe Mendoza: Gerson, te agradecemos mucho por esta claridad en cuanto a la exegesis, porque tenemos que llamarlo así. Porque no solamente se trata de explicar el pasaje, sino mostrarnos a la luz del contexto general de la Escritura. Pero yo quisiera hacerle una pregunta sensible. Muchas veces se nos cataloga, a nuestro lado del espectro evangélico, de débiles o de pusilánimes, o de carentes de fe, que estamos más por la letra que por el Espíritu. Sin embargo, yo considero que lo que tú has estado diciéndonos es que básicamente nos sostenemos en la soberanía de Dios. Pero, cómo podemos realmente descubrir que estamos caminando en el poder de Dios, que realmente estamos gozando de esta vida fructífera y poderosa que el Señor nos ha otorgado a la luz de todo lo que nos has explicado. Vivimos bombardeados por estas declaraciones y estos artículos “ata y desata” y tú no crees realmente, y tú deberías este realmente declarar por fin, ¿no es cierto? el éxito financiero, el éxito en tu trabajo. Y muchos de cristiano se sienten opacados por esta realidad y se sienten como débiles en su fe. Pero en dónde radica la fortaleza, entonces, de nuestra fe y de nuestra convicción cristiana, entendiéndolo desde la realidad de la Escritura. Yo quisiera que cierres con esa idea.

00:41:40
Gerson Morey: Sí. Yo creo que parte, Fabio y Pepe, de una conciencia de qué es lo que, o cuál es la agenda de Dios para con nosotros. Y Romanos, Efesios nos dicen –dice el apóstol Pablo en Efesios– “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en él antes de la fundación del mundo”. Y él dice algo: “para que fuésemos hechos santos y sin mancha delante de él”. El mismo texto o el mismo concepto, lo dice Romanos 8, cuando él dice que “él nos conoció para que fuésemos hechos conforme a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos”. ¿Qué es lo que Dios tiene entre ceja y ceja con un pecador redimido como Gerson? ¿Qué es lo que Dios tiene como entre ceja y ceja con un creyente como Fabio y como Pepe? Su meta es hacerlo más como Cristo. Su meta es hacerlo más a la imagen de nuestro Señor Jesucristo. El poder de Dios es el evangelio, no sólo para salvar a un pecador el día que se convierte, sino para sostenerlo y transformarlo a la imagen de nuestro Señor Jesucristo. La gloriosa obra de salvación incluye la santificación, el hacernos más como Cristo. Y ahí está la evidencia del poder de Dios en una vida transformada; en el hombre que se caracterizaba por su egoísmo y ahora se ha convertido mientras entiende y abraza el evangelio, se ha convertido en un hombre generoso. El hombre que se ha caracterizado por su ira, ahora abraza el evangelio cada día y ahora se caracteriza por la mansedumbre. El hombre que se caracteriza por el orgullo, la altivez, la arrogancia, la vanidad. Ahora se caracteriza por ser un hombre sencillo, modesto, humilde. Es el poder del Evangelio que ha transformado a un pecador. Ahora, lo ha hecho como Cristo, ¿para qué? Para que podamos disfrutar cada día más a Dios. Es el Santo que disfruta, discierne y se deleita más en la realidad de este Dios y en la comunión con Dios. Yo creo esto, Pepe, si nosotros presentamos a Cristo y al Evangelio y a la cruz del Calvario, como los medios para obtener todas estas cosas, estamos insultando la cruz y estamos menospreciando a nuestro Señor y Salvador. Él no es un medio para la vida feliz. Él es la vida feliz. Él debe ser presentado como la máxima aspiración, como la meta para nosotros su pueblo. Nuestra meta debería ser no tener abundancia monetaria. La Biblia dice “gran ganancia es la piedad acompañada del contentamiento, porque sin duda nada hemos traído, nada vamos a llevar”. La meta del cristiano no tiene que ver con estar con estas cosas. La meta del cristiano es confiar más en su Señor, encontrar más paz en Él, seguirlo, honrarlo, amarlo, glorificarlo, parecerse más a Él. Esa es la meta y el poder del Evangelio es lo que nos ayuda a eso.

00:45:59
Fabio Rossi: Que buen episodio tuvimos hoy con el pastor Gerson, Pepe. Fue realmente enriquecedor poder observar detenidamente ese abismo que hay en la interpretación que muchas veces escuchamos allá afuera acerca de lo que significa atar y desatar, y lo que realmente la Biblia enseña. Así que estamos contentos de que nos hayas acompañado en este episodio de hoy de Textos fuera de Contexto. Siempre te invitamos a que nos escuches y nos sintonizas desde nuestro canal de YouTube en donde tenemos este episodio o desde tu plataforma de podcast favorita. Síguenos también en las redes sociales. Comparte este contenido con aquellos que tu sabes que va a ser de bendición, y desde ya les invitamos a estar atentos al próximo mes, con un nuevo invitado y nuevos temas aquí en Textos fuera de Contexto. Hasta la próxima.

<strong>​Gerson Morey</strong>

​Gerson Morey es miembro del concilio de Coalición por el Evangelio. Actualmente sirve como pastor en la Iglesia Día de Adoración en la ciudad de Davie, al Sur de la Florida. Es autor del blog: El Teclado de Gerson. Está casado con Aidee y tienen tres hijos: Christopher, Denilson y Johanan. Es el autor de La humildad: El llamado a vivir vidas de bajo perfil.

<strong>José</strong> <strong>«Pepe» Mendoza</strong>

​José «Pepe» Mendoza sirve como Asesor Editorial en Coalición por el Evangelio. Sirvió como pastor asociado en la Iglesia Bautista Internacional, en República Dominicana, y actualmente vive en Lima, Perú. Es profesor en el Instituto Integridad & Sabiduría, colabora con el programa hispano del Southern Baptist Theological Seminary, y también trabaja como editor de libros y recursos cristianos. Está casado con Erika y tienen una hija, Adriana. Puedes seguirlo en Twitter.

<strong>Fabio Rossi</strong>

Fabio Rossi es miembro de la Iglesia Bautista Internacional en Santo Domingo (República Dominicana) donde sirve junto a su esposa, Carol, y sus dos hijos.

Acerca del Autor

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