La “espalda” de Dios
Dios está presente a lo largo de los acontecimientos del éxodo. Pero las teofanías representan acontecimientos de presencia intensa que subrayan el principio de que Él siempre está presente con Su pueblo y que es fiel a Su Palabra y a Su pacto.
Después del incidente del becerro de oro (Éx 32), el futuro de Israel parece estar en duda. Moisés pide a Dios que le muestre Su gloria (Éx 33:12-18). En este encuentro más intenso, descrito en Éxodo 34:5-28,
El SEÑOR descendió en la nube y estuvo allí con él, mientras este invocaba el nombre del SEÑOR. Entonces pasó el SEÑOR por delante de él y proclamó: «El SEÑOR, el SEÑOR, Dios compasivo y clemente, lento para la ira y abundante en misericordia y verdad; que guarda misericordia a millares, el que perdona la iniquidad, la transgresión y el pecado, y que no tendrá por inocente al culpable; que castiga la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos hasta la tercera y cuarta generación» (Éx 34:5-7, énfasis añadido).
Como es habitual en una teofanía, los fenómenos visuales refuerzan el significado del discurso divino. La aparición de Dios revela el carácter de Dios, y así lo hace el corazón de
Su discurso. Dios «invocaba el nombre el SEÑOR» (v. 5).
Antes de que tuviera lugar la teofanía, Dios también indicó la limitación de esta aparición:
Y el SEÑOR respondió: «Yo haré pasar toda Mi bondad delante de ti, y proclamaré el nombre del SEÑOR delante de ti. Tendré misericordia del que tendré misericordia, y tendré compasión de quien tendré compasión». Y añadió: «No puedes ver Mi rostro; porque nadie me puede ver, y vivir». Entonces el SEÑOR dijo: «Hay un lugar junto a Mí, y tú estarás sobre la peña; y sucederá que al pasar Mi gloria, te pondré en una hendidura de la peña y te cubriré con Mi mano hasta que Yo haya pasado. Después apartaré Mi mano y verás Mis espaldas; pero Mi rostro no se verá» (Éx 33:19-23, énfasis añadido).
¿Qué vio Moisés realmente?
Entonces, ¿qué vio Moisés exactamente? ¿Vio la apariencia de un hombre? ¿O es el lenguaje de «mi espalda» una metáfora para indicar la naturaleza menos completa de la revelación? El misterio permanece. ¿Moisés vio la espalda de una figura humana o una visión como la de Ezequiel 1 o una nube brillante?
Cualesquiera que sean los detalles, Moisés vio una teofanía de Yahvé y, al mismo tiempo, tuvo una visión menor que la exposición más completa posible a la presencia de Dios. La alusión a los rasgos humanos se basa en el hecho de que el hombre fue hecho a imagen de Dios. Por supuesto, junto con todas las teofanías, esta también presagia la aparición de Dios en Cristo, quien es la teofanía permanente y culminante. En Él, y por medio de Su expiación, podemos ver el rostro de Dios y no morir (Jn 14:9; Ap 22:4).
Después de esta experiencia culminante con Dios, el rostro de Moisés brilló:
Cuando Moisés descendía del monte Sinaí con las dos tablas del testimonio en su mano, al descender del monte, Moisés no sabía que la piel de su rostro resplandecía por haber hablado con Dios. Al ver Aarón y todos los israelitas que la piel del rostro de Moisés resplandecía, tuvieron temor de acercarse a él (Éx 34:29-30, énfasis añadido).
Una aparición de Dios puede incluir brillo. Lo sorprendente es que ahora el brillo de la apariencia de Dios se refleja en el mismo Moisés, quien ha visto a Dios. Este resplandor de Moisés anticipa el clímax en Cristo. Cristo es el resplandor de la gloria de Dios (He 1:3).
De manera similar al reflejo de Moisés, que procedía de la gloria de Dios, los cristianos que tienen comunión con Cristo son transformados para reflejar la gloria de Cristo:
Pero todos nosotros, con el rostro descubierto, contemplando como en un espejo la gloria del Señor, estamos siendo transformados en la misma imagen de gloria en gloria, como por el Señor, el Espíritu (2 Co 3:18).
Publicado originalmente en Crossway. Traducido por el Equipo Coalición.
<strong>Vern S. Poythress</strong>
Vern S. Poythress (PhD, Harvard University; ThD, University of Stellenbosch) es profesor de interpretación del Nuevo Testamento en Westminster Theological Seminary en Philadelphia, Pennsylvania, donde ha enseñado durante casi cuatro décadas. Además de contar con seis títulos académicos, es autor de numerosos libros y artículos sobre la interpretación bíblica, idiomas, y ciencia.