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Lectura de Hoy

15-10-2023

Devocional

Devocional: Salmo 104

“Señor mi Dios, tú eres grandioso; te has revestido de gloria y majestad”. Esto es lo que leemos en el primer versículo del Salmo 104. En este salmo, la evidencia de la grandeza de Dios está vinculada con el orden creado. Algunas reflexiones:

(1) En los primeros versículos (104:1-4), la secuencia de toques metafóricos es reveladora. Dios se envuelve en luz; estira los cielos como si fueran una tienda; convierte las nubes en su carro; cabalga sobre las alas del viento; utiliza los vientos como sus mensajeros. El panteísmo funde a dios con el universo; el robusto teísmo cristiano no solo separa a Dios del universo como lo está el Creador de su creación, sino que en estas metáforas sugiere que Dios se deleita en su obra. No solo está exaltado, sino que es casi juguetón. Si descartamos el panteísmo, tampoco habría campo para el deísmo. El orden creado está vivo con la presencia de Dios que se deleita con lo que sus manos han creado.

(2) En este salmo, existe un fuerte énfasis en la forma en que toda la vida depende de la providencia sustentadora del Todopoderoso. Dios hace que los manantiales derramen agua en los barrancos y, por consiguiente, las bestias del campo beben, los árboles crecen, las aves anidan en sus ramas (104:10-12). Dios es Aquel que hace crecer la hierba para el ganado y otras plantas para el consumo humano (104:14). Los leones rugen y buscan su comida de Dios (104:21). En cuanto al mar, con sus pululantes millones de formas de vida, “Todos ellos esperan de ti que a su tiempo les des su alimento” (104:27). La pura abundancia y diversidad de formas de vida testifican acerca de la imaginación, del poder, de la sabiduría y de la incalculable riqueza de Dios. La vida misma está sustentada por la palabra de Dios. Si él les retira el aliento, mueren (104:29-30). La suposición no es el animismo del mundo pagano. Todo esto es metódico (nótese el ritmo de la luz y la oscuridad, 104:19-24) que hace que la ciencia sea posible. Pero Dios nunca se retira de su gobierno activo y providencial sobre cada elemento que opera en el universo, con el resultado de que no sólo es adecuado, sino esencial confesar que toda vida depende a diario de Dios para su provisión cotidiana de alimento.

(3) La totalidad del orden creado recibe una fiel alabanza de deleite por parte del salmista anónimo (104:33). Únicamente se nos da un indicio de que deberíamos pensar en Dios en estos términos; queremos que nuestra meditación le resulte agradable (104:34). Y, antes de las líneas de alabanza finales, un silencioso recordatorio de que, a pesar de la gloria y la belleza del orden creado, el pecado lo ha convertido más bien en una zona de guerra que en un museo o un coro (104:35).


Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Publicaciones Andamio, 2016. Usado con permiso.

Devocional: 1 Reyes 18

Estoy tentado a comentar un poco más la tríada paulina que aparece en 1 Tesalonicenses 1:3 (ver meditación del 11 de octubre), pero la confrontación en el Monte Carmelo (1 Reyes 18) me reclama.

Lo más chocante de esta confrontación es que era necesaria. Se trata del pueblo de Dios, el del pacto. No es que Dios nunca se les hubiera revelado. La mente colectiva de las diez tribus del reino del norte prácticamente ha abandonado su legado. Cuando Elías desafía al pueblo con las palabras: “Hasta cuándo vais a seguir indecisos? Si el Dios verdadero es el Señor, debéis seguirlo; pero si es Baal, seguidle a él” (18:21), el pueblo no dice nada.

No obstante, antes de que nos embarquemos en un discurso de juicio y superioridad, debemos reflexionar sobre cuán frecuentemente la iglesia se ha descarrilado. El Gran Despertar fue un movimiento poderoso del Espíritu de Dios y, sin embargo, un siglo más tarde, muchas de las iglesias que se habían llenado de nuevos conversos, teología sólida y vida piadosa habían degenerado hasta llegar al unitarismo. ¿Quién iba a decir que la tierra que nos regaló a Lutero y la Reforma nos daría también a Hitler y el Holocausto? ¿Por qué el evangelicalismo del siglo XX que se propagó enormemente entre, digamos, 1930 y 1960, produjo tanta variedad de personas autodenominadas como evangélicos que ningún líder eclesial del período anterior hubiera reconocido como tal? La triste realidad es que la memoria humana es corta, selectiva y ventajista. Más aún, cada nueva generación comienza desde un punto de partida distinto. Como todos sus miembros necesitan convertirse, la iglesia siempre se halla a una o dos generaciones de la posibilidad de extinguirse. Si olvidamos este sencillo hecho, podemos fácilmente dormirnos en los laureles cuando estamos cómodos y, de alguna manera, perder de vista nuestra misión y ciertamente también a nuestro Hacedor y Redentor.

La preparación en el Monte Carmelo fue espectacular: un profeta contra 850, Yahvé contra Baal, a quien se le conocía como el dios del fuego. Es como si Elías hubiera organizado la competencia en la cancha de Baal. Sus palabras burlonas encienden a los falsos profetas y estos se vuelcan en una orgía de autoflagelación (18:28). Por instrucción de Dios (18:36), Elías disminuye las probabilidades al empapar el sacrificio que está preparando. Luego, por la noche, su propia y breve oración trae fuego fulminante del cielo y el pueblo clama: “¡El Señor es Dios, el Dios verdadero!” (18:39). Y como respuesta a la intercesión de Elías, regresa la lluvia a la tierra reseca.

En la profundidad del corazón de muchos cristianos, algo grita: “¡Hazlo otra vez!” No es que busquemos exactamente lo mismo, sino una clara confrontación que provoque la confesión masiva y decidida del Dios verdadero.

¿Pero todo esto, cambió a Israel? ¿Por qué o por qué no?

Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Publicaciones Andamio, 2016. Usado con permiso.

1 Reyes 18

Encuentro de Elías y Acab

18 Después de muchos días, la palabra del SEÑOR vino a Elías en el tercer año, diciéndole: «Ve, muéstrate a Acab, y enviaré lluvia sobre la superficie de la tierra». Y Elías fue a mostrarse a Acab. Y el hambre era intensa en Samaria. Y Acab llamó a Abdías que era mayordomo de la casa. (Y Abdías temía en gran manera al SEÑOR; pues cuando Jezabel destruyó a los profetas del SEÑOR, Abdías tomó a cien profetas y los escondió de cincuenta en cincuenta en una cueva, y los sustentó con pan y agua). Entonces Acab dijo a Abdías: «Ve por la tierra a todas las fuentes de agua y a todos los valles; quizá hallaremos hierba y conservaremos con vida los caballos y los mulos, y no tendremos que matar parte del ganado». Y dividieron la tierra entre ellos para recorrerla; Acab se fue solo por un camino, y Abdías se fue solo por otro.

Abdías estaba en el camino cuando Elías le salió al encuentro, y Abdías lo reconoció y cayó sobre su rostro, y le dijo: «¿Es usted Elías, mi señor?». Él le respondió: «Yo soy. Ve, dile a tu señor: “Aquí está Elías”». Y él dijo: «¿Qué pecado he cometido, que entrega a su siervo en manos de Acab para que me mate? 10 Vive el SEÑOR su Dios, que no hay nación ni reino adonde mi señor no haya enviado a buscarlo; y cuando decían: “No está aquí”, hacía jurar al reino o a la nación que no lo habían hallado. 11 Y ahora dices: “Ve, dile a tu señor: ‘Aquí está Elías’”. 12 Y sucederá que cuando lo deje, el Espíritu del SEÑOR lo llevará adonde yo no sepa; así que cuando yo vaya y se lo diga a Acab y él no pueda encontrarlo, me matará, aunque yo su siervo he temido al SEÑOR desde mi juventud. 13 ¿No le han contado a mi señor lo que hice cuando Jezabel mató a los profetas del SEÑOR, que escondí a cien de los profetas del SEÑOR de cincuenta en cincuenta en una cueva, y los sustenté con pan y agua? 14 Y ahora usted me dice: “Ve, dile a tu señor: ‘Aquí está Elías’”; entonces me matará». 15 Elías le dijo: «Vive el SEÑOR de los ejércitos, delante de quien estoy, que hoy ciertamente me mostraré a él».

16 Abdías fue al encuentro de Acab, y le dio aviso; y Acab fue al encuentro de Elías. 17 Cuando Acab vio a Elías, Acab le dijo: «¿Eres tú, perturbador de Israel?». 18 Y él respondió: «Yo no he perturbado a Israel, sino tú y la casa de tu padre, porque ustedes han abandonado los mandamientos del SEÑOR y han seguido a los Baales. 19 Ahora pues, envía a reunir conmigo a todo Israel en el monte Carmelo, junto con 450 profetas de Baal y 400 profetas de la Asera que comen a la mesa de Jezabel».

Elías y los profetas de Baal

20 Acab envió mensaje a todos los israelitas y reunió a los profetas en el monte Carmelo. 21 Elías se acercó a todo el pueblo y dijo: «¿Hasta cuándo vacilarán entre dos opiniones? Si el SEÑOR es Dios, síganlo; y si Baal, síganlo a él». Pero el pueblo no le respondió ni una palabra. 22 Entonces Elías dijo al pueblo: «Solo yo he quedado como profeta del SEÑOR, pero los profetas de Baal son 450 hombres. 23 Que nos den, pues, dos novillos. Que escojan un novillo para ellos y lo despedacen, y lo coloquen sobre la leña, pero que no le pongan fuego debajo; y yo prepararé el otro novillo y lo colocaré sobre la leña, y no le pondré fuego. 24 Entonces invoquen el nombre de su dios, y yo invocaré el nombre del SEÑOR; y el Dios que responda por fuego, ese es Dios». Y todo el pueblo respondió: «La idea es buena».

25 Y Elías dijo a los profetas de Baal: «Escojan un novillo para ustedes y prepárenlo primero, pues son los más, e invoquen el nombre de su dios, pero no le pongan fuego». 26 Entonces tomaron el novillo que les dieron y lo prepararon, e invocaron el nombre de Baal desde la mañana hasta el mediodía, diciendo: «Oh Baal, respóndenos». Pero no hubo voz ni nadie respondió. Y danzaban alrededor del altar que habían hecho. 27 Como al mediodía, Elías se burlaba de ellos y decía: «Clamen en voz alta, pues es un dios; tal vez estará meditando o se habrá desviado, o estará de viaje, quizá esté dormido y habrá que despertarlo». 28 Y gritaban a grandes voces y se sajaban, según su costumbre, con espadas y lanzas hasta que la sangre chorreaba sobre ellos. 29 Pasado el mediodía, se pusieron a gritar frenéticamente hasta la hora de ofrecerse el sacrificio de la tarde; pero no hubo voz, ni nadie respondió ni nadie hizo caso.

30 Entonces Elías dijo a todo el pueblo: «Acérquense a mí». Y todo el pueblo se acercó a Elías. Entonces él reparó el altar del SEÑOR que había sido derribado. 31 Elías tomó doce piedras conforme al número de las tribus de los hijos de Jacob, a quien había venido la palabra del SEÑOR, diciendo: «Israel será tu nombre». 32 Con las piedras edificó un altar en el nombre del SEÑOR, e hizo una zanja alrededor del altar, suficientemente grande para contener dos medidas (14.6 litros) de semilla. 33 Dispuso después la leña, cortó el novillo en pedazos y lo colocó sobre la leña. 34 Y dijo: «Llenen cuatro cántaros de agua y derrámenla sobre el holocausto y sobre la leña». Después dijo: «Háganlo por segunda vez; y lo hicieron por segunda vez». Y añadió: «Háganlo por tercera vez»; y lo hicieron por tercera vez. 35 El agua corría alrededor del altar, y también llenó la zanja de agua. 36 Y a la hora de ofrecerse el sacrificio de la tarde, el profeta Elías se acercó y dijo: «Oh SEÑOR, Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, que se sepa hoy que Tú eres Dios en Israel, que yo soy Tu siervo y que he hecho todas estas cosas por palabra Tuya. 37 Respóndeme, oh SEÑOR, respóndeme, para que este pueblo sepa que Tú, oh SEÑOR, eres Dios, y que has hecho volver sus corazones». 38 Entonces cayó el fuego del SEÑOR, y consumió el holocausto, la leña, las piedras y el polvo, y secó el agua de la zanja. 39 Cuando todo el pueblo lo vio, se postraron sobre su rostro y dijeron: «El SEÑOR, Él es Dios; el SEÑOR, Él es Dios». 40 Entonces Elías les dijo: «Prendan a los profetas de Baal, que no se escape ninguno de ellos». Los prendieron, y Elías los hizo bajar al torrente Cisón y allí los degolló.

Fin de la sequía

41 Y Elías dijo a Acab: «Sube, come y bebe; porque se oye el estruendo de mucha lluvia». 42 Acab subió a comer y a beber, pero Elías subió a la cumbre del Carmelo; y allí se agachó en tierra y puso su rostro entre las rodillas. 43 Y dijo a su criado: «Sube ahora, y mira hacia el mar». Y él subió, miró y dijo: «No hay nada». Y Elías dijo siete veces: «Vuelve a mirar». 44 Y sucedió que a la séptima vez, él dijo: «Veo una nube tan pequeña como la mano de un hombre, que sube del mar». Y Elías le dijo: «Sube, y dile a Acab: “Prepara tu carro y desciende, para que la fuerte lluvia no te detenga”». 45 Al poco tiempo, el cielo se oscureció con nubes y viento, y hubo gran lluvia. Y Acab montó en su carro y fue a Jezreel. 46 Y la mano del SEÑOR estaba sobre Elías, quien ajustándose el cinturón corrió delante de Acab hasta Jezreel.


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1 Tesalonicenses 1

Saludo

1 Pablo , Silvano y Timoteo, a la iglesia de los tesalonicenses en Dios Padre y en el Señor Jesucristo: Gracia a ustedes y paz.

Fe y ejemplo de los tesalonicenses

Siempre damos gracias a Dios por todos ustedes, mencionándolos en nuestras oraciones, teniendo presente sin cesar delante de nuestro Dios y Padre su obra de fe, su trabajo de amor y la firmeza de su esperanza en nuestro Señor Jesucristo.

Sabemos, hermanos amados de Dios, de la elección de ustedes, porque nuestro evangelio no vino a ustedes solamente en palabras, sino también en poder y en el Espíritu Santo y con plena convicción; como saben qué clase de personas demostramos ser entre ustedes por el amor que les tenemos.

Y ustedes llegaron a ser imitadores de nosotros y del Señor, habiendo recibido la palabra, en medio de mucha tribulación, con el gozo del Espíritu Santo, de tal manera que llegaron a ser un ejemplo para todos los creyentes en Macedonia y en Acaya. Porque saliendo de ustedes, la palabra del Señor se ha escuchado, no solo en Macedonia y Acaya, sino que también por todas partes la fe de ustedes en Dios se ha divulgado, de modo que nosotros no tenemos necesidad de decir nada.

Pues ellos mismos cuentan acerca de nosotros, de la acogida que tuvimos por parte de ustedes, y de cómo se convirtieron de los ídolos a Dios para servir al Dios vivo y verdadero, 10 y esperar de los cielos a Su Hijo, al cual resucitó de entre los muertos, es decir, a Jesús, quien nos libra de la ira venidera.

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Ezequiel 48

48 «Estos son los nombres de las tribus: desde el extremo norte, junto al camino de Hetlón a Lebo Hamat, hasta Hazar Enán en el límite con Damasco al norte, junto a Hamat, desde el lado oriental hasta el occidental: Dan, una parteJunto al límite de Dan, desde el lado oriental hasta el lado occidental: Aser, una parteJunto al límite de Aser, desde el lado oriental hasta el lado occidental: Neftalí, una parteJunto al límite de Neftalí, desde el lado oriental hasta el lado occidental: Manasés, una parteJunto al límite de Manasés, desde el lado oriental hasta el lado occidental: Efraín, una parteJunto al límite de Efraín, desde el lado oriental hasta el lado occidental: Rubén, una parteJunto al límite de Rubén, desde el lado oriental hasta el lado occidental: Judá, una parte.

»Y junto al límite de Judá, desde el lado oriental hasta el lado occidental estará la porción que separarán, de 25,000 codos (13,125 metros) de ancho, y de largo como una de las demás partes, desde el lado oriental hasta el lado occidental; y el santuario estará en medio de ella. La porción que separarán para el SEÑOR será de 25,000 codos (13,125 metros) de largo y 10,000 codos (5,250 metros) de ancho. 10 Y la porción sagrada será para estos, es decir, para los sacerdotes, hacia el norte, de 25,000 codos (13,125 metros) de largo, hacia el occidente de 10,000 codos (5,250 metros) de ancho, hacia el oriente de 10,000 codos de ancho, y hacia el sur de 25,000 codos de largo; y el santuario del SEÑOR estará en medio de ella. 11 Esta será para los sacerdotes santificados de los hijos de Sadoc, que han guardado Mi ordenanza, que no se descarriaron cuando los israelitas se descarriaron, como se descarriaron los levitas. 12 Y será para ellos una porción de la porción de la tierra, un lugar santísimo, junto al límite de los levitas. 13 A lo largo del límite de los sacerdotes, los levitas tendrán 25,000 codos (13,125 metros) de largo y 10,000 codos (5,250 metros) de ancho. La longitud total será de 25,000 codos y la anchura de 10,000 codos. 14 No venderán nada de ella ni la cambiarán, ni cederán esta porción escogida de la tierra, porque es consagrada para el SEÑOR.

15 »El resto de 5,000 codos (2,625 metros) de ancho y de 25,000 codos (13,125 metros) de largo será para uso común de la ciudad, para viviendas y para pastizales; y la ciudad estará en medio de ella. 16 Y estas serán sus medidas: al lado norte, 4,500 codos (2,363 metros); al lado sur, 4,500 codos; al lado oriental, 4,500 codos; y al lado occidental, 4,500 codos. 17 La ciudad tendrá pastizales: al norte, 250 codos (131.25 metros); al sur, 250 codos; al oriente, 250 codos; y al occidente, 250 codos. 18 Lo que quede de la longitud a lo largo de la porción sagrada será de 10,000 codos (5,250 metros) hacia el oriente y de 10,000 codos hacia el occidente; y estará a lo largo de la porción sagrada. Y sus productos servirán de alimento para los trabajadores de la ciudad. 19 Y los trabajadores de la ciudad, de todas las tribus de Israel, la cultivarán. 20 Toda la porción será de 25,000 codos (13,125 metros) por 25,000 codos; separarán la porción sagrada, un cuadrado, junto con la propiedad de la ciudad.

21 »Y lo que quede será para el príncipe, a uno y otro lado de la porción santa y de la propiedad de la ciudad; a lo largo de los 25,000 codos (13,125 metros) de la porción hasta el límite oriental y hacia el occidente enfrente de los 25,000 codos, hacia el límite occidental, a lo largo de las partes, será para el príncipe. La porción sagrada y el santuario del templo estarán en medio de ella. 22 Y excluyendo la propiedad de los levitas y la propiedad de la ciudad que están en medio de lo que pertenece al príncipe, todo lo que está entre el límite de Judá y el límite de Benjamín, será para el príncipe.

23 »En cuanto a las demás tribus, desde el lado oriental hasta el lado occidental: Benjamín, una parte24 Junto al límite de Benjamín, desde el lado oriental hasta el lado occidental: Simeón, una parte25 Junto al límite de Simeón, desde el lado oriental hasta el lado occidental: Isacar, una parte26 Junto al límite de Isacar, desde el lado oriental hasta el lado occidental: Zabulón, una parte27 Junto al límite de Zabulón, desde el lado oriental hasta el lado occidental: Gad, una parte28 Y junto al límite de Gad, al lado sur, hacia el sur, el límite será desde Tamar hasta las aguas de Meriba de Cades, hacia el torrente de Egipto hasta el Mar Grande. 29 Esta es la tierra que sortearán como herencia para las tribus de Israel, y estas serán sus porciones», declara el Señor DIOS.

30 «Y estas son las salidas de la ciudad: al lado norte, 4,500 codos (2,363 metros) por medida. 31 Las puertas de la ciudad llevarán los nombres de las tribus de Israel; tres puertas al norte: la puerta de Rubén, una; la puerta de Judá, otra; la puerta de Leví, otra. 32 Al lado oriental, 4,500 codos (2,363 metros), y tres puertas: la puerta de José, una; la puerta de Benjamín, otra; la puerta de Dan, otra. 33 Al lado sur, 4,500 codos (2,363 metros) por medida, y tres puertas: la puerta de Simeón, una; la puerta de Isacar, otra; la puerta de Zabulón, otra. 34 Y al lado occidental, 4,500 codos (2,363 metros) sus tres puertas: la puerta de Gad, una; la puerta de Aser, otra; la puerta de Neftalí, otra. 35 La ciudad tendrá 18,000 codos (9,450 metros) en derredor; y el nombre de la ciudad desde ese día será: “el SEÑOR está allí”».

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Salmos 104

Dios cuida de sus obras

104 Bendice, alma mía, al SEÑOR. SEÑOR, Dios mío, cuán grande eres; Te has vestido de esplendor y de majestad, Cubriéndote de luz como con un manto, Extendiendo los cielos como una cortina. Él es el que pone las vigas de Sus altos aposentos en las aguas; El que hace de las nubes Su carroza; El que anda sobre las alas del viento; Que hace de los vientos Sus mensajeros, Y de las llamas de fuego Sus ministros.

Él estableció la tierra sobre sus cimientos, Para que jamás sea sacudida. La cubriste con el abismo como con un vestido; Las aguas estaban sobre los montes. A Tu reprensión huyeron, Al sonido de Tu trueno se precipitaron. Se levantaron los montes, se hundieron los valles, Al lugar que Tú estableciste para ellos. Pusiste un límite que no pueden cruzar, Para que no vuelvan a cubrir la tierra.

10 Él hace brotar manantiales en los valles, Corren entre los montes; 11 Dan de beber a todas las bestias del campo, Los asnos monteses mitigan su sed. 12 Junto a ellos habitan las aves de los cielos, Elevan sus trinos entre las ramas. 13 Él riega los montes desde Sus aposentos, Del fruto de Sus obras se sacia la tierra.

14 Él hace brotar la hierba para el ganado, Y las plantas para el servicio del hombre, Para que él saque alimento de la tierra, 15 Y vino que alegra el corazón del hombre, Para que haga brillar con aceite su rostro, Y alimento que fortalece el corazón del hombre. 16 Los árboles del SEÑOR se sacian, Los cedros del Líbano que Él plantó, 17 Donde hacen sus nidos las aves, Y la cigüeña, cuya morada está en los cipreses.

18 Los montes altos son para las cabras monteses; Las peñas son refugio para los tejones. 19 Él hizo la luna para señalar las estaciones; El sol conoce el lugar de su ocaso. 20 Tú ordenas la oscuridad y se hace de noche, En ella andan todas las bestias del bosque. 21 Rugen los leoncillos tras su presa, Y buscan de Dios su comida. 22 Al salir el sol se esconden, Y se echan en sus guaridas. 23 Sale el hombre a su trabajo, Y a su labor hasta el atardecer.

24 ¡Cuán numerosas son Tus obras, oh SEÑOR! Con sabiduría las has hecho todas; Llena está la tierra de Tus posesiones. 25 He allí el mar, grande y anchuroso, En el cual se mueve un sinnúmero De animales tanto pequeños como grandes. 26 Allí surcan las naves, Y el Leviatán que hiciste para que jugara en él.

27 Todos ellos esperan en Ti Para que les des su comida a su tiempo. 28 Tú les das, ellos recogen; Abres Tu mano, se sacian de bienes. 29 Escondes Tu rostro, se turban; Les quitas el aliento, expiran, Y vuelven al polvo. 30 Envías Tu Espíritu, son creados, Y renuevas la superficie de la tierra.

31 ¡Sea para siempre la gloria del SEÑOR! ¡Alégrese el SEÑOR en sus obras! 32 Él mira a la tierra, y ella tiembla; Toca los montes, y humean. 33 Al SEÑOR cantaré mientras yo viva; Cantaré alabanzas a mi Dios mientras yo exista. 34 Séale agradable mi meditación; Yo me alegraré en el SEÑOR. 35 Sean consumidos de la tierra los pecadores, Y los impíos dejen de ser. Bendice, alma mía, al SEÑOR. ¡Aleluya!

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