Muchos padres tienen el corazón roto y están completamente desconcertados por sus hijos o hijas no creyentes. No tienen idea de por qué ese niño que criaron bien está tomando decisiones horribles y destructivas. Nunca he sido uno de esos padres, pero he sido uno de esos hijos. Reflexionando sobre esa experiencia, ofrezco estas sugerencias para ayudarte a alcanzar a tu hijo extraviado.
1. Señálales a Cristo
El verdadero problema de tu hijo rebelde no es la droga, el sexo, los cigarrillos, la pornografía, la ociosidad, el crimen, las malas palabras, el descuido, la homosexualidad, o estar en una banda punk de rock. El verdadero problema es que no ven claramente a Jesús. Lo mejor que puedes hacer por ellos, y la única razón para seguir cualquiera de las siguientes sugerencias, es mostrarles a Cristo. No es un proceso simple o inmediato, pero los pecados en su vida que te afligen y lo destruyen empezarán a desvanecerse solo cuando vean a Jesús más tal como es Él en realidad.
2. Ora
Solo Dios puede salvar a tu hijo o hija, así que sigue pidiendo que Él se muestre a ellos en una forma tal que no puedan resistir adorarle.
3. Reconoce que algo está mal
Si tu hija rechaza a Jesús, no pretendas que todo está bien. Para cada hijo no creyente, los detalles serán distintos. Cada uno requerirá ser alcanzado por sus padres de maneras únicas. Sin embargo, nunca debemos aceptar el dejar de alcanzarlos de alguna manera. Si tu hijo es un no creyente, no lo ignores. Juntarse en las vacaciones puede ser más fácil, pero en la eternidad no lo será.
4. No esperes que sean como Cristo
Si tu hijo no es cristiano, no va a actuar como tal. Sabes que ha abandonado la fe, así que no esperes que viva bajo los estándares con que lo criaste. Por ejemplo, puedes ser tentado a decir: “Sé que estás batallando con creer en Jesús, pero por lo menos, ¿no puedes aceptar que emborracharse todos los días es pecado?”.
Si está batallando con creer en Jesús, entonces importa poco admitir que la borrachera está mal. Quieres protegerle, sí. Pero su incredulidad, y no el ir de fiesta, es el problema más peligroso. No importa cómo el comportamiento de tu hijo ejemplifica su incredulidad, asegúrate siempre de enfocarte más en la enfermedad del corazón que en los síntomas.
5. Recíbelos en casa
Debido a que la mayor preocupación no son las acciones de tu hijo, sino su corazón, no pongas muchas exigencias para que vengan a casa. Si tiene algún indicio de querer estar contigo, es Dios dándote la oportunidad de traerlo a Jesús a través del amor. Obviamente, hay algunos casos en los cuales los padres deben dar un ultimátum: “No vengas a esta casa si estás…”. Pero eso será poco común. No reduzcas la posibilidad de estar con tu hijo poniendo muchas reglas.
Si tu hija huele a marihuana o ceniza, rocía su chaqueta con un aromatizador ambiental y cambia las sábanas cuando se vaya, pero deja que venga a casa. Si descubres que está embarazada, entonces cómprale ácido fólico, acompáñala al ultrasonido de la semana veinte, protégela de lugares que promueven el aborto, y sobre todo, deja que venga a casa.
Si tu hijo está en quiebra porque gastó todo el dinero que le prestaste en mujeres y licores caros, entonces perdona su deuda así como tú has sido perdonado, no le des más dinero, y déjalo venir a casa. Si no ha regresado por semana y media porque se ha estado quedando en el departamento de su enamorada, o enamorado, ruégale que no regrese ahí, y déjalo volver a casa.
6. Ruégales más de lo que les reprendes
Se benévolo en tu decepción. Lo que realmente te preocupa es que tu hija se está destruyendo, no que está rompiendo las reglas. Trátala de una manera en que esto quede claro. Ella probablemente sabe, especialmente si fue criada como cristiana, que lo que está haciendo está mal. Y definitivamente sabe que tú piensas eso. Así que no necesita que lo resaltes. Ella necesita ver cómo vas a reaccionar a su maldad. Tu sensible tolerancia y tu dolorosa esperanza le mostrarán que realmente confías en Jesús. Su sola conciencia puede condenarla. Los padres deben permanecer tiernos y firmes, siempre viviendo en la esperanza de querer que su hijo vuelva a ellos.
7. Ponlos en contacto con creyentes que tienen mejor acceso a ellos
Hay dos tipos de acceso que puede que no tengas con tus hijos: geográfico y relacional. Si tu hijo extraviado vive muy lejos, intenta encontrar un creyente maduro por su zona y pídele que se ponga en contacto con tu hijo. Esto puede parecerle entrometido, tonto, o vergonzoso, pero vale la pena, especialmente si el creyente que encuentras puede identificarse emocionalmente con tu hijo de una manera que tú no puedes. Un alejamiento en la relación con tu hijo también será un efecto secundario si tu hijo se apartó de la fe, así que la relación será tenue y debe ser protegida hasta donde se pueda.
Pero la reprensión dura sigue siendo necesaria. Aquí es donde puede ser útil otro creyente con acceso emocional a tu hijo. Si hay algún creyente en quien tu hijo confía y quizá incluso disfruta de su compañía, entonces ese creyente tiene una plataforma para decirle a tu hijo, en una manera en que en verdad preste atención, que está siendo un tonto. Esto puede sonar duro, pero es una noticia que todos necesitamos de tiempo en tiempo, y la gente en quien confiamos es la única que puede empaquetar una reprensión dura en forma de regalo para nosotros. Muchos hijos rebeldes harían bien en oír que están siendo unos tontos, y rara vez esto puede ser señalado útilmente por sus padres, así que intenta mantener a otros cristianos en la vida de tus hijos.
8. Respeta a sus amigos
Honra a tu hijo extraviado de la misma forma que honrarías a cualquier otro no creyente. Puede que ellos se junten con gente con la que nunca considerarías hablar o incluso mirar, pero son los amigos de tu hijo. Respeta eso, incluso si la relación está fundada en pecado. Ellos son malos para tu hijo, sí. Pero él también es malo para ellos. Nada se resolverá con hacer muy evidente que no te agrada con quienes se rodea. Cuando tu hijo aparezca por el cumpleaños de algún familiar con otra enamorada, una que nunca has visto antes y probablemente no vuelvas a ver, sé hospitalario. Ella es la hija extraviada de alguien, y necesita a Jesús también.
9. Escríbele correos
¡Alaba a Dios por la tecnología que permite mantenerte en la vida de tus hijos tan fácilmente!
Cuando leas algo en la Biblia que te anima y ayuda a amar más a Jesús, anótalo en un par de líneas y envíalo a tu hijo. La mejor exhortación para ellos son ejemplos positivos del gozo de Cristo en tu propia vida.
No te estreses demasiado cuando escribas esas líneas, como si cada una de ellas deba ser particularmente poderosa. Solo lánzalas una tras otra, y deja que el efecto acumulativo de tu satisfacción en Dios se junte en la bandeja de entrada de tu hijo. La palabra de Dios nunca es proclamada en vano.
10. Invítalos a almorzar
Si es posible, no dejes que la única interacción con tu hijo sea electrónica. Encuéntrense cara a cara si pueden. Puedes pensar que es estresante e incómodo, pero créeme que es mucho peor estar en los zapatos de tu hijo, pues él está experimentando la misma incomodidad pero combinado con culpa. Así que si está dispuesto a encontrarse contigo para el almuerzo, alaba a Dios, y usa esa oportunidad.
Casi se sentirá hipócrita hablar de su día a día, dado que lo que realmente te importa es su vida eterna, pero de todas maneras inténtalo. Necesita saber que te importa todo de él. Entonces, antes que termine el almuerzo, ora para que el Señor te dé el valor de preguntarle por su alma. No sabes cómo responderá. ¿Hará un gesto que parezca que eres un tonto? ¿Se enojará y se marchará? ¿Quizá Dios ha estado obrando en él desde la última conversación?
No sabrás hasta que te arriesgues a preguntar. (Aquí hay una nota para padres de hijos más jóvenes: establece tiempos regulares para salir a comer con tus hijos. No solo será valioso en sí mismo, sino que además si entran en una etapa de rebeldía, la tradición de juntarse con ellos ya estará establecida y no se verá raro invitarlos a almorzar. Si un hijo ha estado comiendo los sábados con su papá desde pequeño, será más difícil para él decir después que no a la invitación de su padre, incluso siendo un malhumorado de 19 años).
11. Toma interés por sus actividades
Es probable que si tu hija está rechazando a Cristo conscientemente, entonces la manera en que invierta su tiempo te decepcionará. No obstante, encuentra valor en sus intereses, y si es posible, anímala. Solías ir a sus presentaciones en la escuela y a sus partidos de futbol cuando tenía 10 años; ¿qué puedes hacer ahora que tiene 20 para mostrarle que de verdad aún te importan sus intereses?
Jesús pasó tiempo con recaudadores de impuestos y prostitutas, y ni siquiera estaba relacionado con ellos. Imita a Cristo siendo el tipo de padre que pondrá sus tapones de oído en el bolsillo y se dirigirá al centro de la ciudad, a ese pequeño y húmedo club nocturno donde será el lanzamiento del CD de tu hija. Anímala y nunca pares de orar para que empiece a usar sus dones para la gloria de Jesús en lugar de la de ella.
12. Señálales a Cristo
No se puede exagerar con esto. Es el centro de todo. Ninguna estrategia para alcanzar a tu hijo o hija tendrá un efecto duradero si la meta fundamental no es que los ayude a conocer a Jesús. Jesús.
No es para que vuelvan a ser buenos hijos otra vez; no es para que se corten el cabello y empiecen a bañarse; no es para que les guste la música clásica en lugar de rock pesado; no es para que ya no te sientas avergonzado en tu estudio bíblico semanal; no es para que voten por los conservadores en las próximas elecciones; no es incluso para que puedas dormir en la noche sabiendo que no irán al infierno.
La única razón de orar por ellos, recibirlos, rogar por ellos, escribirles, comer con ellos, o tomar interés en sus actividades es para que sus ojos sean abiertos a Cristo.
Y Él no solamente es el único objetivo, es la única esperanza. Cuando vean la maravilla de Jesús, su satisfacción será redefinida. Reemplazará la patética vanidad del dinero, la exaltación del hombre, las drogas, o el orgasmo con el que están arriesgando su eternidad. Solo su gracia puede sacarlos de sus acciones peligrosas y atarlos a Él. Cautivo, pero satisfecho.
Cristo hará esto por muchos. Sé fiel y no te rindas.