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Lectura de Hoy

24-10-2023

Devocional

Devocional: Daniel 9

La gran oración intercesora de Daniel (Daniel 9:1-19) pide a gritos una meditación prolongada. La fecha es el 539 a.C. Daniel logró “entender ese pasaje de las Escrituras donde el Señor le comunicó al profeta Jeremías” (9:2; cf. 25:11; 29:10) que los setenta años habían acabado, algo que demuestra a priori que los escritos de Jeremías circularon rápidamente como Escritura. Algunas reflexiones:

(1) Los “setenta años” han originado algunas disputas. Había diferentes maneras de calcular el periodo del exilio (véase, por ejemplo, las figuras de Ezequiel 4). Algunos argumentan que setenta años es un término meramente idealizado para la ira de Dios (cf. Zacarías 1:122 Crónicas 36:21). Si (como es lo más probable), esto se refiere a setenta años literales, el mejor criterio es que el comienzo de los setenta se refiere al 609, cuando los babilonios derrotaron a los egipcios en la batalla de Carquemis, con el resultado de que Judá, por primera vez, se convirtió en un Estado vasallo al servicio de Babilonia.

(2) Cuando Daniel fue consciente, a partir de la Escritura, de la fecha en que acabaría el exilio, lejos de descansar y esperar que las promesas se materialicen, ora pidiendo el cumplimiento. La peculiar dinámica entre la soberanía de Dios y la responsabilidad humana en la Biblia nunca se refugia en la fatalidad. Las promesas de Dios son incentivos para la intercesión.

(3) La confesión de Daniel es general y no personal: “Hemos pecado y hecho lo malo; hemos sido malvados y rebeldes; nos hemos apartado…”, etc. Aquí, nos recuerda a Isaías, que une la confesión personal con la general (Isaías 6:6). Sin duda, no podemos orar de forma productiva por nuestra iglesia y nuestra cultura, sin confesar nuestro propio pecado.

(4) El núcleo central de la confesión es que Daniel y su pueblo se han apartado de los mandamientos y de las leyes de Dios (9:5), no han escuchado a sus siervos los profetas (9:6), no han obedecido las leyes que Dios dio por medio de ellos (9:10), transgredieron la ley (9:11) y no buscaron el favor del Señor su Dios apartándose de sus pecados y prestando atención a su verdad (9:13). Observa cuidadosamente: el corazón del asunto, tal como Daniel lo ve, consiste en descuidar lo que el Señor dice o desobedecerlo. Este es siempre el centro de la cuestión. Por el contrario, la auténtica santificación viene a través de la adherencia a la palabra de Dios (Salmo 1:2Juan 17:17). Por esta razón, el creciente analfabetismo bíblico dentro de las iglesias confesionales, por no hablar de la cultura en general, es el síntoma más angustiante y amenazador que existe entre nosotros.

(5) Daniel reconoce que los juicios que han recaído sobre el pueblo de Dios son justos y están perfectamente en línea con las Escrituras (9:7, 11b- 14). ¿Qué efecto tiene esto sobre nosotros hoy?

(6) ¿Cuáles son las razones a las que Daniel apela como atenuantes?


Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Publicaciones Andamio, 2016. Usado con permiso.

Devocional: 1 Timoteo 2

Actualmente, cuando se habla de 1 Timoteo 2, por lo general, el enfoque está en el 2:11-15. Así que hoy reflexionaremos sobre 1 Timoteo 2:1-7.

(1) De manera transparente, Pablo exhorta a los cristianos a que oren por todos los que estén en puestos de autoridad (2:1-2). El fin principal de esta oración es “que tengamos paz y tranquilidad, y llevemos una vida piadosa y digna” (2:2). La soberanía de Dios se extiende más allá de la iglesia a los asuntos de toda la humanidad. Pablo sabe bien que una sociedad ordenada y segura conduce a una vida regular y disciplinada y, por ende, a la “piedad y honestidad”.

(2) Cuando Pablo dice “esto es bueno”, no queda claro inmediatamente si el “esto” se refiere a la vida piadosa que quiere que los creyentes demuestren o a las oraciones que se supone que levanten al Dios Todopoderoso por aquellos que están en eminencia. Si es lo primero, la conexión con el texto que le sigue debe ser algo como: si vivimos vidas piadosas, nuestra manera de vivir dará testimonio evangelístico a las personas a nuestro alrededor que Dios quiere que “lleguen a conocer la verdad” (2:4). Si la referencia es a nuestra oración, la conexión con la siguiente sección es un tanto diferente: Pablo está diciendo que debemos orar por las autoridades, no sólo con el fin de que la sociedad sea estable, sino para que esas personas puedan ser salvas, porque Dios quiere que todos lleguen al conocimiento de la verdad.

(3) En cualquiera de las alternativas, se presume que Dios tiene un interés vital en la conversión de las personas en todas partes. Esto no está en absoluto en conflicto con que la Biblia dice en otras partes sobre la elección. Sin duda, Dios ejerce un amor especial hacia sus elegidos. No obstante, la Biblia constantemente presenta a Dios clamando, en efecto: “¡Volveos! ¡Volveos! Porque el Señor no se alegra de la muerte del malvado”. Su postura hacia los seres quebrantados que portan su imagen, si bien está muy caracterizada por la justicia y el juicio, incluye este elemento de anhelo por su salvación.

(4) En este contexto, 1 Timoteo 2:5 dice, en efecto, que la doctrina del monoteísmo tiene una consecuencia: si hay un solo Dios, este debe ser el Dios de todo, se le reconozca como tal o no. Si hay un solo mediador entre Dios y los seres humanos caídos, entonces la única esperanza para cualquier ser humano es ese único mediador.

(5) Él es, entonces, potencialmente el rescate de todos los hombre y las mujeres en todas partes (2:6). No hay otro mediador. No es sólo el mediador de los judíos. “A su debido tiempo”, esta verdad se ha dado a conocer claramente y yace en el corazón del evangelio apostólico que a Pablo se le ha encomendado predicar, en particular entre los gentiles.

Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Publicaciones Andamio, 2016. Usado con permiso.

2 Reyes 5

Eliseo y Naamán

5 Naamán, capitán del ejército del rey de Aram, era un gran hombre delante de su señor y tenido en alta estima, porque por medio de él el SEÑOR había dado la victoria a Aram. También el hombre era un guerrero valiente, pero leproso. Los arameos, que habían salido en bandas, habían tomado cautiva a una muchacha muy joven de la tierra de Israel, y ella estaba al servicio de la mujer de Naamán. Y ella dijo a su señora: «¡Ah, si mi señor estuviera con el profeta que está en Samaria! Él entonces lo curaría de su lepra».

Entonces Naamán fue y habló a su señor el rey diciéndole: «Esto y esto ha dicho la muchacha que es de la tierra de Israel». Y el rey de Aram le dijo: «Ve ahora, y enviaré una carta al rey de Israel». Y él fue y llevó consigo 340 kilos de plata y 6,000 siclos (68.4 kilos) de oro y diez mudas de ropa. También llevó al rey de Israel la carta que decía: «Y cuando llegue a ti esta carta, comprenderás que te he enviado a mi siervo Naamán para que lo cures de su lepra».

Cuando el rey de Israel leyó la carta, rasgó sus vestidos, y dijo: «¿Acaso soy yo Dios, para dar muerte y para dar vida, para que este me mande a decir que cure a un hombre de su lepra? Consideren ahora esto y vean cómo busca pleito conmigo».

Al oír Eliseo, el hombre de Dios, que el rey de Israel había rasgado sus vestidos, envió aviso al rey diciéndole: «¿Por qué ha rasgado sus vestidos? Que venga él a mí ahora, y sabrá que hay profeta en Israel». Vino, pues, Naamán con sus caballos y con su carro, y se paró a la entrada de la casa de Eliseo. 10 Y Eliseo le envió un mensajero, diciendo: «Ve y lávate en el Jordán siete veces, y tu carne se te restaurará y quedarás limpio».

11 Pero Naamán se enojó, y se fue diciendo: «Yo pensé: “Seguramente él vendrá a mí, y se detendrá e invocará el nombre del SEÑOR su Dios, moverá su mano sobre la parte enferma y curará la lepra”. 12 ¿No son el Abaná y el Farfar, ríos de Damasco, mejores que todas las aguas de Israel? ¿No pudiera yo lavarme en ellos y ser limpio?». Y dio la vuelta, y se fue enfurecido. 13 Pero sus siervos se le acercaron y le dijeron: «Padre mío, si el profeta le hubiera dicho que hiciera alguna gran cosa, ¿no la hubiera hecho? ¡Cuánto más cuando le dice a usted: “Lávese, y quedará limpio”!». 14 Entonces él bajó y se sumergió siete veces en el Jordán conforme a la palabra del hombre de Dios; y su carne se volvió como la carne de un niño, y quedó limpio.

15 Cuando regresó al hombre de Dios con toda su compañía, fue y se puso delante de él, y le dijo: «Ahora reconozco que no hay Dios en toda la tierra, sino en Israel. Le ruego, pues, que reciba ahora un presente de su siervo». 16 Pero él respondió: «Vive el SEÑOR, delante de quien estoy, que no aceptaré nada». Y Naamán le insistió para que lo recibiera, pero él rehusó. 17 Y Naamán dijo: «Pues si no, le ruego que de esta tierra, se le dé a su siervo la carga de un par de mulos, porque su siervo ya no ofrecerá holocausto ni sacrificará a otros dioses, sino al SEÑOR. 18 Que el SEÑOR perdone a su siervo en esto: Cuando mi señor entre en el templo de Rimón para adorar allí y se apoye en mi mano, y yo me incline en el templo de Rimón cuando tenga que adorar allí, que el SEÑOR perdone a su siervo por esto». 19 Y él le dijo: «Vete en paz». Y se alejó de él a cierta distancia.

20 Pero Giezi, criado de Eliseo, el hombre de Dios, dijo para sí: «Puesto que mi señor ha dispensado a este Naamán arameo al no recibir de sus manos lo que él trajo, vive el SEÑOR que correré tras él y tomaré algo de él». 21 Y Giezi siguió a Naamán. Cuando Naamán vio a uno corriendo tras él, bajó de su carro a encontrarlo, y dijo: «¿Está todo bien?». 22 Y él dijo: «Todo está bien. Mi señor me ha enviado, diciendo: “En este mismo momento dos jóvenes de los hijos de los profetas han venido a mí de la región montañosa de Efraín. Te ruego que les des 34 kilos de plata y dos mudas de ropa”». 23 Y Naamán dijo: «Dígnate aceptar 64 kilos». Y le insistió y ató 64 kilos de plata en dos bolsas con dos mudas de ropa, y los entregó a dos de sus criados; y estos los llevaron delante de Giezi.

24 Cuando llegó al monte, los tomó de sus manos y los guardó en la casa, luego despidió a los hombres y ellos se fueron. 25 Entonces él entró y se puso delante de su señor. Y Eliseo le dijo: «¿Dónde has estado, Giezi?». Y él respondió: «Tu siervo no ha ido a ninguna parte». 26 Entonces él le dijo: «¿No iba contigo mi corazón, cuando el hombre se volvió de su carro para encontrarte? ¿Acaso es tiempo de aceptar dinero y de aceptar ropa, olivares, viñas, ovejas, bueyes, siervos y siervas? 27 Por tanto, la lepra de Naamán se te pegará a ti y a tus descendientes para siempre». Y él salió de su presencia leproso, blanco como la nieve.


Nueva Biblia de las Américas Copyright © 2005 por The Lockman Foundation, La Habra, California. Todos los derechos reservados. Para más información, visita www.exploranbla.com

1 Timoteo 2

Llamado a la oración

2 Exhorto, pues, ante todo que se hagan plegarias, oraciones, peticiones y acciones de gracias por todos los hombres, por los reyes y por todos los que están en autoridad, para que podamos vivir una vida tranquila y sosegada con toda piedad y dignidad. Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al pleno conocimiento de la verdad.

Porque hay un solo Dios, y también un solo Mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús hombre, quien se dio a sí mismo en rescate por todos, testimonio dado a su debido tiempo. Y para esto yo fui constituido predicador y apóstol, (digo la verdad en Cristo, no miento), como maestro de los gentiles en fe y verdad. Por tanto, quiero que en todo lugar los hombres oren levantando manos santas, sin ira ni discusiones.

Instrucciones para la mujer cristiana

Asimismo, que las mujeres se vistan con ropa decorosa, con pudor y modestia, no con peinado ostentoso, no con oro, o perlas, o vestidos costosos, 10 sino con buenas obras, como corresponde a las mujeres que profesan la piedad. 11 Que la mujer aprenda calladamente, con toda obediencia. 12 Yo no permito que la mujer enseñe ni que ejerza autoridad sobre el hombre, sino que permanezca callada. 13 Porque Adán fue creado primero, después Eva. 14 Y Adán no fue el engañado, sino que la mujer, siendo engañada completamente, cayó en transgresión. 15 Pero se salvará engendrando hijos, si permanece en fe, amor y santidad, con modestia.

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Daniel 9

Oración de Daniel por su pueblo

9 En el año primero de Darío, hijo de Asuero, descendiente de los medos, que fue constituido rey sobre el reino de los caldeos, en el año primero de su reinado, yo, Daniel, pude entender en los libros el número de los años en que, por palabra del SEÑOR que fue revelada al profeta Jeremías, debían cumplirse las desolaciones de Jerusalén: setenta años.

Volví mi rostro a Dios el Señor para buscarlo en oración y súplicas, en ayuno, cilicio y ceniza. Oré al SEÑOR mi Dios e hice confesión y dije: «Ay, Señor, el Dios grande y temible, que guarda el pacto y la misericordia para los que lo aman y guardan Sus mandamientos, hemos pecado, hemos cometido iniquidad, hemos hecho lo malo, nos hemos rebelado y nos hemos apartado de Tus mandamientos y de Tus ordenanzas. No hemos escuchado a Tus siervos los profetas que hablaron en Tu nombre a nuestros reyes, a nuestros príncipes, a nuestros padres y a todo el pueblo de la tierra.

Tuya es la justicia, oh Señor, y nuestra la vergüenza en el rostro, como sucede hoy a los hombres de Judá, a los habitantes de Jerusalén y a todo Israel, a los que están cerca y a los que están lejos en todos los países adonde los has echado, a causa de las infidelidades que cometieron contra Ti.

»Oh SEÑOR, nuestra es la vergüenza del rostro, y de nuestros reyes, de nuestros príncipes y de nuestros padres, porque hemos pecado contra Ti. Al Señor nuestro Dios pertenece la compasión y el perdón, porque nos hemos rebelado contra Él, 10 y no hemos obedecido la voz del SEÑOR nuestro Dios para andar en Sus enseñanzas, que Él puso delante de nosotros por medio de Sus siervos los profetas. 11 Ciertamente todo Israel ha transgredido Tu ley y se ha apartado, sin querer obedecer Tu voz. Por eso ha sido derramada sobre nosotros la maldición y el juramento que está escrito en la ley de Moisés, siervo de Dios, porque hemos pecado contra Él.

12 »Y Él ha confirmado las palabras que habló contra nosotros y contra nuestros jefes que nos gobernaron, trayendo sobre nosotros gran calamidad, pues nunca se ha hecho debajo del cielo nada como lo que se ha hecho contra Jerusalén. 13 Como está escrito en la ley de Moisés, toda esta calamidad ha venido sobre nosotros, pero no hemos buscado el favor del SEÑOR nuestro Dios, apartándonos de nuestra iniquidad y prestando atención a Tu verdad.

14 »Por tanto, el SEÑOR ha estado guardando esta calamidad y la ha traído sobre nosotros. Porque el SEÑOR nuestro Dios es justo en todas las obras que ha hecho, pero nosotros no hemos obedecido Su voz. 15 Y ahora, Señor Dios nuestro, que sacaste a Tu pueblo de la tierra de Egipto con mano poderosa, y te has hecho un nombre, como hoy se ve, hemos pecado, hemos sido malos. 16 Oh Señor, conforme a todos Tus actos de justicia, apártese ahora Tu ira y Tu furor de Tu ciudad, Jerusalén, Tu santo monte. Porque a causa de nuestros pecados y de las iniquidades de nuestros padres, Jerusalén y Tu pueblo son el oprobio de todos los que nos rodean.

17 »Y ahora, Dios nuestro, escucha la oración de Tu siervo y sus súplicas, y haz resplandecer Tu rostro sobre Tu santuario desolado, por amor de Ti mismo, oh Señor. 18 Inclina Tu oído, Dios mío, y escucha. Abre Tus ojos y mira nuestras desolaciones y la ciudad sobre la cual se invoca Tu nombre. Pues no es por nuestros propios méritos que presentamos nuestras súplicas delante de Ti, sino por Tu gran compasión. 19 ¡Oh Señor, escucha! ¡Señor, perdona! ¡Señor, atiende y actúa! ¡No tardes, por amor de Ti mismo, Dios mío! Porque Tu nombre se invoca sobre Tu ciudad y sobre Tu pueblo».

La profecía de las setenta semanas

20 Aún estaba yo hablando, orando y confesando mi pecado y el pecado de mi pueblo Israel, y presentando mi súplica delante del SEÑOR mi Dios por el santo monte de mi Dios, 21 todavía estaba yo hablando en oración, cuando Gabriel, el hombre a quien había visto en la visión al principio, se me acercó, estando yo muy cansado, como a la hora de la ofrenda de la tarde.

22 Me instruyó y me dijo: «Daniel, he salido ahora para darte sabiduría y entendimiento. 23 Al principio de tus súplicas se dio la orden, y he venido para explicártela, porque eres muy estimado. Pon atención a la orden y entiende la visión.

24 Setenta semanas han sido decretadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para poner fin a la transgresión, para terminar con el pecado, para expiar la iniquidad, para traer justicia eterna, para sellar la visión y la profecía, y para ungir el lugar santísimo.

25 »Has de saber y entender que desde la salida de la orden para restaurar y reconstruir a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas y sesenta y dos semanas. Volverá a ser edificada, con plaza y foso, pero en tiempos de angustia. 26 Después de las sesenta y dos semanas el Mesías será muerto y no tendrá nada, y el pueblo del príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario. Su fin vendrá con inundación. Aun hasta el fin habrá guerra; las desolaciones están determinadas. 27 Y él hará un pacto firme con muchos por una semana, pero a la mitad de la semana pondrá fin al sacrificio y a la ofrenda de cereal. Sobre el ala de abominaciones vendrá el desolador, hasta que una destrucción completa, la que está decretada, sea derramada sobre el desolador».

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Salmos 117–118

Salmo de alabanza

117 Alaben al SEÑOR, naciones todas; Alábenle, pueblos todos. Porque grande es Su misericordia para con nosotros, Y la fidelidad del SEÑOR es eterna. ¡Aleluya!

Acción de gracias al SEÑOR

118 Den gracias al SEÑOR, porque Él es bueno; Porque para siempre es Su misericordia. Diga ahora Israel: «Para siempre es Su misericordia». Diga ahora la casa de Aarón: «Para siempre es Su misericordia». Digan ahora los que temen al SEÑOR: «Para siempre es Su misericordia».

En medio de mi angustia invoqué al SEÑOR; El SEÑOR me respondió y me puso en un lugar espacioso. El SEÑOR está a mi favor; no temeré. ¿Qué puede hacerme el hombre? El SEÑOR está por mí entre los que me ayudan; Por tanto, miraré triunfante sobre los que me aborrecen. Es mejor refugiarse en el SEÑOR Que confiar en el hombre. Es mejor refugiarse en el SEÑOR Que confiar en príncipes.

10 Todas las naciones me rodearon; En el nombre del SEÑOR ciertamente las destruí. 11 Me rodearon, sí, me rodearon; En el nombre del SEÑOR ciertamente las destruí. 12 Me rodearon como abejas; Fueron extinguidas como fuego de espinos; En el nombre del SEÑOR ciertamente las destruí. 13 Me empujaste con violencia para que cayera, Pero el SEÑOR me ayudó. 14 El SEÑOR es mi fortaleza y mi canción, Y ha sido salvación para mí.

15 Voz de júbilo y de salvación hay en las tiendas de los justos; La diestra del SEÑOR hace proezas. 16 La diestra del SEÑOR es exaltada; La diestra del SEÑOR hace proezas. 17 No moriré, sino que viviré, Y contaré las obras del SEÑOR. 18 El SEÑOR me ha reprendido severamente, Pero no me ha entregado a la muerte.

19 Ábranme las puertas de la justicia; Entraré por ellas y daré gracias al SEÑOR. 20 Esta es la puerta del SEÑOR; Los justos entrarán por ella. 21 Te daré gracias porque me has respondido, Y has sido mi salvación.

22 La piedra que desecharon los edificadores Ha venido a ser la piedra principal del ángulo. 23 Obra del SEÑOR es esto; Admirable a nuestros ojos. 24 Este es el día que el SEÑOR ha hecho; Regocijémonos y alegrémonos en él. 25 Te rogamos, oh SEÑOR, sálvanos ahora; Te rogamos, oh SEÑOR, prospéranos ahora. 26 Bendito el que viene en el nombre del SEÑOR; Desde la casa del SEÑOR los bendecimos. 27 El SEÑOR es Dios y nos ilumina; Aten el sacrificio de la fiesta con cuerdas a los cuernos del altar. 28 Tú eres mi Dios, y te doy gracias; Tú eres mi Dios, y yo te exalto. 29 Den gracias al SEÑOR, porque Él es bueno; Porque para siempre es Su misericordia.


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