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Tu trabajo no es suficiente
Como la mayoría de los millenials (aquellos nacidos entre la mitad de los ochentas y mitad de los noventas), crecí convencida de que lo único que necesitaba para disfrutar de una vida plena era encontrar el trabajo perfecto.
Me inspiraron las palabras de Steve Jobs en su discurso a los graduados de Stanford en 2005: «Tienes que encontrar lo que amas… El trabajo llenará gran parte de tu vida y la única manera de sentirte realmente satisfecho será haciendo lo que crees que es un gran trabajo. Y la única forma de hacer un gran trabajo es amando lo que haces. Si aún no lo has encontrado, sigue buscando. No te rindas».
Gracias a Dios, me rendí. Fue la mejor decisión que pude haber tomado.
Una historia de insatisfacción
Desde pequeña he tenido numerosos intereses. Cuando llegó el momento de elegir una carrera universitaria, no estaba segura de cuál era la ideal para mí. Pero investigué un poco y me matriculé en una licenciatura que sonaba sumamente interesante: ciencias químico biológicas. Lo que me convenció era que estaba muy relacionada con mi pasión de la secundaria, la química. Así empezó mi búsqueda de el trabajo que me hiciera sentir realmente satisfecha.
"Fuimos creados para colocar la mirada en un lugar muchísimo más alto que las labores que realizamos en nuestro día a día"
Empecé a desencantarme a los pocos meses de iniciar mis estudios superiores. Las clases despertaban mi curiosidad científica y se me daban bien (excepto por cálculo, pero esa es otra historia)… el problema es que no amaba la carrera. Empecé a dudar. ¿Realmente pasaré el resto de mi vida en una bata blanca mirando fluidos corporales a través de un microscopio? Me resultó tedioso siquiera pensarlo.
Pronto empecé a buscar otras opciones. Visité diferentes departamentos en varias universidades, pero ninguna carrera parecía despertar esa pasión desbordante de la que hablaba Steve Jobs. Había muchas cosas que me resultaban interesantes, pero nada que me cautivara por completo. Resignada, continué en la licenciatura que había iniciado, pero el desánimo ocasionó que mi desempeño académico disminuyera. Pasaba mis clases jugando Fruit Ninja y entregaba exámenes en blanco sin siquiera intentar ofrecer alguna respuesta.
Poco después de completar la mitad de mis créditos descubrí que uno podía dedicarse a escribir sobre asuntos científicos. ¡Era la opción perfecta para mí, amante de las palabras y de la ciencia! Pensé que por fin había encontrado esa pasión de la que Steve Jobs hablaba. Terminé mi carrera motivada por una nueva meta: convertirme en escritora.
Todavía recuerdo la emoción de conseguir mi primer trabajo como escritora en un sitio web. «Por fin estaré satisfecha», pensé. Error. La emoción se evaporó a las semanas en medio de horarios de entrega increíblemente demandantes. Después, Dios me permitió dedicarme a escribir y hablar sobre la Biblia y la vida cristiana. «Fantástico, esto será lo que haré con gozo por muchos años», me dije. Había encontrado mi pasión. Ahora, solo me faltaba disfrutarla.
"Tu corazón no será saciado por algo inferior al Dios que fuiste creado para glorificar y en el que fuiste creado para gozarte"
Pronto comprendí, sin embargo, que mi inquieto corazón nunca estaría satisfecho en el trabajo, por maravillosa que fuera la labor a la que me estuviera dedicando. La emoción siempre se disipaba después de un tiempo de haber logrado una nueva meta; mi mirada se desviaba de las buenas obras que tenía enfrente para buscar cuáles serían las siguientes.
No podía seguir así. Me cansé de correr en todas direcciones; tuve que rendirme y admitir que ni siquiera el trabajo de mis sueños sería suficiente para traer descanso a mi alma hambrienta.
Steve Jobs estaba equivocado cuando dijo que la única manera de estar satisfecho es encontrar un trabajo que ames. En realidad, la única manera de estar satisfecho es encontrarte cada día con el Dios que te ama.
Fuiste creado para más
Es difícil no sentirse inspirado con un discurso como el del fundador de Apple. ¿Quién no desea pasar su vida llevando a cabo las actividades que más disfruta?
Ciertamente, disfrutar de nuestras labores cotidianas es una bendición. Sin embargo, se nos olvida que el corazón humano anhela mucho más de lo que el trabajo puede ofrecer. Que te guste lo que haces es una cosa, pero esperar que tus labores den sentido a tu vida y traigan satisfacción a tu corazón es algo muy distinto. Tú y yo fuimos creados para colocar la mirada en un lugar muchísimo más alto que las labores que realizamos en nuestro día a día. Tú y yo fuimos hechos para ser satisfechos en el Señor (Sal 63:1-8).
El Catecismo Menor de Westminster ofrece una respuesta breve para la pregunta que persigue a todo ser humano: ¿Para qué estoy aquí? ¿Cuál es el propósito de mi vida? «El fin principal del hombre es el de glorificar a Dios, y gozar de Él para siempre». Tu corazón no será saciado por algo inferior al Dios que fuiste creado para glorificar y en el que fuiste creado para gozarte.
Detente y mira lo que ya tienes
Cuando detuve mi frenética carrera por encontrar la satisfacción laboral, me di cuenta de que estaba buscando algo que ya tenía. Lo estaba haciendo todo al revés.
Deseaba encontrar satisfacción en mis labores diarias para que la alegría de realizarlas me llevara a adorar al Señor en agradecimiento. En realidad, lo que debía hacer era simplemente volverme a Dios para contemplar Su misericordia y gracia en Jesucristo, lo cual me llena de gozo y me lleva a desbordarme en gratitud expresada en alabanza y buenas obras.
"En Cristo Jesús soy libre para encontrar gozo eterno en el Único capaz de satisfacer el alma hambrienta"
Me di cuenta de que necesitaba orar como el salmista: «Restitúyeme el gozo de Tu salvación, / Y sostenme con un espíritu de poder» (Sal 51:12). Gracias a Cristo Jesús y Su sacrificio en la cruz, yo ya puedo disfrutar con libertad de Aquel que sacia mi alma. No necesito más.
Recordar eso cada día hace que el trabajo deje de ser un fin en sí mismo y se convierta en un medio más para expresar el gozo de mi salvación. Podemos obedecer las palabras del apóstol que dicen: «ya sea que coman, que beban, o que hagan cualquier otra cosa, háganlo todo para la gloria de Dios» (1 Co 10:31). Los detalles de lo que hacemos ya no son importantes —¡ya no estamos buscando el trabajo perfecto!— porque lo importante es gozarnos en Dios y glorificarle, sea lo que sea que estemos haciendo.
Irónicamente, cuando dejé de buscar satisfacción en mi trabajo fue cuando empecé por fin a realmente disfrutar de mi trabajo. Empecé a gozarme en ser fiel hoy, donde Dios me tiene, porque mi deseo es simplemente agradarle a Él y deleitarme en Él. En Cristo Jesús, soy libre para rendirme y decepcionar al mundo según Steve Jobs. En Cristo Jesús soy libre para encontrar gozo eterno en el Único capaz de satisfacer el alma hambrienta.
Ana Ávila es escritora senior en Coalición por el Evangelio, Química Bióloga Clínica, y parte de Iglesia El Redil. Es autora de «Aprovecha bien el tiempo: Una guía práctica para honrar a Dios con tu día». Vive en Guatemala junto con su esposo Uriel y sus dos hijos. Puedes encontrarla en YouTube, Instagram y Twitter.