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Lectura de Hoy
27-10-2023
Devocional
Devocional: Daniel 12
En cuanto al último capítulo de Daniel (Daniel 12):
(1) La división del capítulo (que no formaba parte del texto original) oscurece el flujo del pasaje. Daniel 11:40-45 debería leerse con 12:1-4. Como suele ser bastante habitual en la profecía hebrea, una visión de la historia futura (11:2-39) se desliza de repente en una perspectiva más a largo plazo. La expresión “Cuando llegue la hora final” (11:40) es ambigua: podría referirse al final de la opresión de Antíoco IV Epífanes, pero varios elementos del párrafo abren camino a una época que supera sus breves años, y 12:1-4 anuncia la resurrección al final de la historia, antes del cual deberá haber un tiempo de terrible aflicción. Esto confirma la importancia canónica del capítulo anterior (véase la meditación de ayer): En Daniel, el pueblo de Dios aprende a sufrir por ninguna otra razón que su lealtad a la Palabra de Dios. En los versículos finales del capítulo (12:5-13), parece haber de nuevo una anticipación de otro igual que Antíoco IV Epífanes. La referencia a “tiempo, tiempos y la mitad de un tiempo” (12:7) significa probablemente “un año, [dos] años, medio año”], es decir, tres años y medio, exactamente como en 8:14 con respecto a la ira cruel de Antíoco. Se ha convertido, pues, en una forma convencional de aludir a un periodo acortado de extremado sufrimiento por el que el pueblo de Dios debe pasar antes de que él los alivie, y aquí se trata del sufrimiento definitivo, al final (12:1).
(2) El cierre y sellado del pergamino hasta el final de los tiempos (12:4, 9) no señala un conocimiento esotérico. En parte, tiene que ver con el hecho de conservar el rollo intacto. También sugiere que el barrido completo de su verdad anticipatoria y profética no se captará hasta que los sucesos a los que se refiere ocurran. Aunque los acontecimientos irrumpan, algunos no los verán, así como tampoco “vieron” lo que Jesús estaba diciendo en sus parábolas (Mateo 134:14-15) y otros no “ven” de lo que trata todo el evangelio (1 Corintios 2:14).
(3) En el versículo 8, el hombre jura “por el que vive para siempre”. En lo que este hombre “vestido de lino” afirma, existen dos elementos. Primero, el tono (atestiguado por el juramento) combinado con la aseveración de que “todo esto se cumplirá” muestra que, en el último análisis, no hay contingencias con Dios: él conoce el final desde el principio y puede garantizar los resultados. Segundo, el alivio final se producirá cuando “el poder del pueblo santo no vuelva a ser destruido” (12:7). No ocurrió hasta que llegó Antíoco IV Epífanes. Esto debe referirse a algo que ocurrirá el final, haciendo que el reinado de Antíoco no sea más que un espantoso anticipo de lo que estaba por llegar.
(4) Medita en 12:1-3.
Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Publicaciones Andamio, 2016. Usado con permiso.
Devocional: 1 Timoteo 5
Aunque no lo sabía, cuando estaba en mi último año de instituto, mis padres le hicieron una promesa silenciosa al Señor. Por razones muy complicadas para explicar aquí, decidieron que, a menos que sucedieran ciertas cosas, al concluir el curso mi padre renunciaría al cargo pastoral que había mantenido durante quince años.
Acabé la escuela, me fui de casa y entré a la universidad. Pasado un mes aproximadamente recibí una carta de mis padres: mi padre había renunciado al puesto de pastor de esa iglesia.
Mi familia tenía muy poco dinero. No había otra iglesia de habla francesa que estuviera disponible para él. En esta coyuntura, mi padre se sentía muy viejo como para empezar otra iglesia en un lugar distinto. Se negó a considerar puestos de pastor en el Canadá inglés: tanto su llamado como su corazón estaban unidos a Quebec. Así que me enteré de lo que mis padres habían decidido: se iban a mudar a Hull, en el lado francés del río al otro lado de Ottawa, la capital de la nación. Ahí mi padre sostendría a su familia como traductor federal y le ofrecería la mayor cantidad de tiempo posible a la iglesia francófona de Hull.
No llegué a “casa” hasta la Navidad. En algún momento, hablé con mi padre para tratar de entender su razonamiento. Conociendo su convicción de permanecer en una zona francófona del Canadá, surgió la pregunta de cómo sostendría a su familia. Mi padre me explicó: “La Escritura dice que si un hombre no sostiene a su propia familia, es peor que un infiel”: usó la versión King James de 1 Timoteo 5:8: “El que no provee para los suyos, y sobre todo para los de su propia casa, ha negado la fe y es peor que un incrédulo”.
Este texto obviamente tiene sus excepciones. Si un hombre está enfermo y no puede trabajar, por ejemplo, está exento. Y a juzgar por el tono de todo el capítulo, la iglesia misma debería asumir el apoyo que sea necesario si la familia no logra sostenerse. No obstante, lo que destaca sobre muchas de las instrucciones de este capítulo es la manera en que se establece la provisión de la iglesia a las necesidades sociales de su gente, pero con una sensibilidad extraordinaria de los peligros. Sin querer simplificarlo demasiado, el patrón que Pablo presenta se puede resumir de la siguiente manera: los que estén genuinamente necesitados, deberán ser cuidados por la iglesia, pero aquellos que tengan la capacidad de buscarse la vida y proveerse ellos mismos deberán hacerlo—para no ser una carga a la iglesia y por su propio bien—o serán acusados de abandonar la fe. La pereza no tiene la menor relación con la santidad.
No se me ocurren muchas ocasiones en las que haya tenido mayor respeto por la fe obediente de mi padre que en esta situación.
Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Publicaciones Andamio, 2013. Usado con permiso.
2 Reyes 8
Devolución de los bienes a la sunamita
8 Eliseo habló a la mujer, a cuyo hijo él había devuelto la vida, diciéndole: «Levántate y vete, tú y tu casa, y reside donde puedas residir, porque el SEÑOR ha llamado al hambre que vendrá sobre la tierra por siete años». 2 Entonces la mujer se levantó e hizo conforme a la palabra del hombre de Dios, y se fue ella con los de su casa y residió en la tierra de los filisteos siete años.
3 Después de los siete años, la mujer volvió de la tierra de los filisteos; y salió a implorar al rey por su casa y por su campo. 4 El rey estaba hablando con Giezi, criado del hombre de Dios, diciéndole: «Te ruego que me cuentes todas las grandes cosas que ha hecho Eliseo». 5 Mientras él contaba al rey cómo había devuelto la vida a un muerto, en ese momento la mujer a cuyo hijo había devuelto la vida, imploró al rey por su casa y por su campo. Y Giezi dijo: «Oh rey señor mío, esta es la mujer y este es su hijo, al que Eliseo devolvió la vida». 6 Cuando el rey preguntó a la mujer, ella se lo contó. Entonces el rey le asignó un oficial, diciendo: «Restáurale todo lo que era suyo y todo el fruto del campo desde el día que dejó el país hasta ahora».
Eliseo en Damasco
7 Entonces Eliseo fue a Damasco. Y Ben Adad, rey de Aram, estaba enfermo, y le avisaron: «El hombre de Dios ha venido acá». 8 Y el rey dijo a Hazael: «Toma un presente en tu mano y ve al encuentro del hombre de Dios y consulta al SEÑOR por medio de él, diciendo: “¿Sanaré de esta enfermedad?”».
9 Hazael fue a ver a Eliseo, y tomó un presente en su mano de todo lo bueno de Damasco, la carga de cuarenta camellos; y vino y se puso delante de él y le dijo: «Su hijo Ben Adad, rey de Aram, me ha enviado a usted, y preguntarle: “¿Sanaré de esta enfermedad?”». 10 Entonces Eliseo le dijo: «Ve y dile: “Ciertamente usted sanará”; pero el SEÑOR me ha mostrado que ciertamente morirá». 11 Y puso rígido su rostro y fijó sus ojos en Hazael hasta que se sintió avergonzado, y el hombre de Dios lloró. 12 Y Hazael dijo: «¿Por qué llora mi señor?». Entonces respondió: «Porque sé el mal que harás a los israelitas: incendiarás sus fortalezas, matarás a espada a sus jóvenes, estrellarás a sus niños y rasgarás el vientre a sus mujeres encinta». 13 Entonces Hazael dijo: «Pero, ¿qué es su siervo, sino un perro, para que haga tan enorme cosa?». Y Eliseo respondió: «El SEÑOR me ha mostrado que usted será rey de Aram».
14 Entonces Hazael se alejó de Eliseo y regresó a su señor, quien le dijo: «¿Qué te dijo Eliseo?». Y él respondió: «Me dijo que ciertamente usted sanará». 15 Pero al día siguiente Hazael tomó una colcha, la empapó en agua y se la puso al rey sobre la cara, y murió. Entonces Hazael reinó en su lugar.
Reinados de Joram y Ocozías
16 En el año quinto de Joram, hijo de Acab, rey de Israel, siendo Josafat rey de Judá, comenzó a reinar Joram, hijo de Josafat, rey de Judá. 17 Tenía treinta y dos años cuando comenzó a reinar, y reinó ocho años en Jerusalén. 18 Y anduvo en el camino de los reyes de Israel, tal como había hecho la casa de Acab (porque la hija de Acab era su mujer); e hizo lo malo ante los ojos del SEÑOR. 19 Sin embargo, el SEÑOR no quiso destruir a Judá por amor a David Su siervo, ya que le había prometido darle una lámpara por medio de sus hijos para siempre.
20 En sus días se rebeló Edom contra el dominio de Judá, y pusieron rey sobre ellos. 21 Entonces pasó Joram a Zair, y todos sus carros con él. Y se levantó de noche y atacó a los edomitas que lo tenían cercado a él y a los jefes de los carros, pero su ejército huyó a sus tiendas. 22 Y Edom se rebeló contra el dominio de Judá, hasta el día de hoy. Entonces Libna se rebeló en ese mismo tiempo. 23 Los demás hechos de Joram y todo lo que hizo, ¿no están escritos en el libro de las Crónicas de los reyes de Judá? 24 Y Joram durmió con sus padres y fue sepultado con ellos en la ciudad de David; y su hijo Ocozías reinó en su lugar.
25 En el año doce de Joram, hijo de Acab, rey de Israel, comenzó a reinar Ocozías, hijo de Joram, rey de Judá. 26 Ocozías tenía veintidós años cuando comenzó a reinar, y reinó un año en Jerusalén. El nombre de su madre era Atalía, nieta de Omri, rey de Israel. 27 Él también anduvo en el camino de la casa de Acab, e hizo lo malo ante los ojos del SEÑOR, como había hecho la casa de Acab, porque era yerno de Acab. 28 Entonces fue con Joram, hijo de Acab, a la guerra contra Hazael, rey de Aram, en Ramot de Galaad; y los arameos hirieron a Joram. 29 Y el rey Joram regresó a Jezreel para ser curado de las heridas que los arameos le habían hecho en Ramot, cuando peleó contra Hazael, rey de Aram. Entonces Ocozías, hijo de Joram, rey de Judá, descendió a Jezreel para visitar a Joram, hijo de Acab, porque estaba enfermo.
Nueva Biblia de las Américas Copyright © 2005 por The Lockman Foundation, La Habra, California. Todos los derechos reservados. Para más información, visita www.exploranbla.com
1 Timoteo 5
5 No reprendas con dureza al anciano, sino, más bien, exhórtalo como a padre; a los más jóvenes, como a hermanos, 2 a las ancianas, como a madres; a las más jóvenes, como a hermanas, con toda pureza.
Responsabilidades hacia las viudas
3 Honra a las viudas que en verdad son viudas. 4 Pero si alguna viuda tiene hijos o nietos, que aprendan estos primero a mostrar piedad para con su propia familia y a recompensar a sus padres, porque esto es agradable delante de Dios. 5 Sin embargo la que en verdad es viuda y se ha quedado sola, tiene puesta su esperanza en Dios y continúa en súplicas y oraciones noche y día. 6 Pero la que se entrega a los placeres desenfrenados, aun viviendo, está muerta. 7 Ordena también estas cosas, para que sean irreprochables. 8 Pero si alguien no provee para los suyos, y especialmente para los de su casa, ha negado la fe y es peor que un incrédulo.
9 Que la viuda sea puesta en la lista solo si no es menor de sesenta años, habiendo sido la esposa de un solo marido, 10 que tenga testimonio de buenas obras; si ha criado hijos, si ha mostrado hospitalidad a extraños, si ha lavado los pies de los santos, si ha ayudado a los afligidos y si se ha consagrado a toda buena obra.
11 Pero rehúsa poner en la lista a viudas más jóvenes, porque cuando sienten deseos sensuales, contrarios a Cristo, se quieren casar, 12 incurriendo así en condenación, por haber abandonado su promesa anterior. 13 Y además, aprenden a estar ociosas, yendo de casa en casa. Y no solo son ociosas, sino también charlatanas y entremetidas, hablando de cosas que no son dignas. 14 Por tanto, quiero que las viudas más jóvenes se casen, que tengan hijos, que cuiden su casa y no den al adversario ocasión de reproche. 15 Pues algunas ya se han apartado para seguir a Satanás. 16 Si alguna creyente tiene viudas en la familia, que las mantenga, y que la iglesia no lleve la carga para que pueda ayudar a las que en verdad son viudas.
Otras recomendaciones
17 Los ancianos que gobiernan bien sean considerados dignos de doble honor, principalmente los que trabajan en la predicación y en la enseñanza. 18 Porque la Escritura dice: «NO PONDRÁS BOZAL AL BUEY CUANDO TRILLA», y: «El obrero es digno de su salario». 19 No admitas acusación contra un anciano, a menos de que haya dos o tres testigos. 20 A los que continúan en pecado, repréndelos en presencia de todos para que los demás tengan temor de pecar.
21 Te encargo solemnemente en la presencia de Dios y de Cristo Jesús y de Sus ángeles escogidos, que conserves estos principios sin prejuicios, no haciendo nada con espíritu de parcialidad. 22 No impongas las manos sobre nadie con ligereza, compartiendo así la responsabilidad por los pecados de otros; guárdate libre de pecado. 23 Ya no bebas agua sola, sino usa un poco de vino por causa de tu estómago y de tus frecuentes enfermedades.
24 Los pecados de algunos hombres ya son evidentes, yendo delante de ellos al juicio; pero a otros, sus pecados los siguen. 25 De la misma manera, las buenas obras son evidentes, y las que no lo son no se pueden ocultar.
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Daniel 12
El tiempo del fin
12 »En aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que vela sobre los hijos de tu pueblo. Será un tiempo de angustia cual nunca hubo desde que existen las naciones hasta entonces. Y en ese tiempo tu pueblo será librado, todos los que se encuentren inscritos en el libro. 2 Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra despertarán, unos para la vida eterna, y otros para la ignominia, para el desprecio eterno. 3 Los entendidos brillarán como el resplandor del firmamento, y los que guiaron a muchos a la justicia, como las estrellas, por toda la eternidad. 4 Pero tú, Daniel, guarda en secreto estas palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin. Muchos correrán de aquí para allá, y el conocimiento aumentará».
5 Entonces yo, Daniel, miré, y vi que otros dos estaban de pie, uno a este lado del río, y el otro al otro lado del río. 6 Y uno de ellos dijo al hombre vestido de lino que estaba sobre las aguas del río: «¿Para cuándo será el fin de estas maravillas?».
7 Y oí al hombre vestido de lino, que estaba sobre las aguas del río, que levantando su mano derecha y su mano izquierda al cielo, juró por Aquel que vive para siempre, que será por tres años y medio. Y cuando se termine la destrucción del poder del pueblo santo, se cumplirán todas estas cosas. 8 Yo oí, pero no pude entender. Entonces dije: «Señor mío, ¿cuál será el resultado de estas cosas?».
9 Y él respondió: «Anda, Daniel, porque estas palabras están cerradas y selladas hasta el tiempo del fin. 10 Muchos serán purificados, emblanquecidos y refinados. Los impíos procederán impíamente, y ninguno de los impíos comprenderá, pero los entendidos comprenderán. 11 Y desde el tiempo en que el sacrificio perpetuo sea quitado y puesta la abominación de la desolación, habrá 1,290 días. 12 Bienaventurado el que espere y llegue a 1,335 días. 13 Pero tú, sigue hasta el fin. Descansarás y te levantarás para recibir tu heredad al fin de los días».
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Salmo 119:49–72