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¿Qué significan la autoridad y suficiencia de las Escrituras?

La Biblia es un banquete, no un bufé.

Las Escrituras advierten contra la tentación perpetua que tienen los seres humanos de añadir y quitar cosas de ellas: “Ustedes no añadirán nada a la palabra que yo les mando, ni quitarán nada de ella” (Dt. 4:2; ver también Pr. 30:6 y Ap. 22:18-19).

¿Por qué no debemos “ajustar” los contenidos de la Biblia de esa manera? Porque ella es un banquete para nosotros, uno con autoridad y suficiente.

La autoridad de las Escrituras

Si la Biblia es inspirada por Dios, estamos obligados a recibirla en su totalidad. Es autoritativa y no tenemos la potestad de decir: “Esta parte creeré y obedeceré, pero esta otra parte no”. Parece cliché hablar de esto. No obstante, estamos bajo presión constante a negar varias enseñanzas bíblicas.

A veces las personas restan de las Escrituras de una manera obvia, solo porque no les gusta lo que hallan en ellas o están en desacuerdo con lo que dicen. Por ejemplo, así hizo C. H. Dodd, erudito neotestamentario del siglo pasado, en su comentario sobre Romanos.

Reconociendo que Pablo enseña en el capítulo nueve sobre la soberanía de Dios al determinar el destino del ser humano, Dodd criticó el apóstol diciendo que en esta parte de su argumento “toma un paso en falso”.[1]

Sin entrar en el debate sobre la doctrina de la predestinación, podemos decir lo siguiente: una cosa es hablar de la interpretación de Romanos 9, discutiendo qué es lo que Pablo realmente quiso decir, pero otra cosa es decir que él se equivocó. Es como decir: “¡No creeré esta parte de las Escrituras!”. Razonar así equivale a tomar tijeras y extraer porciones del texto bíblico.

"En la Biblia encontramos todo lo que necesitamos para confiar en Cristo y servirle en esta vida"

Más a menudo, estamos tentados a restar de las Escrituras de maneras no tan obvias. Por ejemplo, al intentar presentar el evangelio de una forma atractiva, estamos tentados a acomodar nuestra presentación a los criterios de la sociedad actual.

Hoy muchos piensan que el gran reto del ser humano es remediar la pobreza en el mundo, o mejorar las condiciones del medioambiente, o incluso alcanzar el máximo potencial de cada uno. Estos asuntos son importantes, y hablar de los principios bíblicos acerca de la generosidad, de la mayordomía de la creación, e incluso de estrategias de productividad puede crear un buen punto de contacto con el no creyente. No obstante, según la Biblia, el problema principal del ser humano no es la pobreza, ni la contaminación, ni la falta de logros personales. El problema es el pecado.

No es fácil hablar sobre el pecado en el evangelismo, pero si no lo hacemos acabamos diciendo menos de lo que la Biblia realmente dice y, al final, la cruz de Cristo carece de su sentido principal. Así, de manera sutil, también se sacan las tijeras.

Lo que estos ejemplos tienen en común es la cuestión de la autoridad de la Biblia. No podemos acercarnos a ella con la intención de domesticarla, ni según nuestro criterio individual, ni según el criterio de la sociedad. No debemos tratar la Biblia como un bufé libre, como si pudiéramos pasar por ella diciendo: “Esto me gusta, pero esto no”. Si hacemos eso, acabaremos negando su autoridad. Más bien, la Palabra es como un banquete con todos los alimentos cuidadosamente escogidos. Debemos comerlo todo, sin dejar nada en la mesa.

La suficiencia de las Escrituras

Si una tentación es restar de la Biblia, otra es añadir. Se añade a la Palabra de Dios cada vez que se exaltan otras palabras, meramente humanas, al mismo nivel. No debemos hacer eso porque la Biblia contiene todas las palabras divinas que necesitamos para ser salvos y vivir como cristianos en este mundo.[2] Dicho de otra manera, las Escrituras son suficientes.
2 Timoteo 3:15-17, el pasaje clásico sobre la inspiración de las Escrituras, dice así:

"“Desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden dar la sabiduría que lleva a la salvación mediante la fe en Cristo Jesús. Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, equipado para toda buena obra”."

De este texto aprendemos, en primer lugar, que las Escrituras eran suficientes para la salvación de Timoteo (“te pueden hacer sabio para la salvación”). En segundo lugar, también eran suficientes para prepararle para su ministerio. Si fueron suficientes para preparar a Timoteo para servir en la iglesia como pastor, también lo son para preparar a todo creyente, da igual el servicio al cual Dios le llame. En la Biblia encontramos todo lo que necesitamos para confiar en Cristo y servirle en esta vida.

"Decir que las Escrituras son suficientes es decir que Dios no tiene que dar más palabras para cumplir sus propósitos en el mundo"

Decir que las Escrituras son suficientes es decir que Dios no tiene que dar más palabras para cumplir sus propósitos en el mundo. No hacen falta otras fuentes de revelación, ni en forma de tradición oral, ni en revelaciones nuevas del Espíritu. Las Escrituras son completas porque tienen todo lo requerido para cumplir su función, y no necesitan nada extra. Esto no significa que no debemos leer las confesiones eclesiales o escuchar sermones. Lo que significa es que estas palabras humanas no se suman a la Biblia, sino que apuntan a ella y se someten a ella.

¿Esto significa que no debemos estudiar otros libros? Espero que sea evidente que los tiros no van por ahí. Por ejemplo, si has leído la Biblia, sabes que no puedes aprender ni las matemáticas, ni la informática, ni la mecánica de los automóviles en sus páginas. La Escritura no enseña todo acerca de cada aspecto de la vida humana. No obstante, aunque hay muchos temas de los cuales la Biblia no habla directamente, ella sí tiene aplicación para todos ellos. No contiene la información que precisa el lampista acerca de los circuitos eléctricos, pero sí contiene la revelación divina que él necesita para honrar a Cristo en su trabajo.

La Biblia nos enseña cómo participar en cualquier actividad en este mundo con humildad, gratitud, y fe. Todo para la gloria de Dios (1 Co. 10:31).

Gocémonos en el banquete

Solo Dios salva y gobierna a su pueblo, y lo hace por medio de un libro. Este es el significado básico del eslogan reformado Sola Scriptura. Tenemos en las Escrituras todas las palabras divinas necesarias para la vida cristiana. El gran banquete que Dios tiene para nosotros en su Palabra es completo; no hace falta traer nuestro picnic.

[1] C. H. Dodd, The Epistle of Paul to the Romans, MNTC (New York: Harper and Bros, 1932), 157.
[2] Así lo explica John Frame, Systematic Theology (Phillipsburg: P&R 2013), 619.

Matthew Leighton (MDiv, ThD) es profesor y decano de estudiantes en la Facultad de Teología Internacional IBSTE, cerca de Barcelona. También es anciano en la Església Evangèlica de Vilassar de Mar. Él y su esposa, Núria, tienen cinco hijos.

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