¿Qué pasa cuando morimos? Esta es una de las preguntas que más nos inquieta porque sabemos que todos moriremos algún día. Es difícil aceptar y asimilar la muerte y sus implicaciones porque es algo que todavía no hemos experimentado.
El estado intermedio
Los cristianos creemos y entendemos que la Biblia habla de una existencia más allá de esta vida. El debate normalmente gira en torno a cómo percibiremos la realidad después de morir o qué tan conscientes estaremos al pasar el umbral de la muerte. ¿Simplemente dormiremos mientras esperamos la resurrección y el juicio final o empezaremos a disfrutar parte de las realidades que vendrán más adelante luego de tales eventos?
Pienso que la Biblia nos da muchas pistas sobre una realidad inmediata al morir, misma que teológicamente llamamos el estado intermedio, que es el estado en el que están las personas luego de su muerte y mientras aguardan la resurrección y el juicio final. Este estado constituye parte de la esperanza real para todos los cristianos que hemos experimentado la partida de alguien cercano que vivió confiando en las promesas de Dios. Pablo expresó esa esperanza:
Por tanto, animados siempre y sabiendo que mientras habitamos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor. (Porque por fe andamos, no por vista). Pero cobramos ánimo y preferimos más bien estar ausentes del cuerpo y habitar con el Señor (2 Co 5:6-10).
Mientras anhelamos estar ya con Cristo, debemos ver la muerte como el siguiente paso hacia la esperanza de la vida eterna. El estado intermedio no es el último paso de la transformación que se llevará a cabo con la resurrección, pero sí es mejor que la existencia sujeta al pecado de esta vida (Fil 1:23; Ro 8:22-23). La esperanza del estado intermedio está fundamentada en la obra que Cristo ya hizo en Su resurrección, cuando derrotó a la muerte (Ap 1:17-18).
Las pistas bíblicas
Jesús garantizó en Su muerte y resurrección un destino seguro y eterno a quienes creemos en el evangelio (Ro 8:29). Es por eso que Él era el único que podía prometer al ladrón crucificado a Su lado que en ese mismo día estarían juntos en el paraíso (Lc 23:42-43).
"Mientras anhelamos estar ya con Cristo, debemos ver la muerte como el siguiente paso hacia la esperanza de la vida eterna"
Esta misma idea se refleja en la parábola del rico y Lázaro. Si bien es una parábola, en ella se establecen los principios bíblicos de la consciencia después de esta vida en estados de tormento por un lado, o de paz y seguridad por el otro (Lc 16:19-31).
Todas estas pistas nos preparan para la revelación más explícita de las bendiciones del estado intermedio en toda la Biblia. A Pablo no se le permitió expresar las gloriosas realidades que contempló en «el tercer cielo» (2 Co 12:2-4). En las visiones de Juan en Apocalipsis, la cortina es abierta para darnos una descripción que, aunque detallada, solo describe una parte de lo que ahora disfrutan los santos que están en la presencia de Dios.
La consciencia de los fallecidos
En Apocalipsis, la conciencia de aquellos que han muerto en Cristo es evidenciada claramente porque tienen un diálogo con Dios sobre lo que está sucediendo en la tierra. Ellos anhelan la justicia perfecta del juicio final sobre las naciones, y se les dice que esperen un poco más de tiempo mientras se completa el número de aquellos que forman parte de la iglesia (Ap 6:9-11).
¿Qué tan detallado es lo que saben los fallecidos sobre lo que sucede en la tierra? La Biblia no nos lo dice, pero por lo menos parece que saben, en términos generales, en qué etapa de la historia de la redención estamos.
"Jesús garantizó un destino seguro y eterno a quienes creemos en el evangelio"
En este punto, vale la pena preguntarnos: A la luz de un mundo caído, lleno de injusticias, y a la luz de la incredulidad de los que siguen en este mundo, ¿hay algún tipo de tristeza para los que están en la presencia de Cristo? La respuesta es no. En un estado sin una naturaleza pecaminosa, podremos gozarnos perfectamente en el plan soberano de Dios. La gloria de Dios manifestada a través de Su juicio sobre un mundo rebelde, traerá gozo y adoración a los redimidos (Ap 19:1-7).
La pregunta crucial sobre la muerte
Con todo, la pregunta más importante que podemos hacernos es: ¿cómo sé que yo estaré en el cielo cuando muera? La Biblia establece claramente que lo que nos da derecho a estar en la presencia de Dios es apropiarnos por medio de la fe de la obra sustitutoria de Cristo en nuestro lugar (Tit 3:5-7). El perdón de nuestros pecados nos llevará a un gozo perfecto donde nunca más experimentaremos los efectos del pecado. Juan afirma:
Uno de los ancianos habló diciéndome: «Estos que están vestidos con vestiduras blancas, ¿quiénes son y de dónde han venido?». Y le respondí: «Señor mío, usted lo sabe». Y él me dijo: «Estos son los que vienen de la gran tribulación, y han lavado sus vestiduras y las han emblanquecido en la sangre del Cordero. Por eso están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en Su templo; y Aquel que está sentado en el trono extenderá Su tabernáculo sobre ellos. Ya no tendrán hambre ni sed, ni el sol les hará daño, ni ningún calor abrasador, pues el Cordero que está en medio del trono los pastoreará y los guiará a manantiales de aguas de vida, y Dios enjugará toda lágrima de sus ojos» (Ap 7:13-17).
Este y otros pasajes muestran una consciencia real de los cristianos que ya no están en la tierra (Ap 4:8-11; 5:8-14; 12:10-11; 14:1-5; 20:4-6).
En conclusión, la Biblia presenta una esperanza real sobre lo que ahora disfrutan los que han muerto en Cristo y lo que nos espera a los que todavía vivimos las frustraciones de vivir en un mundo caído, pero que ya hemos sido redimidos por la sangre de Cristo.
Nathan Díaz es pastor de enseñanza en la Iglesia Evangélica Cuajimalpa en la ciudad de México y productor del programa de radio “Clasificación A” que se transmite en emisoras del mundo hispano. También es autor de “Escatología Práctica” y “Si Dios es bueno, ¿Por qué existe el mal?“. Estudió Biblia y teología en el Instituto Bíblico Moody de Chicago y es maestro de escatología y apologética en la escuela de estudios bíblicos y teológicos Semper Reformanda. Él y su esposa Cristin tienen tres hijos, Ian, Cael y Evan.