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Lectura de Hoy
06-11-2023
Devocional
Devocional: Salmos 135–136
Algunos salmos nos ofrecen una vislumbre de la antigua adoración israelita y el Salmo 136 es uno de ellos. Probablemente, se cantara de forma antifonal: una parte restringida del coro, o una parte de la congregación del templo, cantaría la línea principal de cada ciclo, y toda la congregación estallaría y respondería con “su gran amor perdura para siempre”. La comparación de 136:18-22 con 135:10b-12 sugiere que otros salmos también se cantaban así. En la tradición judía, a este salmo se le conoce como el Gran Hallel, “el Gran Salmo de Alabanza”. El estribillo mismo celebra el “amor de Dios: el término hebreo es hesed, notoriamente difícil de traducir de forma coherente. Algunas versiones optan por “misericordia”. Va atado a la fidelidad de Dios al pacto y, en diversos contextos, puede interpretarse adecuadamente como “gracia”, “amor” e incluso “fidelidad del pacto”, con matices de una obligación recíproca.
Lo que hace que este salmo provoque tanto la reflexión no es lo compacto del estribillo, sino su conexión con un inmenso fundamento de evidencia: pruebas de que el amor de Dios dura para siempre. El salmo habla del carácter de Dios (136:1), la amplitud de su soberanía (136:2-.3), su poder creador (1346:4-9), las exhibiciones extraordinarias de su poder cuando redimió de Egipto a su pueblo (136:10-22), y su misericordia se expone de la misma manera a sus escogidos y a toda criatura debajo del cielo que necesite alimento (136:23-25). Contrasta esta particularidad con más de unos cuantos coros de alabanza contemporáneos que nos exhortan sin fin a alabar al Señor, sin decirnos por qué deberíamos hacerlo, o tal vez dándonos una o dos razones. En los coros, el énfasis tiende a estar en la adoración; aquí, se encuentra en Aquel a quien se adora, de tal manera que la adoración tiene el sabor de no ser más que la respuesta inevitable a un Dios tan grande. Uno se centra en lo que hacemos; el otro, en quién es Dios y en lo que ha hecho.
Algunas reflexiones finales: (1) La expresión “Dar gracias”, que inicia los tres primeros versículos y el último, sugiere más que un informal “Muchas gracias”. Tiene que ver con “confesar” (en el sentido antiguo), “reconocer” (centrándose conscientemente en Dios), con agradecida adoración. (2) Este Dios no admite rivales. Es el Dios de dioses, el Señor de señores (136:2, 3). (3) Informados como están por el pluralismo, a nuestros oídos les resulta extraño añadir el estribillo “su gran amor perdura para siempre” a líneas como “al que hirió de muerte a grandes reyes” y “hundió en el Mar Rojo al faraón y a su ejército”. Pero estos actos eran expresiones del amor elector de Dios por su pueblo escogido. La noción de que él ama a todas las personas exactamente de la misma manera y en todos los aspectos halla poco respaldo en las Escrituras.
Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Publicaciones Andamio, 2016. Usado con permiso.
Devocional: Hebreos 1
Los contrastes en los versículos iniciales de Hebreos 1 van todos en una misma dirección.
“En otras épocas” contrasta con “en estos días finales”. Dios habló “a nuestros antepasados” y esto se contrapone al hecho de que, en estos últimos días, “nos ha hablado” a nosotros. En el pasado, Dios le habló a los antepasados “por medio de los profetas”, “muchas veces y de varias maneras” pero en estos días, Dios nos ha hablado “por medio de su Hijo” (1:1-2).
De hecho, la forma de esa expresión, “por medio de su Hijo”, en el original sugiere con bastante fuerza que el autor de Hebreos no ve al Hijo como a un profeta más, ni siquiera como el profeta supremo. La idea no es que, en el pasado, la palabra de Dios llegaba a través de los profetas pero en los últimos días lo ha sido por el Hijo, quien por ello se convierte en el último de los profetas. Está en juego algo más fundamental. La expresión en griego, significa “en Hijo”. La ausencia del artículo “el” es significativa. Más aún, “en Hijo” no sólo contrasta con “por medio de los profetas”, sino con “muchas veces y de varias maneras”.
Por tanto, en estos últimos días, Dios se ha revelado a sí mismo en el Hijo. En el pasado, cuando Dios usaba a los profetas, a veces les suministraba palabras de manera directa (en oráculos o visiones), o los dirigía providencialmente por experiencias que ellos registraban, o bien “hablaba” mediante eventos extraordinarios tales como la zarza ardiente; fueron “muchas veces” y “varias maneras” (1:1). Pero ahora, Dios ha hablado “en Hijo”; podríamos parafrasearlo como “en la revelación del Hijo”. No es sencillamente que Jesús media en la revelación: él es la revelación. No es que Jesús sencillamente trae la palabra; él mismo es, por así decirlo, la Palabra de Dios, la Suma Palabra. La idea es muy parecida a lo que leemos en el prólogo del Evangelio de Juan. El Hijo es capaz de esto porque él es “el resplandor de la gloria de Dios, la fiel imagen de lo que él es” (1:3).
En sentido estricto, los cristianos no deben pensar en los libros del Nuevo Testamentos como si fueran iguales que los del Antiguo Testamento, como si nos proporcionaran la siguiente fase del plan redentor de Dios. Los mormones afirman que esto es todo lo que son, y luego dicen que Joseph Smith trajo una revelación aún más reciente, pues era otro profeta acreditado más. Pero el autor de Hebreos entiende que la cúspide de toda la revelación del Antiguo Testamento, mediada a través de profetas y guardada en libros, no es, en verdad, más libros, sino Jesucristo mismo. Los libros del Nuevo Testamento se agrupan alrededor de Jesús y dan testimonio de él, quien es la cima de toda revelación. Los libros más tardíos que no pueden dar testimonio de esta revelación máxima, quedan automáticamente descalificados.
Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Publicaciones Andamio, 2013. Usado con permiso.
2 Reyes 19
Ezequías y el profeta Isaías
19 Cuando el rey Ezequías oyó esto rasgó sus vestidos, se cubrió de cilicio y entró en la casa del SEÑOR. 2 Envió entonces a Eliaquim, mayordomo de la casa real, con el escriba Sebna y los ancianos de los sacerdotes, cubiertos de cilicio, para hablar con el profeta Isaías, hijo de Amoz. 3 Y ellos le dijeron: «Así dice Ezequías: “Este día es día de angustia, de reprensión y de desprecio, pues hijos están para nacer, pero no hay fuerzas para dar a luz. 4 Tal vez el SEÑOR tu Dios oirá todas las palabras del Rabsaces, a quien su señor, el rey de Asiria, ha enviado para injuriar al Dios vivo, y lo reprenderá por las palabras que el SEÑOR tu Dios ha oído. Eleva, pues, una oración por el remanente que aún queda”».
5 Cuando llegaron los siervos del rey Ezequías ante Isaías, 6 este les dijo: «Así dirán a su señor: “Así dice el SEÑOR: ‘No temas por las palabras que has oído, con las que los criados del rey de Asiria me han blasfemado. 7 Yo pondré en él un espíritu, oirá un rumor y se volverá a su tierra; y en su tierra lo haré caer a espada’”».
8 Entonces el Rabsaces volvió y halló al rey de Asiria peleando contra Libna, pues había oído que el rey había partido de Laquis. 9 Y les oyó decir acerca de Tirhaca, rey de Cus: «Ha salido a pelear contra ti». Entonces envió de nuevo mensajeros a Ezequías, diciendo: 10 «Así dirán a Ezequías, rey de Judá: “No te engañe tu Dios en quien tú confías, diciendo: ‘Jerusalén no será entregada en mano del rey de Asiria’. 11 Tú has oído lo que los reyes de Asiria han hecho a todas las naciones, destruyéndolas por completo, ¿y serás tú librado? 12 ¿Acaso los libraron los dioses de las naciones que mis padres destruyeron, es decir, Gozán, Harán, Resef y a los hijos de Edén que estaban en Telasar? 13 ¿Dónde está el rey de Hamat, el rey de Arfad, el rey de la ciudad de Sefarvaim, de Hena y de Iva?”».
14 Entonces Ezequías tomó la carta de mano de los mensajeros y la leyó, y subió a la casa del SEÑOR y la extendió delante del SEÑOR. 15 Y oró Ezequías delante del SEÑOR, y dijo: «Oh SEÑOR, Dios de Israel, que estás sobre los querubines, solo Tú eres Dios de todos los reinos de la tierra. Tú hiciste los cielos y la tierra. 16 Inclina, oh SEÑOR, Tu oído y escucha; abre, oh SEÑOR, Tus ojos y mira; escucha las palabras que Senaquerib ha enviado para injuriar al Dios vivo. 17 En verdad, oh SEÑOR, los reyes de Asiria han asolado las naciones y sus tierras, 18 y han echado sus dioses al fuego, porque no eran dioses, sino obra de manos de hombre, de madera y piedra; por eso los han destruido. 19 Y ahora, oh SEÑOR, Dios nuestro, líbranos, te ruego, de su mano para que todos los reinos de la tierra sepan que solo Tú, oh SEÑOR, eres Dios».
20 Entonces Isaías, hijo de Amoz, envió a decir a Ezequías: «Así dice el SEÑOR, Dios de Israel: “Lo que me has rogado acerca de Senaquerib, rey de Asiria, he escuchado”. 21 Esta es la palabra que el SEÑOR ha hablado contra él:
“Te ha despreciado y se ha burlado de ti La virgen hija de Sión; Ha movido la cabeza a tus espaldas La hija de Jerusalén. 22 ¿A quién has injuriado y blasfemado? ¿Y contra quién has alzado la voz Y levantado con orgullo tus ojos? ¡Contra el Santo de Israel! 23 Por mano de tus mensajeros has injuriado al Señor, Y has dicho: ‘Con mis numerosos carros Subí a las cumbres de los montes, A las partes más remotas del Líbano; Corté sus altos cedros y sus mejores cipreses, Y entré en su morada más lejana, en su más frondoso bosque. 24 -’Yo cavé pozos y bebí aguas extranjeras, Y sequé con la planta de mi pie Todos los ríos de Egipto’.
25 ”¿No has oído? Hace mucho tiempo que lo hice, Desde la antigüedad lo había planeado. Ahora lo he realizado, Para que conviertas las ciudades fortificadas En montones de ruinas. 26 Sus habitantes, faltos de fuerzas, Fueron desalentados y humillados; Vinieron a ser como la vegetación del campo Y como la hierba verde, Como la hierba en los techos que se quema Antes de que haya crecido. 27 Pero conozco tu sentarte, Tu salir y tu entrar, Y tu furor contra Mí. 28 Porque estás lleno de ira contra Mí, Y porque tu arrogancia ha subido hasta Mis oídos, Pondré, pues, Mi argolla en tu nariz Y Mi freno en tus labios, Y te haré volver por el camino por donde viniste.
29 ”Esto te será por señal: Este año ustedes comerán lo que crezca espontáneamente; el segundo año lo que nazca de por sí, y en el tercer año siembren, sieguen, planten viñas y coman su fruto. 30 Y el remanente de la casa de Judá que se salve, de nuevo echará raíces por debajo y dará fruto por arriba. 31 Porque de Jerusalén saldrá un remanente, y del monte Sión sobrevivientes. El celo del SEÑOR de los ejércitos hará esto.
32 ”Por tanto, así dice el SEÑOR acerca del rey de Asiria: ‘Él no entrará en esta ciudad, ni lanzará allí flecha alguna; tampoco vendrá delante de ella con escudo, ni levantará terraplén contra ella. 33 Por el camino que vino, por él se volverá, y no entrará en esta ciudad’”, declara el SEÑOR. 34 “Porque defenderé esta ciudad para salvarla por amor a Mí mismo y por amor a Mi siervo David”».
Muerte de Senaquerib
35 Aconteció que aquella misma noche salió el ángel del SEÑOR e hirió a 185,000 en el campamento de los asirios. Cuando los demás se levantaron por la mañana, vieron que todos eran cadáveres. 36 Senaquerib, rey de Asiria, salió y regresó a su tierra, y habitó en Nínive. 37 Y mientras él adoraba en la casa de su dios Nisroc, Adramelec y Sarezer lo mataron a espada y huyeron a la tierra de Ararat. Y su hijo Esar Hadón reinó en su lugar.
Hebreos 1
Dios habla por el hijo su palabra final al hombre
1maneras a los padres por los profetas, 2 en estos últimos días nos ha hablado por Su Hijo, a quien constituyó heredero de todas las cosas, por medio de quien hizo también el universo. 3 Él es el resplandor de Su gloria y la expresión exacta de Su naturaleza, y sostiene todas las cosas por la palabra de Su poder. Después de llevar a cabo la purificación de los pecados, el Hijo se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas, 4 siendo mucho mejor que los ángeles, por cuanto ha heredado un nombre más excelente que ellos.
El Hijo, superior a los ángeles
5 Porque ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás:
«HIJO MÍO ERES TÚ, YO TE HE ENGENDRADO HOY»;
y otra vez:
«YO SERÉ PADRE PARA ÉL, Y/ ÉL SERÁ HIJO PARA MÍ?».
6 De nuevo, cuando trae al Primogénito al mundo, dice:
«Y LO ADOREN TODOS LOS ÁNGELES DE DIOS».
7 De los ángeles dice:
«EL QUE HACE A SUS ÁNGELES, ESPÍRITUS, Y A SUS MINISTROS, LLAMA DE FUEGO».
8 Pero del Hijo dice:
«TU TRONO, OH DIOS, ES POR LOS SIGLOS DE LOS SIGLOS, Y CETRO DE EQUIDAD ES EL CETRO DE TU REINO. 9 HAS AMADO LA JUSTICIA Y ABORRECIDO LA INIQUIDAD; POR LO CUAL DIOS, TU DIOS, TE HA UNGIDO CON ÓLEO DE ALEGRÍA MÁS QUE A TUS COMPAÑEROS».
10 También:
«TÚ, SEÑOR, EN EL PRINCIPIO PUSISTE LOS CIMIENTOS DE LA TIERRA, Y LOS CIELOS SON OBRA DE TUS MANOS; 11 ELLOS PERECERÁN, PERO TÚ PERMANECES; Y TODOS ELLOS COMO UNA VESTIDURA SE ENVEJECERÁN, 12 Y COMO UN MANTO LOS ENROLLARÁS; COMO UNA VESTIDURA SERÁN MUDADOS. PERO TÚ ERES EL MISMO, Y TUS AÑOS NO TENDRÁN FIN».
13 Pero, ¿a cuál de los ángeles jamás ha dicho Dios:
«SIÉNTATE A MI DIESTRA HASTA QUE PONGA A TUS ENEMIGOS POR ESTRADO DE TUS PIES?».
14 ¿No son todos ellos espíritus ministradores, enviados para servir por causa de los que heredarán la salvación?
Oseas 12
Efraín reprendido
12 Efraín se alimenta de viento, Y persigue sin cesar al viento del este. Multiplica la mentira y la violencia; Hacen además pacto con Asiria, Y el aceite es llevado a Egipto. 2 El SEÑOR también tiene pleito con Judá, Y castigará a Jacob conforme a sus caminos; Conforme a sus obras le pagará. 3 En el vientre tomó a su hermano por el talón, Y en su madurez luchó con Dios. 4 Sí, luchó con el ángel y prevaleció, Lloró y le pidió Su ayuda; En Betel lo encontró, Y allí Él habló con nosotros, 5 Sí, el SEÑOR, Dios de los ejércitos, El SEÑOR es Su nombre. 6 Y tú, vuelve a tu Dios, Practica la misericordia y la justicia, Y espera siempre en tu Dios. 7 A un mercader, en cuyas manos hay balanzas falsas, Le gusta oprimir. 8 Efraín ha dicho: «Ciertamente me he enriquecido, He adquirido riquezas para mí; En todos mis trabajos no hallarán en mí Iniquidad alguna que sea pecado». 9 Pero Yo he sido el SEÑOR tu Dios desde la tierra de Egipto; De nuevo te haré habitar en tiendas, Como en los días de la fiesta señalada. 10 También he hablado a los profetas Y multipliqué las visiones; Y por medio de los profetas hablé en parábolas. 11 ¿Hay iniquidad en Galaad? Ciertamente son indignos. En Gilgal sacrifican toros, Sí, sus altares son como montones de piedra En los surcos del campo.
12 Pero Jacob huyó a la tierra de Aram, E Israel sirvió por una mujer, Y por una mujer cuidó rebaños. 13 Por un profeta el SEÑOR hizo subir a Israel de Egipto, Y por un profeta fue guardado. 14 Efraín le ha irritado amargamente; Por eso su Señor dejará sobre él su culpa de sangre, Y le devolverá su oprobio.
Salmos 135–136