Satanás es un ser personal y espiritual que se ha rebelado contra Dios y lidera el reino espiritual compuesto por poderes demoníacos. Estos se oponen al propósito de Dios a través de varias “estrategias” diseñadas para mantener a los hombres y mujeres fuera del reino de Dios; y dejar a los cristianos inmaduros e ineficientes para alcanzar al mundo con el evangelio de Cristo.
SUMARIO
Este artículo resume las enseñanzas principales acerca de Satanás y los demonios en el Antiguo y Nuevo Testamento. Mientras que la información en el Antiguo Testamento (AT) es limitada, la atención se centra en el compromiso de Satanás de acusar y tentar al pueblo de Dios, lo cual establece un fundamento básico para las enseñanzas del Nuevo Testamento sobre Satanás y sus estrategias. El artículo entonces se centra en la rebelión de Satanás y las fuerzas demoníacas, así como la derrota de Satanás. Cierra con una exposición de sus estrategias para oponerse a un evangelismo fructífero y un crecimiento espiritual de los cristianos.
Satanás en el Antiguo Testamento
En el AT, Satanás se usa en el sentido de “adversario” cuando se refiere a los humanos (1 R 11:14, 23, 25). Sin embargo, los acontecimientos que son importantes para comprender las enseñanzas bíblicas presentan a Satanás como una figura trascendente y sobrenatural. Los más notables entre estas son Job 1-2, donde Yahvé presenta a Job como “un hombre intachable y recto, temeroso de Dios y apartado del mal” (Job 1:8). Satanás, entonces, responde citando la protección y las bendiciones que Job había disfrutado, dando por hecho que Job temía a Dios únicamente por las bendiciones que recibía haciendo eso (v.10). Entonces Satanás propone un desafío: “pero extiende ahora tu mano y toca todo lo que tiene, y verás si no te maldice en tu misma cara” (v.11). Al final Dios concede a Satanás un poder limitado para probar el carácter de Job, en primer lugar, destruyendo sus posesiones y su familia (1:12-22); y en segundo lugar, atacándole físicamente (2:4-13). Claramente su propósito era incitar a Job a que maldijera a Dios (1:11; 2:5) para acusarle de actuar mal (1:22) y de “pecar con sus labios” (2:10).
Igualmente, Satanás es retratado como acusador de hombres de Dios como Zacarías. En el capítulo tres, el profeta recibe una visión de “…el sumo sacerdote Josué, que estaba delante del ángel del Señor; y Satanás estaba a su derecha para acusarlo” (Zac 3:1). Sin embargo, en la visión Yahvé reprende a Satanás, señalando que Él “ha escogido Jerusalén” y regresándolos del exilio de Babilonia” (3:2). El cambio de los vestidos de Josué (3:4-5) simboliza dos cosas: el perdón de los pecados por parte de Dios y su restauración en su posición de sumo sacerdote. A pesar de las acusaciones de Satanás, este escrito profético deja claro que la soberanía de Yahvé y el propósito misericordioso prevalecerán.
Además de acusar a miembros del pueblo de Dios, otros dos pasajes del AT revelan una segunda estrategia que es utilizada por Satanás. En 1 Crónicas 21:1, “Satanás se levantó contra Israel y provocó a David a hacer un censo de Israel”. Su estrategia era lastimar a Israel al tentar a David, su rey, al hacer el censo para determinar el número de hombres para la batalla, algo por lo que había sido reprendido por Joab al demostrar tanto orgullo por el tamaño de su imperio como una falta de fe en Yahvé. De acuerdo con este pasaje, fue Satanás quien incitó a David a hacer el censo, mientras que 2 Samuel 24:1 deja claro que, al igual que en Job, el tentador opera bajo la voluntad soberana de Yahvé: “De nuevo la ira del Señor se encendió contra Israel, y provocó a David contra ellos y dijo: ‘Ve, haz un censo de Israel y de Judá’”. En este caso, mientras que el propósito de Satanás era malvado, innombrable, incitando al líder del pueblo de Dios a pecar; en la soberanía de Dios aún Satanás es usado para cumplir el gran propósito de Yahvé tanto para David como para su pueblo.
Las enseñanzas del AT acerca de Satanás son algo limitadas. Sin embargo, enfatizando tanto el propósito malvado de Satanás como la soberanía de Dios, el AT establece el fundamento para la enseñanza del Nuevo Testamento (NT) en cuanto a Satanás y los poderes demoníacos.
Satanás y los demonios en el Nuevo Testamento
Las enseñanzas del NT en relación a Satanás y los demonios están más desarrolladas que en el AT. Satanás (también referido como Beelzebú), es presentado como el gobernante del reino de la oscuridad, con poderes demoníacos en sumisión a él (ver Mt 9:34, 12:24, Mc 3:22, y Lc 11:15, donde se menciona como “el príncipe de los demonios”; cp. También Jn 12:31; 14:30, 16:11, donde se presenta como el “príncipe de este mundo”). Estos poderes demoníacos son nombrados de distintas maneras en el NT como “demonios”, “espíritus”, “espíritus malvados”, “espíritus inmundos” y “espíritus engañosos”. El NT también usa el término “principados y potestades” que hace más clara referencia a seres personales y espirituales que buscan cumplir los propósitos de Satanás en el mundo.
La rebelión de Satanás y sus seguidores
Está claro desde la enseñanza global de la Escritura que no hay un dualismo eterno entre Dios, por un lado, y Satanás y sus seguidores demoníacos por el otro. Más bien, Satanás y sus subordinados demoníacos fueron creados por Dios, pero eligieron rebelarse antes de la creación del mundo, y ahora se mantienen en oposición a Dios y sus propósitos. Las enseñanzas de Pablo en Colosenses capítulo 1 son de apoyo para comprender el origen de Satanás y los poderes demoníacos. En Colosenses 1:16 el apóstol indica que “…en Él fueron creadas todas las cosas”, luego especifica que fue creado en Cristo: “tanto en los cielos como en la tierra, visibles e invisibles; ya sean tronos o dominios o poderes o autoridades”. Después de esto sugiere que Dios creó “todas las cosas” –que en el contexto inmediato incluye los seres espirituales– en un estado de bondad. De acuerdo con Pablo, ellos fueron creados “por medio de Él y para Él”.
Habiendo establecido en Colosenses capítulo 1 la bondad de la creación original de Dios, incluyendo todos los poderes espirituales, es notable que los siguientes versículos, especialmente Colosenses 1:19-20, sugieren que después que Dios creara “todas las cosas” vino algo muy malo: “Porque agradó al Padre que en Él [Cristo] habitara toda la plenitud, y por medio de Él reconciliar todas las cosas consigo, habiendo hecho la paz por medio de la sangre de Su cruz, por medio de Él, repito, ya sean las que están en la tierra o las que están en los cielos”. El hecho de que la “reconciliación” es requerida, tanto para los hombres como para las “cosas en los cielos”, sugiere la presencia de desarmonía y rebelión. Mientras que las huestes de los cielos fueron creadas sin pecado, se dio un cambio donde esos poderes eran ahora demoníacos en su naturaleza, cumpliendo las órdenes de “el príncipe de los demonios”.
Es importante indicar que algunos estudiosos creen que la caída de Satanás y sus seguidores se describe en la representación del rey de Tiro en Ezequiel 28:11-19 y en la descripción del rey de Babilonia en Isaías 14:12-14. Argumentan que las descripciones son más que metafóricas, y mientras la referencia principal en cada caso es sobre un rey terrenal en cuestión, el lenguaje de estas dos descripciones va más allá de lo que sería apropiado si se refiriera únicamente a los reyes terrestres.
La derrota y el juicio final de Satanás
El NT enseña que Satanás y sus seguidores han sido y serán derrotados a través de cuatro eventos específicos o ministerios. En primer lugar, fueron derrotados en la tentación de Jesús (Mt 4:1-11, Mc 1:12-13, Lc 4:1-13). Cuando Jesús venció las tentaciones al citar la Palabra de Dios, mantuvo su condición de no pecador y continuó caminando en obediencia a su Padre celestial.
Por su obediencia al enfrentar la tentación, fue calificado para poder ofrecerse a sí mismo en la cruz como un sacrificio por los pecados de la humanidad.
En el segundo evento, Jesús derrotó a Satanás y a sus seguidores cuando proclamó el evangelio del reino y permitió a hombres y mujeres seguirle y vivir sus vidas sometidas al reino de Dios al obedecer sus enseñanzas. Además, en los evangelios sinópticos, Jesús dijo:
“Pero si yo expulso los demonios por el Espíritu de Dios, entonces el reino de Dios ha llegado a ustedes”. (Mt 12:28;Lc 11:20). La victoria escatológica sobre Satanás que se esperaba tanto en el pensamiento judío estaba tomando lugar en el ministerio de Jesús, aunque de forma limitada al liberar a las personas del poder de las fuerzas demoníacas. Cada exorcismo que Jesús realizaba era en realidad un golpe al reino de la oscuridad.
En el tercer evento, Satanás y sus seguidores fueron derrotados definitivamente en la cruz y en la tumba vacía. De acuerdo con Colosenses 2:13-14, Dios “…perdonado todos los delitos, habiendo cancelado el documento de deuda que consistía en decretos contra nosotros y que nos era adverso, y lo ha quitado de en medio, clavándole en la cruz”. Esta acción salvadora tuvo consecuencias para Satanás y sus seguidores: “Y habiendo despojado a los poderes y autoridades, hizo de ellos un espectáculo público, triunfando sobre ellos por medio de Él” (v.15). La resurrección de Jesús jugó también un rol importante en la derrota de Satanás, tal y como dice 1 Pedro 3:21-22, que se refiere al bautismo resultante de la salvación por fe en Cristo:
“…los salva a ustedes (…) mediante la resurrección de Jesucristo, quien está a la diestra de Dios, habiendo subido al cielo después de que le habían sido sometidos ángeles, autoridades y potestades”.
En cuarto lugar, el pueblo de Dios posee una esperanza viva y expectante: que el Reino de Dios vendrá completamente en un tiempo futuro, y el reino oscuro de Satanás será derrotado completamente. Tal y como Pablo escribió a la iglesia en Roma, “Y el Dios de paz aplastará pronto a Satanás debajo de los pies de ustedes” (Ro 16:20). Por esta razón, los cristianos esperan con paciencia y seguridad el cumplimiento de la visión de Juan descrita en Apocalipsis 20:10, “Y el diablo (…) fue arrojado al lago de fuego y azufre, donde también están la bestia y el falso profeta. Y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos”.
Las “estrategias” de Satanás y sus fuerzas demoníacas
El hecho de que Satanás y sus seguidores hayan sido derrotados definitivamente no impide que durante estos tiempos ellos continúen oponiéndose a la voluntad de Dios y sus propósitos en el mundo. Su principal preocupación es evitar que los hombres y las mujeres respondan a la proclamación del evangelio poniendo su fe en Cristo. Se opone al evangelismo fructífero porque incluso ahora “opera en los hijos de desobediencia” (Ef 2:2), llamados no cristianos.
Satanás es muy consciente del hecho que si las personas ponen su fe en Cristo, inmediatamente serán salvos “…del dominio de las tinieblas” y trasladados “…al reino de Su Hijo amado” (Col 1:13; cp. Hch 26:18). En síntesis, cuando alguien cree verdaderamente el mensaje del evangelio, Satanás pierde un súbdito y esa persona entonces se vuelve un devoto de su enemigo, llamado Cristo. Satanás y sus seguidores demoníacos harán todo lo que esté a su alcance para evitarlo. De hecho, en 2 Corintios 4:4 el apóstol Pablo escribe: “en los cuales el dios de este mundo ha cegado el entendimiento de los incrédulos, para que no vean el resplandor del evangelio de la gloria de Cristo, que es la imagen de Dios”. Esto es a lo que Jesús se refiere en la parábola del sembrador cuando dice: “Estos que están junto al camino donde se siembra la palabra, son aquellos que en cuanto la oyen, al instante viene Satanás y se lleva la palabra que se ha sembrado en ellos” (Mc 4:15; cp. Mt 13:19, Lc 8:12).
Dado el hecho que Satanás y las fuerzas espirituales que están bajo su autoridad priorizan la oposición a los esfuerzos por el evangelismo fructífero por parte de la Iglesia, no hay ninguna duda que los cristianos debemos cuidar la proclamación del evangelio como un punto crítico del conflicto espiritual. Sin embargo, la oposición de Satanás no termina aquí. Él también está comprometido a oponerse al crecimiento espiritual y ministerial de las personas que ponen su fe en Cristo. En 2 Corintios 2:11, Pablo enfatiza que Satanás desea “aventajarnos” por eso no debemos “desconocer sus estrategias”. Más bien, debemos estar preparados para poder defendernos de ellas (Ef 6:11, 13). El uso del plural “estrategias” implica definitivamente que Satanás utiliza una variedad de planes para “aventajarnos” o ganar posición sobre los creyentes. Muchas de estas estrategias se mencionan en las Escrituras, pero es poco probable que estas referencias sean exhaustivas cuando se trata de estrategias del diablo.
Entre las estrategias mencionadas en las Escrituras, una de las más importantes es el engaño.
De hecho, Apocalipsis 12:9 se refiere a Satanás como “el engañador” o “el que lleva por mal camino” (ho planōn). Tal y como Jesús dice en Juan 8:44, Satanás no se aferra a la verdad, “…porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, habla de su propia naturaleza, porque es mentiroso y el padre de la mentira”. Juan aún escribe en Apocalipsis 12:9, “Y fue arrojado el gran dragón, la serpiente antigua que se llama Diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero”. La mentira que usa puede implicar error doctrinal (doctrinas de demonios”, ver 1 Ti 4:1), o puede ser de naturaleza más personal, como cuando socava la identidad de un creyente en Cristo o sugiere que participar en patrones específicos de pecado no atrapará al creyente ni tendrá otras consecuencias negativas para su vida y ministerio.
A menudo emparejado con el engaño es la segunda estrategia, llamada tentación, que no es sorpresiva desde que Satanás es llamado como “el tentador” (ho peirazōn) en Mateo 4:3 y 1 Tesalonicenses 3:5. Adicionalmente a los datos en el AT mencionados aquí, las muchas referencias a la tentación en el NT también son instructivas. Satanás comienza usando la estrategia con el mismo Jesús (Mt 4:1-11; Mc 1:12-13;Lc 4:1-13), sin embargo, lo hace sin éxito cuando Jesús contrarresta las tentaciones punto a punto con la Palabra de Dios. Cuando lo aplicamos a los cristianos, sin embargo, la enseñanza de Pablo en 1 Corintios 10:13 es indispensable: “No les ha sobrevenido ninguna tentación que no sea común a los hombres. Fiel es Dios, que no permitirá que ustedes sean tentados más allá de lo que pueden soportar, sino que con la tentación proveerá también la vía de escape, a fin de que puedan resistirla”. Por supuesto, la naturaleza de la “salida” puede ir de acuerdo a la situación que uno está enfrentando, por lo que los creyentes deben orar en todo momento y estar vigilantes mientras buscan evitar el mal y caminar en el camino de la obediencia. Adicionalmente, es crítico considerar que cada cristiano puede ir a Jesús para ayudar en medio de la tentación. Tal y como el autor de Hebreos escribe, Él puede simpatizar con nuestras debilidades porque Él mismo ha experimentado la tentación, “pero sin pecado” (Heb 4:15).
Este ensayo hace parte de la serie Teología Concisa. Todas las opiniones expresadas en este ensayo pertenecen al autor. Este ensayo está disponible gratuitamente bajo la licencia Creative Commons con Attribution-ShareAlike (CC BY-SA 3.0 US), lo que permite a los usuarios compartirlo en otros medios, formatos y adaptar o traducir el contenido siempre que haya un enlace de atribución, indicación de cambios, y la misma licencia. Si estás interesado en traducir nuestro contenido o estás interesado en unirte a nuestra comunidad de traductores, comunícate con nosotros.
Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Íñigo García de Cortázar
LECTURAS ADICIONALES
Clinton Arnold, 3 Crucial Questions about Spiritual Warfare (3 preguntas cruciales sobre la guerra espiritual). Un excelente estudio de un erudito del Nuevo Testamento. Se enfoca principalmente en la obra de Satanás y sus seguidores demoníacos para oponerse a la obra de Dios en y a través de su Iglesia. Graham A. Cole, Against the Darkness: The Doctrine of Angels, Satan and Demons (Contra la oscuridad: La doctrina de los ángeles, Satanás y los demonios. Un estudio sólido de las enseñanzas bíblicas con respecto a los ángeles, Satanás y los demonios, así como algunos temas prácticos. Michael Green, I Believe in Satan’s Downfall (Creo en la caída de Satanás). Buen estudio desde una perspectiva ligeramente carismática sobre Satanás, su oposición a la Iglesia y la derrota de Satanás. Más fuerte que otros libros sobre la aplicación práctica de la enseñanza de la Biblia sobre Satanás y los demonios. Tremper Longman y Daniel Reid, God is a Warrior (Dios es un guerrero). Establece un buen fundamento bíblico y teológico, especialmente para las enseñanzas del Antiguo Testamento sobre Satanás y los demonios y su relación con la guerra espiritual. Peter T. O’Brien, “Principalities and Powers: Opponents of the Church,” in Biblical Interpretation and the Church: The Problem of Contextualization (“Principados y poderes: oponentes de la Iglesia”, en La interpretación bíblica y la iglesia: el problema de la contextualización), ed. D.A. Carson, págs. 110-150. Este ensayo proporciona al lector una sólida base bíblica para interpretar “Principados y potestades” en el Nuevo Testamento como seres espirituales y personales en lugar de solo estructuras sociales. Sydney H. T. Page, Powers of Evil: A Biblical Study of Satan and Demons (Poderes del mal: un estudio bíblico de Satanás y los demonios). Agotado: puede comprar copias usadas en Amazon.com. En general, un excelente estudio de Satanás y los demonios en la Biblia. También hay una serie de artículos útiles en el sitio web de la Coalición por el Evangelio a los que se puede acceder yendo a su sitio web, https://www.thegospelcoalition.org/, y buscando “Satanás”, “Demonios” o “Guerra espiritual”.