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Lectura de Hoy

17-11-2023

Devocional

Devocional: Amós 6

Para entender de una forma correcta el poder de Amós 6, resulta útil reflexionar un poco sobre dos cuestiones: la complacencia y la élite de poder.

(1) Empezaré recordándote una historia que conté en la meditación del 15 de enero. Uno de mis profesores de historia en la escuela secundaria relató cómo, hacia el final de la Segunda Guerra Mundial, le habían dado permiso para regresar a casa porque estaba herido. Había visto a muchos de sus amigos morir; otros seguían en activo. Él iba en un autobús por una ciudad canadiense y escuchó hablar a una mujer evidentemente rica y ostentosa en el asiento delante del suyo con su compañera. Su marido estaba haciendo muchísimo dinero con la producción de armamento. Le confió a su compañera de asiento: “Espero que esta guerra no acabe pronto. Nunca nos ha ido tan bien”.

Este es el rostro desagradable de la complacencia. La imagen de aquellos “que viven tranquilos en el monte de Sion” (6:1) no es menos repugnante. Ahí están, tocando sus guitarras, imaginando ser músicos de talento como David (6:5), sorbiendo su Chardonnay, con el ambiente cargado de sus perfumes y lociones de afeitado 86:6), pero no sufren por todo lo que es incorrecto y corrupto.

(2) Prácticamente cada sociedad desarrolla una élite. Una monarquía o una dictadura que lo demuestra de formas evidentes: El comunismo, donde teóricamente no existen las clases, desarrolla su propia élite, sus propios gobernantes; el privilegio del nacimiento da lugar al de la membresía del partido y el poder político. En una democracia, puede haber una relativa igualdad de oportunidad, pero no es lo mismo que la inexistencia de clases. En lugar de esto, en el mejor de los casos, la igualdad de oportunidades asegura cierta movilidad dentro de una sociedad más o menos estratificada: los de fuera se pueden considerar de adentro, y el pueblo llano puede penetrar en la élite. La aristocracia y la dictadura se ven, entonces, remplazadas por la meritocracia; el reinado del rico y del noble se ve sustituido por el de los que tienen éxito, los inteligentes y los viciosos. Claro está, esto es casi inevitable, como han explicado muchos sociólogos: por razones prácticas, el gobierno directo por parte del pueblo es imposible. Ha de haber representantes designados, alguien que tome las decisiones y tome iniciativas, y así nace un nuevo bloque de poder. Tal vez el mayor beneficio de la democracia consiste en que proporciona una forma pacífica de acabar con unos políticos poco íntegros cada pocos años y escoger a otros.

Pero, desde la perspectiva de Dios, el liderazgo va de la mano con la responsabilidad. Amós 6 va dirigido contra la capital de Judá y la de Israel (Sion y Samaria) y contra los “notables” (6:2). La desagradable complacencia de este capítulo es la de los gobernantes y líderes que presiden sobre la decadencia, la transigencia, la injusticia, la perversidad teológica y las comodidades de su propia criatura. ¿Y dónde unen hoy sus manos el liderazgo y la complacencia, en la iglesia y en la más amplia cultura? ¿A cuántos niveles? ¿Y qué piensa Dios de esto?

Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Publicaciones Andamio, 2016. Usado con permiso.

Devocional: Hebreos 12

Los esfuerzos del autor de la epístola a los hebreos para ayudar a sus lectores a captar la importancia y transcendencia de Jesús y del nuevo pacto, por encima del antiguo pacto dado por Dios en el Sinaí, producen un contraste nuevo e interesante en Hebreos 12:18-24.

Por un lado, los cristianos “no se han acercado a una montaña que se pueda tocar o que esté ardiendo en fuego” (12:18). Claramente, hace referencia al Monte Sinaí, cuando Dios descendió sobre él y se encontró con Moisés. El terror de esa teofanía se expresa en términos gráficos. Dios mismo declaró: “¡Será apedreado todo el que toque la montaña, aunque sea un animal!” (12:20). Hasta Moisés experimentó un temor profundo (Deuteronomio 9:19Hebreos 12:21). Los cristianos no se han acercado a esta montaña en particular.

Por otro lado, los cristianos se han acercado a otra montaña. Pero aquí el autor da un giro inesperado. Al principio, parece que está diciendo que la montaña a la que nos acercamos no es el Sinaí (que está conectado con el desierto y la llegada de la ley), sino al Monte Sión, el lugar donde se construyó el templo en Jerusalén, la sede de la dinastía davídica. Y de pronto, queda claro que el texto no se está centrando en la Sión geográfica e histórica, sino en su tipo: “la Jerusalén celestial, la ciudad del Dios viviente” (12:22).

Podría decir mucho sobre esta tipología, pero me limitaré a dos observaciones:

Primero, se extiende a otros libros de la Biblia. La tipología en sí está fundamentada sobre el regreso del exilio. La esperanza de todos los exiliados era regresar a Jerusalén. Esta ciudad se convirtió en el símbolo de la restauración en todos sus sentidos. Ya en la literatura del judaísmo del segundo templo, los judíos a veces hablan de “la nueva Jerusalén” o frases similares, lo cual es celestial o perfecto. De igual manera, en el Nuevo Testamento, Pablo puede hablar de “la Jerusalén de arriba” (Gálatas 4:26). El último libro de la Biblia visualiza la Nueva Jerusalén descendiendo del cielo (Apocalipsis 21).

Segundo, si los cristianos se han “acercado” a esta “Jerusalén celestial”, ¿qué quiere decir esto? Significa que, al convertirnos en cristianos, nos hemos unido a la asamblea de los que se han congregado ante la presencia del Dios vivo. Nuestra ciudadanía está en el cielo; nuestros nombres están inscritos allí. Nos unimos a la asamblea gozosa de millares y millares de ángeles alrededor del trono. En resumen, nos hemos “acercado a Dios, el juez de todos”; nos hemos unido “a los espíritus de los justos que han llegado a la perfección” (Hebreos 12:23). Sobre todo, nos hemos acercado “a Jesús, el mediador de un nuevo pacto” (12:24). Esta es la máxima visión de lo que significa ser la “iglesia de los primogénitos” (Hebreos 12:23).

Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Publicaciones Andamio, 2013. Usado con permiso.

1 Crónicas 9–10

Los que regresaron de Babilonia

9 Todo Israel fue inscrito por genealogías; y están escritos en el libro de los reyes de Israel. Y Judá fue llevado al destierro a Babilonia por su infidelidad.

Los primeros que habitaron en sus posesiones en sus ciudades fueron Israel, los sacerdotes, los levitas y los sirvientes del templo. Algunos de los hijos de Judá, de los hijos de Benjamín, y de los hijos de Efraín y Manasés habitaron en Jerusalén: Utai, hijo de Amiud, hijo de Omri, hijo de Imri, hijo de Bani, de los hijos de Pérez, hijo de Judá. De los silonitas: Asaías el primogénito, y sus hijos. De los hijos de Zera: Jeuel y sus parientes: 690 de ellos.

De los hijos de Benjamín: Salú, hijo de Mesulam, hijo de Hodavías, hijo de Asenúa, Ibneías, hijo de Jeroham, y Ela, hijo de Uzi, hijo de Micri, y Mesulam, hijo de Sefatías, hijo de Reuel, hijo de Ibnías; y sus parientes, conforme a sus generaciones, 956. Todos estos fueron jefes de las casas paternas conforme a las casas de sus padres.

10 De los sacerdotes: Jedaías, Joiarib, Jaquín, 11 Azarías, hijo de Hilcías, hijo de Mesulam, hijo de Sadoc, hijo de Meraiot, hijo de Ahitob, oficial principal de la casa de Dios; 12 Adaía, hijo de Jeroham, hijo de Pasur, hijo de Malquías, y Masai, hijo de Adiel, hijo de Jazera, hijo de Mesulam, hijo de Mesilemit, hijo de Imer; 13 y sus parientes, jefes de sus casas paternas, 1,760 hombres, muy capaces para la obra del servicio de la casa de Dios.

14 De los levitas: Semaías, hijo de Hasub, hijo de Azricam, hijo de Hasabías, de los hijos de Merari; 15 Bacbacar, Heres y Galal, y Matanías, hijo de Micaía, hijo de Zicri, hijo de Asaf; 16 Obadías, hijo de Semaías, hijo de Galal, hijo de Jedutún, y Berequías, hijo de Asa, hijo de Elcana, que habitó en las aldeas de los netofatitas.

17 Los porteros eran: Salum, Acub, Talmón, Ahimán y sus parientes. Salum el jefe, 18 estacionado hasta ahora a la puerta del rey, al oriente. Estos eran los porteros del campamento de los hijos de Leví. 19 Salum, hijo de Coré, hijo de Ebiasaf, hijo de Corá, y sus parientes, de la casa de su padre, los coraítas, estaban encargados de la obra del servicio, guardianes de los umbrales de la tienda; sus padres habían estado encargados del campamento del SEÑOR como guardianes de la entrada. 20 Finees, hijo de Eleazar, antes había sido jefe de ellos, y el SEÑOR estaba con él. 21 Zacarías, hijo de Meselemías, era portero a la entrada de la tienda de reunión.

22 El total de los que fueron escogidos para porteros en los umbrales era de 212. Estos fueron inscritos por genealogía en sus aldeas, a los cuales David y el vidente Samuel pusieron en sus puestos de confianza. 23 Así pues, ellos y sus hijos estuvieron encargados de las puertas de la casa del SEÑOR, es decir, la casa de la tienda. 24 Los porteros estaban en los cuatro lados: al oriente, al occidente, al norte y al sur. 25 Y sus parientes en sus aldeas tenían que entrar cada siete días para estar con ellos de tiempo en tiempo; 26 porque los cuatro jefes de los porteros que eran levitas estaban en puestos de confianza, y estaban encargados de las cámaras y los tesoros de la casa de Dios. 27 Pasaban la noche alrededor de la casa de Dios, porque la guardia estaba a su cargo; y ellos estaban encargados de abrirla cada mañana.

28 Algunos de los levitas estaban encargados de los utensilios del servicio y los contaban cuando los traían y cuando los sacaban. 29 Otros de ellos también fueron puestos a cargo del mobiliario, de todos los utensilios del santuario, de la flor de harina, del vino, del aceite, del incienso y de las especias. 30 Y algunos de los hijos de los sacerdotes preparaban la mezcla de las especias aromáticas. 31 Matatías, uno de los levitas, el primogénito de Salum Coreíta, era responsable de las cosas que se preparaban en sartenes. 32 Y algunos de sus parientes, de los hijos de Coat, estaban encargados de los panes de la proposición para ponerlos en orden cada día de descanso.

33 También había cantores, jefes de casas paternas de los levitas, que habitaban en las cámaras del templo, libres de todo otro servicio, porque estaban ocupados en su trabajo día y noche. 34 Estos eran jefes de casas paternas de los levitas conforme a sus generaciones, jefes que habitaban en Jerusalén.

35 En Gabaón habitaba Jehiel, padre de Gabaón, y el nombre de su mujer era Maaca, 36 y su hijo primogénito fue Abdón; después Zur, Cis, Baal, Ner, Nadab, 37 Gedor, Ahío, Zacarías y Miclot. 38 Miclot fue el padre de Simeam. Y habitaban también con sus parientes en Jerusalén enfrente de sus otros parientes. 39 Ner fue el padre de Cis, Cis el padre de Saúl y Saúl el padre de Jonatán, Malquisúa, Abinadab y Es Baal. 40 El hijo de Jonatán fue Merib Baal, y Merib Baal fue el padre de Micaía. 41 Los hijos de Micaía fueron Pitón, Melec, Tarea y Acaz42 Acaz fue el padre de Jara, Jara fue padre de Alemet, Azmavet y Zimri, y Zimri fue padre de Mosa; 43 y Mosa fue el padre de Bina y de Refaías su hijo, Elasa su hijo, Azel su hijo. 44 Azel tuvo seis hijos y estos eran sus nombres: Azricam, Bocru, Ismael, Searías, Obadías y Hanán. Estos fueron los hijos de Azel.

Muerte de Saúl y de sus hijos

10 Los filisteos pelearon contra Israel y los hombres de Israel huyeron delante de los filisteos y cayeron muertos en el monte Gilboa. Los filisteos persiguieron muy de cerca a Saúl y a sus hijos, y mataron a Jonatán, a Abinadab y a Malquisúa, hijos de Saúl. La batalla arreció contra Saúl, y los arqueros lo alcanzaron y fue herido por ellos. Entonces Saúl dijo a su escudero: «Saca tu espada y traspásame con ella, no sea que vengan estos incircuncisos y hagan burla de mí». Pero su escudero no quiso, porque tenía mucho miedo. Por lo cual Saúl tomó su espada y se echó sobre ella. Al ver su escudero que Saúl había muerto, él también se echó sobre su espada y murió. Así murió Saúl con sus tres hijos, y todos los de su casa murieron junto con él.

Cuando todos los hombres de Israel que vivían en el valle, vieron que los suyos habían huido y que Saúl y sus hijos habían muerto, abandonaron sus ciudades y huyeron; entonces los filisteos vinieron y habitaron en ellas. Al día siguiente, cuando los filisteos vinieron para despojar a los muertos, hallaron a Saúl y a sus hijos caídos en el monte Gilboa. Lo despojaron, tomaron su cabeza y sus armas y enviaron mensajeros por toda la tierra de los filisteos para que llevaran las buenas nuevas a sus ídolos y al pueblo. 10 Pusieron su armadura en la casa de sus dioses y clavaron su cabeza en la casa de Dagón.

11 Cuando los de Jabes de Galaad oyeron todo lo que los filisteos habían hecho a Saúl, 12 se levantaron todos los hombres valientes y se llevaron el cuerpo de Saúl y los cuerpos de sus hijos, los trajeron a Jabes y enterraron sus huesos bajo la encina en Jabes, y ayunaron siete días.

13 Así murió Saúl por la transgresión que cometió contra el SEÑOR por no haber guardado la palabra del SEÑOR, y también porque consultó y pidió consejo a una adivina, 14 y no consultó al SEÑOR. Por tanto, Él le quitó la vida y transfirió el reino a David, hijo de Isaí.

Hebreos 12

La carrera del cristiano

12 Por tanto, puesto que tenemos en derredor nuestro tan gran nube de testigos, despojémonos también de todo peso y del pecado que tan fácilmente nos envuelve, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, quien por el gozo puesto delante de Él soportó la cruz, despreciando la vergüenza, y se ha sentado a la diestra del trono de Dios.

Consideren, pues, a Aquel que soportó tal hostilidad de los pecadores contra Él mismo, para que no se cansen ni se desanimen en su corazón. Porque todavía, en su lucha contra el pecado, ustedes no han resistido hasta el punto de derramar sangre. Además, han olvidado la exhortación que como a hijos se les dirige:

«HIJO MÍO, NO TENGAS EN POCO LA DISCIPLINA DEL SEÑOR, NI TE DESANIMES AL SER REPRENDIDO POR ÉL. PORQUE EL SEÑOR AL QUE AMA, DISCIPLINA, Y AZOTA A TODO EL QUE RECIBE POR HIJO».

Es para su corrección que sufren. Dios los trata como a hijos; porque ¿qué hijo hay a quien su padre no discipline? Pero si están sin disciplina, de la cual todos han sido hechos participantes, entonces son hijos ilegítimos y no hijos verdaderosAdemás, tuvimos padres terrenales para disciplinarnos, y los respetábamos, ¿con cuánta más razón no estaremos sujetos al Padre de nuestros espíritus, y viviremos? 10 Porque ellos nos disciplinaban por pocos días como les parecía, pero Él nos disciplina para nuestro bien, para que participemos de Su santidad.

11 Al presente ninguna disciplina parece ser causa de gozo, sino de tristeza. Sin embargo, a los que han sido ejercitados por medio de ella, después les da fruto apacible de justicia. 12 Por tanto, fortalezcan las manos débiles y las rodillas que flaquean, 13 y hagan sendas derechas para sus pies, para que la pierna coja no se descoyunte, sino que se sane.

Exhortación a la fidelidad

14 Busquen la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor. 15 Cuídense de que nadie deje de alcanzar la gracia de Dios; de que ninguna raíz de amargura, brotando, cause dificultades y por ella muchos sean contaminados. 16 Que no haya ninguna persona inmoral ni profana como Esaú, que vendió su primogenitura por una comida. 17 Porque saben que aun después, cuando quiso heredar la bendición, fue rechazado, pues no halló ocasión para el arrepentimiento, aunque la buscó con lágrimas.

Contraste entre el monte Sinaí y el monte Sión

18 Porque ustedes no se han acercado a un monte que se puede tocar, ni a fuego ardiente, ni a tinieblas, ni a oscuridad, ni a torbellino, 19 ni a sonido de trompeta, ni a ruido de palabras tal, que los que oyeron rogaron que no se les hablara más. 20 Porque ellos no podían soportar el mandato: «SI AUN UNA BESTIA TOCA EL MONTE, SERÁ APEDREADA». 21 Tan terrible era el espectáculo, que Moisés dijo: «ESTOY ATERRADO Y TEMBLANDO».

22 Ustedes, en cambio, se han acercado al monte Sión y a la ciudad del Dios vivo, la Jerusalén celestial, y a miríadas de ángeles, 23 a la asamblea general e iglesia de los primogénitos que están inscritos en los cielos, y a Dios, el Juez de todos, y a los espíritus de los justos hechos ya perfectos, 24 y a Jesús, el mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la sangre de Abel.

25 Tengan cuidado de no rechazar a Aquel que habla. Porque si aquellos no escaparon cuando rechazaron al que les amonestó sobre la tierra, mucho menos escaparemos nosotros si nos apartamos de Aquel que nos amonesta desde el cielo. 26 Su voz hizo temblar entonces la tierra, pero ahora Él ha prometido, diciendo: «AÚN UNA VEZ MÁS, YO HARÉ TEMBLAR NO SOLO LA TIERRA, SINO TAMBIÉN EL CIELO». 27 Y esta expresión: Aún, una vez más, indica la remoción de las cosas movibles, como las cosas creadas, a fin de que permanezcan las cosas que son inconmovibles. 28 Por lo cual, puesto que recibimos un reino que es inconmovible, demostremos gratitud, mediante la cual ofrezcamos a Dios un servicio aceptable con temor y reverencia; 29 porque nuestro Dios es fuego consumidor.

Amós 6

Contra la falsa seguridad

6 ¡Ay de los que viven reposadamente en Sión, Y de los que se sienten seguros en el monte de Samaria, Los notables de las naciones principales, A quienes acude la casa de Israel! Pasen a Calne y miren, Y de allí vayan a Hamat la grande, Desciendan luego a Gat de los filisteos. ¿Son ustedes mejores que estos reinos, O es su territorio mayor que el de ustedes? ¿Alejan ustedes el día de la calamidad, Y acercan la silla de la violencia?

Los que se acuestan en camas de marfil, Se tienden sobre sus lechos, Comen corderos del rebaño Y terneros de en medio del establo; Que improvisan al son del arpa, Y como David han compuesto cantos para sí; Que beben vino en tazones del altar Y se ungen con los óleos más finos, Pero no se lamentan por la ruina de José, Irán por tanto ahora al destierro a la cabeza de los desterrados, Y se acabarán los banquetes de los disolutos.

El Señor DIOS ha jurado por sí mismo, ha declarado el SEÑOR, Dios de los ejércitos: «Aborrezco la arrogancia de Jacob, Y odio sus palacios; Así que entregaré la ciudad y cuanto hay en ella».

Y si diez hombres quedan en una misma casa, morirán. 10 Entonces su tío, o su incinerador, levantará a cada uno para sacar sus huesos de la casa, y dirá al que está en el fondo de la casa: «¿Hay alguien más contigo?». Y este responderá: «Nadie». Entonces aquel dirá: «¡Guarda silencio!, porque no se debe hacer mención del nombre del SEÑOR». 11 Porque el SEÑOR ordenará que la casa grande sea reducida a escombros y que la casa pequeña sea hecha pedazos.

12 ¿Corren los caballos por la peña? ¿Se ara en ella con bueyes? Pues ustedes han convertido el derecho en veneno, Y el fruto de la justicia en amargura; 13 Ustedes que se alegran por Lo Debar, Que dicen: «¿No hemos tomado para nosotros Carnáyim Con nuestra propia fuerza?». 14 «Por tanto, voy a levantar contra ustedes, oh casa de Israel», Declara el SEÑOR, Dios de los ejércitos, «Una nación que los afligirá desde la entrada de Hamat Hasta el arroyo del Arabá».

Lucas 1:39–80

María visita a Elisabet

39 En esos días María se levantó y fue apresuradamente a la región montañosa, a una ciudad de Judá; 40 y entró en casa de Zacarías y saludó a Elisabet. 41 Cuando Elisabet oyó el saludo de María, la criatura saltó en su vientre; y Elisabet fue llena del Espíritu Santo, 42 y exclamó a gran voz: «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! 43 ¿Por qué me ha acontecido esto a mí, que la madre de mi Señor venga a mí? 44 Porque apenas la voz de tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de gozo en mi vientre. 45 Y bienaventurada la que creyó que tendrá cumplimiento lo que le fue dicho de parte del Señor».

46 Entonces María dijo:

«Mi alma engrandece al Señor, 47 Y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador. 48 Porque ha mirado la humilde condición de esta su sierva; Pues desde ahora en adelante todas las generaciones me tendrán por bienaventurada. 49 Porque grandes cosas me ha hecho el Poderoso; Y santo es Su nombre. 50 Y DE GENERACIÓN EN GENERACIÓN ES SU MISERICORDIA PARA LOS QUE LE TEMEN. 51 Ha hecho proezas con Su brazo; Ha esparcido a los soberbios en el pensamiento de sus corazones. 52 Ha quitado a los poderosos de sus tronos; Y ha exaltado a los humildes; 53 A LOS HAMBRIENTOS HA COLMADO DE BIENES Y ha despedido a los ricos con las manos vacías. 54 Ha ayudado a Israel, Su siervo, Para recuerdo de Su misericordia 55 Tal como dijo a nuestros padres, A Abraham y a su descendencia para siempre».

56 María se quedó con Elisabet como tres meses y después regresó a su casa.

Nacimiento de Juan el Bautista

57 Cuando a Elisabet se le cumplió el tiempo de su alumbramiento, dio a luz un hijo. 58 Y sus vecinos y parientes oyeron que el Señor había demostrado Su gran misericordia hacia ella, y se regocijaban con ella. 59 Al octavo día vinieron para circuncidar al niño, y lo iban a llamar Zacarías según el nombre de su padre. 60 «No, sino que se llamará Juan», respondió la madre. 61 Y le dijeron: «No hay nadie en tu familia que tenga ese nombre». 62 Entonces preguntaban por señas al padre, cómo lo quería llamar. 63 Él pidió una tablilla y escribió lo siguiente: «Su nombre es Juan». Y todos se maravillaron.

64 Al instante le fue abierta su boca y suelta su lengua, y comenzó a hablar dando alabanza a Dios. 65 Y vino temor sobre todos los que vivían a su alrededor; y todas estas cosas se comentaban en toda la región montañosa de Judea. 66 Todos los que las oían las guardaban en su corazón, diciendo: «¿Qué, pues, llegará a ser este niño?». Porque la mano del Señor ciertamente estaba con él.

Profecía de Zacarías

67 Su padre Zacarías fue lleno del Espíritu Santo, y profetizó diciendo:

68 «Bendito sea el Señor, Dios de Israel, Porque nos ha visitado y ha traído redención para Su pueblo, 69 Y nos ha levantado un cuerno de salvación En la casa de David Su siervo, 70 Tal como lo anunció por boca de Sus santos profetas desde los tiempos antiguos, 71 Salvación DE NUESTROS ENEMIGOS Y DE LA MANO DE TODOS LOS QUE NOS ABORRECEN; 72 Para mostrar misericordia a nuestros padres, Y para recordar Su santo pacto, 73 El juramento que hizo a nuestro padre Abraham: 74 Concedernos que, librados de la mano de nuestros enemigos, Le sirvamos sin temor, 75 En santidad y justicia delante de Él, todos nuestros días. 76 Y tú, niño, serás llamado profeta del Altísimo; Porque irás DELANTE DEL SEÑOR PARA PREPARAR SUS CAMINOS; 77 Para dar a Su pueblo el conocimiento de la salvación Por el perdón de sus pecados, 78 Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, Con que la Aurora nos visitará desde lo alto, 79 PARA DAR LUZ A LOS QUE HABITAN EN TINIEBLAS Y EN SOMBRA DE MUERTE, Para guiar nuestros pies en el camino de paz».

80 Y el niño crecía y se fortalecía en espíritu; y vivió en lugares desiertos hasta el día en que apareció en público a Israel.

Nueva Biblia de las Américas Copyright © 2005 por The Lockman Foundation, La Habra, California. Todos los derechos reservados. Para más información, visita www.exploranbla.com

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