Boecio (480-524 d. C.) fue uno de los últimos romanos y el primero de los medievales. Mientras el mundo clásico se desmoronaba y la barbarie echaba raíces, Boecio se encargó de preservar todo lo posible de la tradición clásica. C. S. Lewis explica: «No era el momento de hacer énfasis en lo que le separaba [a Boecio] de Virgilio, Séneca, Platón y los viejos héroes republicanos». En su lugar, «prefirió… sentir cuán cerca habían estado de tener razón, pensar en ellos no como “ellos” sino como “nosotros”».
Lewis se veía a sí mismo como un «Boecio británico», según un biógrafo. Participaba de una herencia de ideas antiguas mientras vivía en la cúspide de un «oscurantismo» moderno que desechaba la gran tradición del pasado. Con Boecio y Lewis, debemos convenir en que no es momento de insistir en lo que nos separa de los filósofos clásicos. Es hora de resucitar viejas ideas enterradas por la modernidad. Estas son cuatro razones para esto.
1. Es necesario responder a la mala filosofía.
Lewis dijo: «La buena filosofía debe existir, aunque solo sea porque la mala filosofía necesita respuesta». Tenía toda la razón.
Hoy estamos en una crisis metafísica (p. ej. nominalismo, naturalismo, materialismo), una crisis antropológica (p. ej. negación de la personalidad fetal, movimiento LGBT+), una crisis epistemológica (p. ej. relativismo, teorías de la conspiración, noticias falsas), una crisis ética (p. ej. el aborto, la eutanasia, los bloqueadores de la pubertad, los tiroteos), una crisis política (para ejemplos, mira las noticias), y una crisis lógica, la raíz falaz de nuestras catástrofes actuales. La mala filosofía no se esconde a la vuelta de la esquina. Está anunciando sus diversos evangelios en la plaza pública, y cada persona con Twitter o TikTok es un pregonero.
¿Le responderemos?
"Los filósofos cristianos han encontrado lo que buscaban los filósofos paganos, reconociendo en Dios al Trascendente inmutablemente verdadero, bueno y bello "
Los filósofos antiguos y medievales se plantearon preguntas fundamentales sobre todos estos temas en su búsqueda de la verdad, la bondad y la belleza trascendentales. Estos trascendentales no se consideraban subjetivos. No había «tu verdad» frente a «mi verdad». No había «bueno para ti» frente a «bueno para mí». La belleza no estaba «en el ojo del observador». Más bien, lo verdadero, lo bueno y lo bello se consideraban más allá de nosotros y sin estar limitados por los caprichos de la emoción y la experiencia humanas.
Incluso los paganos antiguos creían esto, por lo que Lewis se preguntaba si «no tendremos que reconvertir a los hombres al paganismo real como paso previo a convertirlos al cristianismo». Los filósofos cristianos han encontrado los ideales objetivos que buscaban los filósofos paganos, reconociendo que Dios es el Trascendente que es inmutablemente verdadero, bueno y bello.
2. Hay que responder a la vida misma.
El propósito de la filosofía es responder a las preguntas más inevitables de la vida, no a las teóricas «¿preferirías…?», sino a las cuestiones más prácticas y fundamentales sobre la existencia y el florecimiento humanos. Consideremos las preguntas que plantea cada división de la filosofía:
– Lógica: ¿Cuáles son los principios primarios de la vida (verdades básicas)? ¿Cómo razonamos unos con otros?
– Metafísica: ¿Cuál es la verdadera naturaleza del universo y cómo funciona?
– Antropología: ¿Cuál es la naturaleza humana y en qué nos estamos convirtiendo?
– Epistemología: ¿Cómo conocemos las cosas?
– Ética: ¿Cuál es la base de la moralidad y cómo la seguimos?
– Política: ¿Cómo estructuramos la sociedad y las instituciones de modo que promuevan el
florecimiento humano?
Las respuestas de nuestro mundo poscristiano a estas preguntas no son suficientes. Los psicólogos llaman a la Generación Z la «generación más deprimida, ansiosa y frágil» de la historia. Las redes sociales, el COVID y otros cientos de factores pueden estar en juego, pero también es cierto que no podemos alimentar a los jóvenes con papilla filosófica y esperar que vivan felices. Nuestra cultura malinterpreta la naturaleza y el destino de la humanidad, los cuales solo pueden explicarse a la luz del Dios trino.
3. La filosofía es para la teología.
La teología es la reina de las ciencias, y la filosofía es su sierva. Dado que toda verdad es verdad de Dios, existe una armonía perfecta entre la revelación general y la especial. Juan utilizó el concepto griego logos («Verbo») para explicar la existencia eterna de Jesús (Jn 1:1), Pablo citó a filósofos paganos como base común en el evangelismo (Hch 17:28) y Pedro utilizó categorías de la ética de la virtud helenística para la enseñanza cristiana (2 P 1:5-6).
"La teología es la reina de las ciencias, y la filosofía su sierva. Dado que toda verdad es verdad de Dios, existe una armonía perfecta entre la revelación general y la especial"
A lo largo de la historia de la iglesia, los cristianos han utilizado conceptos de la filosofía platónica y aristotélica para hacer distinciones teológicas. Esto no ha ocurrido a pequeña escala, sino a gran escala y dentro de la ortodoxia nicena y las tradiciones teológicas tanto de Agustín como de Aquino. Estos pensadores cristianos no lo hicieron sin reservas. Más bien, revisaron y corrigieron formulaciones filosóficas anteriores con la Palabra de Dios.
Como explica Herman Bavinck: «La teología no necesita una filosofía específica… Pero aporta sus propios criterios, pone a prueba con ellos toda la filosofía y se apropia de lo que considera verdadero y útil. Lo que necesita es filosofía en general».
4. El cristianismo es la filosofía verdadera.
El cristianismo es más que filosofía, pero desde luego no es menos. Nuestra filosofía cristiana antigua es la respuesta a la mala filosofía. Como argumenta Jonathan Pennington, la Biblia, en contra de la creencia popular, es un libro de filosofía antigua que ofrece respuestas a nuestras preguntas filosóficas más fundamentales.
Esto no es un descubrimiento nuevo. Era obvio para muchos cristianos a lo largo de la historia de la iglesia, especialmente para algunos de los primeros padres de la iglesia como Justino Mártir. Su amor por Jesús no contradecía su amor por la sabiduría. Era su base. En su Diálogo con Trifón, Justino declaró: «Solo la filosofía [cristiana] me pareció segura y provechosa. Así, y por esta razón, soy filósofo».
El cristianismo siempre ha sido la filosofía verdadera. Solo ella puede aportar luz a la era del oscurantismo moderno.
Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Eduardo Fergusson.
Noah Senthil (BA, Wheaton College) es consultor de redacción, profesor sustituto y editor para Credo Magazine. Anteriormente fue pastor en Cleveland y actualmente cursa un máster en teología clásica en la Talbot School of Theology.