Plan

Lectura de Hoy

19-11-2023

Devocional

Devocional: Amós 8

Amós 8 está repleto de aspectos sobre los que se podría reflexionar: los lastimosos gemidos porque los servicios religiosos duran mucho y reducen el tiempo que se aprovecharía mejor en los negocios (8:5); las turbias prácticas que aumentan las ganancias (6:5b); la creciente esclavitud basada en la penuria económica (8:6); la amarga ironía de 8:7 (si uno recuerda que “el Orgullo de Jacob” es Dios mismo); el lenguaje apocalíptico de 8:9 (compárese Joel 2:30-31 y Hechos 2:19-20); el simbolismo colorido de la “fruta madura” (8:1-2). Pero, aquí, me centraré en los versículos 11- 12: “Vienen días —afirma el Señor omnipotente—, en que enviaré hambre al país; no será hambre de pan ni sed de agua, sino hambre de oír las palabras del Señor. La gente vagará sin rumbo de mar a mar; andarán errantes del norte al este, buscando la palabra del Señor, pero no la encontrarán”.

Esto expresa una filosofía de “úsalo o piérdelo”. El pueblo del pacto de los días de Amós está satisfecho de no regular sus vidas por la revelación de Dios y, por ello, la perderán. Ya sea que “las palabras del Señor” se refiera a mensajes transmitidos por medio de profetas como Amós, o a la Palabra escrita de Dios (partes sustanciales de la misma ya estaban disponibles) la diferencia es mínima. La cuestión es que las personas que no se dedican a las palabras de Dios acaban perdiéndolas. Y esta pérdida es catastrófica. La única analogía adecuada es una hambruna desesperada.

Resulta fácil ver cómo funciona este juicio en la historia. Por razones históricas complejas, Francia se volvió en contra de los hugonotes y los persiguió hasta casi exterminarlos, de manera que la Biblia y la Reforma jamás arraigaron allí como lo hicieron en Inglaterra. A veces, la antipatía hacia la Biblia ha surgido de la desviación y no de la persecución. En muchos países occidentales, el sentido público de la moralidad estuvo vinculado, hasta hace pocas décadas, a los Diez Mandamientos. En la actualidad, pocos saben lo que estos son. El resultado no es la libertad y la integridad, sino una burla cantarina que alardea de su superioridad sobre algo que ya no se entiende, y mucho menos se respeta; ¿cuál será el final de estas cosas? Tantas Biblias, tantas Biblias, y tan poca lectura concienzuda de ellas. La siguiente fase es la Biblia como fuente de los textos para ser probados; la etapa siguiente es la de considerarla como una reliquia pintoresca; después, la Biblia como magia antigua; a continuación, la implacable ignorancia; y, en el transcurso de todo ese tiempo, va surgiendo un hambre creciente de algo sabio, estable, inteligente, profético, verdadero. Y esa ansia no se satisface.

La única respuesta es el cumplimiento de la oración de Jesús en Juan 17:17.

Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Publicaciones Andamio, 2016. Usado con permiso.

Devocional: Santiago 1

Según Santiago 1:2-412, hay dos razones para que un cristiano se regocije cuando se enfrente a diversas pruebas. En otros lugares se presentan más razones, pero estas dos son asombrosamente elocuentes.

Primero, debemos regocijarnos porque sabemos que cuando nuestra fe es puesta a prueba, el resultado es la perseverancia (1:2-3). Como el atleta aguanta para poder aumentar su resistencia, así el cristiano es paciente en la prueba para aumentar su perseverancia. La constancia contribuye de forma importante a nuestro carácter. “Debe llevar a feliz término la obra, para que [seamos] perfectos e íntegros, sin que [nos] falte nada” (1:4). La alternativa es una personalidad que puede que ame al Señor cuando las cosas van bien, un carácter que es valiente y feliz en los días soleados de la primavera, pero que no sabe nada de la firmeza bajo coacción, del contentamiento cuando faltan las comodidades físicas, de la confianza tranquila en el Dios vivo cuando se enfrenta a la persecución, del equilibrio en medio de un ritmo frenético o de una desilusión enorme. En otras palabras, en un mundo caído, la perseverancia contribuye a la madurez y estabilidad de nuestro carácter, y las pruebas producen perseverancia. De manera que Santiago es muy atrevido: dice que deberíamos tener “por sumo gozo” cuando nos enfrentemos con diversas pruebas. Esto no es una modalidad perversa de masoquismo cristiano, sino una respuesta totalmente apropiada si recordamos las metas del cristiano. Si nuestro principal objetivo es la comodidad como criaturas, este pasaje es incomprensible; si nuestras metas más altas incluyen el crecimiento en el carácter cristiano, la evaluación de Santiago cobra todo el sentido del mundo.

Segundo, el cristiano que resiste la prueba es dichoso porque “al salir aprobado, recibirá la corona de vida que Dios ha prometido a quienes lo aman” (1:12). En otras palabras, la perseverancia es un ingrediente necesario para el cristianismo genuino. Un verdadero cristiano, a largo plazo, permanece: persevera. Puede que tenga altibajos, victorias especiales o derrotas temporales, pero precisamente porque Aquel que empezó una buena obra en nosotros la completa (Filipenses 1:6), los cristianos verdaderos permanecen (compárese Hebreos 3:14). Siguen siendo “los que le aman”. Por ello, los cristianos que estén en medio de una prueba deben percibir no sólo la amenaza o lo desagradable o la desilusión, sino también el desafío para el cual la gracia de Dios nos capacita: perseverar. El reto es seguir adelante sabiendo bien que la recompensa final, ofrecida por gracia, es “la corona de vida”: la corona que es la vida, la vida en todo su esplendor consumado, la vida del nuevo cielo y la nueva tierra, la herencia de todos los cristianos. Así pues, una vez más Santiago es completamente realista al percibir que la persona que resiste la prueba es “dichosa”. Es una deducción fácil, siempre que recordemos las metas del cristiano.

Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Publicaciones Andamio, 2013. Usado con permiso.

1 Crónicas 13-14

Traslado del arca

13 Entonces David consultó con los capitanes de millares y de centenas, es decir, con todos los jefes. Y David dijo a toda la asamblea de Israel: «Si les parece bien, y si es del SEÑOR nuestro Dios, enviemos mensaje a todas partes, a nuestros parientes que permanecen en toda la tierra de Israel, y también a los sacerdotes y a los levitas que están con ellos en sus ciudades y tierras de pastos, para que se reúnan con nosotros; y traigamos a nuestro lado el arca de nuestro Dios, porque no la consultamos en los días de Saúl». Toda la asamblea dijo que así lo harían, porque esto pareció bien a todo el pueblo.

Entonces David congregó a todo Israel, desde Sihor de Egipto hasta la entrada de Hamat, para traer el arca de Dios de Quiriat Jearim. David subió con todo Israel a Baala, es decir, a Quiriat Jearim, que pertenece a Judá, para hacer subir desde allí el arca de Dios el SEÑOR, que está sobre los querubines, donde se invoca Su nombre. Llevaron el arca de Dios de la casa de Abinadab en un carro nuevo, y Uza y Ahío guiaban el carro. David y todo Israel se regocijaban delante de Dios con todas sus fuerzas, con cánticos y liras, arpas, panderos, címbalos y trompetas.

Pero cuando llegaron a la era de Quidón, Uza extendió su mano para sostener el arca, porque los bueyes casi la volcaron. 10 Y se encendió la ira del SEÑOR contra Uza, y lo hirió porque había extendido su mano al arca; y allí murió delante de Dios. 11 Entonces David se enojó porque el SEÑOR había estallado en ira contra Uza; y llamó aquel lugar Pérez Uza hasta el día de hoy. 12 David tuvo temor a Dios aquel día, y dijo: «¿Cómo puedo traer a mí el arca de Dios?». 13 Así que David no llevó consigo el arca a la ciudad de David, sino que la hizo llevar a la casa de Obed Edom el geteo. 14 Así que el arca de Dios permaneció tres meses en la casa de la familia de Obed Edom; y el SEÑOR bendijo a la familia de Obed Edom y todo lo que tenía.

David y su familia

14 Hiram, rey de Tiro, envió mensajeros a David, con madera de cedro, albañiles y carpinteros, para edificarle una casa. Y comprendió David que el SEÑOR lo había confirmado por rey sobre Israel, y que su reino había sido exaltado en gran manera por amor a su pueblo Israel.

En Jerusalén David tomó más mujeres, y tuvo David más hijos e hijas. Estos son los nombres de los hijos que le nacieron en Jerusalén: Samúa, Sobab, Natán, Salomón, Ibhar, Elisúa, Elpelet, Noga, Nefeg, Jafía, Elisama, Beeliada y Elifelet.

Al oír los filisteos que David había sido ungido rey sobre todo Israel, todos los filisteos subieron en busca de David. Pero cuando David se enteró, salió contra ellos. Pues los filisteos habían venido y hecho una incursión en el valle de Refaim. 10 David consultó a Dios: «¿Subiré contra los filisteos? ¿Los entregarás en mi mano?». Y el SEÑOR le dijo: «Sube, porque los entregaré en tu mano». 11 Entonces subieron a Baal Perazim, y David los derrotó allí. Y dijo David: «Dios ha abierto brecha entre mis enemigos por mi mano, como brecha de aguas». Por eso llamó aquel lugar Baal Perazim. 12 Los filisteos abandonaron allí sus dioses, y David ordenó que fueran quemados.

13 Después los filisteos hicieron de nuevo otra incursión en el valle. 14 David volvió a consultar a Dios, y Dios le dijo: «No subas contra ellos; dales un rodeo por detrás, y sal a ellos frente a las balsameras. 15 Y cuando oigas el sonido de marcha en las copas de las balsameras, entonces saldrás a la batalla, porque Dios ya habrá salido delante de ti para herir al ejército de los filisteos». 16 David hizo tal como Dios le había mandado, e hirieron al ejército de los filisteos desde Gabaón hasta Gezer. 17 La fama de David se extendió por todas aquellas tierras, y el SEÑOR puso el terror de David sobre todas las naciones.

Santiago 1

Saludo

1 Santiago , siervo de Dios y del Señor Jesucristo:

A las doce tribus que están en la dispersión: Saludos.

Fe y sabiduría

Tengan por sumo gozo, hermanos míos, cuando se hallen en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de su fe produce paciencia, y que la paciencia tenga su perfecto resultado, para que sean perfectos y completos, sin que nada les falte.

Y si a alguno de ustedes le falta sabiduría, que se la pida a Dios, quien da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. Pero que pida con fe, sin dudar. Porque el que duda es semejante a la ola del mar, impulsada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, ese hombre, que recibirá cosa alguna del Señor, siendo hombre de doble ánimo, inestable en todos sus caminos.

Lo transitorio de las riquezas

Pero que el hermano de condición humilde se gloríe en su alta posición, 10 y el rico en su humillación, pues él pasará como la flor de la hierba. 11 Porque el sol sale con calor abrasador y seca la hierba, y su flor se cae y la hermosura de su apariencia perece. Así también se marchitará el rico en medio de sus empresas.

La tentación explicada

12 Bienaventurado el hombre que persevera bajo la prueba, porque una vez que ha sido aprobado, recibirá la corona de la vida que el Señor ha prometido a los que lo aman. 13 Que nadie diga cuando es tentado: «Soy tentado por Dios». Porque Dios no puede ser tentado por el mal y Él mismo no tienta a nadie. 14 Sino que cada uno es tentado cuando es llevado y seducido por su propia pasión. 15 Después, cuando la pasión ha concebido, da a luz el pecado; y cuando el pecado es consumado, engendra la muerte.

16 Amados hermanos míos, no se engañen. 17 Toda buena dádiva y todo don perfecto viene de lo alto, desciende del Padre de las luces, con el cual no hay cambio ni sombra de variación. 18 En el ejercicio de Su voluntad, Él nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que fuéramos las primicias de sus criaturas.

Hacedores de la palabra

19 Esto lo saben, mis amados hermanos. Pero que cada uno sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para la ira; 20 pues la ira del hombre no obra la justicia de Dios. 21 Por lo cual, desechando toda inmundicia y todo resto de malicia, reciban ustedes con humildad la palabra implantada, que es poderosa para salvar sus almas.

22 Sean hacedores de la palabra y no solamente oidores que se engañan a sí mismos. 23 Porque si alguien es oidor de la palabra, y no hacedor, es semejante a un hombre que mira su rostro natural en un espejo; 24 pues después de mirarse a sí mismo e irse, inmediatamente se olvida de qué clase de persona es. 25 Pero el que mira atentamente a la ley perfecta, la ley de la libertad, y permanece en ella, no habiéndose vuelto un oidor olvidadizo sino un hacedor eficaz, este será bienaventurado en lo que hace.

26 Si alguien se cree religioso, pero no refrena su lengua, sino que engaña a su propio corazón, la religión del tal es vana. 27 La religión pura y sin mancha delante de nuestro Dios y Padre es esta: visitar a los huérfanos y a las viudas en sus aflicciones, y guardarse sin mancha del mundo.

Amós 8

Los inevitables juicios de Dios

8 Esto me mostró el Señor DIOS: Miré una canasta de fruta de verano, y Él me preguntó: «¿Qué ves, Amós?». «Una canasta de fruta de verano», respondí. Entonces el SEÑOR me dijo: «Ha llegado el fin para Mi pueblo Israel. Ya no volveré a dejarlos sin castigo. Los cantos del palacio se convertirán en gemido en aquel día», declara el Señor DIOS. «Muchos serán los cadáveres; en todo lugar los echarán fuera en silencio».

Oigan esto, los que pisotean a los menesterosos, y quieren exterminar a los pobres de la tierra, diciendo:

«¿Cuándo pasará la luna nueva Para vender el grano, Y el día de reposo para abrir el mercado de trigo, Achicar el efa (una medida de 22 litros), aumentar el siclo (moneda hebrea, 11.4 gramos de plata) Y engañar con balanzas falsas; Para comprar por dinero a los desvalidos Y a los pobres por un par de sandalias, Y vender los desechos del trigo?».

El SEÑOR ha jurado por el orgullo de Jacob: «Ciertamente, nunca me olvidaré de ninguna de sus obras. ¿No temblará por esto la tierra, Y hará duelo todo aquel que habita en ella? Subirá toda ella como el Nilo, Se agitará Y disminuirá como el Nilo de Egipto. Y sucederá que en aquel día», declara el Señor DIOS, «Yo haré que el sol se ponga al mediodía Y que la tierra en pleno día se oscurezca. 10 Entonces cambiaré sus fiestas en llanto Y todos sus cantos en lamento. Pondré cilicio sobre todo lomo Y calvicie sobre toda cabeza. Haré que sea como duelo por hijo único, Y su fin, como día de amargura.

11 »Vienen días», declara el Señor DIOS, «En que enviaré hambre sobre la tierra, No hambre de pan, ni sed de agua, Sino de oír las palabras del SEÑOR. 12 La gente vagará de mar a mar, Y del norte hasta el oriente; Andarán de aquí para allá en busca de la palabra del SEÑOR, Pero no la encontrarán. 13 En aquel día las vírgenes hermosas Y los jóvenes desfallecerán de sed. 14 Los que juran por el pecado de Samaria, Y dicen: “Viva tu dios, oh Dan”, Y “Viva el camino de Beerseba”, Caerán y nunca más se levantarán».

Lucas 3

Predicación de Juan el Bautista

3 En el año quince del imperio de Tiberio César, siendo Poncio Pilato gobernador de Judea, y Herodes tetrarca de Galilea, y su hermano Felipe tetrarca de la región de Iturea y Traconite, y Lisanias tetrarca de Abilinia, durante el sumo sacerdocio de Anás y Caifás, vino la palabra de Dios a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto. Y Juan fue por toda la región alrededor del Jordán, predicando un bautismo de arrepentimiento para el perdón de los pecados; como está escrito en el libro de las palabras del profeta Isaías:

«VOZ DEL QUE CLAMA EN EL DESIERTO: “PREPAREN EL CAMINO DEL SEÑOR, HAGAN DERECHAS SUS SENDAS. TODO VALLE SERÁ RELLENADO, Y TODO MONTE Y COLLADO REBAJADO; LO TORCIDO SE HARA RECTO, Y LAS SENDAS ÁSPERAS se volverán CAMINOS LLANOS; Y TODA CARNE VERÁ LA SALVACIÓN DE DIOS”».

Por eso, Juan decía a las multitudes que acudían para que él las bautizara: «¡Camada de víboras! ¿Quién les enseñó a huir de la ira que vendrá? Por tanto, den frutos dignos de arrepentimiento; y no comiencen a decirse a ustedes mismos: “Tenemos a Abraham por padre”, porque les digo que Dios puede levantar hijos a Abraham de estas piedras. El hacha ya está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado al fuego».

10 Y las multitudes le preguntaban: «¿Qué, pues, haremos?». 11 Juan les respondía: «El que tiene dos túnicas, comparta con el que no tiene; y el que tiene qué comer, haga lo mismo». 12 Vinieron también unos recaudadores de impuestos para ser bautizados, y le dijeron: «Maestro, ¿qué haremos?». 13 «No exijan más de lo que se les ha ordenado», les respondió Juan. 14 También algunos soldados le preguntaban: «Y nosotros, ¿qué haremos?». «A nadie quiten dinero por la fuerza», les dijo, «ni a nadie acusen falsamente, y conténtense con su salario».

15 Como el pueblo estaba a la expectativa, y todos se preguntaban en sus corazones acerca de Juan, si no sería él el Cristo, 16 Juan les habló a todos: «Yo los bautizo con agua; pero viene Uno que es más poderoso que yo, a quien no soy digno de desatar la correa de Sus sandalias. Él los bautizará con el Espíritu Santo y fuego. 17 El bieldo está en Su mano para limpiar completamente Su era y recoger el trigo en Su granero; pero quemará la paja en un fuego que no se apaga».

18 Y también con muchas otras exhortaciones Juan anunciaba las buenas nuevas al pueblo. 19 Pero Herodes el tetrarca, siendo reprendido por él por causa de Herodías, mujer de su hermano, y por todas las maldades que Herodes había hecho, 20 añadió además a todas ellas, esta: que encerró a Juan en la cárcel.

Bautismo de Jesús

21 Y aconteció que cuando todo el pueblo era bautizado, Jesús también fue bautizado; y mientras Él oraba, el cielo se abrió, 22 y el Espíritu Santo descendió sobre Él en forma corporal, como una paloma, y vino una voz del cielo, que decía: «Tú eres Mi Hijo amado, en Ti me he complacido».

Genealogía de Jesús

23 Cuando Jesús comenzó Su ministerio, tenía unos treinta años, siendo, como se suponía, hijo de José, quien era hijo de Elí,

24 y Elí, de Matat; Matat, de Leví; Leví, de Melqui; Melqui, de Jana; Jana, de José;

25 José, de Matatías; Matatías, de Amós; Amós, de Nahúm; Nahúm, de Esli; Esli, de Nagai;

26 Nagai, de Maat; Maat, de Matatías; Matatías, de Semei; Semei, de José; José, de Judá;

27 Judá, de Joana; Joana, de Resa; Resa, de Zorobabel; Zorobabel, de Salatiel; Salatiel, de Neri;

28 Neri, de Melqui; Melqui, de Adi; Adi, de Cosam; Cosam, de Elmodam; Elmodam, de Er;

29 Er, de Josué; Josué, de Eliezer; Eliezer, de Jorim; Jorim, de Matat; Matat, de Leví;

30 Leví, de Simeón; Simeón, de Judá; Judá, de José; José, de Jonán; Jonán, de Eliaquim;

31 Eliaquim, de Melea; Melea, de Mainán; Mainán, de Matata; Matata, de Natán; Natán, de David;

32 David, de Isaí; Isaí, de Obed; Obed, de Booz; Booz, de Salmón; Salmón, de Naasón;

33 Naasón, de Aminadab; Aminadab, de Admín; Admín, de Aram; Aram, de Esrom; Esrom, de Fares; Fares, de Judá;

34 Judá, de Jacob; Jacob, de Isaac; Isaac, de Abraham; Abraham, de Taré; Taré, de Nacor;

35 Nacor, de Serug; Serug, de Ragau; Ragau, de Peleg; Peleg, de Heber; Heber, de Sala;

36 Sala, de Cainán; Cainán, de Arfaxad; Arfaxad, de Sem; Sem, de Noé; Noé, de Lamec;

37 Lamec, de Matusalén; Matusalén, de Enoc; Enoc, de Jared; Jared, de Mahalaleel; Mahalaleel, de Cainán;

38 Cainán, de Enós; Enós, de Set; Set, de Adán; y Adán, de Dios.

Nueva Biblia de las Américas Copyright © 2005 por The Lockman Foundation, La Habra, California. Todos los derechos reservados. Para más información, visita www.exploranbla.com

Acerca del Autor

0.00 avg. rating (0% score) - 0 votes
Mostrar Más

Artículos relacionados

Deja una respuesta

Verifique también
Close
Back to top button