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Lectura de Hoy
26-11-2023
Devocional
Devocional: Miqueas 1
Las líneas con las que empieza Miqueas 1 muestran que este profeta sirvió durante la segunda mitad del siglo VIII a.C. Inicialmente, la poderosa Asiria dormitaba y los reinos gemelos de Israel y Judá florecían. Israel expandió su territorio bajo el mando de Jeroboam II. Este libro recoge la visión de Miqueas “acerca de Samaria y Jerusalén” (las dos capitales, 1:1). La primera profecía se comunicó claramente antes de que ambas capitales cayeran. Más adelante, en el libro, Samaria había caído (722 a.C.) y Jerusalén, en el tiempo del rey Ezequías, estaba amenazada. Aunque los asirios derrotaron a Judá en el 701 a. C., Jerusalén misma fue milagrosamente preservada. Miqueas, desde Moréset Gat (una aldea agrícola al suroeste de Jerusalén), recibe llamamiento para profetizar en Judá, de una forma muy parecida al llamado de Amós para hacer lo propio en Israel.
A lo largo de gran parte del ministerio de Miqueas, Judá fue próspero. El dinero se invertía en tierra, con el resultado de que unos pocos explotadores ricos y poderosos compraron enormes extensiones, destruyendo el sistema de pequeñas propiedades agrícolas ordenado por el pacto (2:2; Isaías 5:8 vitupera contra la misma corrupción). Pero las cuestiones de la justicia y de la responsabilidad social no eran asuntos muy importantes en el programa de nadie. Procedente de las tierras bajas fértiles, Miqueas vio, sin duda, de primera mano cómo aplastaban a la gente ordinaria; estaba providencialmente preparado para proferir la palabra profética de la propia indignación de Dios. Ataca el creciente egoísmo y el extendido abandono de los principios de la ley de Dios, al describir a Judá al borde del juicio catastrófico de Dios. Aproximadamente un siglo más tarde, Jeremías recoge un informe fascinante del ministerio de Miqueas (Jeremías 26:18-19); probablemente, no es demasiado fantástico concluir que la reforma inicial y poderosa de Ezequías se debía en gran parte a la predicación de Miqueas.
Por encima de todo, Miqueas está desconcertado ante la perversión de la religión verdadera (2:6-9). La elección de Israel había llegado a igualarse a una teología triunfalista (3:11); Dios mismo ha sido reducido al protector venerable, cual abuelo, de un pueblo mimado. Miqueas les advierte, pues, de las implicaciones de la deslealtad al pacto (6:14-15). Ya en el capítulo 1, deja claro que Dios debe castigar a su pueblo si persiste en su pecado. “Y todo esto por la transgresión de Jacob, por los pecados del pueblo de Israel” (1:5). ¿Dónde se halla el centro neurálgico de semejante pecado? En las capitales mismas (1:5b). La odiosa corrupción y deslealtad la han hecho caer en picado.
Estos temas importantes tienen dos influencias críticas sobre nosotros. Primero, exigen que nos apasionemos por la justicia y la fidelidad al pacto en nuestro propio tiempo. Segundo, establecen el escenario para la visión de Miqueas en cuanto a un redentor prometido (p. ej., 5:2).
Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Publicaciones Andamio, 2016. Usado con permiso.
Devocional: 1 Crónicas 22
La transición entre el relato del censo que David hizo al pueblo (1 Crónicas 21) y el de las formidables preparaciones de David para la construcción del templo que su hijo Salomón habría de construir (1 Crónicas 22) es un versículo, el primero del capítulo 22, sin paralelo en 2 Samuel: “Entonces dijo David: ‘Aquí se levantará el templo de Dios el Señor, y también el altar donde Israel ofrecerá el holocausto’” (22:1).
De manera que el templo se construyó en el lugar donde David edificó un altar al Señor, clamando a él con ofrendas y sacrificio (21:25-27) y donde el ángel de la muerte envainó su espada.
Así que David consiguió una cantidad impresionante de materiales de construcción y preparó al pueblo para que ayudaran a su hijo Salomón a construir el templo prometido. “Ahora, pues, buscad al Señor vuestro Dios de todo corazón y con toda el alma. Comenzad la construcción del santuario de Dios el Señor, para que trasladéis el arca del pacto y los utensilios sagrados al templo que se construirá en su honor” (22:19).
Podemos aprender algunas lecciones sobre esta ubicación del templo:
(1) El lugar elegido para el templo es donde se ofreció un sacrificio y se aplacó la ira de Dios contra el pecado. Ciertamente, el diseño mismo del tabernáculo y del templo fue hecho para recordarle al pueblo que el pecado necesitaba expiación; que uno no podía sencillamente entrar tranquilamente a la presencia del Dios santo; que una vez al año, el sumo sacerdote designado debía ofrecer los sacrificios que Dios mismo había ordenado, primeramente por sus propios pecados y luego por los pecados del pueblo. Pero la ubicación del templo en este lugar refuerza esta idea. La adoración y la religión no se tratan principalmente de ofrecerle a Dios algo llamado alabanza porque él prefiere vivir con ella. La adoración y la religión suponen principalmente estar centrados en Dios y, puesto que somos rebeldes, esto significa que la adoración y la religión implican en primera instancia reconciliarnos con este Dios, nuestro Creador y Redentor, de quien nos hemos alejado voluntariamente. El corazón del templo no es el incienso, ni los coros ni las ceremonias. El corazón del templo consiste en apaciguar la ira de Dios por los medios que él mismo ha provisto.
(2) La ubicación del templo también combina dos linajes de autoridad: el sacerdotal y el monárquico. Originalmente, sólo los sacerdotes y levitas eran responsables del tabernáculo; la columna de nube determinaba cuándo moverse. Pero aquí, el rey establece el lugar, apuntando a la unión de los oficios de rey y de sacerdote en un hombre: Jesucristo.
Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Publicaciones Andamio, 2013. Usado con permiso.
1 Crónicas 22
Preparativos de David para el templo
22 Entonces David dijo: «Esta es la casa del SEÑOR Dios, y este es el altar del holocausto para Israel».
2 Y David dio órdenes de reunir a los extranjeros que estaban en la tierra de Israel, y designó canteros para labrar piedras para edificar la casa de Dios. 3 David preparó grandes cantidades de hierro para hacer clavos para las puertas de la entrada y para las grapas, y más bronce del que podía pesarse; 4 y madera de cedro incalculable, porque los sidonios y los tirios trajeron grandes cantidades de madera de cedro a David. 5 «Mi hijo Salomón», dijo David, «es joven y sin experiencia, y la casa que ha de edificarse al SEÑOR será de gran magnificencia, de renombre y de gloria por todas las tierras. Por tanto haré preparativos para ella». Así que David hizo grandes preparativos antes de su muerte.
6 Entonces llamó a su hijo Salomón, y le encargó que edificara una casa al SEÑOR, Dios de Israel. 7 Y David le dijo a Salomón: «Hijo mío, yo tenía el propósito de edificar una casa al nombre del SEÑOR mi Dios. 8 Pero vino a mí la palabra del SEÑOR, diciendo: “Tú has derramado sangre en abundancia, y has emprendido grandes guerras. No edificarás una casa a Mi nombre, porque has derramado mucha sangre en la tierra delante de Mí. 9 Pero te nacerá un hijo que será hombre de paz; Yo le daré paz de todos sus enemigos en derredor, pues Salomón será su nombre y en sus días daré paz y reposo a Israel. 10 Él edificará una casa a Mi nombre, y él será Mi hijo y Yo seré su padre; y estableceré el trono de su reino sobre Israel para siempre”.
11 »Ahora pues, hijo mío, el SEÑOR sea contigo para que prosperes y edifiques la casa del SEÑOR tu Dios tal como Él ha hablado de ti. 12 Que el SEÑOR te dé prudencia y entendimiento, y te dé dominio sobre Israel, para que guardes la ley del SEÑOR tu Dios. 13 Entonces prosperarás, si te cuidas de observar los estatutos y ordenanzas que el SEÑOR ordenó a Moisés para Israel. Esfuérzate y sé valiente, no temas ni te acobardes. 14 Con grandes esfuerzos yo he preparado para la casa del SEÑOR 3,400 toneladas de oro y 34,000 toneladas de plata, y bronce y hierro sin medida, porque hay en abundancia. También he preparado madera y piedra, a lo cual tú podrás añadir. 15 Además, tienes contigo muchos obreros, canteros, albañiles, carpinteros y todo experto en toda clase de obra. 16 Del oro, de la plata, del bronce y del hierro no hay límite. Levántate y trabaja, y que el SEÑOR sea contigo».
17 David también ordenó a todos los jefes de Israel que ayudaran a su hijo Salomón, diciéndoles: 18 «¿No está con ustedes el SEÑOR su Dios? ¿Y no les ha dado paz por todos lados? Pues Él ha entregado en mi mano a los habitantes de la tierra, y la tierra está sometida delante del SEÑOR y delante de Su pueblo. 19 Dispongan ahora su corazón y su alma para buscar al SEÑOR su Dios. Levántense, pues, y edifiquen el santuario del SEÑOR Dios, para que traigan el arca del pacto del SEÑOR y los utensilios sagrados de Dios a la casa que se ha de edificar para el nombre del SEÑOR».
1 Pedro 3
Deberes conyugales
3 Asimismo ustedes, mujeres, estén sujetas a sus maridos, de modo que si algunos de ellos son desobedientes a la palabra, puedan ser ganados sin palabra alguna por la conducta de sus mujeres 2 al observar ellos su conducta casta y respetuosa. 3 Que el adorno de ustedes no sea el externo: peinados ostentosos, joyas de oro o vestidos lujosos, 4 sino que sea lo que procede de lo íntimo del corazón, con el adorno incorruptible de un espíritu tierno y sereno, lo cual es precioso delante de Dios. 5 Porque así también se adornaban en otro tiempo las santas mujeres que esperaban en Dios, estando sujetas a sus maridos. 6 Así obedeció Sara a Abraham, llamándolo señor, y ustedes han llegado a ser hijas de ella, si hacen el bien y no tienen miedo de nada que pueda aterrorizarlas.
7 Ustedes, maridos, igualmente, convivan de manera comprensiva con sus mujeres, como con un vaso más frágil, puesto que es mujer, dándole honor por ser heredera como ustedes de la gracia de la vida, para que sus oraciones no sean estorbadas.
El secreto de la vida feliz
8 En conclusión, sean todos de un mismo sentir, compasivos, fraternales, misericordiosos, y de espíritu humilde; 9 no devolviendo mal por mal, o insulto por insulto, sino más bien bendiciendo, porque fueron llamados con el propósito de heredar bendición. 10 Porque,
«EL QUE DESEA LA VIDA, AMAR Y VER DÍAS BUENOS, REFRENE SU LENGUA DEL MAL Y SUS LABIOS NO HABLEN ENGAÑO. 11 APÁRTESE DEL MAL Y HAGA EL BIEN; BUSQUE LA PAZ Y SÍGALA. 12 PORQUE LOS OJOS DEL SEÑOR ESTÁN SOBRE LOS JUSTOS, Y SUS OÍDOS ATENTOS A SUS ORACIONES; PERO EL ROSTRO DEL SEÑOR ESTÁ CONTRA LOS QUE HACEN EL MAL».
Sufriendo por la justicia
13 ¿Y quién les podrá hacer daño a ustedes si demuestran tener celo por lo bueno? 14 Pero aun si sufren por causa de la justicia, dichosos son. Y NO TENGAN MIEDO POR TEMOR A ELLOS NI SE TURBEN, 15 sino santifiquen a Cristo como Señor en sus corazones, estando siempre preparados para presentar defensa ante todo el que les demande razón de la esperanza que hay en ustedes. Pero háganlo con mansedumbre y reverencia, 16 teniendo buena conciencia, para que en aquello en que son calumniados, sean avergonzados los que hablan mal de la buena conducta de ustedes en Cristo. 17 Pues es mejor padecer por hacer el bien, si así es la voluntad de Dios, que por hacer el mal.
18 Porque también Cristo murió por los pecados una sola vez, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, muerto en la carne pero vivificado en el espíritu. 19 En el espíritu también fue y predicó a los espíritus encarcelados, 20 quienes en otro tiempo fueron desobedientes cuando la paciencia de Dios esperaba en los días de Noé durante la construcción del arca, en la cual unos pocos, es decir, ocho personas, fueron salvadas por medio del agua.
21 Y correspondiendo a esto, el bautismo ahora los salva a ustedes, no quitando la suciedad de la carne, sino como una petición a Dios de una buena conciencia, mediante la resurrección de Jesucristo, 22 quien está a la diestra de Dios, habiendo subido al cielo después de que le habían sido sometidos ángeles, autoridades y potestades.
Miqueas 1
Condenación de Israel y Judá
1 Palabra del SEÑOR que vino a Miqueas de Moréset en los días de Jotam, Acaz y Ezequías, reyes de Judá; lo que vio acerca de Samaria y Jerusalén.
2 Oigan, pueblos todos, Escucha, tierra y cuanto hay en ti; Sea el Señor DIOS testigo contra ustedes, El Señor desde Su santo templo. 3 Porque el SEÑOR sale de Su lugar, Y descenderá y caminará sobre las alturas de la tierra. 4 Debajo de Él los montes se derretirán, Y los valles se partirán, Como la cera ante el fuego, Como las aguas derramadas por una pendiente. 5 Todo esto por la rebelión de Jacob Y por los pecados de la casa de Israel. ¿Cuál es la rebelión de Jacob? ¿No es Samaria? ¿Cuál es el lugar alto de Judá? ¿No es Jerusalén? 6 Haré, pues, de Samaria un montón de ruinas en el campo, Lugares para plantar viñas; Derramaré sus piedras por el valle, Y pondré al descubierto sus cimientos. 7 Todos sus ídolos serán destrozados, Y todas sus ganancias serán quemadas por el fuego. Destruiré todas sus imágenes, Porque las obtuvo de ganancias de ramera, Y a ganancias de ramera volverán.
8 Por eso me lamentaré y gemiré, Andaré descalzo y desnudo. Daré aullidos como los chacales Y lamentos como los avestruces. 9 Porque es incurable su herida, Pues ha llegado hasta Judá; Se ha acercado hasta la puerta de mi pueblo, Hasta Jerusalén. 10 En Gat no lo anuncien, Tampoco lloren. En Bet le Afrá revuélcate en el polvo. 11 Vete al cautiverio, habitante de Safir, en vergonzosa desnudez. La que habita en Zaanán no escapa. La lamentación de Bet Esel es Que Él quitará de ustedes su apoyo. 12 Porque se debilita esperando el bien La que habita en Marot, Pues la calamidad ha descendido del SEÑOR Hasta la puerta de Jerusalén. 13 Ata al carro los corceles, Habitante de Laquis (Ella fue el principio de pecado Para la hija de Sión); Porque en ti fueron halladas Las rebeliones de Israel. 14 Por tanto, darás presentes de despedida A Moréset Gat; Las casas de Aczib serán un engaño Para los reyes de Israel. 15 Además, traeré contra ti Al que toma posesión, Oh habitante de Maresa. Hasta Adulam se irá la gloria de Israel. 16 Arráncate los cabellos y aféitate Por los hijos de tus delicias; Ensancha tu calva como la del buitre, Porque irán al cautiverio lejos de ti.
Lucas 10