Vida Cristiana
Aprendiendo de Dios en medio de la tristeza
“Clama a mí y te responderé; te daré a conocer cosas grandes e inaccesibles que tú no sabes” (Jeremías 33:3) (Nueva versión internacional).
Dios llamó a Jeremías a predicarle a su pueblo, para advertirle por lo que pasaría, haciéndole un llamado al arrepentimiento, pero Jeremías se encontró frente a un pueblo indiferente e incrédulo, que no quiso escuchar la voz de Dios a través de su profeta, y por más de 19 años, Jeremías estuvo levantando una advertencia sin ser tomado en cuenta, todo lo contrario. Fue visto como un enemigo, fue encarcelado y sufrió en carne propia como si fuera un malhechor, siendo él un elegido del Señor para que proclamara su juicio sobre su tierra, por estos no haber permanecido en obediencia a la ley de su Dios. Jeremías vivió en tiempos difíciles donde Jerusalén fue invadida por los babilonios, puesta en cautividad, tiempos de guerra, tiempo de esclavitud, y encima de todo esto, el señor le dice a Jeremías que no tomara mujer para sí ni tuviera familia, hecho que convierte a este profeta en una persona solitaria, con un llamado fuerte sobre sus hombros: predicar y ser la voz de Dios en este tiempo de tribulación y cautiverio para el pueblo de Jerusalén.
Vivimos en un mundo caído, y los problemas y las circunstancias adversas llegan a nuestras vidas. Es una realidad tan cierta como la que vivió el profeta Jeremías en su tiempo, y muchas podemos identificarnos con él, porque Jeremías llegó a deprimirse por proclamar la verdad de Dios, y en cambio, recibir bochorno y descrédito.
A lo mejor, muchas en este momento estén pasando por situaciones donde se sienten mancilladas, rechazadas, no entendidas, no escuchadas, y puede venir a sus corazones el mismo clamor que vino a la boca de Jeremías: ¡Ay de mí, madre mía, que me diste a luz como hombre de contiendas y disputas contra toda la nación! No he prestado ni me han prestado, pero todos me maldicen. (Jeremías 15:10) (NVI).
O a lo mejor, tu desconsuelo te ha llevado más lejos y te has preguntado el motivo de tu existencia. Mira como lo expresó Jeremías:
“¿Por qué Dios no me dejó morir en el seno de mi madre?
Así ella habría sido mi tumba y yo jamás habría salido de su vientre.¿Por qué tuve que salir del vientre solo para ver problemas y aflicción y para terminar mis días en vergüenza?” (Jeremías 20:17-18)
Todas estas palabras de amargura por parte de Jeremías se debieron por ser un profeta completamente rechazado, por no ser escuchado y por sufrir en carne propia el pecado de Jerusalén. Éste sentía que toda su vida había sido problema y aflicción, pero el Dios de Jeremías es un Dios Grande y Bueno, y habló palabras reconfortantes a su vida, como ha hablado palabras reconfortantes a las nuestras.
Mira lo que le dice el Señor: “Ciertamente te libraré para bien; haré que el enemigo te suplique en tiempos de calamidad y de angustia.” (Jeremías 15:11). (NVI). El Señor tiene palabras de consuelo y de ánimo para su pueblo, para todos aquellos que invocan su nombre; no importa cuán grande sea su aflicción, el Señor está atento al clamor de sus hijos, y aunque es una realidad el sufrimiento en medio nuestro, así como lo fue en la vida del profeta Jeremías, tenemos una palabra profética y segura de parte de nuestro Señor Jesucristo, en la cual debemos afianzarnos cada día: “Yo los visitaré y haré honor a mi promesa en favor de ustedes; los haré volver a este lugar. Porque yo conozco los planes que tengo para ustedes —afirma el Señor—, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza. (Jeremías 29:10-11).
Estas palabras amorosas y misericordiosas de nuestro Dios fueron para el pueblo de Israel, fueron para Jeremías como profeta de Dios y son para nosotras hoy, como hijas amadas que somos para Él. Creamos en medio de la tristeza y del dolor, que el señor tiene planes buenos, un futuro de esperanza que va más allá de nuestra imaginación. Y que en medio de cualquier situación que estemos viviendo, podamos decir como Jeremías: “Pero el Señor está conmigo como un guerrero poderoso.” (Jeremías 20:11). (NVI). y“¡Canten al Señor, alábenlo! Él libra a los pobres del poder de los malvados. (Jeremías 20:13).
“Así dice aquel cuyo nombre es el Señor, el que hizo la tierra, la formó y la estableció con firmeza: “Clama a mí y te responderé; te daré a conocer cosas grandes e inaccesibles que tú no sabes”. (Jeremías 33:2-3). (NVI).
El señor insta a su pueblo a clamar a Él, porque Él tiene para nosotras todo lo que necesitamos para esta vida y para la por venir; de Él brota el manantial de la vida, clamemos siempre su nombre y digámosle: sostenme, vuélvete a mí, Señor; afirma mis pasos en tu Palabra, defiende mi causa, y vivifícame porque en ti espera mi alma.
No importa por la situación que estés atravesando, por lo que estés viviendo; no importa que tu alma se desgarre de dolor, Cristo en ti es más que suficiente; vive para alabarle y para nunca olvidar sus promesas, aun en medio de tu angustia. ¡Maranatha!
“Este pobre clamó, y el Señor le oyó y lo libró de todas sus angustias. El ángel del Señor acampa en torno a los que le temen; a su lado está para librarlos. Prueben y vean que el Señor es bueno; dichosos los que en él se refugian”. (Salmo 34: 6-8). (NVI).
Inés Cedeño
Esposa de Pedro Jiménez, madre de tres hijos. Miembro de la IBI desde el 2007. Apasionada por su Señor Jesús. En la actualidad sirve en el ministerio de los jóvenes profesionales y ministerio de mujeres de la Iglesia Bautista Internacional. Escribe también para el ministerio mujeres de esperanza de Radio TMG RD.