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Lectura de Hoy
27-11-2023
Devocional
Devocional: Miqueas 2
Cuando las cosas van radicalmente mal en una cultura, los problemas suelen entrelazarse. Dos de las corrientes se entremezclan en Miqueas 2:6- 11. El pasaje comienza y termina con una advertencia contra los falsos profetas, pero, en medio de la profecía, tenemos la incesante denuncia de Amós en cuanto a los poderosos que están despojando a los desvalidos (2:8-9).
Empezamos con los poderosos. Son tan corruptos, anuncia Miqueas, que no actúan como el pueblo del pacto, sino como sus enemigos (2:8a). Las mujeres y los niños son explotados por estos brutos (2:9). Los niños pierden cruelmente su herencia, mientras que estos poderosos se vuelven cada vez más ricos, a pesar de lo que está escrito: “No explotes a las viudas ni a los huérfanos, porque si tú y tu pueblo lo hacéis, y ellos me piden ayuda, yo te aseguro que atenderé a su clamor: arderá mi furor y os mataré a vosotros a filo de espada. ¡Y vuestras mujeres se quedarán viudas, y vuestros hijos se quedarán huérfanos!” (Éxodo 22:22-23).
Con este trasfondo en la revelación de Dios, uno pensaría que los profetas de la tierra llamarían a los poderosos a rendir cuentas. Pero, en vez de esto, los poderosos y los corruptos se convierten en los patrones de los profetas. Estos siguen predicando, pero lo que proclaman es que Miqueas no debe predicar (2:6). La respuesta de Miqueas es rauda: “Si con la intención de mentiros, llega algún embustero y os dice: ‘Yo os anuncio vino y cerveza’, este pueblo lo verá como un profeta” (2:11).
Debemos ver cómo ocurre esto. Resulta terriblemente fácil para el predicador dar forma a su mensaje para que encaje con el espíritu del siglo. Lo que comienza como una preocupación por ser relevante y contemporáneo —ambas metas admirables— acaba siendo una seducción y una domesticación. Esto es especialmente así cuando los ricos y los poderosos pagan nuestras facturas. A todos los niveles, es fácil engañarse y pensar que la cobardía es prudencia, el silencio en cuanto a las cuestiones morales de la época un “pequeño” precio que pagar con el fin de tener influencia en los pasillos del poder. Haz que te inviten en la Casa Blanca (¡o incluso en un cuartel general denominacional!) y nunca más arremeterás contra sus pecados. Da una conferencia en un órgano académico prestigioso y puedes estar seguro de que te irritarás lo menos posible. Conviértete en obispo y, en vez de ser el próximo J. C. Ryle, venderás tu silencio. Esto no tiene por qué ser así, claro está. Dios siempre tendrá a un Miqueas o un Amós. Pero ocurre con la suficiente frecuencia como para que volvamos una y otra vez a la revelación de Dios para asegurarnos de que nuestro mensaje esté moldeado por lo que él ha dicho y no sea el fruto de la petulancia de un listillo ni la aceitosa “idoneidad” de los que afirman astutamente solo lo que las personas quieren oír.
Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Publicaciones Andamio, 2016. Usado con permiso.
Devocional: 1 Crónicas 23
En ciertos aspectos, la estructura de vida de los israelitas, incluyendo algunas facetas de su vida religiosa, cambiaron cuando el pueblo entró en tierra prometida y dejaron de ser nómadas. Los primeros cambios fueron obvios. El Señor ya no envió la porción diaria de maná: la gente tuvo que empezar a recolectar su comida y a sembrar. Comenzó la urbanización. Las leyes del sábado se fueron aplicando cada vez más al comercio y al mercado, al igual que a la vida agraria.
Ahora, con el establecimiento de la monarquía y la inminente construcción del templo, se produce mucha mayor organización y centralización. En particular, David se preocupa, no sólo por proveerle a Salomón los medios para construir el templo, sino además por sentar las bases de una nueva estructura organizativa que será necesaria para mantenerlo operante. Estos asuntos son de principal interés en 1 Crónicas 23-26.
Ya en 1 Crónicas 23, David mismo reflexiona sobre los cambios que están por venir. Uno de los deberes de los levitas en el pasado, desde los años del desierto, era recoger y transportar el tabernáculo de la manera ordenada, siempre que el Señor indicara que era hora de moverse. David reflexiona sobre el hecho de que el Señor ahora le ha dado “descanso” a su pueblo: están en la tierra prometida. Además, ha escogido “habitar en Jerusalén para siempre” (23:25), así que algunas de las tareas de los levitas deben cambiar: “los levitas ya no tienen que cargar el santuario ni los utensilios que se usan en el culto” (23:26). Mientras tanto, se introducen nuevas funciones: se piensa más sobre los coros del templo y, por ende, sobre escuelas de música y entrenamiento.
Así, se reorganizan los levitas. Se dividen en familias principales, clanes menores y demás cosas por el estilo. Además, el templo y sus necesidades ya no van a dominarlo todo. Es cierto que los siguientes capítulos se centran en el tipo de tareas que llevarán a cabo los que sirven en el templo; no sólo los deberes directamente sacerdotales y las tareas menores que conlleva el templo, sino las responsabilidades mayores de mantenimiento, finanzas y administración. No obstante, desde el principio los sacerdotes también tenían que enseñarle la ley al pueblo y servir de “gobernadores y jueces”. Para esto último, David nombró a seis mil levitas (23:4).
De todo ello, derivamos lecciones importantes. Primeramente, nos enseña a contextualizar dentro del canon; es decir, nos muestra cómo tomar los viejos supuestos de la revelación y adaptarlos a un nuevo contexto sin sacrificarlos. A medida que la iglesia se ha expandido hacia nuevos contextos culturales, debemos abordar este tipo de preguntas una y otra vez. Unos se aferrarán a lo que es mero tradicionalismo de otra cultura; otros comenzarán a abandonar lo que en efecto dice la Escritura. Lo que realmente necesitamos es fidelidad y flexibilidad.
Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Publicaciones Andamio, 2013. Usado con permiso.
1 Crónicas 23
Organización de los levitas
23 Cuando David ya era muy anciano y colmado de días, puso a su hijo Salomón como rey sobre Israel. 2 Y reunió a todos los principales de Israel con los sacerdotes y los levitas. 3 Los levitas fueron contados de treinta años para arriba, y su número, según el censo de los hombres, fue de 38,000. 4 De estos, 24,000 debían dirigir la obra de la casa del SEÑOR, 6,000 eran oficiales y jueces, 5 y 4,000 eran porteros y 4,000 alababan al SEÑOR con los instrumentos que David había hecho para tributar alabanza. 6 David los dividió en clases conforme a los hijos de Leví: Gersón, Coat y Merari.
7 De los de Gersón fueron Laadán y Simei. 8 Los hijos de Laadán fueron Jehiel el primero, Zetam y Joel: tres. 9 Los hijos de Simei fueron Selomit, Haziel y Harán: tres. Estos fueron los jefes de las casas paternas de Laadán. 10 Y los hijos de Simei fueron Jahat, Zina, Jeús y Bería. Estos cuatro fueron los hijos de Simei. 11 Jahat fue el primero y Zina el segundo; pero Jeús y Bería no tuvieron muchos hijos, por lo cual constituyeron una casa paterna, un grupo.
12 Los hijos de Coat fueron cuatro: Amram, Izhar, Hebrón y Uziel. 13 Los hijos de Amram fueron Aarón y Moisés. Y Aarón fue separado para ser santificado como el más santo, él y sus hijos para siempre, para quemar incienso delante del SEÑOR, para servirle y para bendecir en Su nombre para siempre. 14 Pero en cuanto a Moisés el hombre de Dios, sus hijos fueron contados entre la tribu de Leví. 15 Los hijos de Moisés fueron Gersón y Eliezer. 16 El hijo de Gersón fue Sebuel el jefe. 17 Y el hijo de Eliezer fue Rehabías el jefe; y Eliezer no tuvo más hijos, pero los hijos de Rehabías fueron muchos. 18 El hijo de Izhar fue Selomit el jefe. 19 Los hijos de Hebrón fueron Jerías el primero, Amarías el segundo, Jahaziel el tercero, y Jecamán el cuarto. 20 Los hijos de Uziel fueron Micaía el primero, e Isías el segundo.
21 Los hijos de Merari fueron Mahli y Musi. Los hijos de Mahli fueron Eleazar y Cis. 22 Y Eleazar murió y no tuvo hijos, sino solo hijas, de modo que sus parientes, los hijos de Cis, las tomaron por mujeres. 23 Los hijos de Musi fueron tres: Mahli, Eder y Jeremot.
24 Estos fueron los hijos de Leví conforme a sus casas paternas, es decir, los jefes de las casas paternas de los que fueron contados, en la cuenta de nombres según su censo, de veinte años para arriba, los cuales hacían la obra del servicio de la casa del SEÑOR. 25 Porque David dijo: «El SEÑOR, Dios de Israel, ha dado reposo a su pueblo, y Él habita en Jerusalén para siempre. 26 Y además los levitas ya no tendrán que llevar el tabernáculo y todos los utensilios para su servicio».
27 Porque de acuerdo con las últimas palabras de David, los hijos de Leví eran contados de veinte años para arriba; 28 y su oficio sería ayudar a los hijos de Aarón en el servicio de la casa del SEÑOR, en los atrios y en las cámaras y en la purificación de todas las cosas sagradas y en la obra del servicio de la casa de Dios. 29 También debían encargarse de los panes de la proposición, la flor de harina para la ofrenda de cereal, los hojaldres sin levadura, lo preparado en sartén, lo bien mezclado y todas las medidas de capacidad y longitud. 30 Debían estar presentes cada mañana para dar gracias y para alabar al SEÑOR, y asimismo por la noche, 31 para ofrecer todos los holocaustos al SEÑOR todos los días de reposo, las lunas nuevas y las fiestas señaladas según el número fijado por la ordenanza que las prescribe, continuamente delante del SEÑOR. 32 Así estarían encargados de cuidar la tienda de reunión, de cuidar el lugar santo y de cuidar a los hijos de Aarón sus parientes, para el servicio de la casa del SEÑOR.
1 Pedro 4
Cómo Dios quiere que vivamos
4 Por tanto, puesto que Cristo ha padecido en la carne, ármense también ustedes con el mismo propósito, pues quien ha padecido en la carne ha terminado con el pecado, 2 para vivir el tiempo que le queda en la carne, ya no para las pasiones humanas, sino para la voluntad de Dios. 3 Porque el tiempo ya pasado les es suficiente para haber hecho lo que agrada a los gentiles, habiendo andado en sensualidad, lujurias, borracheras, orgías, embriagueces, y abominables idolatrías.
4 Y en todo esto, se sorprenden de que ustedes no corren con ellos en el mismo desenfreno de disolución, y los insultan. 5 Pero ellos darán cuenta a Aquel que está preparado para juzgar a los vivos y a los muertos. 6 Porque con este fin fue predicado el evangelio aun a los muertos, para que aunque sean juzgados en la carne como hombres, vivan en el espíritu conforme a la voluntad de Dios.
El fin de todas las cosas y la conducta cristiana
7 Pero el fin de todas las cosas se acerca. Sean pues ustedes prudentes y de espíritu sobrio para la oración. 8 Sobre todo, sean fervientes en su amor los unos por los otros, pues el amor cubre multitud de pecados. 9 Sean hospitalarios los unos para con los otros, sin murmuraciones.
10 Según cada uno ha recibido un don especial, úselo sirviéndose los unos a los otros como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios. 11 El que habla, que hable conforme a las palabras de Dios; el que sirve, que lo haga por la fortaleza que Dios da, para que en todo Dios sea glorificado mediante Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el dominio por los siglos de los siglos. Amén.
Sufriendo como cristianos
12 Amados, no se sorprendan del fuego de prueba que en medio de ustedes ha venido para probarlos, como si alguna cosa extraña les estuviera aconteciendo. 13 Antes bien, en la medida en que comparten los padecimientos de Cristo, regocíjense, para que también en la revelación de Su gloria se regocijen con gran alegría. 14 Si ustedes son insultados por el nombre de Cristo, dichosos son, pues el Espíritu de gloria y de Dios reposa sobre ustedes. Ciertamente, por ellos Él es blasfemado, pero por ustedes es glorificado. 15 Que de ninguna manera sufra alguien de ustedes como asesino, o ladrón, o malhechor, o por entrometido. 16 Pero si alguien sufre como cristiano, que no se avergüence, sino que como tal glorifique a Dios.
17 Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios. Y si comienza por nosotros primero, ¿cuál será el fin de los que no obedecen al evangelio de Dios? 18 Y SI EL JUSTO CON DIFICULTAD SE SALVA, ¿QUÉ SERÁ DEL IMPÍO Y DEL PECADOR? 19 Así que los que sufren conforme a la voluntad de Dios, encomienden sus almas al fiel Creador, haciendo el bien.
Miqueas 2
¡Ay de los opresores!
2 ¡Ay de los que planean la iniquidad, Los que traman el mal en sus camas! Al clarear la mañana lo ejecutan, Porque está en el poder de sus manos. 2 Codician campos y se apoderan de ellos, Codician casas y las toman. Roban al dueño y a su casa, Al hombre y a su heredad. 3 Por tanto, así dice el SEÑOR: «Estoy planeando traer contra esta familia un mal, Del cual no librarán su cuello. No andarán erguidos, Porque será un tiempo malo. 4 En aquel día se dirá contra ustedes un refrán Y se proferirá esta amarga lamentación: “Hemos sido totalmente destruidos; Él ha cambiado la porción de mi pueblo. ¡Cómo me la ha quitado! Al infiel ha repartido nuestros campos”. 5 Por tanto, no habrá quién eche el cordel para ustedes Por sorteo en la asamblea del SEÑOR.
6 “No profeticen”, dicen, y profetizan. Aunque ellos no profeticen acerca de estas cosas, No serán retenidos los reproches. 7 ¿No se dice, oh casa de Jacob: “¿Es impaciente el Espíritu del SEÑOR? ¿Son estas Sus obras?”? ¿No hacen bien Mis palabras Al que camina rectamente? 8 Hace poco Mi pueblo se ha levantado como enemigo. De sobre las vestiduras arrebatan el manto A los que pasan confiados, A los que vuelven de la guerra. 9 A las mujeres de Mi pueblo arrojan De la casa de sus delicias; De sus hijos arrebatan Mi gloria para siempre. 10 Levántense y marchen, Pues este no es lugar de descanso Por la impureza que trae destrucción, Destrucción dolorosa. 11 Si un hombre, andando tras el viento y la falsedad, Hablara mentiras, diciendo: “Les hablaré del vino y del licor”, Ese sería el profeta para este pueblo.
12 »Ciertamente los reuniré a todos, oh Jacob, Ciertamente recogeré al remanente de Israel, Los agruparé como ovejas en el redil; Como rebaño en medio de su pastizal, Harán estruendo por la multitud de hombres. 13 El que abre brecha subirá delante de ellos; Abrirán brecha, pasarán la puerta y saldrán por ella; Su rey pasará delante de ellos, Y el SEÑOR a su cabeza».
Lucas 11