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Lectura de Hoy
05-12-2023
Devocional
Devocional: Lucas 19
Por sí sola, la parábola de las diez minas (Lucas 19:11-27) es bastante fácil de entender. Lo que la hace más desafiante es la forma en la que aparece, es decir, la forma en que se introduce y se acaba.
(1) La historia en sí describe a un noble que viaja a un país lejano para ser nombrado rey. La imagen no resultaría extraña: los Herodes se desplazaron en ocasiones a Roma para conseguir o asegurar su posición ante César. Antes de partir, el noble confió diez minas, una considerable suma de dinero, a sus criados, al parecer una a cada uno. A su vuelta (siendo ya rey), descubre que sus siervos han manejado su dinero con distintos grados de éxito. La parábola no recoge el porcentaje de beneficio de cada uno, sino casos representativos. Está el que ha ganado diez minas, un aumento del mil por ciento; otro, cinco, es decir el quinientos por cien. Cada cual recibe una recompensa sorprendente, pero en proporción al aumento. Pero uno de los criados devuelve sencillamente a su señor la mina que recibió de él. Su excusa es que teme a su amo, sabiendo que es un hombre duro. El resto de la historia ya la conocemos. Es probable que nosotros, lectores contemporáneos, necesitemos que se nos recuerde que los criados no eran empleados que pudieran marcharse si querían o que prestaran servicio bajo normas de un sindicato. Eran esclavos que debían a sus amos el mejor esfuerzo. De ahí el castigo para el siervo irresponsable.
(2) Pero la historia acaba con un dicho extenso: “El rey contestó: ‘Os aseguro que a todo el que tiene, se le dará más, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Pero en cuanto a esos enemigos míos que no me querían por rey, traedlos aquí y matadlos delante de mí’”. El último criado no ha conseguido incrementar nada; lo único que “tenía” era lo que se le había confiado en beneficio de otro. Los sirvientes del rey son responsables de trabajar para provecho de su amo y, si no lo hacen, se muestran como siervos rebeldes y no verdaderos. Son escasamente mejores que los enemigos que desafían por completo la condición regia del amo.
(3) Todo esto debe recogerse dentro del marco de la expectativa creada por el versículo de apertura (19:11). Jesús cuenta esta parábola para responder a quienes pensaban “que el reino de Dios iba a manifestarse en cualquier momento”. No siendo así, la parábola insiste: el señor marcha a recibir un reino; algunos odian esta noción; hasta sus siervos varían en su fidelidad y productividad, y algunos demuestran ser falsos sirvientes. Los que son devotos esclavos del Rey Jesús estarán ocupados intentando mejorar los activos de su Señor y esperarán ansiosos su regreso.
Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Publicaciones Andamio, 2016. Usado con permiso.
Devocional: 2 Crónicas 5:1–6:11
Una vez construido el templo, el paso final antes de su dedicación era traer el arca del pacto desde el antiguo tabernáculo, que estaba en Sión, la Ciudad de David (parte de Jerusalén) a su nueva morada en el Lugar Santísimo del templo. 2 Crónicas 5:1-6:11 no sólo registra esta transición, sino también las palabras iniciales de Salomón al pueblo antes de su oración de dedicación. Tanto el traslado del arca como las declaraciones de Salomón son importantes.
El traslado en sí siguió las disposiciones de la ley: únicamente se permitió a los levitas manejar el arca. Sin embargo, fue un acontecimiento nacional. Los ancianos de Israel y los líderes de las tribus se congregaron de toda la nación para esta gran celebración. El traslado fue acompañado por sacrificios tan espléndidos, que no se pudieron contar ni numerar los animales que se mataron (5:6). Finalmente, se ubicó el arca debajo de las alas de los querubines en el Lugar Santísimo. Como un aparte, el cronista menciona que, en este momento, sólo las tablas de la ley permanecieron en el arca del pacto. Es posible que la urna con maná y la vara de Aarón que había florecido hayan desaparecido cuando el arca estuvo en manos de los filisteos. De todos modos, las orquestas y coros se manifestaron, incluyendo una sección de 120 trompetas. Los cantores alabaron a Dios con el conocido estribillo: “El Señor es bueno; su gran amor perdura para siempre” (5:13).
Dos detalles merecen un comentario especial.
(1) En el pasado, la evidencia de la presencia de Dios en el tabernáculo había sido una nube. Ahora, la misma nube llena el templo; de hecho, la gloria de Dios llena el templo de tal manera que los sacerdotes tuvieron que salir y se encontraron incapaces de entrar para llevar a cabo sus tareas (5:13-14). Esto demuestra que Dios está complacido con el templo; que él mismo había aprobado el traslado del tabernáculo al templo, y sobre todo, que si el templo es su templo, no debe ser domesticado con meros ritos, sin importar cuán espléndidos sean. La gloria de su presencia es lo importante.
(2) Las declaraciones iniciales de Salomón también contribuyeron al sentido de continuidad. Tal vez, algunos puristas se vieron tentados a decir que hubiera sido mejor quedarse con el tabernáculo: después de todo, fue lo que Dios ordenó en el Monte Sinaí. De manera que Salomón recuerda los pasos expuestos por la narrativa hasta este momento: las promesas de Dios a David, la selección de Dios de Jerusalén y de esta ubicación del templo, la elección de Dios de Salomón en vez de David para hacer la construcción, y así debía ser. Por tanto, el templo no fue una innovación cuestionable, sino todo lo contrario: fue el próximo paso en la historia de la redención y en el cumplimiento de las promesas buenas de Dios (6:10-11).
2 Crónicas 5:1–6:11
Traslado del arca al templo
5 Así fue terminada toda la obra que Salomón hizo para la casa del SEÑOR. Y Salomón trajo las cosas consagradas por su padre David, es decir, la plata, el oro y todos los utensilios, y los puso en los tesoros de la casa de Dios.
2 Entonces Salomón reunió en Jerusalén a los ancianos de Israel, a todos los jefes de las tribus y a los principales de las casas paternas de los israelitas, para subir el arca del pacto del SEÑOR de la ciudad de David, la cual es Sión. 3 Y se reunieron ante el rey todos los hombres de Israel en la fiesta del mes séptimo. 4 Cuando llegaron todos los ancianos de Israel, los levitas alzaron el arca; 5 y llevaron el arca y la tienda de reunión y todos los utensilios sagrados que estaban en la tienda; los sacerdotes levitas los llevaron. 6 Y el rey Salomón y toda la congregación de Israel, que estaba reunida con él delante del arca, sacrificaban tantas ovejas y bueyes que no se podían contar ni numerar.
7 Los sacerdotes trajeron el arca del pacto del SEÑOR a su lugar, al santuario interior de la casa, al Lugar Santísimo, bajo las alas de los querubines. 8 Porque los querubines extendían las alas sobre el lugar del arca, y los querubines cubrían el arca y sus barras por encima. 9 Pero las barras eran tan largas que los extremos de las barras del arca se podían ver delante del santuario interior, pero no se podían ver desde afuera; y allí están hasta hoy. 10 En el arca no había más que las dos tablas que Moisés puso allí en Horeb, donde el SEÑOR hizo pacto con los israelitas cuando salieron de Egipto.
11 Cuando los sacerdotes salieron del lugar santo (porque todos los sacerdotes que estaban presentes se habían santificado sin tener en cuenta las clases), 12 todos los levitas cantores, Asaf, Hemán, Jedutún y sus hijos y sus parientes, vestidos de lino fino, con címbalos, arpas y liras, estaban de pie al oriente del altar, y con ellos 120 sacerdotes que tocaban trompetas. 13 Cuando los trompeteros y los cantores al unísono se hacían oír a una voz alabando y glorificando al SEÑOR, cuando levantaban sus voces acompañados por trompetas y címbalos e instrumentos de música, cuando alababan al SEÑOR diciendo: «Ciertamente Él es bueno porque Su misericordia es para siempre», entonces la casa, la casa del SEÑOR, se llenó de una nube, 14 y los sacerdotes no pudieron quedarse a ministrar a causa de la nube, porque la gloria del SEÑOR llenaba la casa de Dios.
Dedicación del templo
6 Entonces Salomón dijo:
«El SEÑOR ha dicho que Él moraría en la densa nube. 2 Yo, pues, te he edificado una casa majestuosa, Un lugar donde mores para siempre».
3 Después el rey se volvió y bendijo a toda la asamblea de Israel, mientras toda la asamblea de Israel estaba de pie, 4 y dijo: «Bendito sea el SEÑOR, Dios de Israel, que habló por Su boca a mi padre David y por Su mano lo ha cumplido, cuando dijo: 5 “Desde el día en que saqué a Mi pueblo de la tierra de Egipto, no escogí ninguna ciudad de entre todas las tribus de Israel en la cual edificar una casa para que Mi nombre estuviera allí, ni escogí a hombre alguno por príncipe sobre Mi pueblo Israel; 6 mas escogí a Jerusalén para que Mi nombre estuviera allí, y escogí a David para que estuviera sobre Mi pueblo Israel”.
7 »Mi padre David tuvo en su corazón edificar una casa al nombre del SEÑOR, Dios de Israel. 8 Pero el SEÑOR dijo a mi padre David: “Ya que tuviste en tu corazón edificar una casa a Mi nombre, bien hiciste en desearlo en tu corazón. 9 Sin embargo, tú no edificarás la casa, sino que tu hijo que te nacerá, él edificará la casa a Mi nombre”. 10 Ahora el SEÑOR ha cumplido la palabra que había dicho; pues yo me he levantado en lugar de mi padre David y me he sentado en el trono de Israel, como el SEÑOR prometió, y he edificado la casa al nombre del SEÑOR, Dios de Israel. 11 Y he puesto allí el arca, en la cual está el pacto que el SEÑOR hizo con los israelitas».
1 Juan 4
El espíritu de verdad y el espíritu de error
4 Amados, no crean a todo espíritu, sino prueben los espíritus para ver si son de Dios, porque muchos falsos profetas han salido al mundo. 2 En esto ustedes conocen el Espíritu de Dios: todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios. 3 Y todo espíritu que no confiesa a Jesús, no es de Dios, y este es el espíritu del anticristo, del cual ustedes han oído que viene, y que ahora ya está en el mundo.
4 Hijos míos, ustedes son de Dios y han vencido a los falsos profetas, porque mayor es Aquel que está en ustedes que el que está en el mundo. 5 Ellos son del mundo; por eso hablan de parte del mundo, y el mundo los oye. 6 Nosotros somos de Dios. El que conoce a Dios, nos oye; el que no es de Dios, no nos oye. En esto conocemos el espíritu de la verdad y el espíritu del error.
Dios es amor
7 Amados, amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios, y todo el que ama es nacido de Dios y conoce a Dios. 8 El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor. 9 En esto se manifestó el amor de Dios en nosotros: en que Dios ha enviado a Su Hijo unigénito al mundo para que vivamos por medio de Él. 10 En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó a nosotros y envió a Su Hijo como propiciación por nuestros pecados. 11 Amados, si Dios así nos amó, también nosotros debemos amarnos unos a otros.
12 A Dios nunca lo ha visto nadie. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y Su amor se perfecciona en nosotros. 13 En esto sabemos que permanecemos en Él y Él en nosotros: en que nos ha dado de Su Espíritu. 14 Y nosotros hemos visto y damos testimonio de que el Padre envió al Hijo para ser el Salvador del mundo. 15 Todo aquel que confiesa que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él y él en Dios. 16 Y nosotros hemos llegado a conocer y hemos creído el amor que Dios tiene para nosotros. Dios es amor, y el que permanece en amor permanece en Dios y Dios permanece en él. 17 En esto se perfecciona el amor en nosotros, para que tengamos confianza en el día del juicio, pues como Él es, así somos también nosotros en este mundo.
18 En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor, porque el temor involucra castigo, y el que teme no es hecho perfecto en el amor. 19 Nosotros amamos porque Él nos amó primero. 20 Si alguien dice: «Yo amo a Dios», pero aborrece a su hermano, es un mentiroso. Porque el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede amar a Dios a quien no ha visto. 21 Y este mandamiento tenemos de Él: que el que ama a Dios, ame también a su hermano.
Nahúm 3
Ruina total de Nínive
3 ¡Ay de la ciudad sanguinaria, Toda llena de mentira y de pillaje, Que nunca cesa en su rapiña! 2 Chasquido de látigos, Ruido del crujir de ruedas, Galopar de caballos, Y saltar de carros; 3 Carga de caballería, Flamear de espadas, Fulgor de lanzas; Multitud de heridos, Montones de muertos, Innumerables cadáveres; Tropiezan en los cadáveres. 4 Todo por las muchas prostituciones de la ramera, La encantadora, la maestra de hechizos, Que seduce a las naciones con sus prostituciones Y a los pueblos con sus hechizos. 5 «Aquí estoy contra ti», declara el SEÑOR de los ejércitos. «Levantaré tus faldas sobre tu rostro, Y mostraré a las naciones tu desnudez Y a los reinos tu vergüenza. 6 Echaré sobre ti inmundicias, Te haré despreciable, y haré de ti un espectáculo. 7 Y sucederá que todo el que te vea Huirá de ti, y dirá: “¡Asolada está Nínive! ¿Quién llorará por ella?”. ¿Dónde te buscaré consoladores?».
8 ¿Eres tú mejor que Tebas, La asentada junto al Nilo, Rodeada de aguas, Cuyo baluarte era el mar Y las aguas su muralla? 9 Etiopía era su fortaleza, También Egipto, y no tenía límite. Fut y Libia estaban entre los que la ayudaban. 10 Sin embargo, ella fue desterrada, Llevada al cautiverio; También sus niños fueron estrellados En todas las bocacalles. Sobre sus nobles echaron suertes, Y todos sus principales fueron atados con cadenas. 11 Tú también quedarás embriagada, Estarás escondida; Tú también buscarás refugio del enemigo. 12 Todas tus fortalezas son higueras Cargadas de los primeros frutos; Si se sacuden, caen En la boca de quien las va a comer. 13 Así es tu pueblo: solo mujeres en medio de ti. Las puertas de tu tierra se abren de par en par a tus enemigos; El fuego devora tus cerrojos. 14 Abastécete de agua para el asedio, Refuerza tus fortalezas, Métete en el lodo y pisa el barro, Toma el molde de ladrillos. 15 Allí te consumirá el fuego, Te destruirá la espada, Te devorará como el pulgón. Multiplícate como el pulgón, Multiplícate como la langosta. 16 Has multiplicado tus mercaderes Más que las estrellas del cielo; El pulgón despoja y vuela. 17 Tus oficiales son como la langosta, Tus jefes como nubes de langostas Posados sobre las tapias En un día de frío; Sale el sol, y se van, Y no se sabe donde están. 18 Duermen tus pastores, Oh rey de Asiria; Tus nobles reposan. Tu pueblo está disperso por los montes Y no hay quien lo reúna. 19 No hay remedio para tu quebranto, Tu herida es incurable. Todos los que oigan noticias de ti Batirán palmas sobre ti, Porque ¿sobre quién no pasó Constantemente tu maldad?
Lucas 19