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Cristo ama a los niños
Una entrevista sobre la conferencia “Contemos a La Generación Venidera”
El próximo 13 de Mayo, en Iglesia Dimensión Cristiana (Costa Rica), se llevará a cabo la conferencia “Contemos a La Generación Venidera”. Este evento busca compartir la visión del ministerio Niños deseando a Dios con pastores, padres, profesores, y miembros de las iglesias.
Tuve la oportunidad de entrevistar a Peter Morris y Héctor Santana para que nos hablaran acerca de la conferencia y de la importancia de proveer a los niños un marco teológico sólido. Morris lidera un equipo de misioneros en Costa Rica, mientras que Santana es pastor de la Iglesia Bautista del Nuevo Pacto en la ciudad de Santo Domingo (República Dominicana).
1. Cuéntenos brevemente, ¿qué es “Niños deseando a Dios” y cómo sirve a la Iglesia? ¿Qué es lo que más aprecian de este ministerio?
El ministerio de Niños Deseando a Dios fue fundado por David y Sally Michael cuando ellos estaban sirviendo como parte del personal de la Iglesia Bautista Belén en Minneápolis, durante el ministerio del pastor John Piper. Nació como una respuesta a la ausencia de currículos sanos para instruir a los niños, que estuvieran enfocados en la supremacía de Dios y en la verdad del evangelio.
Después de una ardua búsqueda por un currículo sano, David y Sally comenzaron a desarrollar uno propio, primero para los niños de su propia iglesia y después para los ministerios de otras iglesias en EEUU y alrededor el mundo.
Lo bueno del ministerio, lo cual aprecio mucho, es que, aunque ellos han desarrollado recursos excelentes, ellos no están principalmente vendiendo un currículo. Más bien, están promoviendo una visión. Y no es su propia visión, es la visión de Dios.
2. ¿Qué nos dice la Escritura acerca de brindar a los niños pequeños un sólido marco teológico para la fe?
No podemos cumplir este trabajo por accidente. Es un trabajo sumamente difícil e importante, y requiere adultos que amen a Dios y amen su palabra. En Deuteronomio 6, cuando el pueblo de Dios estaba por entrar a la tierra prometida, Moisés les mandó a que amaran al Señor de todo corazón. En los versículos cinco y seis, él les instruyó cómo es una vida que ama a Dios con todo el corazón; y tenemos esas palabras sobre nuestro corazón. Y la vida de esa persona que ama a Dios se involucra en las cosas de los versículos 7 a 9: repitamos la palabra a nuestros hijos, hablamos de ella en todos lugares y en todos los tiempos del día.
En resumen, las personas que realmente aman a Dios y su palabra siempre usan sus vidas para impactar a los demás con la verdad del evangelio. Y una expresión muy importante de una vida así es que esa gente habla consistentemente a sus hijos sobre la palabra de Dios.
Los cristianos deben enfocarse en el impacto de sus acciones en el futuro. No somos personas solamente del presente; tenemos que pensar en el impacto de nuestra vida más allá de nuestra propia vida. El Salmo 78 nos da esta perspectiva, cuando dice que el propósito de la declaración del testimonio de Dios y su ley desde esa generación a sus hijos era para que la generación venidera supiera (Salmo 78:5-6). Pero no solamente para ellos, para “los hijos que nacerán” y para que ellos vayan a levantarse y contar a sus hijos. De esta manera, la responsabilidad no es solamente entre la familia nuclear ni de los padres a sus propios hijos. La responsabilidad es de generación a generación, más allá de nuestra propia vida. Entonces, un solido marco teológico tiene su base en adultos quienes aman a Dios y aman su palabra y tomen en serio su responsabilidad a la generación venidera.
3. Entre las plenarias y talleres encontramos temas como “La fe viene por la Palabra de Cristo” y “Presentando el evangelio a los niños”. ¿Cuáles son los peligros de enseñar la Biblia a los niños como una colección de historias con moralejas en lugar de como la Palabra de Dios centrada en el evangelio de Cristo?
En primer lugar, el no tomar en cuenta que los niños pueden entender el evangelio es pretender ser Dios. De hecho, nosotros en muchos sentidos tenemos que hacernos como ellos para confiar en las verdades que transforman. Jesús mismo dijo que no debíamos impedir que los niños vinieran a él, y el Salmo 78 dice que no impediremos que lo que fue diseñado para ellos, llegue a ellos.
En cuanto a lo segundo y conectado con esto mismo, el peligro principal es que los niños siempre van a creer en lo que los maestros y padres les instruyen. Enseñando la Biblia como una colección de historias con moralejas, se les da a los niños una imagen de un dios pequeño y una imagen de la gente muy grande. Si enseñamos historias como David y Goliat, Ester, Jonás, como historias con moralejas, los personajes (las personas) vienen a ser el enfoque principal, y Dios no está en el centro. Cuando los niños crecen en un ambiente así no es de sorprendernos el que no les importe Dios, porque crecen con una imagen de un dios pequeño y ya ellos no se ven tan pequeños a sí mismos.
Muchos creyentes que instruyen a los niños así, no tienen la intención de darles una imagen de Dios incorrecta. Más bien, piensan de que los niños no tienen la capacidad de entender toda la verdad de la Biblia. Es verdad que los niños no pueden entender toda la Biblia completamente; pero esta no es una razón para encubrir la verdad. Los niños tienen una capacidad mucho más grande de lo que pensamos y debemos darles una imagen real de nuestro gran Dios y no una imagen falsa de un dios pequeño.
4. ¿Cuáles son algunos de los retos a los que se enfrentan aquellos que sirven a los niños de la Iglesia?
El reto principal es que muchas personas en la iglesia no dan la debida importancia al ministerio con los niños. Lamentablemente a veces eso incluye a pastores y líderes, padres, y, por supuesto, los miembros en general. La raíz de este fallo es la ausencia del enfoque en el futuro.
Aun en las iglesias sanas, es fácil para los pastores y líderes enfocarse en la predicación de la Palabra a los adultos. Para los padres, es fácil pensar en los domingos como su propio tiempo para recibir la Palabra y no enfocarse en las enseñanzas que los niños reciben. Y para los miembros en general, sobre todo los que no tienen hijos, es fácil pensar en los niños como una molestia —un bebé llorando en el culto, un niño que no pone atención al sermón, una niña gritando cuando los adultos están hablando después del culto. El reto es que es fácil ignorar el futuro y no tomar en serio nuestro rol para impactar a la generación venidera con la verdad del evangelio.
5. Sabemos que los principales responsables de la formación espiritual de los niños son los padres. ¿Por qué a muchos padres se les dificulta cumplir con esta responsabilidad? ¿Cómo puede la iglesia ayudarles a obedecer este mandato con amor y diligencia?
Muchos padres sienten que ellos no tienen la experiencia ni la capacidad para instruir a sus hijos en la Palabra. Piensan que tienen que ser teólogos o pastores para poder hacerlo. Piensan en la adoración familiar como un estudio bíblico muy complicado y largo. Entonces muchos nunca comienzan con el trabajo.
Sin embargo, un padre que declara la verdad del evangelio a su hijo puede hacer de esta práctica algo muy sencillo: hablando sobre la Palabra, memorizándola juntos como familia, preparándolos para estar en la iglesia domingo tras domingo, contando lo que pasó en la iglesia cada domingo cuando estén en camino a la casa. En mi experiencia como pastor de familia, los padres que tienen éxito en su trabajo contando la verdad a la generación venidera comenzaron temprano y con cosas sencillas. Sus tiempos de adoración familiar no son demasiado complicados. Ellos posiblemente canten una canción, leen unos versículos, y hacen una oración corta cada noche a partir de una temprana edad.
Entonces, hay mucho que la iglesia puede hacer para ayudar a los padres en este trabajo importante. Los pastores y líderes deben enseñar la visión para, y la importancia del, ministerio a los niños a toda la iglesia. Tenemos que tener líderes en nuestras iglesias que tomen en serio nuestra responsabilidad para declarar el evangelio a la generación venidera.
Los profesores de la escuela dominical también tienen un rol. Ellos deben pensar en su responsabilidad como colaboradores junto a los padres en el trabajo para declarar el evangelio a los niños de la iglesia. Por esta razón, me gusta mucho el sistema de Niños Deseando a Dios, que incluye una página para los padres cada semana con un resumen de la enseñanza e ideas para reforzarla en la siguiente semana.
6. ¿Cómo pueden las personas sin hijos servir a los niños y jóvenes para crecer en la Palabra?
Todos los miembros de la iglesia, incluyendo los miembros sin hijos, pueden servir a los niños, y jóvenes, y familias tomando en serio su rol para declarar el evangelio a la próxima generación. Los domingos ellos pueden involucrarse en el ministerio como profesores y ayudantes en las aulas de la iglesia. La belleza de la iglesia es obvia cuando ella está mostrando su diversidad y su unidad al mismo tiempo.
Qué bueno tener un joven de 20 años sirviendo con una soltera de 50 años y una mamá en el aula con los niños. Los niños pueden captar facetas diferentes de nuestro Dios, en las manifestaciones de amor de cada creyente y su ejemplo de fidelidad. Pero los miembros sin hijos pueden colaborar fuera del aula también. Cuando los niños están en el culto, dándoles la bienvenida, sentándose cerca de una familia durante el servicio. Durante el culto, todos los adultos, tengan hijos o no, pueden orar por los niños, por los padres, por los profesores, por un niño específico que está teniendo problemas ese día. Además, hay oportunidades también en medio de la semana. Los miembros sin hijos deben buscar maneras para servir y estar con las familias.
“Contemos a la Generación Venidera” el sábado 13 de mayo en en Iglesia Dimensión Cristiana, San Francisco de Dos Ríos, Costa Rica. Además habrá una reunión especial para los pastores y líderes el viernes 12 de mayo. Puedes encontrar más información en la página web y en la página de Facebook. Puedes inscribirte directamente aquí.
Ana Ávila es escritora senior en Coalición por el Evangelio, Química Bióloga Clínica, y parte de Iglesia El Redil. Es autora de «Aprovecha bien el tiempo: Una guía práctica para honrar a Dios con tu día». Vive en Guatemala junto con su esposo Uriel y sus dos hijos. Puedes encontrarla en YouTube, Instagram y Twitter.