MinisterioMinisterio de Niño
Sirve en el ministerio de niños. Es más grande de lo que piensas
¿Quieres que las puertas del infierno tiemblen? Aquí hay una idea: sirve en el ministerio de niños de tu iglesia.
El autor de Hebreos escribe: «Permanezca el amor fraternal, no se olviden de mostrar hospitalidad, porque por ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles» (He 13:1-2). El ministerio de niños es, en esencia, un ministerio de hospitalidad. No estoy sugiriendo que cada niño que encuentres sea un ángel, pero Hebreos está abordando un principio de Efesios 3:20: Dios siempre está haciendo mucho más de lo que pedimos o entendemos. Siempre.
Algunos de los beneficios de servir en el ministerio de niños son obvios. El Señor lo utiliza para ayudar a los niños a escuchar y responder al evangelio. Un ministerio de niños que se preocupa por la seguridad proporciona un contexto para la amistad y para relaciones seguras entre generaciones que son saludables para niños y adultos. Los niños aprenden el contenido y la importancia de las Escrituras. Un ministerio de niños bien pensado puede alimentar en los niños un deseo fundamental de venir a la iglesia. Además, será bueno para tu propio corazón servir; esto apoya al equipo del ministerio, te saca de tu zona de confort y te ayuda a conocer a otros niños y adultos de la iglesia. Todo eso se encuentra en la superficie de por qué es importante servir en el ministerio de niños.
Nunca sabes a quién estás sirviendo
Pero vayamos más profundo. Veamos la parte del «amor fraternal» y la hospitalidad, la parte en la que Dios hace más de lo que pedimos o entendemos.
"El Señor utiliza el ministerio de niños para ayudar a los niños a escuchar y responder al evangelio"
He sido pastor durante veinte años, sirviendo a cuatro iglesias en tres ciudades. Cuando considero lo que he experimentado y las historias que he escuchado, sé que el Señor utiliza los ministerios de niños para salvar familias, almas y, a veces, incluso vidas.
Cuando sirves en el ministerio de niños, no solo estás sirviendo a los niños; estás sirviendo a las personas que traen a esos niños. ¿Quiénes son? Estos son algunos ejemplos que he visto a lo largo de mis años de ministerio pastoral.
Una pareja de padres cuyo matrimonio está al borde del divorcio, que vuelven a la iglesia en un esfuerzo por mantener unida a su familia y volver a conectar, o conectar por primera vez, con Dios y con una comunidad de fe.
Una madre soltera sin recursos, sin comunidad, sin apoyo ni tiempo, que tiene dos trabajos para llegar a fin de mes y que ve la mañana del domingo como una ventana sagrada para buscar al Señor en la quietud y salir con las fuerzas que Él le proporciona.
Personas que parecen tenerlo todo controlado por fuera, pero que por dentro están aterradas por no poder estar a la altura de lo que ven a su alrededor. Los domingos por la mañana se sienten como en un teatro, una representación arraigada en ellos desde hace mucho tiempo. Tienen miedo de que sus hijos se porten mal y los avergüencen, pero cada semana se sientan bajo la enseñanza del evangelio y se inclinan para escuchar la libertad que tienen en Cristo, pidiéndole al Señor que les dé valor y fe para creerlo.
"El Señor utiliza los ministerios de niños para salvar familias, almas y, a veces, incluso vidas"
Un recién enviudado con hijos pequeños que ha sido miembro de la comunidad y que ahora siente una extraña combinación de necesidad y temor cuando se acerca el domingo. Viene a poner en orden una complicada gama de emociones ante el Señor y a realizar el lento y duro trabajo de aprender una forma nueva de relacionarse con su familia de la iglesia.
Una persona en proceso de recuperación de adicciones que ponen en peligro su capacidad para conservar la custodia de sus hijos. La adoración corporativa forma parte de su proceso de doce pasos y la vincula a una comunidad, poniéndola en el camino de personas que la miran a los ojos, conocen su historia y la aman.
Abuelos que han recibido la custodia legal de sus nietos mientras sus propios hijos se recuperan o, trágicamente, continúan con hábitos destructivos. Por amor, estos abuelos han aceptado la responsabilidad de cuidar de sus nietos, pero están destrozados y cansados, y saben que necesitan ayuda.
Un padre soltero que ha sido herido por una iglesia. Intenta manejar la complejidad de saber que es bueno para él formar parte de una comunidad de fe, pero no quiere que le vuelvan a hacer daño. Ha asumido el riesgo de volver a sumergirse cautelosamente en el agua, pero siente una carga de ansiedad cuando deja a su hija en el ministerio.
Una madre no creyente que tiene sueños inquietantes sobre Dios que la despiertan con la convicción de que necesita investigar las afirmaciones de Cristo. Tiene algunos estereotipos inevitables sobre cómo son los cristianos, por lo que se ha mostrado cautelosa. Pero esta es su tercera semana de asistencia y por fin está dispuesta a ingresar a su hijo en el programa.
Una persona que no pertenece a ninguna iglesia y que recientemente se ha enterado de que padece una enfermedad terminal, por lo que está tomando medidas dolorosamente desorientadoras para prepararse para la muerte. Nunca se ha considerado una «persona de iglesia», pero no sabe cómo afrontar lo que le espera sin el apoyo de una comunidad, tanto para sí misma como para sus hijos.
Un ministerio de hospitalidad extenso
Estas historias representan solo una fracción de las personas que he visto llevar a sus hijos al ministerio de niños de la iglesia local. La necesidad de personas que sirvan en el ministerio infantil siempre está ahí, y no solo porque el coordinador de voluntarios tenga un número determinado de espacios que cubrir. Nuestro mundo es un lugar quebrantado, pero la iglesia local es un hospital para los que sufren y no tienen esperanza, muchos de los cuales son padres o cuidadores.
Nuestro llamado como cuerpo de Cristo es darles la bienvenida. Una de las maneras más efectivas es estar listos cuando cruzan nuestras puertas, listos para invitarlos a una comunidad que desea caminar con ellos a través de cualquier cosa que se les presente.
El ministerio de niños es una expresión de amor fraternal. Es un ministerio de hospitalidad extenso, eternamente extenso. Solo Dios sabe de todo lo que serás parte cuando sirvas, pero esto es seguro: será más de lo que puedas pedir o entender.
Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Eduardo Fergusson.
Russ Ramsey y su esposa e hijos viven en Nashville, Tennessee. Es pastor en Christ Presbyterian Church y autor de múltiples libros. Es graduado de Taylor University (1991) y Covenant Theological Seminary (MDiv, 2000; ThM, 2003).