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Lectura de Hoy

11-12-2023

Devocional

Devocional: Juan 1

El prólogo de Juan (Juan 1:1-18es una de las más ricas canteras de la Biblia de donde extraer las maravillosas verdades sobre Cristo. En él caben tan solo las reflexiones más introductorias.

(1) En el primer versículo, a aquel de quien finalmente se dice que se hizo carne, el Señor Jesús mismo, se le llama el “Verbo”. La etiqueta no solo es intrínsecamente peculiar, sino que, a primera vista, es especialmente extraña, porque no vuelve a aparecer en el resto del Evangelio de Juan. Pero tal vez esta sea la primera pista. Si, en el primer versículo, Juan hubiera utilizado uno de los títulos atribuidos a Cristo a lo largo del libro (hijo de Dios, Hijo del Hombre, Rey de Israel, Mesías, etc.), ese título se habría elevado a un lugar de primera importancia. En vez de esto, Juan usa una expresión que los abarca a todos. Recuerda que, en el Antiguo Testamento, la “palabra” de Dios es el medio regular por el cual se revela a sí mismo en la creación, la redención y la revelación. “La palabra del Señor” viene a los profetas; por la palabra del Señor fueron hechos los cielos; Dios envía su palabra y sana a las personas. A Juan, le parece maravillosamente adecuado: en el “Verbo” eterno que se hace carne, Dios se manifiesta en la creación, en la revelación y en la redención. Incluso la palabra Verbo es evocadora. Podríamos parafrasearlo: “En el principio, Dios se reveló, y esta autorrevelación estaba con Dios, y era Dios”.

(2) Si el “Verbo” de Dios estaba con Dios incluso en el más remoto de los principios, ese Verbo era la semejanza misma de Dios y se distinguía de él. Si el “Verbo” de Dios era Dios aun en el comienzo más lejano, ese Verbo era el ser mismo de Dios y se identificaba con él. Estas son unas piezas rudimentarias de lo que se ha llegado a llamar doctrina de la Trinidad. Desde el principio, Dios siempre ha sido una unidad compuesta.

(3) El versículo 2 retoma la cláusula central del versículo 1 y nos prepara para el versículo 3. En otras palabras, que el Verbo estuviera con Dios en el principio posibilita que sea su agente en la creación de todo. Además, la insistencia de que Dios lo creó absolutamente todo por medio de la intermediación del Verbo nos conduce a la conclusión de que ni Dios ni el Verbo son parte de esta; el panteísmo queda descartado, así como cualquier sugerencia de que el Verbo sea un ser creado, un dios inferior.

(4) En el versículo 14, Juan declara que el Verbo se hizo carne (es decir, un ser humano) y (literalmente) “hizo su tabernáculo” en medio nuestro. Los lectores del Antiguo Testamento ven al instante que esto significa que, en cierto sentido, para Juan, Jesús es un nuevo tabernáculo, un nuevo templo (cf. Juan 2:13-25). De hecho, existe una docena de alusiones a Éxodo 32— 34 en Juan 1:14-18. Encuéntralas. ¿Qué significan?

Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Publicaciones Andamio, 2016. Usado con permiso.

Devocional: 2 Crónicas 11–12

El cronista presenta algunas percepciones fascinantes que nos ayudan a comprender el reinado de Roboam, el primer rey de Judá tras el fin de la monarquía unida (2 Crónicas 11-12). Veremos dos de ellos.

(1) Como era de esperar, muchos de los levitas que vivían en el norte se trasladaron al sur (11:11-17). Toda su vida estaba centrada en el templo, y esta era la conexión que quería romper Jeroboam, el rey de las diez tribus del norte. Por lo tanto, no sólo estableció sus propios ídolos, sino que despidió a todos los levitas. El efecto, al menos en un principio, fue fortalecer el poder de Roboam (11:17). A veces, Dios, en su providencia, usa el principio de las “consecuencias no planificadas” para convertir en bendiciones lo que inicialmente parece ser un desastre absoluto. El ejemplo más grandioso de esto es, por supuesto, la cruz.

(2) Roboam demostró ser un rey mediocre cuyo efecto general fue malo. Ciertos elementos iniciales del reinado de Roboam fueron buenos. Eligió al hijo correcto, Abías, para ser “jefe y príncipe” (11:22), preparándolo así para el trono. Aprendiendo de la estupidez de la decisión que le había costado el reino unido (10:8; cf1 Reyes 12:8), Roboam se esforzó por mantener el contacto con el pueblo, dispersando a sus muchos hijos por los distritos y ciudades fortificadas de Judá. Tristemente, una vez se encontró cómodo, cuando su reino estaba más o menos seguro, se alejó de la ley del Señor y su pueblo también lo hizo (12:1). Dios respondió desatando a Sisac, rey de Egipto, contra esta pequeña nación. El profeta Semaías afirmó con autoridad: “Así dice el Señor: ‘Como vosotros me abandonasteis, ahora yo también os abandono, para que caigáis en manos de Sisac’” (12:5).

El rey Roboam y los líderes de Israel se humillaron (12:6,12). El resultado fue que Dios no permitió que los egipcios destruyeran a Judá. No obstante, Dios dijo que su pueblo “serán sus siervos [de Sisac], para que sepan lo que es servirme a mí, y qué es servir a los reinos de las naciones” (12:8). Este desarrollo nos recuerda la reacción de Dios cuando el pueblo de Israel entró a la tierra prometida y rápidamente abandonó su fidelidad. El resultado fue que, en vez de la victoria rápida que pudieron haber obtenido, se vieron enredados en miserables refriegas durante generaciones.

Hay una especie de maldad que no es ni muy mala ni muy buena; no es terriblemente rebelde, pero tampoco tiene sed de justicia. Es una postura que se inclina a la idolatría y apresuradamente se retira ante la amenaza de juicio. Lo que le falta es el corazón de David, ese corazón de un hombre que, a pesar de los fracasos, se decidió a buscar a Dios con pasión y deleite. El veredicto final sobre el reino de Roboam nos explica el problema: “actuó mal, porque no tuvo el firme propósito de buscar al Señor” (12:14).

2 Crónicas 11–12

Reinado de Roboam

11 Cuando Roboam llegó a Jerusalén, reunió la casa de Judá y Benjamín, 180,000 hombres, guerreros escogidos, para pelear contra Israel y restituir el reino a Roboam. Pero la palabra del SEÑOR vino a Semaías, hombre de Dios, diciendo: «Habla a Roboam, hijo de Salomón, rey de Judá, y a todo Israel en Judá y Benjamín, diciéndoles“Así dice el SEÑOR: ‘No subirán ni pelearán contra sus hermanos; vuelva cada uno a su casa, porque de Mí ha venido esto’”». Y ellos escucharon las palabras del SEÑOR y desistieron de ir contra Jeroboam.

sup>5 Y Roboam habitó en Jerusalén, y edificó ciudades para defensa en Judá. Así edificó Belén, Etam, Tecoa, Bet Sur, Soco, Adulam, Gat, Maresa, Zif, Adoraim, Laquis, Azeca, 10 Zora, Ajalón y Hebrón, que son ciudades fortificadas en Judá y en Benjamín. 11 También reforzó las fortalezas y puso comandantes en ellas, y provisiones de víveres, aceite y vino. 12 puso escudos y lanzas en todas las ciudades y las reforzó en gran manera. Así mantuvo a su lado a Judá y a Benjamín.

13 Y los sacerdotes y los levitas que estaban en todo Israel se pasaron a él desde todos sus distritos. 14 Porque los levitas dejaron sus tierras de pastos y sus propiedades y vinieron a Judá y a Jerusalén, pues Jeroboam y sus hijos los habían excluido de servir al SEÑOR como sacerdotes. 15 Y Jeroboam designó sus propios sacerdotes para los lugares altos, para los demonios, y para los becerros que él había hecho. 16 Aquellos de entre todas las tribus de Israel que habían resuelto en su corazón buscar al SEÑOR, Dios de Israel, los siguieron a Jerusalén para sacrificar al SEÑOR, Dios de sus padres. 17 Y fortalecieron el reino de Judá y apoyaron a Roboam, hijo de Salomón, por tres años, pues por tres años anduvieron en el camino de David y de Salomón.

18 Entonces Roboam tomó por mujer a Mahalat, hija de Jerimot, hijo de David y de Abihail, hija de Eliab, hijo de Isaí, 19 y ella le dio hijos: Jeús, Semarías y Zaham. 20 Después de ella tomó a Maaca, hija de Absalón, y ella le dio a Abías, Atai, Ziza y Selomit. 21 Y amó Roboam a Maaca, hija de Absalón, más que a todas sus otras mujeres y concubinas. Porque había tomado dieciocho mujeres y sesenta concubinas, y tuvo veintiocho hijos y sesenta hijas. 22 Roboam puso a Abías, hijo de Maaca, por cabeza y jefe entre sus hermanos, porque quería hacerlo rey. 23 Y obró sabiamente, y distribuyó a algunos de sus hijos por todos los territorios de Judá y de Benjamín, por todas las ciudades fortificadas, les dio alimento en abundancia, y les buscó muchas mujeres.

Sisac invade Judá

12 Cuando el reino de Roboam se había afianzado y fortalecido, él abandonó la ley del SEÑOR y todo Israel con él. Y sucedió que en el año quinto del rey Roboam, debido a que ellos habían sido infieles al SEÑOR, Sisac, rey de Egipto, subió contra Jerusalén con 1,200 carros y 60,000 hombres de a caballo. Y era innumerable el pueblo que vino con él de Egipto: los libios, los suquienos y los etíopes. Y tomó las ciudades fortificadas de Judá y llegó hasta Jerusalén.

Entonces el profeta Semaías vino a Roboam y a los príncipes de Judá que se habían reunido en Jerusalén por causa de Sisac, y les dijo: «Así dice el SEÑOR: “Ustedes me han abandonado, por eso también Yo los abandono en manos de Sisac”». Y los príncipes de Israel y el rey se humillaron y dijeron: «Justo es el SEÑOR».

Cuando el SEÑOR vio que se habían humillado, vino la palabra del SEÑOR a Semaías, diciendo: «Se han humillado; no los destruiré, sino que les concederé cierta libertad y Mi furor no se derramará sobre Jerusalén por medio de Sisac. Pero serán sus siervos para que aprendan la diferencia entre servirme a Mí y servir a los reinos de los países».

Subió, pues, Sisac, rey de Egipto, contra Jerusalén y tomó los tesoros de la casa del SEÑOR y los tesoros del palacio del rey. De todo se apoderó; se llevó hasta los escudos de oro que había hecho Salomón. 10 Entonces el rey Roboam hizo en su lugar escudos de bronce, y los entregó al cuidado de los jefes de la guardia que custodiaban la entrada de la casa del rey. 11 Y sucedía que cuando el rey entraba en la casa del SEÑOR, venían los de la guardia y los llevaban, y después los devolvían a la sala de los de la guardia. 12 Cuando él se humilló, la ira del SEÑOR se apartó de él para no destruirlo totalmente; además las cosas mejoraron en Judá.

13 Se fortaleció, pues, el rey Roboam en Jerusalén, y reinó. Roboam tenía cuarenta y un años cuando comenzó a reinar, y reinó diecisiete años en Jerusalén, la ciudad que el SEÑOR había escogido de entre todas las tribus de Israel para poner allí Su nombre. Y el nombre de su madre era Naama, la amonita. 14 Roboam hizo lo malo porque no dispuso su corazón para buscar al SEÑOR.

15 Los hechos de Roboam, los primeros y los postreros, ¿no están escritos en los libros del profeta Semaías y del vidente Iddo, conforme al registro genealógico? Hubo guerras continuamente entre Roboam y Jeroboam. 16 Y durmió Roboam con sus padres, y fue sepultado en la ciudad de David; y su hijo Abías reinó en su lugar.

Apocalipsis 2

Mensaje a la iglesia de Éfeso

2 »Escribe al ángel de la iglesia en Éfeso:

“El que tiene las siete estrellas en Su mano derecha, Aquel que anda entre los siete candelabros de oro, dice esto: ‘Yo conozco tus obras, tu fatiga y tu perseverancia, y que no puedes soportar a los malos, y has sometido a prueba a los que se dicen ser apóstoles y no lo son, y los has hallado mentirosos. Tienes perseverancia, y has sufrido por Mi nombre y no has desmayado.

’Pero tengo esto contra ti: que has dejado tu primer amor. Recuerda, por tanto, de dónde has caído y arrepiéntete, y haz las obras que hiciste al principio. Si no, vendré a ti y quitaré tu candelabro de su lugar, si no te arrepientes. Sin embargo tienes esto: que aborreces las obras de los nicolaítas, las cuales Yo también aborrezco.

’El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al vencedor le daré a comer del árbol de la vida, que está en el paraíso de Dios’”».

Mensaje a la iglesia de Esmirna

«Escribe al ángel de la iglesia en Esmirna:

“El Primero y el Último, el que estuvo muerto y ha vuelto a la vida, dice esto: ‘Yo conozco tu tribulación y tu pobreza (pero tú eres rico), y la blasfemia de los que se dicen ser judíos y no lo son, sino que son sinagoga de Satanás. 10 No temas lo que estás por sufrir. Yo te digo que el diablo echará a algunos de ustedes en la cárcel para que sean probados, y tendrán tribulación por diez días. Sé fiel hasta la muerte, y Yo te daré la corona de la vida.

11 ’El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. El vencedor no sufrirá daño de la muerte segunda’”».

Mensaje a la iglesia de Pérgamo

12 «Escribe al ángel de la iglesia en Pérgamo:

“El que tiene la espada aguda de dos filos, dice esto: 13 ‘Yo sé dónde moras: donde está el trono de Satanás. Guardas fielmente Mi nombre y no has negado Mi fe, aun en los días de Antipas, Mi testigo, Mi siervo fiel, que fue muerto entre ustedes, donde mora Satanás.

14 ’Pero tengo unas pocas cosas contra ti, porque tienes ahí a los que mantienen la doctrina de Balaam, que enseñaba a Balac a poner tropiezo ante los israelitas, a comer cosas sacrificadas a los ídolos y a cometer actos de inmoralidad. 15 Así tú también tienes algunos que de la misma manera mantienen la doctrina de los nicolaítas. 16 Por tanto, arrepiéntete; si no, vendré a ti pronto y pelearé contra ellos con la espada de Mi boca.

17 ’El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al vencedor le daré del maná escondido y le daré una piedrecita blanca, y grabado en la piedrecita un nombre nuevo, el cual nadie conoce sino aquel que lo recibe’”».

Mensaje a la iglesia de Tiatira

18 «Escribe al ángel de la iglesia en Tiatira:

“El Hijo de Dios, que tiene ojos como llama de fuego, y Sus pies son semejantes al bronce bruñido, dice esto: 19 ‘Yo conozco tus obras, tu amor, tu fe, tu servicio y tu perseverancia, y que tus obras recientes son mayores que las primeras.

20 ’Pero tengo esto contra ti: que toleras a esa mujer Jezabel, que se dice ser profetisa, y enseña y seduce a Mis siervos a que cometan actos inmorales y coman cosas sacrificadas a los ídolos. 21 Le he dado tiempo para arrepentirse, y no quiere arrepentirse de su inmoralidad. 22 Por eso, la postraré en cama, y a los que cometen adulterio con ella los arrojaré en gran tribulación, si no se arrepienten de las obras de ella. 23 A sus hijos mataré con pestilencia, y todas las iglesias sabrán que Yo soy el que escudriña las mentes y los corazones, y les daré a cada uno según sus obras.

24 ’Pero a ustedes, a los demás que están en Tiatira, a cuantos no tienen esta doctrina, que no han conocido las cosas profundas de Satanás, como ellos las llaman, les digo, que no les impongo otra carga. 25 No obstante, lo que tienen, reténganlo hasta que Yo venga. 26 Al vencedor, al que guarda Mis obras hasta el fin, LE DARÉ AUTORIDAD SOBRE LAS NACIONES; 27 Y LAS REGIRÁ CON VARA DE HIERRO, COMO LOS VASOS DEL ALFARERO SON HECHOS PEDAZOS, como Yo también he recibido autoridad de Mi Padre. 28 Y le daré el lucero de la mañana.

29 ’El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias’”».

Sofonías 3

Reproches a Jerusalén y a las naciones

3 ¡Ay de la rebelde y contaminada, La ciudad opresora! No escuchó la voz, Ni aceptó la corrección. No confió en el SEÑOR, Ni se acercó a su Dios. Sus príncipes en medio de ella son leones rugientes, Sus jueces, lobos al anochecer; No dejan nada para la mañana. Sus profetas son temerarios, hombres desleales. Sus sacerdotes han profanado el santuario, Han violado la ley. El SEÑOR es justo en medio de ella; No cometerá injusticia. Cada mañana saca a luz Su juicio, Nunca falta; Pero el injusto no conoce la vergüenza. «Yo he exterminado naciones; Sus torreones están en ruinas, Hice desiertas sus calles, Sin que nadie pase por ellas. Sus ciudades están desoladas, Sin hombre alguno, sin ningún habitante. Dije: “Ciertamente me temerás, Aceptarás corrección”. Entonces no será destruida su morada A pesar de todo lo que Yo había determinado sobre ella; Pero ellos se apresuraron a corromper todas sus acciones.

»Por tanto, espérenme», declara el SEÑOR, «Hasta el día en que me levante como testigo, Porque Mi decisión es reunir a las naciones, Juntar a los reinos, Para derramar sobre ellos Mi indignación, Todo el ardor de Mi ira. Porque por el fuego de Mi celo Toda la tierra será consumida. En ese tiempo daré a los pueblos labios puros, Para que todos ellos invoquen el nombre del SEÑOR, Para que le sirvan de común acuerdo. 10 Desde más allá de los ríos de Etiopía Mis adoradores, Mis dispersos, Traerán Mi ofrenda. 11 Aquel día no te avergonzarás De ninguna de tus acciones Con que te rebelaste contra Mí. Porque entonces Yo quitaré de en medio de ti A los que se regocijan en tu orgullo, Y nunca más te envanecerás En Mi santo monte. 12 Y dejaré en medio de ti Un pueblo humilde y pobre, Que se refugiará en el nombre del SEÑOR. 13 El remanente de Israel no hará injusticia Ni dirá mentira, Ni se hallará en su boca Lengua engañosa, Porque ellos se alimentarán y reposarán Sin que nadie los atemorice».

Júbilo por la restauración de Israel

14 Canta jubilosa, hija de Sión. Lanza gritos de alegría, Israel. Alégrate y regocíjate de todo corazón, Hija de Jerusalén. 15 El SEÑOR ha retirado Sus juicios contra ti, Ha expulsado a tus enemigos. El Rey de Israel, el SEÑOR, está en medio de ti; Ya no temerás mal alguno. 16 Aquel día le dirán a Jerusalén: «No temas, Sión; No desfallezcan tus manos. 17 El SEÑOR tu Dios está en medio de ti, Guerrero victorioso; Se gozará en ti con alegría, En Su amor guardará silencio, Se regocijará por ti con cantos de júbilo. 18 Reuniré a los que se afligen por las fiestas señaladas, Tuyos son, oh Sión, El oprobio del destierro es una carga para ellos. 19 En aquel tiempo me ocuparé De todos tus opresores. Salvaré a la coja Y recogeré a la desterrada, Y convertiré su vergüenza en alabanza y renombre En toda la tierra. 20 En aquel tiempo los traeré, En aquel tiempo los reuniré. Ciertamente, les daré renombre y alabanza Entre todos los pueblos de la tierra, Cuando Yo haga volver a sus cautivos ante sus ojos», Dice el SEÑOR.

Juan 1

Prólogo

1 En el principio ya existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba en el principio con Dios. Todas las cosas fueron hechas por medio de Él, y sin Él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. En Él estaba la vida, y la vida era la Luz de los hombres. La Luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la comprendieron.

Vino al mundo un hombre enviado por Dios, cuyo nombre era Juan. Este vino como testigo para testificar de la Luz, a fin de que todos creyeran por medio de él. No era él la Luz, sino que vino para dar testimonio de la Luz.

Existía la Luz verdadera que, al venir al mundo, alumbra a todo hombre.

10 Él estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por medio de Él, y el mundo no lo conoció. 11 A lo Suyo vino, y los Suyos no lo recibieron. 12 Pero a todos los que lo recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios, es decir, a los que creen en Su nombre, 13 que no nacieron de sangre, ni de la voluntad de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino de Dios.

El Verbo se hace carne

14 El Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros, y vimos Su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad. 15 Juan dio* testimonio de Él y clamó: «Este era del que yo decía: “El que viene después de mí, es antes de mí, porque era primero que yo”». 16 Pues de Su plenitud todos hemos recibido, y gracia sobre gracia. 17 Porque la ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la verdad fueron hechas realidad por medio de Jesucristo. 18 Nadie ha visto jamás a Dios; el unigénito Dios, que está en el seno del Padre, Él lo ha dado a conocer.

Testimonio de Juan el Bautista

19 Este es el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron sacerdotes y levitas de Jerusalén a preguntarle: «¿Quién eres tú?». 20 Y él confesó y no negó, pero confesó: «Yo no soy el Cristo». 21 «¿Entonces, qué?», le preguntaron, «¿Eres Elías?». Y él dijo*: «No lo soy». «¿Eres el Profeta?». «No», respondió Juan. 22 Entonces le preguntaron: «¿Quién eres? Ya que tenemos que dar respuesta a los que nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo?». 23 Juan les respondió: «Yo soy LA VOZ DEL QUE CLAMA EN EL DESIERTO: “ENDERECEN EL CAMINO DEL SEÑOR”, como dijo el profeta Isaías».

24 Los que habían sido enviados eran de los fariseos, 25 y le preguntaron: «Entonces, ¿por qué bautizas, si tú no eres el Cristo, ni Elías, ni el Profeta?».

26 Juan les respondió: «Yo bautizo en agua, pero entre ustedes está Uno a quien ustedes no conocen. 27 Él es el que viene después de mí, a quien yo no soy digno de desatar la correa de la sandalia».

28 Estas cosas sucedieron en Betania, al otro lado del Jordán, donde Juan estaba bautizando.

El Cordero de Dios

29 Al día siguiente Juan vio* a Jesús que venía hacia él, y dijo*: «Ahí está el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. 30 Este es Aquel de quien yo dije: “Después de mí viene un Hombre que es antes de mí porque era primero que yo”. 31 Yo no lo conocía, pero para que Él fuera manifestado a Israel, por esto yo vine bautizando en agua».

32 Juan también dio testimonio, diciendo: «He visto al Espíritu que descendía del cielo como paloma, y se posó sobre Él. 33 Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar en agua me dijo: “Aquel sobre quien veas al Espíritu descender y posarse sobre Él, Este es el que bautiza en el Espíritu Santo”. 34 Y yo lo he visto y he dado testimonio de que Este es el Hijo de Dios».

Los primeros discípulos

35 Al día siguiente Juan estaba otra vez allí con dos de sus discípulos, 36 y vio a Jesús que pasaba, y dijo*: «Ahí está el Cordero de Dios». 37 Y los dos discípulos le oyeron hablar, y siguieron a Jesús. 38 Jesús se volvió, y viendo que lo seguían, les dijo*: «¿Qué buscan?». Y ellos le dijeron: «Rabí (que traducido quiere decir Maestro), ¿dónde te hospedas?». 39 «Vengan y verán», les dijo* Jesús. Entonces fueron y vieron dónde se hospedaba; y se quedaron con Él aquel día, porque eran como las cuatro de la tarde.

40 Uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús, era Andrés, hermano de Simón Pedro. 41 Él encontró* primero a su hermano Simón, y le dijo*: «Hemos hallado al Mesías» (que traducido quiere decir, Cristo). 42 Entonces lo trajo a Jesús. Jesús mirándolo, dijo: «Tú eres Simón, hijo de Juan; tú serás llamado Cefas», que quiere decir Pedro.

Felipe y Natanael

43 Al día siguiente Jesús se propuso salir para Galilea, y encontró* a Felipe, y le dijo*: «Sígueme». 44 Felipe era de Betsaida, de la ciudad de Andrés y de Pedro. 45 Felipe encontró* a Natanael y le dijo*: «Hemos hallado a Aquel de quien escribió Moisés en la ley, y también los profetas, a Jesús de Nazaret, el hijo de José». 46 Y Natanael le dijo: «¿Puede algo bueno salir de Nazaret?». «Ven, y ve», le dijo* Felipe.

47 Jesús vio venir a Natanael y dijo* de él: «Ahí tienen a un verdadero israelita en quien no hay engaño». 48 Natanael le preguntó*: «¿Cómo es que me conoces?». Jesús le respondió: «Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi». 49 «Rabí, Tú eres el Hijo de Dios, Tú eres el Rey de Israel», respondió Natanael.

50 Jesús le contestó: «¿Porque te dije que te vi debajo de la higuera, crees? Cosas mayores que estas verás». 51 También le dijo*: «En verdad les digo que verán el cielo abierto y a los ángeles de Dios subiendo y bajando sobre el Hijo del Hombre». 

Nueva Biblia de las Américas Copyright © 2005 por The Lockman Foundation, La Habra, California. Todos los derechos reservados. Para más información, visita www.exploranbla.com

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