Plan
Lectura de Hoy
15-12-2023
Devocional
Devocional: Zacarías 2
Los últimos versículos de Zacarías 1 (en los que no reflexionamos en la meditación de ayer) son muy directos. “Cuerno” representa fuerza, reino o poder regio. Los cuatro cuernos que dispersan a Judá e Israel no tienen por qué ser cuatro imperios, sino una forma de referirse a todos los poderes que tuvieran que ver en ello (como en “las cuatro esquinas del mundo” o “los cuatro vientos”). Pero los “herreros” los vencen finalmente, de nuevo el cuatro, para que se corresponda con los cuatro que diezman al pueblo de Dios. Históricamente, claro está, los persas vencieron e incorporaron el territorio de los imperios anteriores al suyo propio. La idea general está bastante clara y se repite de muchas maneras en los profetas: todas las naciones tendrán una retribución divina, sobre todo aquellas que ataquen al pueblo del pacto de Dios.
Esto establece el escenario para Zacarías 2 y la tercera visión. Aquí, Jerusalén tiene un protector divino: ya no necesita muros. En realidad, el gran número de personas y ganado que pertenecen a la ciudad haría que los muros fueran poco prácticos. Pero esto no es una amenaza para Jerusalén. Lejos de ello: “En torno suyo —afirma el Señor— seré un muro de fuego, y dentro de ella seré su gloria” (2:5). Partes de esta visión anticipan la de la nueva Jerusalén (véase especialmente Apocalipsis 22:1ss.).
Elementos de esta visión resuenan en otros temas bíblicos. (a) El Señor saqueará las naciones que han sido infieles y crueles. Este asunto brota en todo el corpus principal del Antiguo Testamento y aflora en el capítulo anterior. (b) El pueblo del pacto del Señor es “la niña de sus ojos” (2:8). Ciertamente, ser el escogido de Dios puede significar estar en primera línea para el castigo (Am. 3:2), pero también supone que Dios nos ama desde antes de la fundación de la tierra, nos cuida, nos protege y, finalmente, nos introduce en la gloria escatológica. (c) El tema misionero vuelve a aparecer: “Muchas naciones se unirán al Señor. Ellas serán mi pueblo” (2:11). Esto no debería sorprendernos. El primer anuncio del pacto con Abraham promete que todas las naciones de la tierra serán benditas por medio de él (Génesis 12:3). (d) “¡Que todo el mundo guarde silencio ante el Señor, que ya avanza desde su santa morada!” (2:13). En otras palabras, a la luz de las gloriosas revelaciones que Dios ha dado por medio de Zacarías, la respuesta adecuada es la silenciosa reverencia, el callado sobrecogimiento. ¡Cuánto más debería ser nuestra respuesta al contemplar el cumplimiento de estas promesas y percibir algo del horizonte de los logros en el Evangelio y sus consecuencias lógicas!
Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Publicaciones Andamio, 2016. Usado con permiso.
Devocional: Apocalipsis 6
Los capítulos 4 y 5 de Apocalipsis, sobre los cuales no hemos reflexionado aún, constituyen una visión importante que nos prepara para gran parte del resto del libro, incluyendo Apocalipsis 6. El capítulo 4 le sirve al 5 como el escenario de un drama. Apocalipsis 4 presenta, mediante símbolos apocalípticos, el salón del trono del Dios Todopoderoso. Enfatiza lo maravilloso que es Dios, su santidad, su gloria trascendente y espectacular. Hasta la orden más elevada de los ángeles cubren sus rostros al postrare en adoración y exaltan a Dios por su santidad. En Apocalipsis 5, comienza el drama. A la diestra de Dios, hay un rollo que contiene todos sus propósitos de redención y juicio. El rollo está sellado con siete sellos. En el simbolismo de este libro, abrir los sellos significa realizar todos los propósitos de Dios de redención y de juicio. Si el libro permanece cerrado, los propósitos de Dios permanecen sin cumplirse. Un ángel poderoso lanza un desafío al universo entero: ¿Habrá alguien digno de acercarse a este Dios asombroso y francamente aterrador, de tomar el rollo y de abrir los sellos? En otras palabras, ¿alguien podrá servir como agente de Dios para cumplir sus propósitos? No encuentran a nadie que sea digno y, ante la desesperanza, Juan gime. Luego, uno de los ancianos le dice que deje de llorar. El León de la tribu de Judá ha vencido. Juan se asoma a través de sus lágrimas y ve… un Cordero. No es un animal adicional al León. Conforme a la naturaleza mixta de las metáforas apocalípticas, el León es el Cordero y emerge del centro del trono. De ahí en adelante, en el libro de Apocalipsis se ofrece alabanza al que está sentado en el trono y al Cordero.
Apocalipsis 6 narra el momento en que el Cordero abre los sellos. A su debido tiempo, el séptimo sello introduce siete trompetas (Apocalipsis 8), a las cuales le siguen, a su vez, las siete copas de la ira de Dios (Apocalipsis 16). Por ende, todo el drama del libro de Apocalipsis se inicia con la visión de Apocalipsis 4-5.
En cuanto a Apocalipsis 6, sólo me concentraré en dos puntos. (1) Los mártires que están “bajo el altar” claman a gran voz diciendo: “¿Hasta cuándo, Soberano Señor, santo y veraz, seguirás sin juzgas a los habitantes de la tierra y sin vengar nuestra muerte?” (6:10). Es un gran consuelo saber que se hará justicia y esta será visible. Es todavía más reconfortante saber que Dios es más paciente que los cristianos. (2) Ahora bien, cuando llegue finalmente ese juicio, no hay manera de evitarlo, no hay indulto. Todos los que se han rebelado en contra de su Creador y jamás fueron reconciliados con él, ya sean esclavos o poderosos, clamarán a los montes y a las peñas pidiéndoles que les escondan “de la mirada del que está sentado en el trono y de la ira del Cordero” (6:16). Pero, ¿quién puede esconderse del trono de Dios?
2 Crónicas 17
Reinado de Josafat
17 Entonces su hijo Josafat reinó en su lugar, y afirmó su dominio sobre Israel. 2 Puso tropas en todas las ciudades fortificadas de Judá. También puso guarniciones en el territorio de Judá y en las ciudades de Efraín que su padre Asa había tomado. 3 Y el SEÑOR estuvo con Josafat porque anduvo en los primeros caminos de su padre David y no buscó a los Baales, 4 sino que buscó al Dios de su padre, anduvo en sus mandamientos y no hizo como Israel. 5 El SEÑOR, pues, afirmó el reino bajo su mano; y todo Judá le traía presentes a Josafat, y tuvo grandes riquezas y honores. 6 Y su corazón se entusiasmó en los caminos del SEÑOR, y además quitó de Judá los lugares altos y las Aseras.
7 En el año tercero de su reinado envió a sus oficiales Ben Hail, Abdías, Zacarías, Natanael y Micaías, para que instruyeran a los habitantes de las ciudades de Judá. 8 Con ellos envió a los levitas Semaías, Netanías, Zebadías, Asael, Semiramot, Jonatán, Adonías, Tobías y Tobadonías, levitas todos; y con estos a los sacerdotes Elisama y Joram. 9 Ellos enseñaron a la gente en Judá, teniendo consigo el libro de la ley del SEÑOR. Recorrieron todas las ciudades de Judá y enseñaron al pueblo.
10 Y el terror del SEÑOR vino sobre todos los reinos de las tierras que estaban alrededor de Judá, y no hicieron guerra contra Josafat. 11 Algunos de los filisteos trajeron presentes y plata como tributo a Josafat; también los árabes le trajeron rebaños: 7,700 carneros y 7,700 machos cabríos. 12 Josafat se engrandecía más y más, y edificó fortalezas y ciudades de almacenaje en Judá. 13 Tenía muchas provisiones en las ciudades de Judá, y hombres de guerra, valientes guerreros, en Jerusalén. 14 Este era su número según sus casas paternas:
De Judá, de los capitanes de millares, Adnas era el capitán, y con él 300,000 valientes guerreros; 15 después de él estaba el capitán Johanán, y con él 280,000; 16 y tras este, Amasías, hijo de Zicri, que se ofreció voluntariamente al SEÑOR, y con él 200,000 valientes guerreros.
17 De Benjamín estaba Eliada, un valiente guerrero, y con él 200,000 armados de arco y escudo; 18 y después de este, Jozabad, y con él 180,000 armados para la guerra. 19 Estos son los que sirvieron al rey, sin contar los que el rey puso en las ciudades fortificadas por todo Judá.
Apocalipsis 6
Los primeros cuatro sellos
6 Entonces vi cuando el Cordero abrió uno de los siete sellos, y oí a uno de los cuatro seres vivientes que decía, como con voz de trueno: «Ven». 2 Miré, y había un caballo blanco. El que estaba montado en él tenía un arco. Se le dio una corona, y salió conquistando y para conquistar.
3 Cuando el Cordero abrió el segundo sello, oí al segundo ser viviente que decía: «Ven». 4 Entonces salió otro caballo, rojo. Al que estaba montado en él se le concedió quitar la paz de la tierra y que los hombres se mataran unos a otros; y se le dio una gran espada.
5 Cuando el Cordero abrió el tercer sello, oí al tercer ser viviente que decía: «Ven». Y miré, y había un caballo negro. El que estaba montado en él tenía una balanza en la mano. 6 Y oí como una voz en medio de los cuatro seres vivientes que decía: «Un litro de trigo por un denario, y tres litros de cebada por un denario, y no dañes el aceite y el vino».
7 Cuando el Cordero abrió el cuarto sello, oí la voz del cuarto ser viviente que decía: «Ven». 8 Y miré, y había un caballo amarillento. El que estaba montado en él se llamaba Muerte, y el Hades lo seguía. Y se les dio autoridad sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con espada, con hambre, con pestilencia y con las fieras de la tierra.
El quinto sello
9 Cuando el Cordero abrió el quinto sello, vi debajo del altar las almas de los que habían sido muertos a causa de la palabra de Dios y del testimonio que habían mantenido. 10 Clamaban a gran voz: «¿Hasta cuándo, oh Señor santo y verdadero, esperarás para juzgar y vengar nuestra sangre de los que moran en la tierra?». 11 Y se les dio a cada uno de ellos una vestidura blanca, y se les dijo que descansaran un poco más de tiempo, hasta que se completara también el número de sus consiervos y de sus hermanos que habrían de ser muertos como ellos lo habían sido.
El sexto sello
12 Vi cuando el Cordero abrió el sexto sello, y hubo un gran terremoto, y el sol se puso negro como cilicio hecho de cerda, y toda la luna se volvió como sangre, 13 y las estrellas del cielo cayeron a la tierra, como la higuera deja caer sus higos verdes al ser sacudida por un fuerte viento. 14 El cielo desapareció como un pergamino que se enrolla, y todo monte e isla fueron removidos de su lugar.
15 Los reyes de la tierra, y los grandes, los comandantes, los ricos, los poderosos, y todo siervo y todo libre, se escondieron en las cuevas y entre las peñas de los montes, 16 y decían* a los montes y a las peñas: «Caigan sobre nosotros y escóndannos de la presencia de Aquel que está sentado en el trono y de la ira del Cordero. 17 Porque ha llegado el gran día de la ira de ellos, ¿y quién podrá sostenerse?».
Zacarías 2
Futura gloria de Jerusalén
2 Entonces alcé los ojos y miré a un hombre con un cordel de medir en la mano. 2 Y le dije: «¿Adónde vas?». «A medir a Jerusalén, para ver cuánta es su anchura y cuánta su longitud», me respondió. 3 Cuando el ángel que hablaba conmigo se iba, otro ángel le salió al encuentro, 4 y le dijo: «Corre, habla a ese joven, y dile: “Sin muros será habitada Jerusalén, a causa de la multitud de hombres y de ganados dentro de ella. 5 Porque Yo seré para ella”, declara el SEÑOR, “una muralla de fuego en derredor, y gloria seré en medio de ella”».
6 «¡Escúchenme! Huyan de la tierra del norte», declara el SEÑOR, «pues Yo los dispersé por los cuatro vientos del cielo», declara el SEÑOR. 7 ¡Sión, tú que moras con la hija de Babilonia, escápate! 8 Porque así dice el SEÑOR de los ejércitos, cuya gloria me ha enviado contra las naciones que los despojaron, porque el que los toca, toca la niña de Su ojo: 9 «Yo alzaré Mi mano contra ellas, y serán despojo para sus esclavos. Entonces sabrán que el SEÑOR de los ejércitos me ha enviado.
10 »Canta de júbilo y alégrate, oh hija de Sión; porque voy a venir, y habitaré en medio de ti», declara el SEÑOR. 11 «Y muchas naciones se unirán al SEÑOR aquel día, y serán Mi pueblo. Entonces habitaré en medio de ti, y sabrás que el SEÑOR de los ejércitos me ha enviado a ti. 12 El SEÑOR poseerá a Judá, Su porción en la tierra santa, y escogerá de nuevo a Jerusalén. 13 Guarde silencio toda carne delante del SEÑOR, porque Él se ha levantado de Su santa morada».
Juan 5
Curación de un paralítico
5 Después de esto, se celebraba una fiesta de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. 2 Hay en Jerusalén, junto a la puerta de las Ovejas, un estanque que en hebreo se llama Betesda que tiene cinco pórticos. 3 En estos estaba en el suelo una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos que esperaban el movimiento del agua; 4 porque un ángel del Señor descendía de vez en cuando al estanque y agitaba el agua; y el primero que descendía al estanque después del movimiento del agua, quedaba curado de cualquier enfermedad que tuviera.
5 Estaba allí un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo. 6 Cuando Jesús lo vio acostado allí y supo que ya llevaba mucho tiempo en aquella condición, le dijo*: «¿Quieres ser sano?». 7 El enfermo le respondió: «Señor, no tengo a nadie que me meta en el estanque cuando el agua es agitada; y mientras yo llego, otro baja antes que yo». 8 Jesús le dijo*: «Levántate, toma tu camilla y anda». 9 Al instante el hombre quedó sano, y tomó su camilla y comenzó a andar.
Jesús censurado por sanar en el día de reposo
Pero aquel día era día de reposo.