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Lectura de Hoy
16-12-2023
Devocional
Devocional: Zacarías 3
La cuarta visión de Zacarías (Zacarías 3) contempla la reinstauración del sumo sacerdote en la persona de Josué. Al mismo tiempo, concibe a alguien que lo trasciende, convirtiéndolo en un elemento puntero a lo largo de la corriente de la historia redentora, así como, al final de la profecía de Hageo, lo es Zorobabel (Hageo 2:23; ver meditación del 13 de diciembre).
Las tres primeras visiones miran a Jerusalén desde el exterior. Esta y la siguiente encuentran al profeta dentro de los atrios del templo. Aquí ve a Josué, el sacerdote, balanceándose, por así decirlo, entre el ángel del Señor y “Satanás”: la palabra significa “el acusador”. Josué está vestido con “ropas sucias” (3:3). La suciedad es una señal de culpa, como aclara la segunda parte del versículo 4. El acusador intenta destruir a Josué por los cargos contra él, y, en verdad, es un pecador culpable (como indica la suciedad de su ropa); entonces, ¿cómo es posible que sea un sacerdote eficiente? La respuesta está en que el ángel del Señor, que está junto al Señor mismo, le da ropa limpia, ricas vestiduras. La situación es parecida a la experiencia de Isaías en Isaías 6. Cuando el profeta ve al Señor, se da cuenta de su terrible pecado. Pero Dios le proporciona el medio para eliminarlo; en este caso, un carbón encendido del altar. Aquí, la implicación es que Josué debe andar en los caminos de Dios y cumplir sus requisitos (3:7).
Se le vuelve a encomendar su misión. Pero la visión dice mucho más. Josué y sus compañeros (presumiblemente, otros sacerdotes) son (literalmente) “hombres de buen presagio” o, como la niv dice de un modo más prosaico, “hombres que simbolizan las cosas venideras” (3:8). Señalan a “mi siervo, el Renuevo” (3:8). No se revela nada más sobre su identidad aquí, pero surge de nuevo en 6:12-13, donde reflexionaremos sobre él de forma más profunda (ver meditación del 19 de diciembre). La metáfora cambia después a una piedra con siete “ojos” o “caras” (o incluso “manantiales”); el significado preciso de la metáfora es discutible, pero el resultado es que el Todopoderoso declara: “¡En un solo día borraré el pecado de esta tierra!”. El resultado es el contentamiento absoluto (que es la sustancia del ideal visionario en 3:10).
Al vivir a este lado de la cruz, no tenemos duda alguna en cuanto a quién es el sumo sacerdote definitivo y cómo llevó nuestro pecado por completo en su propio cuerpo sobre el madero. Por la acción de Dios, en un momento decisivo se trataron y resolvieron los pecados del pueblo de su pacto. Los “hombres que simbolizan las cosas venideras” sirvieron mejor de lo que pensaron: “Josué” es el nombre hebreo para la forma griega que conocemos como Jesús.
Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Publicaciones Andamio, 2016. Usado con permiso.
Devocional: Apocalipsis 7
Hay una amplia discusión sobre muchos puntos de interpretación en Apocalipsis 7. Por ejemplo, ¿quiénes son los 144.000 (7:4)? ¿Son las mismas personas de la gran multitud que nadie podía contar (7:9), al igual que, en el capítulo 5, el León es el Cordero? ¿Qué o cuándo es la “gran tribulación” (7:14)? ¿Es un período breve de tiempo? Si es así, ¿cuándo? ¿En el año 70 d. C. o cerca del fin de los tiempos? ¿O se refiere a todo el período de tiempo entre la primera y la segunda venida de Cristo?
Aquí me limitaré a tratar tres elementos de la descripción de Juan de la “gran multitud que nadie podía contar”.
Primero, surgen “de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas” (7:9). No vemos aquí ni una pizca de racismo. Más aún, este tema es recurrente en el libro. Por ejemplo, ya en Apocalipsis 5:9, los ancianos entonan una nueva canción al Cordero: “Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación”. La comunidad final de Dios es transnacional, transtribal, transracial y translingüística. En ese sentido, una ciudad como Los Ángeles es un mejor anticipo del cielo que, digamos, Tulsa, Oklahoma. Que la iglesia, fortalecida por la gracia de Dios, viva ahora, hasta el mayor grado posible, lo que un día será.
Segundo, todo lo que es significativo de estas personas depende de la obra de Dios efectuada a través del Cordero; o sea, se fundamenta en el evangelio de Dios. De manera que están de pie “delante del trono y del Cordero” (7:9); claman “a gran voz, diciendo:¡La salvación viene de nuestro Dios, quien está sentado en el trono, y del Cordero” (7:10). Mientras los ángeles adoran a Dios (7:11-12), a Juan se le dice que estas personas “han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero” (7:14). En resumen, independientemente de todo lo demás que encontremos en Apocalipsis, este libro rebosa de evangelio.
Tercero, el futuro final de la gran multitud no se encuentra en esta vida. Están “delante del trono de Dios, y día y noche le sirven en su templo” (7:15). Nada malo les volverá a suceder (7:16). “Porque el Cordero que está en el trono los pastoreará y los guiará a fuentes de agua viva; y Dios enjugará toda lágrima de sus ojos” (7:17). El libro de Apocalipsis aviva la llama de la valentía y de la fidelidad en esta vida, aun en medio de la oposición más vil, pues presenta el futuro glorioso de la vida venidera.
2 Crónicas 18
Profecía de Micaías contra Acab
18 Josafat tenía grandes riquezas y gloria; se emparentó con Acab. 2 Algunos años después descendió a Samaria para visitar a Acab. Y Acab mató muchas ovejas y bueyes para él y para el pueblo que estaba con él, y lo persuadió a que subiera con él contra Ramot de Galaad. 3 Acab, rey de Israel, le preguntó a Josafat, rey de Judá: «¿Irás conmigo contra Ramot de Galaad?». Y Josafat le respondió: «Yo soy como tú, y mi pueblo como tu pueblo; estaremos contigo en la batalla».
4 Dijo además Josafat al rey de Israel: «Te ruego que primero consultes la palabra del SEÑOR». 5 Entonces el rey de Israel reunió a los profetas, 400 hombres, y les preguntó: «¿Iremos a pelear contra Ramot de Galaad, o debo desistir?». «Suba», contestaron ellos, «porque Dios la entregará en mano del rey». 6 Pero Josafat dijo: «¿No queda aún aquí algún profeta del SEÑOR para que le consultemos?». 7 Y el rey de Israel dijo a Josafat: «Todavía queda un hombre por medio de quien podemos consultar al SEÑOR, pero lo aborrezco, porque nunca profetiza lo bueno en cuanto a mí, sino siempre lo malo. Es Micaías, hijo de Imla». «No hable el rey así», dijo Josafat. 8 Entonces el rey de Israel llamó a un oficial, y le dijo: «Trae pronto a Micaías, hijo de Imla».
9 El rey de Israel y Josafat, rey de Judá, estaban sentados cada uno en su trono, vestidos con sus mantos, en la era, a la entrada de la puerta de Samaria; y todos los profetas estaban profetizando delante de ellos. 10 Sedequías, hijo de Quenaana, se había hecho cuernos de hierro y decía: «Así dice el SEÑOR: “Con estos acornearás a los arameos hasta acabarlos”». 11 Y todos los profetas profetizaban así, diciendo: «Sube a Ramot de Galaad y tendrás éxito, pues el SEÑOR la entregará en manos del rey».
12 El mensajero que fue a llamar a Micaías le advirtió: «Mira, las palabras de los profetas son unánimes en favor del rey. Por esto te ruego que tu palabra sea como la de uno de ellos, y hables favorablemente». 13 Pero Micaías le contestó: «Vive el SEÑOR, que lo que mi Dios me diga, eso hablaré». 14 Cuando llegó al rey, este le preguntó: «Micaías, ¿iremos a Ramot de Galaad a pelear, o debo desistir?». «Sube y tendrás éxito», respondió él, «porque serán entregados en tu mano».
15 Entonces el rey le dijo a Micaías: «¿Cuántas veces he de tomarte juramento de que no me digas más que la verdad en el nombre del SEÑOR?». 16 Y él respondió:
«Vi a todo Israel Esparcido por los montes, Como ovejas sin pastor; Y el SEÑOR dijo: “Estos no tienen señor; Que cada uno vuelva a su casa en paz”».
17 Entonces el rey de Israel le dijo a Josafat: «¿No te dije que no profetizaría lo bueno acerca de mí, sino lo malo?». 18 Micaías respondió: «Por tanto, escuchen la palabra del SEÑOR. Yo vi al SEÑOR sentado en Su trono, y todo el ejército de los cielos estaba a Su derecha y a Su izquierda. 19 Y el SEÑOR dijo: “¿Quién persuadirá a Acab, rey de Israel, para que suba y caiga en Ramot de Galaad?”. Y uno decía de una manera, y otro de otra. 20 Entonces se adelantó un espíritu y se puso delante del SEÑOR, y dijo: “Yo lo persuadiré”. Y el SEÑOR le dijo: “¿Cómo?”. 21 Y él respondió: “Saldré y seré un espíritu de mentira en boca de todos sus profetas”. Entonces Él dijo: “Lo persuadirás y también prevalecerás. Ve y hazlo así”. 22 Ahora el SEÑOR ha puesto un espíritu de mentira en boca de estos sus profetas, pues el SEÑOR ha decretado el mal contra usted».
23 Entonces se acercó Sedequías, hijo de Quenaana, y golpeó a Micaías en la mejilla, y le dijo: «¿Cómo pasó el Espíritu del SEÑOR de mí para hablarte a ti?». 24 Respondió Micaías: «Tú lo verás aquel día en que entres en un aposento interior para esconderte». 25 Entonces el rey de Israel ordenó: «Tomen a Micaías y devuélvanlo a Amón, gobernador de la ciudad, y a Joás, hijo del rey; 26 y díganles: “Así dice el rey: ‘Echen a este en la cárcel, y aliméntenlo con poco pan y poca agua hasta que yo vuelva en paz’”». 27 Micaías le dijo: «Si en verdad vuelves en paz, el SEÑOR no ha hablado por mí». Y añadió: «Oigan, pueblos todos».
28 Y subió el rey de Israel con Josafat, rey de Judá, contra Ramot de Galaad. 29 El rey de Israel dijo a Josafat: «Yo me disfrazaré para entrar en la batalla, pero tú ponte tus ropas reales». Y el rey de Israel se disfrazó y entraron en la batalla. 30 Pero el rey de Aram había ordenado a los capitanes de sus carros: «No peleen contra chico ni contra grande, sino solo contra el rey de Israel». 31 Cuando los capitanes de los carros vieron a Josafat, dijeron: «Este es el rey de Israel»; y se desviaron para pelear contra él. Pero Josafat clamó, y el SEÑOR vino en su ayuda, y Dios los apartó de él, 32 pues al ver los capitanes de los carros que no era el rey de Israel, dejaron de perseguirlo. 33 Pero alguien disparó su arco al azar e hirió al rey de Israel por entre la juntura de la armadura. Y él dijo al cochero: «Da la vuelta y sácame de la batalla pues estoy gravemente herido». 34 La batalla arreció aquel día, y el rey de Israel fue sostenido en el carro frente a los arameos hasta la tarde; y murió al ponerse el sol.
Apocalipsis 7
Los 144,000 sellados
7 Después de esto, vi a cuatro ángeles de pie en los cuatro extremos de la tierra, que detenían los cuatro vientos de la tierra, para que no soplara viento alguno, ni sobre la tierra ni sobre el mar ni sobre ningún árbol. 2 También vi a otro ángel que subía de donde sale el sol y que tenía el sello del Dios vivo. Y gritó a gran voz a los cuatro ángeles a quienes se les había concedido hacer daño a la tierra y al mar: 3 «No hagan daño, ni a la tierra ni al mar ni a los árboles, hasta que hayamos puesto un sello en la frente a los siervos de nuestro Dios».
4 Oí el número de los que fueron sellados: 144,000 sellados de todas las tribus de los israelitas. 5 De la tribu de Judá fueron sellados 12,000; de la tribu de Rubén, 12,000; de la tribu de Gad, 12,000; 6 de la tribu de Aser, 12,000; de la tribu de Neftalí, 12,000; de la tribu de Manasés, 12,000; 7 de la tribu de Simeón, 12,000; de la tribu de Leví, 12,000; de la tribu de Isacar, 12,000; 8 de la tribu de Zabulón, 12,000; de la tribu de José, 12,000 y de la tribu de Benjamín fueron sellados 12,000.
Los redimidos de todas las naciones
9 Después de esto miré, y vi una gran multitud, que nadie podía contar, de todas las naciones, tribus, pueblos, y lenguas, de pie delante del trono y delante del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en las manos. 10 Clamaban a gran voz:
«La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero».
11 Todos los ángeles estaban de pie alrededor del trono y alrededor de los ancianos y de los cuatro seres vivientes. Estos cayeron sobre sus rostros delante del trono y adoraron a Dios,
12 diciendo:
«¡Amén! La bendición, la gloria, la sabiduría, la acción de gracias, el honor, el poder y la fortaleza, sean a nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén».
13 Uno de los ancianos habló diciéndome: «Estos que están vestidos con vestiduras blancas, ¿quiénes son y de dónde han venido?». 14 Y le respondí: «Señor mío, usted lo sabe». Y él me dijo: «Estos son los que vienen de la gran tribulación, y han lavado sus vestiduras y las han emblanquecido en la sangre del Cordero. 15 Por eso están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en Su templo; y Aquel que está sentado en el trono extenderá Su tabernáculo sobre ellos. 16 Ya no tendrán hambre ni sed, ni el sol les hará daño, ni ningún calor abrasador, 17 pues el Cordero que está en medio del trono los pastoreará y los guiará a manantiales de aguas de vida, y Dios enjugará toda lágrima de sus ojos».
Zacarías 3
Visión sobre el sumo sacerdote Josué
3 Entonces me mostró al sumo sacerdote Josué, que estaba delante del ángel del SEÑOR; y Satanás estaba a su derecha para acusarlo. 2 Y el ángel del SEÑOR dijo a Satanás: «El SEÑOR te reprenda, Satanás. Repréndate el SEÑOR que ha escogido a Jerusalén. ¿No es este un tizón arrebatado del fuego?».
3 Josué estaba vestido de ropas sucias, en pie delante del ángel. 4 Y este habló, y dijo a los que estaban delante de él: «Quítenle las ropas sucias». Y a él le dijo: «Mira, he quitado de ti tu iniquidad y te vestiré con ropas de gala». 5 Después dijo: «Que le pongan un turbante limpio en la cabeza». Y le pusieron un turbante limpio en la cabeza y le vistieron con ropas de gala; y el ángel del SEÑOR estaba allí.
6 Entonces el ángel del SEÑOR amonestó a Josué, diciendo: 7 «Así dice el SEÑOR de los ejércitos: “Si andas en Mis caminos, y si guardas Mis ordenanzas, también tú gobernarás Mi casa. Además tendrás a tu cargo Mis atrios y te daré libre acceso entre estos que están aquí. 8 Escucha ahora, Josué, sumo sacerdote, tú y tus compañeros que se sientan ante ti, que son hombres de presagio, pues Yo voy a traer a Mi siervo, el Renuevo. 9 Porque la piedra que he puesto delante de Josué, sobre esta única piedra hay siete ojos. Yo grabaré una inscripción en ella”, declara el SEÑOR de los ejércitos, “y quitaré la iniquidad de esta tierra en un solo día. 10 Aquel día”, declara el SEÑOR de los ejércitos, “convidarán cada uno a su prójimo bajo su parra y bajo su higuera”».
Juan 6