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Lectura de Hoy
18-12-2023
Devocional
Devocional: Zacarías 5
Antes de reflexionar brevemente sobre las dos visiones de Zacarías 5, debo volver atrás y añadir una nota a Zacarías 3—4.
Los capítulos 3 y 4 tienen claros matices mesiánicos. Para Zacarías 3, véase la meditación para el 16 de diciembre: aunque se hace una referencia principal a la reconstrucción del 519 a. C., la piedra (3:9), el Renuevo (3:8) y el templo, todo apunta más allá de sí mismos. Esa relevancia está vinculada en Zacarías 4 a los dos “hijos del óleo” (es decir, “los dos ungidos”, (4:14) que “sirven al Señor de toda la tierra” (4:14). En el contexto histórico, son el gobernador Zorobabel, que también es el príncipe davídico, y Josué el sacerdote. Uno reedifica el templo; el otro ofrece los sacrificios prescritos por el sistema sacrificial del pacto. Estos dos “mesías”, los dos ungidos, ejercen papeles complementarios, Juntos señalan al definitivo rey davídico y sacerdote. La gente de Qumran (una comunidad monástica junto al Mar Muerto, que seguían funcionando en el tiempo de Jesús) esperaban en realidad dos mesías diferentes, uno davídico y otro sacerdotal. No sabían cómo podrían reunirse ambas funciones, la de rey y la de sacerdote, en un solo hombre, el Dios-hombre, Jesús de Nazaret.
Las dos visiones del capítulo 5 dejan de lado los matices mesiánicos de los dos capítulos anteriores y se centran en la continua maldad y violencia en el país. Con todo, el cambio de tema no es arbitrario. Una de las funciones del rey davídico consistía en hacer cumplir la justicia (3:7; véase 2 Samuel 15:2-3). También era cometido de los sacerdotes administrar la justicia (p. ej., Deuteronomio 17:9). Los profetas anticiparon un tiempo de justicia perfecta (Isaías 11:3-5; Jeremías 23:5).
La primera de las dos visiones (el rollo volador, 5:1-4) promete juicio sobre la maldad. El pergamino representa toda la ley, en particular impone sanciones a aquellos que desafían a Dios. Son las palabras de Dios y tienen el poder de llevar a cabo todos sus propósitos. La segunda visión, la de la mujer en una cesta (5:5-11), trata de la persistencia del mal en la comunidad. Al ser femenino el término hebreo para “maldad”, en esta visión se la personifica como mujer, el equivalente veterotestamentario de la mujer Babilonia, madre de las prostitutas, en Apocalipsis 17. Así como el mal es, a menudo, algo que se oculta, ella también, hasta que se la deja en evidencia. La única respuesta es la de Dios: es llevada a “Babilonia” (5:11) donde pertenece. De este modo, Dios aleja el pecado de su pueblo tanto como está retirado el este del oeste (Salmo 103:11-12). Lava la impureza de su pueblo (Ezequiel 36:25) y las vestiduras sucias se remplazan por otras limpias (Zacarías 3); de no ser así, no tenemos esperanza alguna.
Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Publicaciones Andamio, 2016. Usado con permiso.
Devocional: Apocalipsis 9
Independientemente de cuáles fueran los referentes de fondo de las horrendas imágenes de Apocalipsis 9, las visiones de caos y matanza son lo suficientemente claras. Mediante guerra y plagas, millones de humanos son aniquilados, una tercera parte de la humanidad, algunos de ellos con gran agonía. Hoy quisiera centrarme en los últimos versículos del capítulo para ubicar esta destrucción masiva dentro de un marco particular.
(1) En cierto grado, la destrucción es obra del infierno; para ser más específicos, del “ángel del abismo, que en hebreo se llama Abadón y el griego Apolión” (9:11), el Destructor. No hay duda de que este también es Satanás, el diablo mismo (cf. 12:7-9; 20:10). En todos sus esfuerzos por seducir a los seres humanos para que se alejen del Dios que los creó y cuya imagen portan, las metas a largo plazo de Satanás para con los seres humanos nunca son benignas. Puede que le otorgue poder temporal o alguna ventaja a aquellos que se venden para hacer el mal, o a aquellos que hacen un pacto con él al estilo de Fausto, pero su objetivo final es la destrucción de todos los seres humanos, o al menos herir a la mayor cantidad que pueda, de la manera más dolorosa y tenaz posible.
(2) Si bien el propio Satanás se encuentra detrás de toda esta destrucción, en la narrativa más amplia del libro, Dios mismo ha efectuado esta destrucción como parte de su recto juicio. Satanás es malvado y poderoso, pero no es todopoderoso. Incluso en su momento más vil, no puede escapar al control de Dios, quien es capaz hasta de utilizar la maldad de Satanás para cumplir sus propósitos de juicio justo sobre aquellos que persisten en su rebelión contra Dios.
(3) Los seres humanos son tan perversos que, a menudo, ni aun el juicio más devastador logra captar su atención o moverlos al arrepentimiento. “El resto de la humanidad, los que no murieron a causa de estas plagas, tampoco se arrepintieron de sus malas acciones ni dejaron de adorar a los demonios y a los ídolos de oro, plata, bronce, piedra y madera, los cuales no pueden ver ni oír ni caminar. Tampoco se arrepintieron de sus asesinatos ni de sus artes mágicas, inmoralidad sexual y robos” (9:20-21).
Pocas declaraciones son más desalentadoras ¿Qué ha de hacer Dios? Cuando mantiene el orden y la estabilidad, sus criaturas—portadoras de su imagen—se alejan de él, indiferentes a sus bendiciones. Cuando, en cambio, Dios responde con juicio, los portadores de su imagen le acusan de ser injusto o atribuyen estas cosas a las meras circunstancias, al diablo exclusivamente, o a deidades ajenas que necesitan ser aplacadas. Fuera de la intervención del Espíritu y su convicción, pocos reflexionan profundamente en cómo estos desastres nos están llamando en términos proféticos.
¿Qué desastres ha enfrentado la raza de los portadores de la imagen de Dios en el siglo XX? ¿Cuál es su mensaje? ¿Cómo ha respondido la mayoría de las personas?
2 Crónicas 21
Reinado de Joram
21 Josafat durmió con sus padres, y fue sepultado con sus padres en la ciudad de David. Su hijo Joram reinó en su lugar. 2 Tenía varios hermanos, los hijos de Josafat: Azarías, Jehiel, Zacarías, Azaryahu, Micael y Sefatías. Todos estos eran hijos de Josafat, rey de Israel. 3 Su padre les había dado muchos presentes de plata, oro y cosas preciosas, y ciudades fortificadas en Judá, pero dio el reino a Joram porque era el primogénito.
4 Cuando Joram tomó posesión del reino de su padre y se hizo fuerte, mató a espada a todos sus hermanos, y también a algunos de los jefes de Israel. 5 Joram tenía treinta y dos años cuando comenzó a reinar, y reinó ocho años en Jerusalén. 6 Y anduvo en el camino de los reyes de Israel, tal como había hecho la casa de Acab (pues la hija de Acab era su mujer), e hizo lo malo ante los ojos del SEÑOR. 7 Sin embargo, el SEÑOR no quiso destruir la casa de David a causa del pacto que había hecho con David, y porque le había prometido darle una lámpara a él y a sus hijos para siempre.
8 En sus días se rebeló Edom contra el dominio de Judá, y pusieron rey sobre ellos. 9 Entonces pasó Joram con sus capitanes, y todos sus carros con él. Y levantándose de noche, atacó a los edomitas que lo tenían cercado a él y a los capitanes de los carros. 10 Y Edom continuó en rebeldía contra el dominio de Judá hasta el día de hoy. Entonces Libna se rebeló en ese mismo tiempo contra su dominio, porque había abandonado al SEÑOR, Dios de sus padres. 11 Además, Joram hizo lugares altos en los montes de Judá, haciendo que los habitantes de Jerusalén se prostituyeran y que Judá se desviara.
12 Entonces le llegó a Joram una carta del profeta Elías, que decía: «Así dice el SEÑOR, Dios de tu padre David: “Por cuanto no has andado en los caminos de Josafat tu padre, ni en los caminos de Asa, rey de Judá, 13 sino que has andado en el camino de los reyes de Israel, y has hecho que Judá y los habitantes de Israel se hayan prostituido como se prostituyó la casa de Acab, y también has matado a tus hermanos, tu propia familia, que eran mejores que tú, 14 el SEÑOR herirá con gran azote a tu pueblo, a tus hijos, a tus mujeres y a todas tus posesiones; 15 y tú sufrirás una grave enfermedad, una enfermedad de los intestinos, hasta que día tras día se te salgan a causa de la enfermedad”».
16 Entonces el SEÑOR movió contra Joram el espíritu de los filisteos y de los árabes que eran vecinos de los etíopes; 17 los cuales subieron contra Judá y la invadieron, y se llevaron todas las posesiones que se hallaban en la casa del rey, y también a sus hijos y a sus mujeres, de modo que no le quedó más hijo que Joacaz, el menor de sus hijos.
18 Después de todo esto, el SEÑOR hirió a Joram en los intestinos con una enfermedad incurable. 19 Con el correr del tiempo, después de dos años, los intestinos se le salieron a causa de su enfermedad, y murió con grandes dolores. Su pueblo no le encendió una hoguera como la hoguera que habían encendido por sus padres. 20 Joram tenía treinta y dos años cuando comenzó a reinar, y reinó ocho años en Jerusalén; y murió sin que nadie lo lamentara. Lo sepultaron en la ciudad de David, pero no en los sepulcros de los reyes.
Apocalipsis 9
La quinta trompeta
9 El quinto ángel tocó la trompeta, y vi una estrella que había caído del cielo a la tierra, y se le dio la llave del pozo del abismo. 2 Cuando abrió el pozo del abismo, subió humo del pozo como el humo de un gran horno, y el sol y el aire se oscurecieron por el humo del pozo. 3 Del humo salieron langostas sobre la tierra, y se les dio poder como tienen poder los escorpiones de la tierra.
4 Se les dijo que no dañaran la hierba de la tierra, ni ninguna cosa verde, ni ningún árbol, sino solo a los hombres que no tienen el sello de Dios en la frente. 5 No se les permitió matar a nadie, sino atormentarlos por cinco meses. Su tormento era como el tormento de un escorpión cuando pica al hombre. 6 En aquellos días los hombres buscarán la muerte y no la hallarán; y ansiarán morir, y la muerte huirá de ellos.
7 El aspecto de las langostas era semejante al de caballos dispuestos para la batalla, y sobre sus cabezas tenían como coronas que parecían de oro, y sus caras eran como rostros humanos. 8 Tenían cabellos como cabellos de mujer, y sus dientes eran como de leones. 9 También tenían corazas como corazas de hierro. El ruido de sus alas era como el estruendo de carros, de muchos caballos que se lanzan a la batalla. 10 Tienen colas parecidas a escorpiones, y aguijones. En sus colas está su poder para hacer daño a los hombres por cinco meses. 11 Tienen sobre ellos por rey al ángel del abismo, cuyo nombre en hebreo es Abadón, y en griego se llama Apolión.
12 El primer ¡ay! ha pasado; pero aún vienen dos ayes después de estas cosas.
La sexta trompeta
13 El sexto ángel tocó la trompeta, y oí una voz que salía de los cuatro cuernos del altar de oro que está delante de Dios, 14 y decía al sexto ángel que tenía la trompeta: «Suelta a los cuatro ángeles que están atados junto al gran río Éufrates». 15 Y fueron desatados los cuatro ángeles que habían sido preparados para la hora, el día, el mes, y el año, para matar a la tercera parte de la humanidad.
16 El número de los ejércitos de los jinetes era doscientos millones; yo escuché su número. 17 Así es como vi en la visión los caballos y a los que los montaban: los jinetes tenían corazas color de fuego, de jacinto y de azufre. Las cabezas de los caballos eran como cabezas de leones, y de sus bocas salía fuego, humo, y azufre.
18 La tercera parte de la humanidad fue muerta por estas tres plagas: por el fuego, el humo, y el azufre que salían de sus bocas. 19 Porque el poder de los caballos está en su boca y en sus colas; pues sus colas son semejantes a serpientes, tienen cabezas y con ellas hacen daño.
20 El resto de la humanidad, los que no fueron muertos por estas plagas, no se arrepintieron de las obras de sus manos ni dejaron de adorar a los demonios y a los ídolos de oro, de plata, de bronce, de piedra, y de madera, que no pueden ver ni oír ni andar. 21 Tampoco se arrepintieron de sus homicidios ni de sus hechicerías ni de su inmoralidad ni de sus robos.
Zacarías 5
Visiones del rollo y del efa
5 Alcé de nuevo mis ojos y miré un rollo que volaba. 2 Y el ángel me dijo: «¿Qué ves?». Y respondí: «Veo un rollo que vuela; su longitud es de 20 codos (9 metros) y su anchura de 10 codos (4.5 metros)». 3 Entonces me dijo: «Esta es la maldición que sale sobre la superficie de toda la tierra. Ciertamente todo el que roba será destruido según lo escrito en un lado, y todo el que jura será destruido según lo escrito en el otro lado. 4 La haré salir», declara el SEÑOR de los ejércitos, «y entrará en casa del ladrón y en casa del que jura por Mi nombre en falso; y pasará la noche dentro de su casa y la consumirá junto con sus maderas y sus piedras».
5 Entonces el ángel que hablaba conmigo salió y me dijo: «Alza ahora tus ojos y mira qué es esto que sale». 6 Y pregunté: «¿Qué es?». «Esto es el efa (una cesta de 22 litros) que sale», dijo él. Y añadió: «Esta es la iniquidad de ellos en toda la tierra. 7 Entonces una tapa de plomo fue levantada, y había una mujer sentada dentro del efa». 8 Entonces dijo: «Esta es la Maldad». Y la arrojó al interior del efa y arrojó la tapa de plomo sobre su abertura. 9 Luego alcé los ojos y miré dos mujeres que salían con el viento en sus alas. Tenían alas como alas de cigüeña, y alzaron el efa entre la tierra y el cielo. 10 Dije entonces al ángel que hablaba conmigo: «¿Adónde llevan el Efa?». 11 Y él me respondió: «A la tierra de Sinar para edificarle un templo; y cuando esté preparado, será asentado allí sobre su base».
Juan 8