Plan
Lectura de Hoy

27-12-2023
Devocional
Devocional: Juan 17
De vez en cuando, en estos dos volúmenes he llamado la atención a la forma en que un escritor bíblico usa una palabra que puede no ser la misma que nosotros empleamos. El lector serio de la Biblia hará todo lo posible por evitar leer en la Biblia aquello que no dice.
La noche que fue entregado, el Señor Jesús oró por sus seguidores en estos términos: “Santifícalos en la verdad; tu palabra es la verdad. Como tú me enviaste al mundo, yo los envío también al mundo. Y por ellos me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad” (Juan 17:17-19). Observa:
Primero, este lado de la “santificación” de la Reforma suele referirse al crecimiento gradual en la gracia que fluye de la conversión. En la justificación, Dios nos declara justos en base al sacrificio que su Hijo hizo en nuestro nombre; en la santificación, Dios sigue obrando en nosotros para hacernos más y más santos, “santificados”, madurando en conformidad con Jesucristo. No hay nada erróneo en hablar de este modo: en el ámbito de la teología sistemática, las categorías están razonablemente claras. Y, después de todo, que se use la palabra “santificación” o no, existen numerosos pasajes que describen este tipo de crecimiento en gracia (p. ej., Filipenses 3:10ss.).
Segundo, ese tipo de uso de “santificación” hace que 17:19 tenga poco sentido. Cuando Jesús dice “me santifico” por [sus] discípulos, no quiere decir que por amor a ellos se haga más santo de lo que ya era, un poco más maduro y coherente quizá. No; a la luz de los capítulos con los que Juan acaba su Evangelio, pretende decir que se dedica por completo a la voluntad de su Padre, y esta consiste en que Jesús vaya a la cruz. Está enteramente reservado para lo que el Padre quiere; se santifica a sí mismo.
Tercero, el propósito de Jesús en semejante obediencia es que sus discípulos “sean santificados en la verdad” (17:19). Por la auto santificación de Jesús, va a la cruz y muere por los suyos; en consecuencia a su obra en la cruz, sus discípulos son “santificados en la verdad”, es decir, apartados para Dios. Esto suena a lo que los sistemáticos definen como “santificación posicional”: el enfoque no está en una conformidad creciente con Dios, sino en la transformación de la posición de uno delante de Dios gracias a la decisiva expiación de Jesús.
Cuarto, lo que Jesús pide en su oración es que su Padre “santifique” a sus discípulos mediante la verdad, es decir, por su palabra que es verdad (17:17). Tal vez esté solicitando sencillamente que sean decisivamente “santificados” por la verdad del evangelio. Pero si también está a la vista una dimensión experiencial a largo plazo, este pasaje nos está diciendo cómo ser más “santificados”, en la línea del Salmo 1:2; 119:109, 111.
Devocional: Apocalipsis 18
Si Apocalipsis 17 expone las abominaciones de “Babilonia”, Apocalipsis 18 anuncia su inminente destrucción. Gran parte del lenguaje surge de pasajes del Antiguo Testamento que predicen la destrucción de la Babilonia histórica o de alguna otra ciudad pagana que se caracterizara por la corrupción, violencia e idolatría.
Lee el capítulo otra vez, lentamente, y reflexiona. Vale la pena recordar que, si bien Roma se enfrentó a varios contratiempos durante los trescientos años siguientes, la ciudad no fue completamente saqueada por los bárbaros del norte hasta la época de Agustín. Así que mucha de la descripción de este capítulo se cumplió de manera muy brutal y literal. Pero, para ese entonces, el cristianismo ya se había convertido en la religión del Estado y a muchos cristianos, por tanto, les costó aceptar el saqueo y explicarlo.
Fue Agustín quien escribió un libro enmarcando el saqueo de Roma en un contexto teológico que ayudó a los cristianos a entenderlo todo. Su volumen Ciudad de Dios retrata dos ciudades: la de Dios y la del hombre. (Ver la meditación del 9 de enero.) Estas categorías se convirtieron para él en la tipología principal, no sólo para su repaso veloz de la historia bíblica, sino para su análisis del bien y el mal dentro de la historia. Es una obra maestra y merece una lectura cuidadosa aun hoy día.
Sobre todo, Agustín nos advierte en contra de asociar demasiado la iglesia y el evangelio con las ciudades y reinos de este mundo, ciudades que son todas temporales y destinadas a la destrucción, que han cedido sin esperanza. Como contraste, los cristianos deberían identificarse con la nueva Jerusalén, la ciudad del gran Rey, la Jerusalén que viene de arriba, cuyo edificador y hacedor es Dios.
Evaluar correctamente estos asuntos nunca es fácil ni sencillo. “Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis cómplices de sus pecados, ni os alcance ninguna de sus plagas” (18:4). En el contexto del libro de Apocalipsis, esto es una exhortación convincente a no alinearse con ninguna de las riquezas que corroen y los valores pervertidos de Babilonia. Uno debe “salir” y abandonar esta ciudad maldita que está bajo el juicio del Dios Todopoderoso. Pero estas palabras se han usado para justificar separaciones de segundo y tercer grado, como si eso fuera lo que Apocalipsis enseña. Mientras algunos disfrutan tanto de Babilonia, que acaban siendo destruidos junto con ella, otros esperan construir sus propios centros, totalmente alejados de la influencia corruptora de Babilonia. No se dan cuenta de que, hasta que Jesús regrese, el pueblo de Dios estará constantemente atraído en direcciones diferentes por la ciudad de Dios y por la ciudad de los rebeldes portadores de la imagen de Dios. Nuestra esperanza máxima está en Dios mismo, quien no sólo introduce la nueva Jerusalén (Apocalipsis 21-22), sino que acaba con esta “madre de las prostitutas” en su propio juicio soberano.
2 Crónicas 32
Invasión de Senaquerib
32 Después de estos actos de fidelidad, Senaquerib, rey de Asiria, vino e invadió a Judá y sitió las ciudades fortificadas, y mandó conquistarlas para sí. 2 Cuando Ezequías vio que Senaquerib había venido y que se proponía hacer guerra contra Jerusalén, 3 decidió con sus oficiales y guerreros cortar el agua de las fuentes que estaban fuera de la ciudad, y ellos lo ayudaron. 4 Y se reunió mucha gente y cegaron todas las fuentes y el arroyo que fluía por la región, diciendo: «¿Por qué han de venir los reyes de Asiria y hallar tanta agua?». 5 Y Ezequías cobró ánimo y reedificó toda la muralla que había sido derribada y levantó torres en ella, edificó otra muralla exterior, fortificó el Milo en la ciudad de David, e hizo armas arrojadizas y escudos en gran cantidad. 6 Puso también oficiales militares sobre el pueblo, los reunió a su lado en la plaza a la puerta de la ciudad y les habló dándoles ánimo: 7 «Sean fuertes y valientes; no teman ni se acobarden a causa del rey de Asiria, ni a causa de toda la multitud que está con él, porque el que está con nosotros es más poderoso que el que está con él. 8 Con él está solo un brazo de carne, pero con nosotros está el SEÑOR nuestro Dios para ayudarnos y pelear nuestras batallas». Y el pueblo confió en las palabras de Ezequías, rey de Judá.
9 Después de esto, mientras Senaquerib, rey de Asiria, estaba sitiando Laquis con todas sus fuerzas, envió a sus siervos a Jerusalén, a decirle a Ezequías, rey de Judá, y a todos los de Judá que estaban en Jerusalén: 10 «Así dice Senaquerib, rey de Asiria: “¿En qué están ustedes confiando para que permanezcan bajo sitio en Jerusalén? 11 ¿No los engaña Ezequías para entregarlos a morir de hambre y de sed, diciéndoles: ‘El SEÑOR nuestro Dios nos librará de la mano del rey de Asiria?’. 12 ¿Acaso no es el mismo Ezequías el que ha quitado Sus lugares altos y Sus altares, y ha dicho a Judá y a Jerusalén: ‘Delante de un solo altar ustedes adorarán, y sobre él quemarán incienso?’. 13 ¿No saben lo que yo y mis padres hemos hecho a todos los pueblos de estas tierras? ¿Pudieron los dioses de las naciones de las tierras librar su tierra de mi mano? 14 ¿Quién de entre todos los dioses de aquellas naciones que mis padres destruyeron completamente pudo librar a su pueblo de mi mano, para que el Dios de ustedes pueda librarlos de mi mano? 15 Ahora pues, no dejen que Ezequías los engañe y los extravíe en esta forma. No crean en él, porque ningún dios de ninguna nación ni reino pudo librar a su pueblo de mi mano ni de la mano de mis padres. ¡Cuánto menos los librará de mi mano el Dios de ustedes!”».
16 Y los siervos de Senaquerib hablaron aún más contra el SEÑOR Dios y contra su siervo Ezequías. 17 También Senaquerib escribió cartas para insultar al SEÑOR, Dios de Israel, y para hablar contra Él, en que decía: «Como los dioses de las naciones de las tierras no han librado a sus pueblos de mi mano, así el Dios de Ezequías no librará a Su pueblo de mi mano». 18 Proclamaron esto a gran voz en la lengua de Judá al pueblo de Jerusalén que estaba sobre la muralla, para espantarlos y aterrorizarlos, para así poder tomar la ciudad. 19 Y hablaron del Dios de Jerusalén como de los dioses de los pueblos de la tierra, obra de manos de hombres.
20 Pero el rey Ezequías y el profeta Isaías, hijo de Amoz, oraron sobre esto, y clamaron al cielo. 21 El SEÑOR envió un ángel que destruyó a todo guerrero valiente, comandante y capitán en el campamento del rey de Asiria. Así regresó avergonzado a su propia tierra. Y cuando entró al templo de su dios, algunos de sus propios hijos lo mataron allí a espada. 22 Así salvó el SEÑOR a Ezequías y a los habitantes de Jerusalén de mano de Senaquerib, rey de Asiria, y de mano de todos los demás, y los guió por todas partes. 23 Y muchos traían presentes al SEÑOR en Jerusalén y presentes valiosos a Ezequías, rey de Judá, de modo que después de esto fue engrandecido delante de todas las naciones.
24 En aquellos días Ezequías cayó enfermo de muerte; y oró al SEÑOR, y Él le habló y le dio una señal. 25 Pero Ezequías no correspondió al bien que había recibido, porque su corazón era orgulloso; por tanto, la ira vino sobre él, sobre Judá y sobre Jerusalén. 26 Pero después Ezequías se humilló, quitando el orgullo de su corazón, tanto él como los habitantes de Jerusalén, de modo que no vino sobre ellos la ira del SEÑOR en los días de Ezequías.
27 Ezequías tenía inmensas riquezas y honores. Hizo para sí depósitos para plata, oro, piedras preciosas, especias, escudos y toda clase de objetos de valor. 28 Hizo también almacenes para el producto de granos, vino y aceite, corrales para toda clase de ganado y rediles para los rebaños. 29 Él edificó ciudades y adquirió rebaños y ganados en abundancia, porque Dios le había dado muchísimas riquezas. 30 Ezequías fue el que cegó la salida superior de las aguas de Gihón y las condujo al lado occidental de la ciudad de David. Ezequías prosperó en todo lo que hizo. 31 Aun en el asunto de los enviados por los gobernantes de Babilonia, que los mandaron a él para investigar la maravilla que había acontecido en el país, Dios lo dejó solo para probarlo, a fin de saber todo lo que había en su corazón.
32 Los demás hechos de Ezequías y sus obras piadosas, están escritos en la visión del profeta Isaías, hijo de Amoz, y en el libro de los reyes de Judá y de Israel. 33 Ezequías durmió con sus padres, y lo sepultaron en la parte superior de los sepulcros de los hijos de David; y todo Judá y los habitantes de Jerusalén le rindieron honores en su muerte. Y su hijo Manasés reinó en su lugar.
Apocalipsis 18
La caída de Babilonia
18 Después de esto vi a otro ángel descender del cielo, que tenía gran poder, y la tierra fue iluminada con su gloria. 2 Y gritó con potente voz: «¡Cayó, cayó la gran Babilonia! Se ha convertido en habitación de demonios, en guarida de todo espíritu inmundo y en guarida de toda ave inmunda y aborrecible. 3 Porque todas las naciones han bebido del vino de la pasión de su inmoralidad, y los reyes de la tierra han cometido actos inmorales con ella, y los mercaderes de la tierra se han enriquecido con la riqueza de su sensualidad».
4 Y oí otra voz del cielo que decía: «Salgan de ella, pueblo mío, para que no participen de sus pecados y para que no reciban de sus plagas. 5 Porque sus pecados se han amontonado hasta el cielo, y Dios se ha acordado de sus iniquidades. 6 Páguenle tal como ella ha pagado, y devuélvanle doble según sus obras. En la copa que ella ha preparado, preparen el doble para ella. 7 Cuanto ella se glorificó a sí misma y vivió sensualmente, así denle tormento y duelo, porque dice en su corazón: “YO estoy SENTADA como REINA, Y NO SOY VIUDA y nunca veré duelo”.
8 »Por eso, en un solo día, vendrán sus plagas: muerte, duelo, y hambre, y será quemada con fuego; porque el Señor Dios que la juzga es poderoso. 9 Y los reyes de la tierra que cometieron actos de inmoralidad y vivieron sensualmente con ella, llorarán y se lamentarán por ella cuando vean el humo de su incendio. 10 Y de pie, desde lejos por causa del temor de su tormento, dirán: “¡Ay, ay, la gran ciudad, Babilonia, la ciudad fuerte! Porque en una hora ha llegado tu juicio”.
11 »Los mercaderes de la tierra lloran y se lamentan por ella, porque ya nadie compra sus mercaderías: 12 cargamentos de oro, plata, piedras preciosas, perlas, lino fino, púrpura, seda y escarlata; toda clase de maderas olorosas y todo objeto de marfil y todo objeto hecho de maderas preciosas, bronce, hierro, y mármol; 13 y canela, especias aromáticas, incienso, perfume, mirra, vino, aceite de oliva; y flor de harina, trigo, bestias, ovejas, caballos, carros, esclavos, y vidas humanas. 14 Y el fruto que tanto has anhelado se ha apartado de ti, y todas las cosas que eran lujosas y espléndidas se han alejado de ti, y nunca más las hallarán. 15 Los mercaderes de estas cosas que se enriquecieron a costa de ella, se pararán lejos a causa del temor de su tormento, llorando y lamentándose, 16 y diciendo: “¡Ay, ay, la gran ciudad, que estaba vestida de lino fino, púrpura y escarlata, y adornada de oro, piedras preciosas y perlas! 17 En una hora ha sido arrasada tanta riqueza”. Todos los capitanes, pasajeros, y marineros, y todos los que viven del mar, se pararon a lo lejos, 18 y al ver el humo de su incendio gritaban: “¿Qué ciudad es semejante a la gran ciudad?”. 19 Y echaron polvo sobre sus cabezas, y llorando y lamentándose, gritaban: “¡Ay, ay, la gran ciudad en la cual todos los que tenían naves en el mar se enriquecieron a costa de sus riquezas!, porque en una hora ha sido asolada”.
20 »Regocíjate sobre ella, cielo, y también ustedes, santos, apóstoles y profetas, porque Dios ha pronunciado juicio contra ella por ustedes».
21 Entonces un ángel poderoso tomó una piedra, como una gran piedra de molino, y la arrojó al mar, diciendo: «Así será derribada con violencia Babilonia, la gran ciudad, y nunca más será hallada. 22 El sonido de arpistas, de músicos, de flautistas, y de trompeteros no se oirá más en ti. Ningún artífice de oficio alguno se hallará más en ti. Ningún ruido de molino se oirá más en ti. 23 Ninguna luz de la lámpara alumbrará más en ti. Tampoco la voz del novio y de la novia se oirá más en ti, porque tus mercaderes eran los grandes de la tierra, pues todas las naciones fueron engañadas por tus hechicerías.
24 »Y en ella fue hallada la sangre de los profetas, de los santos y de todos los que habían sido muertos sobre la tierra».
Zacarías 14
Reino universal de Dios
14 Viene el día del SEÑOR en el cual serán repartidos tus despojos en medio de ti. 2 Porque Yo reuniré a todas las naciones en batalla contra Jerusalén; y será tomada la ciudad y serán saqueadas las casas y violadas las mujeres. La mitad de la ciudad será desterrada, pero el resto del pueblo no será cortado de la ciudad. 3 Entonces saldrá el SEÑOR y peleará contra aquellas naciones, como cuando Él peleó el día de la batalla. 4 Sus pies se posarán aquel día en el monte de los Olivos, que está frente a Jerusalén, al oriente; y el monte de los Olivos se hendirá por el medio, de oriente a occidente, formando un enorme valle, y una mitad del monte se apartará hacia el norte y la otra mitad hacia el sur. 5 Ustedes huirán al valle de Mis montes, porque el valle de los montes llegará hasta Azal. Huirán tal como huyeron a causa del terremoto en los días de Uzías, rey de Judá. Entonces vendrá el SEÑOR mi Dios, y todos los santos con Él. 6 Y sucederá que en aquel día no habrá luz; las luminarias se oscurecerán. 7 Será un día único, conocido solo del SEÑOR, ni día ni noche; y sucederá que a la hora de la tarde habrá luz. 8 En aquel día brotarán aguas vivas de Jerusalén, una mitad hacia el mar oriental y la otra mitad hacia el mar occidental, será lo mismo en verano que en invierno.
9 El SEÑOR será Rey sobre toda la tierra. En aquel día el SEÑOR será uno, y uno Su nombre. 10 Toda la tierra se volverá como una llanura desde Geba hasta Rimón, al sur de Jerusalén. Pero esta se levantará y será habitada en su lugar desde la puerta de Benjamín hasta el lugar de la puerta Primera, hasta la puerta del Ángulo, y desde la torre de Hananeel hasta los lagares del rey. 11 Y habitarán en ella y no habrá más maldición; y Jerusalén habitará en seguridad.
12 Esta será la plaga con que el SEÑOR herirá a todos los pueblos que han hecho guerra contra Jerusalén: se pudrirá su carne estando ellos aún de pie, y se pudrirán sus ojos en sus cuencas, y su lengua se pudrirá en su boca. 13 Y sucederá que en aquel día habrá entre ellos un gran pánico del SEÑOR; y cada uno agarrará la mano de su prójimo, y la mano de uno se levantará contra la mano de su prójimo. 14 También Judá peleará en Jerusalén; y se amontonarán las riquezas de todas las naciones circunvecinas: oro, plata y vestidos en gran abundancia. 15 Como aquella plaga así será la plaga del caballo, del mulo, del camello, del asno y de todos los animales que haya en aquellos campamentos.
16 Y sucederá que todo sobreviviente de todas las naciones que fueron contra Jerusalén subirán de año en año para adorar al Rey, SEÑOR de los ejércitos, y para celebrar la Fiesta de los Tabernáculos. 17 Y sucederá que los de las familias de la tierra que no suban a Jerusalén para adorar al Rey, SEÑOR de los ejércitos, no recibirán lluvia sobre ellos. 18 Y si la familia de Egipto no sube ni viene, entonces sobre ellos no habrá lluvia; será la plaga con la cual el SEÑOR herirá a las naciones que no suban a celebrar la Fiesta de los Tabernáculos. 19 Este será el castigo de Egipto y el castigo de todas las naciones que no suban a celebrar la Fiesta de los Tabernáculos.
20 En aquel día estará grabado en los cascabeles de los caballos: «SANTIDAD AL SEÑOR». Y serán las ollas en la casa del SEÑOR como los tazones delante del altar. 21 Toda olla en Jerusalén y en Judá será consagrada al SEÑOR de los ejércitos. Todos los que ofrezcan sacrificios vendrán y tomarán de ellas y en ellas cocerán. Y no habrá más mercader en la casa del SEÑOR de los ejércitos en aquel día.
Juan 17