Vida Cristiana
Sabbat para mamás: Cómo practicar el descanso con hijos
En los momentos que Dios levanta el velo, recordamos que la maternidad cotidiana, las siestas y las meriendas, las lágrimas y las rabietas, los triunfos y el entrenamiento, todo ello es realmente una misión de rescate que dura décadas frente a las puertas del infierno.
Es por eso que entramos en los pequeños momentos con grandes oraciones y ojos eternos. Repasamos los versículos favoritos de nuestros hijos mientras los acurrucamos. Cantamos canciones conocidas de alabanza mientras cambiamos pañales, preparamos la comida y los arropamos por la noche. Limpiamos las mejillas brillantes y miramos a los ojitos, anhelando que sus corazones sean de Cristo y que sus caminos sean los suyos. ¿Cómo podríamos descansar bajo el peso de un trabajo que forma almas y afecta la eternidad?
Por no mencionar las listas de tareas interminables que nos rodean y golpean nuestras mentes (porque los niños no solo son almas, sino que tienen cuerpos, mentes y emociones que requieren alimento, atención y tiempo). Los niños necesitan amor, los hogares requieren atención, y por cada trabajo que completamos, cinco más se deslizan sobre nuestros platos.
En este sentido, nos identificamos con la mujer de Proverbios 31 que «se levanta cuando aún es de noche» y cuya lámpara «no se apaga de noche» (Pr 31:15, 18). Hemos tenido días como los suyos. Sin embargo, hay otra faceta de ella que se nos escapa. Bajo su duro trabajo se esconde un descanso profundo y duradero. «Y sonríe al futuro» (Pr 31:25) porque confía en quien soporta sus cargas y le permite trabajar y sacrificarse como lo hace. Es una mujer —una madre— que descansa.
Descanso verdadero para madres cansadas
El cuarto mandamiento, «Acuérdate del día de reposo para santificarlo» (Éx 20:8), no solo se dirige a los hombres que trabajan, sino también a las mujeres que son madres. Las madres se preguntan: «¿Cómo puedo descansar con tanto en juego? ¿Cómo puedo descansar con tanto en mi plato?». El descanso, lo sabemos, no se encuentra en última instancia en un lugar, estación o circunstancia, sino en una persona.
Cristo puso fin a nuestro interminable esfuerzo por justificarnos ante Dios cuando declaró a los que no tenían descanso: «Vengan a Mí, todos los que están cansados y cargados, y Yo los haré descansar. Tomen Mi yugo sobre ustedes y aprendan de Mí, que Yo soy manso y humilde de corazón, y hallarán descanso para sus almas. Porque Mi yugo es fácil y Mi carga ligera» (Mt 11:28-30). Cristo se convirtió en el Sabbat para nosotros. Hemos entrado en ese descanso por la fe en Su obra expiatoria (He 4:3).
"Cristo no necesita el yugo laborioso de una madre para cumplir Su propósito. Ella necesita el Suyo para descansar su corazón cansado"
Dios descansó tras Su obra de creación (Gn 2:2-3), Cristo descansó tras Su obra de salvación (He 10:12), y Cristo extiende Su descanso a las mamás trabajadoras que nunca juzgan que su trabajo está terminado. El «consumado es» (Jn 19:30) libera misericordiosamente los corazones de las mamás cansadas que tienden a confiar en el valor de completar tareas o misiones evangélicas por encima de la obra terminada de Cristo.
Él no necesita el yugo laborioso de una madre para cumplir Su propósito. Ella necesita el Suyo para descansar su corazón cansado.
Maneras de reposar en familia
Aunque en Cristo somos libres para guardar un día de reposo formal o no (Col 2:16-17), los papás y las mamás que adoptan ritmos de discipulado familiar intencional pueden estar buscando maneras de hacer que el descanso sea práctico, posible y centrado en Cristo para toda la familia. Estos son algunos ritmos que han sido una bendición en nuestro hogar (y han ayudado a esta mamá a encontrar paz y descanso en medio de la maternidad diaria).
1. Celebramos juntos
En Hechos 16, un carcelero filipense y toda su familia escuchan el evangelio, creen, son bautizados y juntos se regocijan por su nuevo reposo en Cristo (Hch 16:29-34). La providencia de Dios encontró a la familia unida a través de himnos entonados en la oscuridad, un terremoto y el ministerio de Pablo y Silas, de modo que recibieron a Jesús y reposaron juntos. Las familias que escuchan y repasan juntas el evangelio pueden experimentar realidades como la que ocurrió en casa de aquel carcelero.
«Hay privilegios especiales para quienes se reúnen en torno a nuestra mesa y nuestro hogar», afirma Charles Spurgeon, porque «Dios no ha revertido las leyes de la naturaleza, sino que las ha santificado con reglas de gracia». Dios forma familias y ama bendecir el ministerio que se desarrolla en las mesas y en las salas de estar a través del tiempo de calidad juntos. Nuestros ritmos de «celebración», para ver y saborear juntos a Jesús (Is 55:1-2), nos permiten llevar la Palabra, la adoración y la oración a toda la familia.
Los ritmos diarios centrados en una intencionalidad del evangelio pueden incluir devociones en familia (y quizás invitar a los niños mayores para que se unan a las devociones matutinas), lecturas en voz alta o narración de historias, modelar el arrepentimiento e interceder por otros, estudio y memorización de las Escrituras, y adoración adaptada a los diferentes estilos y horarios familiares.
A través del don de ese tiempo más intencional y estructurado que pasamos juntos, el Espíritu a menudo nos trae la Palabra a la mente en los momentos más espontáneos e inesperados del día, cuando nos sentamos, caminamos, nos acostamos y nos levantamos (Dt 6:7). «Celebramos» para captar el corazón de nuestro viaje hacia la plenitud de Cristo. Celebramos juntos, como un día harán todos los que confían en Él.
2. Jugamos juntos
Cuando mis hijos transmitan las obras de Cristo a la siguiente generación (Sal 145:4), puede que testifiquen que experimentaron a Jesús más cuando yo jugaba con ellos, fingiendo ser un cerdito en una piscina de lodo, que en mis presentaciones más creativas o elocuentes del evangelio.
Las manos de una madre, como me ocurre a mí con demasiada frecuencia, pueden estar ocupadas en el trabajo pero ociosas en el juego. Pero una madre «vigila la marcha de su casa» cuando comprende que los niños a menudo conocen y son conocidos a través del juego, y entonces ellos «se levantan y la llaman bienaventurada» (Pr 31:27-28).
Quizá aprendamos más sobre el corazón de nuestros hijos durante cinco minutos de juego que a través de cincuenta minutos de observación. Nos recuerda nuestro papel de pastores-ovejas que no estarán por encima de nuestros hijos, sino junto con ellos ante el trono del Rey. Si queremos llevarles al mundo por venir, tenemos que estar preparados para entrar ahora en sus mundos presentes.
"Quizá aprendamos más sobre el corazón de nuestros hijos durante cinco minutos de juego que a través de cincuenta minutos de observación"
Legos, parques infantiles, juegos imaginarios, torres de bloques, deportes y juegos llenos de risas invitan a nuestras familias al corazón de Dios, quien se deleita en Su pueblo (Sof 3:17), hasta el punto de morir para comprar nuestro descanso. Todos los niños, incluidos los papás y las mamás, somos libres para jugar gracias a lo que Dios ya ha hecho por nosotros.
Mientras jugamos con ellos, el humilde deleite de nuestros hijos ante regalos sencillos nos invita, sin saberlo, a ser como ellos.
3. Descansamos juntos
Para nosotros, la «noche de diversión familiar» (o «sabbat familiar») invita a más emoción, alegría y planificación especial que la mayoría de los ritmos. El profeta Isaías describe el día de reposo como un día de «delicia en el Señor», un tiempo en el que el pueblo de Dios «cabalga sobre las alturas de la tierra» (Is 58:13-14).
Cristo nos invita a considerar un descanso especial que nos recuerde que lo mejor está por venir, y que este tiempo especial y apartado sorprenderá a las familias con un gozo reparador ahora junto con un anticipo del glorioso descanso celestial venidero.
El descanso en familia fomenta un tiempo sin distracciones para todos después de otra semana llena de actividades. En nuestra familia, permitimos que cada miembro tenga su turno para planificar una noche con una comida especial y una actividad (explorar parques, construir carreras de obstáculos, jugar, servir juntos, acampar, etc.).
Los elementos divinos entretejidos en estos momentos juntos recuerdan a jóvenes y adultos nuestro lugar especial en la familia que Dios compró con Su sangre. La participación individual en la planificación permite a cada miembro de la familia expresar: «El descanso ha llegado para mí». Y el disfrute colectivo nos permite proclamar: «El descanso vendrá para nosotros juntos en Cristo. Deleitémonos juntos».
El reposo nunca se agota
Incluso cuando las exigencias de la vida desbaratan nuestros intentos de cultivar el descanso, Cristo sigue proporcionando descanso. Durante Su ministerio terrenal, Jesús animó a Sus agotados discípulos: «Vengan, apártense de los demás a un lugar solitario y descansen un poco» (Mr 6:31). Cansados, hambrientos y abrumados, los discípulos aceptaron gustosos la invitación, solo para encontrar más hambre y caos. Buscaban el descanso que Jesús les ofrecía, pero en su lugar recibieron la orden imposible de alimentar a miles de personas (Mr 6:32-37).
"Incluso cuando las exigencias de la vida desbaratan nuestros intentos de cultivar el descanso, Cristo sigue proporcionando descanso"
Entonces, ¿renunciaron al descanso para alimentar a la multitud? No, Jesús les sorprendió con otro tipo de descanso. Con cinco panes, dos peces y la mano milagrosa de Dios, los discípulos alimentaron a toda la multitud y les sobraron doce cestas llenas de comida (Mr 6:38-43), una para cada discípulo. John Piper resume el mensaje de esas cestas: «Cuando des todo lo que tienes, tú serás cuidado».
La promesa del sabbat es algo más que un descanso de la maternidad. Vincula a las madres con nuestra necesidad constante de gracia y fortaleza mientras entregamos nuestras vidas por nuestras familias. Siempre hay suficiente. Como la mujer que dio su pan a Elías y nunca se le acabó, una madre nunca agota el Pan de Vida cuando entra en Su descanso y trabaja motivada por el mismo. Ella nunca agota a Cristo.
Un día, pronto, madres, nos deleitaremos con la bondad perfecta y sin límites de nuestro Dios. Jugaremos junto a todos los hijos del Rey. Descansaremos, sabiendo que nuestro trabajo ha terminado. El día interminable llegará pronto. Hasta entonces, podemos estar tranquilos. El reposo ya ha llegado.
Publicado originalmente en Desiring God. Traducido por Eduardo Fergusson.
Monica Geyen es esposa de Chad y madre de seis hijos que son educados en casa. Anteriormente ejerció como abogada y sirvió con InterVarsity, discipulando a estudiantes de derecho en las Twin Cities. Ahora escribe y habla sobre la maternidad y la vida misional.