Vida Cristiana
8 maneras en que las pruebas nos ayudan
¿Tomarnos por sorpresa? Sí. ¿Revelar nuestro temor, ansiedad, enojo y autocompasión? Sin duda. ¿Traer tristeza y dolor? Absolutamente. Las pruebas hacen muchas cosas, pero ¿qué bien traen a nuestras vidas?
En su carta a los judíos cristianos en la dispersión, Santiago entrega este imperativo: “Tengan por sumo gozo, hermanos míos, cuando se hallen en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de su fe produce paciencia” (Stg 1:2-3).
Estos son excelentes versículos para memorizar en una clase de escuela dominical, pero ¿qué pasa cuando perdemos nuestro trabajo y no podemos pagar la hipoteca? ¿De qué sirve la quimioterapia, estar en cuidados intensivos, sufrir un accidente de tránsito o persecución por nuestra fe?
"Cuando la fe verdadera sobrevive el calor del refinamiento, el fruto es más dulce que el costo sufrido"
Hay una razón por la cual Santiago nos dice que tengamos por sumo gozo cuando nos hallemos en pruebas como estas. Él sabe que cuando la fe verdadera sobrevive el calor del refinamiento, el fruto es más dulce que el costo sufrido.
Aquí hay ocho maneras en que las pruebas ayudan a producir constancia.
1. Las pruebas profundizan nuestras vidas de oración
Cuando estamos abrumados, podemos orar como Josafat: “No sabemos qué hacer; pero nuestros ojos están vueltos hacia ti” (2 Cr 20:12). Como respuesta a noticias devastadoras, lloramos, ayunamos y oramos como lo hizo Nehemías (Neh 1:3-4).
En medio de la preocupación, nuestras peticiones son dadas a conocer delante de Dios y echamos toda ansiedad sobre Él, porque tiene cuidado de nosotros (Fil 4:6; 1 P 5:7).
Cuando nos hacen falta palabras para orar, “el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad” intercediendo “por nosotros con gemidos indecibles” (Ro 8:26). La oración humilde cultiva una dependencia de Dios, ataca nuestro orgullo y nos prepara para deleitarnos en el Señor, quien nos escucha y responde conforme a su sabiduría.
2. Las pruebas aumentan nuestro conocimiento de la Palabra y el carácter de Dios
Una temporada en el desierto nos invita a internalizar las promesas de Dios, a aprender como los israelitas errantes que nosotros no vivimos de pan solamente sino “de todo lo que procede de la boca del Señor” (Dt 8:3). El salmista dice: “Bueno es para mí ser afligido, para que aprenda Tus estatutos” (Sal 119:71) y Job confiesa “He sabido de [Dios] solo de oídas, pero ahora mis ojos te ven” (Job 42:5). Dios, con frecuencia, usa el sufrimiento para hacer crecer nuestro conocimiento de su Palabra y su verdadero carácter.
3. Las pruebas incrementan nuestra gratitud hacia nuestro Salvador
Cuando experimentamos dolor, recordamos la manera en que Jesús tomó de la copa de la ira de Dios en nuestro lugar. Él oró: “Padre, si es Tu voluntad, aparta de Mí esta copa; pero no se haga Mi voluntad, sino la Tuya” (Lc 22:42), y luego fue “herido por nuestras transgresiones, molido por nuestras iniquidades” (Is 53:5).
"La oración humilde cultiva una dependencia de Dios, ataca nuestro orgullo y nos prepara para deleitarnos en el Señor, quien nos escucha y responde conforme a su sabiduría"
Nuestro dolor nos hace más conscientes del dolor de Jesús, incrementando nuestra gratitud por la agonía que sufrió en la cruz. También nos regocijamos porque a través de su sacrificio, nuestro pecado es perdonado y nuestra salvación asegurada. Recordamos y clamamos:
“¡Gracias Jesús, por sufrir en nuestro lugar!”
4. Las pruebas nos hacen más como Jesús
Aunque los hermanos de José pensaron hacerle mal, “Dios lo cambió en bien” para mantener a muchos vivos durante la hambruna (Gn 50:20). Nuestro Dios redentor, quien obró nuestra salvación a través del doloroso sacrificio de Jesús en la cruz, continúa trabajando todas las cosas, incluyendo nuestras pruebas, para el bien de quienes lo aman (Ro 8:28-29). Una cosa buena que Dios hace a través de nuestras dificultades es hacernos más como Jesús, quién “aprendió obediencia por lo que padeció” (He 5:8).
5. Las pruebas nos equipan para consolar a los demás
En nuestras pruebas, Dios tiene la intención de consolarnos de una forma tan abundante para que rebosemos de un cuidado compasivo por los demás. Pablo escribe que Dios “nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que también nosotros podamos consolar a los que están en cualquier aflicción” (2 Co 1:4). Dios quiere que llevemos su consuelo a otras familias, amigos y vecinos. Nuestra experiencia en las pruebas nos ayudan a comprender lo que otros pudieran sentir y necesitar, y nuestra experiencia del consuelo de Dios nos prepara para estar al lado de ellos para orar y servirles con delicadeza.
6. Las pruebas preparan un eterno peso de gloria
Tal vez no podamos ver lo que nuestras pruebas están haciendo, pero están funcionando. Toda “aflicción leve y pasajera nos produce un eterno peso de gloria que sobrepasa toda comparación” cuando miramos los que no se ve (2 Co 4:17-18).
Cada ida al centro de tratamiento. Cada montaña de papeles y cheques firmados. Cada noche sin dormir cuidando a niños enfermos. Rendido ante Él, todo es significativo en el reino de los cielos.
7. Las pruebas nos recuerdan que la tierra no es nuestro verdadero hogar
Añoramos la presencia de Dios en medio de la soledad. Las lágrimas mueven nuestros corazones hacia un lugar donde “no habrá muerte, ni habrá más duelo, ni clamor, ni dolor” (Ap 21:4). Los cuerpos enfermos esperan ansiosamente la llegada de los cuerpos nuevos.
La muerte nos hace desear la resurrección. Estas pruebas nos recuerdan que esta tierra no es nuestro verdadero hogar. Aumentan nuestra hambre del cielo.
8. Las pruebas examinan y fortalecen nuestra fe
Las pruebas comprueban la autenticidad de nuestra fe, la cual llena nuestros corazones de la gozosa garantía de nuestra salvación y “resulta en alabanza, gloria y honor en la revelación de Jesucristo” (1 P 1:7). Este fortalecimiento de nuestra fe nos motiva a despojarnos “también de todo peso y del pecado que tan fácilmente nos envuelve”, y a correr “con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús… quien por el gozo puesto delante de Él soportó la cruz” (He 12:1-2).
Dios está haciendo algo a través de tus pruebas
Aún sabiendo todo lo bueno que producen nuestras pruebas, dudo que escogeríamos de manera intencional un sufrimiento para nosotros mismos o para aquellos a quienes amamos.
Pero Dios es más sabio que nosotros. Sus caminos son más altos que nuestros caminos (Is 55:9), y Él utiliza nuestras pruebas para sus propósitos visibles y no visibles en nuestras vidas.
Tal vez no sepas lo que Dios está haciendo en una prueba en particular, pero dadas las muchas opciones presentadas en las Escrituras, puedes saber que Él está haciendo algo.
Dado lo mucho que Él te ama, puedes saber que es para tu eterno bien. Esta es una buena razón por la cual podemos regocijarnos.
Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Lauren Charruf Morris.
Katie Faris es la esposa de Scott, y sus mejores trabajos en progreso son sus cinco hijos que abarcan las edades de 2 a 13 años de edad. Ella es la autora de Loving My Children: Embracing Biblical Motherhood (Amando a mis hijos: Abrazando la maternidad Bíblica). Ella se congrega en Sovereign Grace Church en Marlton, Nueva Jersey. Puedes leer más escritos de Katie en su sitio web, blog, Instagram o Facebook.