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Lectura de Hoy
10-01-2024
Devocional
Devocional: Mateo 10
Conmovido cuando la muchedumbre le recuerda ovejas sin pastor, Jesús manda a sus discípulos que “Rogad, por tanto, al Señor de la cosecha que envíe obreros a su campo.” (Mateo 9:38) – y luego organiza una misión formativa para los doce que constituyen su círculo más estrecho (Mateo 10). Hay muchas cosas que podemos aprender de este episodio, que, a juzgar por el lenguaje que emplea (p.ej., 10:18), sirve para Jesús como una especie de precursor de una misión a largo plazo. Aquí me centraré en sólo un aspecto.
Este aspecto, será el grado de conflicto que Jesús anticipa en este proyecto evangelístico. Algunas comunidades rechazarán a los seguidores de Jesús (10:11-14). Más adelante, aunque su testimonio llegue a los niveles más altos del gobierno, estos mismos gobiernos aplicarán sanciones muy severas (10:17-19). Las prioridades del evangelio dividirán familias, hasta tal punto que algunos familiares llegarán a traicionar a otros (10:21, 35). En los peores momentos de la persecución, los cristianos huirán de un centro a otro (10:22-23). En algunos casos, el resultado final es el martirio (10:28).
Cualquiera que tenga incluso los mínimos conocimientos de la historia sabe con qué frecuencia estas profecías se han cumplido. El hecho de que Occidente se ha librado durante tanto tiempo de los peores rasgos de la persecución de este tipo nos ha hecho bajar la guardia – incluso, los cristianos podemos llegar a pensar que la sociedad nos debe una vida libre de problemas. Sin embargo, a medida que el legado judeocristiano se va debilitando, es posible que nos encontremos inmersos en realidades conocidas por los especialistas en misiones, pero que la mayoría de nosotros ignoramos: durante el último siglo y medio, se ha convertido más gente, y ha habido más mártires, que durante los primeros dieciocho siglos de la era cristiana.
¿Dónde encontraremos estabilidad en tiempos así? Este capítulo repasa varias preciosas fuentes de apoyo: reconocer que Jesús, nuestro Maestro, era objeto de odio antes de nosotros (10:24-25); asegurarnos de que al final se hará justicia, y de que todo el mundo lo verá (10:26-27); reconocer que donde hay un temor apropiado a Dios, no cabe el miedo al hombre (10:29-31); ayudar a los demás a comprender que aceptar al testigo de Cristo es aceptar a Cristo, y recibir a Cristo es recibir a Dios (10:40); considerar la promesa de Cristo mismo que las recompensas eternas no fallarán (10:41-42).
En cualquier caso, está en juego un principio fundamental: Así es como los cristianos enfocan las cosas; de hecho, forma parte íntegra de la identidad del cristiano. “y el que no toma su cruz y me sigue no es digno de mí. El que encuentre su vida, la perderá, y el que la pierda por mi causa, la encontrará.” (10:38-39).
Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2016. Usado con permiso.
Devocional: Esdras 10
En general, Esdras 10 se comprende de dos maneras diferentes:
Según el primer punto de vista, lo que acontece es algo parecido a un avivamiento. Las lágrimas y la oración de Esdras son tan conmovedoras que los líderes de la comunidad, aunque también habían transigido con los matrimonios mixtos, formalizan un acuerdo de divorcio con sus mujeres paganas y las envían a su propio pueblo, junto a todos los niños nacidos de esas uniones. Quienes que no estén de acuerdo con esta decisión serán expulsados de la asamblea de los exiliados (10:8) y en adelante tratados como extranjeros. Se efectúan reuniones y se pone manos a la obra. Es un acto notablemente valiente, una señal segura de la bendición de Dios, evidencia clara de que este pueblo ama al Señor incluso más que a su propia familia. La pureza de la congregación posexílica se mantiene y se evita desatar la ira de Dios. La lección es, entonces, que debemos ocuparnos del pecado de forma radical.
Según la segunda perspectiva, aunque la oración de Esdras (Esdras 9) es correcta, los pasos que se dan a raíz de ella son prácticamente erróneos. El matrimonio, después de todo, es una ordenanza de la creación. En cualquier caso, nadie puede simplemente anularlo; si la ley prohíbe casarse con paganos, también lo hace con el divorcio fácil. ¿Qué ocurre con todos esos niños? ¿Han de ser enviados con sus abuelos paganos, sin ningún acceso a la comunidad del pacto y al Dios único de toda la tierra, además del daño psicológico que sin duda sufrirían? ¿No podían darse otros pasos en su lugar? Por ejemplo, a partir de ese momento, se podrían prohibir y evitar esos matrimonios, bajo sanción de expulsión de la asamblea. Se podría despojar de sus derechos y obligaciones sacerdotales a los sacerdotes casados con paganas. El tipo de arrepentimiento general que se produce podría canalizarse hacia el fiel estudio de la ley, sobre todo el de estas familias mixtas. ¿Qué sanción existe para una acción tan inhumana como la de este capítulo?
Rigurosamente hablando, el propio texto no se decanta entre estas dos interpretaciones, aunque la primera es ligeramente más natural dentro de la postura del libro. Sin embargo, ¿es esta más natural dentro de la postura de todo el canon o del Nuevo Testamento?
Sin argumentos que eviten la cuestión, sospecho que en gran medida ambas perspectivas son correctas. Hay algo noble y valeroso en la acción realizada; también lo hay cruel y reduccionista. Sospechamos que esta es una de esas consecuencias mixtas en que la Biblia abunda sinceramente, como el relato de Gedeón, de Jefté o de Sansón. Algunos pecados tienen tentáculos tan complejos que no resulta sorprendente que las decisiones tomadas por los pecadores arrepentidos para solucionar la situación sean también turbias.
Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2013. Usado con permiso.
Génesis 11
La torre de Babel
11 Toda la tierra hablaba la misma lengua y las mismas palabras. 2 Según iban hacia el oriente, hallaron una llanura en la tierra de Sinar, y se establecieron allí. 3 Y se dijeron unos a otros: «Vamos, fabriquemos ladrillos y cozámoslos bien». Y usaron ladrillo en lugar de piedra y asfalto en lugar de mezcla. 4 Luego dijeron: «Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre cuya cúspide llegue hasta los cielos, y hagámonos un nombre famoso, para que no seamos dispersados sobre la superficie de toda la tierra».
5 Pero el Señor descendió para ver la ciudad y la torre que habían edificado los hijos de los hombres. 6 Y dijo el Señor: «Son un solo pueblo y todos ellos tienen la misma lengua. Esto es lo que han comenzado a hacer, y ahora nada de lo que se propongan hacer les será imposible. 7 Vamos, bajemos y confundamos allí su lengua, para que ninguno entienda el lenguaje del otro».
8 Así el Señor los dispersó desde allí sobre la superficie de toda la tierra, y dejaron de edificar la ciudad. 9 Por eso la ciudad fue llamada Babel, porque allí el Señor confundió la lengua de toda la tierra, y de allí el Señor los dispersó sobre la superficie de toda la tierra.
Descendientes de Sem
10 Estas son las generaciones de Sem: Sem tenía 100 años, y fue el padre de Arfaxad, dos años después del diluvio. 11 Y vivió Sem 500 años después de haber engendrado a Arfaxad, y tuvo otros hijos e hijas.
12 Arfaxad vivió 35 años, y fue padre de Sala. 13 Y vivió Arfaxad 403 años después de haber engendrado a Sala, y tuvo otros hijos e hijas.
14 Sala vivió 30 años, y fue padre de Heber. 15 Y vivió Sala 403 años después de haber engendrado a Heber, y tuvo otros hijos e hijas.
16 Heber vivió 34 años, y fue padre de Peleg. 17 Y vivió Heber 430 años después de haber engendrado a Peleg, y tuvo otros hijos e hijas.
18 Peleg vivió 30 años, y fue padre de Reu. 19 Y vivió Peleg 209 años después de haber engendrado a Reu, y tuvo otros hijos e hijas.
20 Reu vivió 32 años, y fue padre de Serug. 21 Y vivió Reu 207 años después de haber engendrado a Serug, y tuvo otros hijos e hijas.
22 Serug vivió 30 años, y fue padre de Nacor. 23 Y vivió Serug 200 años después de haber engendrado a Nacor, y tuvo otros hijos e hijas.
24 Nacor vivió 29 años, y fue padre de Taré. 25 Y vivió Nacor 119 años después de haber engendrado a Taré, y tuvo otros hijos e hijas.
26 Taré vivió 70 años, y fue padre de Abram, de Nacor y de Harán.
Descendientes de Taré
27 Estas son las generaciones de Taré: Taré fue padre de Abram, de Nacor y de Harán. Harán fue padre de Lot. 28 Harán murió en presencia de su padre Taré en la tierra de su nacimiento, en Ur de los caldeos.
29 Abram y Nacor tomaron para sí mujeres. El nombre de la mujer de Abram era Sarai, y el nombre de la mujer de Nacor, Milca, hija de Harán, padre de Milca y de Isca. 30 Pero Sarai era estéril; no tenía hijo. 31 Y Taré tomó a Abram su hijo, a su nieto Lot, hijo de Harán, y a Sarai su nuera, mujer de su hijo Abram. Salieron juntos de Ur de los caldeos, en dirección a la tierra de Canaán. Llegaron hasta Harán, y se establecieron allí. 32 Los días de Taré fueron 205 años. Y murió Taré en Harán.
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Mateo 10
Llamamiento de los doce apóstoles
10 Llamando a Sus doce discípulos, Jesús les dio poder sobre los espíritus inmundos para expulsarlos y para sanar toda enfermedad y toda dolencia.
2 Los nombres de los doce apóstoles son estos: primero, Simón, llamado Pedro, y Andrés su hermano; y Jacobo, el hijo de Zebedeo, y Juan su hermano; 3 Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo, el recaudador de impuestos; Jacobo, el hijo de Alfeo, y Tadeo; 4 Simón el cananita, y Judas Iscariote, el que también lo entregó.
Jesús envía a los doce
5 A estos doce envió Jesús después de instruirlos, diciendo: «No vayan por el camino de los gentiles ni entren en ninguna ciudad de los samaritanos. 6 Sino vayan más bien a las ovejas perdidas de la casa de Israel. 7 Y cuando vayan, prediquen diciendo: “El reino de los cielos se ha acercado”. 8 Sanen enfermos, resuciten muertos, limpien leprosos, expulsen demonios; de gracia recibieron, den de gracia.
9 »No se provean de oro, ni de plata, ni de cobre para llevar en sus cintos, 10 ni de alforja para el camino, ni de dos túnicas, ni de sandalias, ni de bordón; porque el obrero es digno de su sostén. 11 En cualquier ciudad o aldea donde entren, averigüen quién es digno en ella, y quédense allí hasta que se marchen. 12 Al entrar en la casa, denle su saludo de paz. 13 Y si la casa es digna, que su saludo de paz venga sobre ella; pero si no es digna, que su saludo de paz se vuelva a ustedes. 14 Cualquiera que no los reciba ni oiga sus palabras, al salir de esa casa o de esa ciudad, sacudan el polvo de sus pies. 15 En verdad les digo que en el día del juicio será más tolerable el castigo para la tierra de Sodoma y Gomorra que para esa ciudad.
Advertencias a los doce
16 »Miren, Yo los envío como ovejas en medio de lobos; por tanto, sean astutos como las serpientes e inocentes como las palomas. 17 Pero cuídense de los hombres, porque los entregarán a los tribunales y los azotarán en sus sinagogas; 18 y hasta serán llevados delante de gobernadores y reyes por Mi causa, como un testimonio a ellos y a los gentiles. 19 Pero cuando los entreguen, no se preocupen de cómo o qué hablarán; porque a esa hora se les dará lo que habrán de hablar. 20 Porque no son ustedes los que hablan, sino el Espíritu de su Padre que habla en ustedes.
21 »El hermano entregará a la muerte al hermano, y el padre al hijo; y los hijos se levantarán contra los padres, y les causarán la muerte. 22 Y serán odiados de todos por causa de Mi nombre, pero el que persevere hasta el fin, ese será salvo. 23 Pero cuando los persigan en esta ciudad, huyan a la otra; porque en verdad les digo, que no terminarán de recorrer las ciudades de Israel antes que venga el Hijo del Hombre.
Palabras de aliento a los doce
24 »Un discípulo no está por encima del maestro, ni un siervo por encima de su señor. 25 Le basta al discípulo llegar a ser como su maestro, y al siervo como su señor. Si al dueño de la casa lo han llamado Beelzebú, ¡cuánto más a los de su casa!
26 »Así que no les tengan miedo, porque nada hay encubierto que no haya de ser revelado, ni oculto que no haya de saberse. 27 Lo que les digo en la oscuridad, háblenlo en la luz; y lo que oyen al oído, proclámenlo desde las azoteas. 28 No teman a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; más bien teman a Aquel que puede hacer perecer tanto el alma como el cuerpo en el infierno. 29 ¿No se venden dos pajarillos por una monedita? Y sin embargo, ni uno de ellos caerá a tierra sin permitirlo el Padre. 30 Y hasta los cabellos de la cabeza de ustedes están todos contados. 31 Así que no teman; ustedes valen más que muchos pajarillos.
32 »Por tanto, todo el que me confiese delante de los hombres, Yo también lo confesaré delante de Mi Padre que está en los cielos. 33 Pero cualquiera que me niegue delante de los hombres, Yo también lo negaré delante de Mi Padre que está en los cielos.
El costo del discipulado
34 »No piensen que vine a traer paz a la tierra; no vine a traer paz, sino espada. 35 Porque vine a poner al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra; 36 y los enemigos del hombre serán los de su misma casa.
37 »El que ama al padre o a la madre más que a Mí, no es digno de Mí; y el que ama al hijo o a la hija más que a Mí, no es digno de Mí. 38 Y el que no toma su cruz y sigue en pos de Mí, no es digno de Mí. 39 El que ha hallado su vida, la perderá; y el que ha perdido su vida por Mi causa, la hallará.
40 »El que los recibe a ustedes, me recibe a Mí; y el que me recibe a Mí, recibe al que me envió. 41 El que recibe a un profeta como profeta, recibirá recompensa de profeta; y el que recibe a un justo como justo, recibirá recompensa de justo. 42 Y cualquiera que como discípulo dé a beber aunque solo sea un vaso de agua fría a uno de estos pequeños, en verdad les digo que no perderá su recompensa».
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Esdras 10
Expulsión de las mujeres extranjeras
10 Mientras Esdras oraba y hacía confesión, llorando y postrándose delante de la casa de Dios, una gran asamblea de Israel, hombres, mujeres y niños se juntó a él; y el pueblo lloraba amargamente. 2 Y Secanías, hijo de Jehiel, uno de los hijos de Elam, dijo a Esdras: «Hemos sido infieles a nuestro Dios, y nos hemos casado con mujeres extranjeras de los pueblos de esta tierra; pero todavía hay esperanza para Israel a pesar de esto. 3 Hagamos ahora un pacto con nuestro Dios de despedir a todas las mujeres y a sus hijos, conforme al consejo de mi señor y de los que tiemblan ante el mandamiento de nuestro Dios; y que sea hecho conforme a la ley. 4 Levántate, porque este asunto es tu responsabilidad, pero estaremos contigo; anímate y hazlo».
5 Esdras se levantó e hizo jurar a los principales sacerdotes, a los levitas y a todo Israel que harían conforme a esta propuesta; y ellos lo juraron. 6 Después Esdras se levantó de delante de la casa de Dios y entró a la cámara de Johanán, hijo de Eliasib. Aunque entró allí, no comió pan ni bebió agua, porque hacía duelo a causa de la infidelidad de los desterrados. 7 Entonces hicieron una proclama en Judá y Jerusalén a todos los desterrados para que se reunieran en Jerusalén, 8 y a cualquiera que no viniera dentro de tres días, conforme al consejo de los jefes y de los ancianos, le serían confiscadas todas sus posesiones y él mismo sería excluido de la asamblea de los desterrados.
9 Se reunieron, pues, todos los hombres de Judá y Benjamín en Jerusalén dentro de los tres días. Era el mes noveno, el día veinte del mes, y todo el pueblo se sentó en la plaza delante de la casa de Dios, temblando a causa de este asunto y de la intensa lluvia. 10 Entonces se levantó el sacerdote Esdras y les dijo: «Ustedes han sido infieles y se han casado con mujeres extranjeras añadiendo así a la culpa de Israel. 11 Ahora pues, confiesen al Señor, Dios de sus padres, y hagan Su voluntad; sepárense de los pueblos de esta tierra y de las mujeres extranjeras».
12 Toda la asamblea respondió, y dijo a gran voz: «¡Está bien! Tal como has dicho es nuestro deber cumplirlo. 13 Solo que el pueblo es numeroso, y es la temporada de lluvia, y no podemos permanecer afuera. Tampoco se puede hacer todo en un solo día ni en dos, porque hemos pecado en gran manera en este asunto. 14 Que nuestros jefes representen toda la asamblea y que todos aquellos en nuestras ciudades que se han casado con mujeres extranjeras vengan en tiempos señalados, junto con los ancianos y jueces de cada ciudad, hasta que la tremenda ira de nuestro Dios a causa de este asunto se aparte de nosotros». 15 Solamente Jonatán, hijo de Asael, y Jahazías, hijo de Ticva, se opusieron a esto, con Mesulam y el levita Sabetai respaldándolos.
16 Pero los desterrados sí lo hicieron. Y el sacerdote Esdras designó a hombres jefes de casas paternas por cada una de sus casas paternas, todos ellos por nombre. Y se reunieron el primer día del mes décimo para investigar el asunto. 17 Terminaron de investigar a todos los hombres que se habían casado con mujeres extranjeras el primer día del mes primero.
18 Entre los hijos de los sacerdotes que se habían casado con mujeres extranjeras se encontraron, de los hijos de Jesúa, hijo de Josadac, y de sus hermanos: Maasías, Eliezer, Jarib y Gedalías. 19 (Ellos juraron despedir a sus mujeres, y siendo culpables, ofrecieron un carnero del rebaño por su delito). 20 De los hijos de Imer: Hananí y Zebadías; 21 de los hijos de Harim: Maasías, Elías, Semaías, Jehiel y Uzías; 22 de los hijos de Pasur: Elioenai, Maasías, Ismael, Natanael, Jozabad y Elasa.
23 Entre los levitas: Jozabad, Simei, Kelaía (es decir, Kelita), Petaías, Judá y Eliezer.
24 De los cantores: Eliasib, y de los porteros: Salum, Telem y Uri.
25 También entre los de Israel: de los hijos de Paros: Ramía, Jezías, Malquías, Mijamín, Eleazar, Malquías y Benaía; 26 de los hijos de Elam: Matanías, Zacarías, Jehiel, Abdi, Jeremot y Elías; 27 de los hijos de Zatu: Elioenai, Eliasib, Matanías, Jeremot, Zabad y Aziza; 28 de los hijos de Bebai: Johanán, Hananías, Zabai y Atlai; 29 de los hijos de Bani: Mesulam, Maluc, Adaía, Jasub, Seal y Ramot; 30 de los hijos de Pahat Moab: Adna, Quelal, Benaía, Maasías, Matanías, Bezalel, Binúi y Manasés; 31 de los hijos de Harim: Eliezer, Isías, Malquías, Semaías, Simeón, 32 Benjamín, Maluc y Semarías; 33 de los hijos de Hasum: Matenai, Matata, Zabad, Elifelet, Jeremai, Manasés y Simei; 34 de los hijos de Bani: Madai, Amram, Uel, 35 Benaía, Bedías, Quelúhi, 36 Vanías, Meremot, Eliasib, 37 Matanías, Matenai, Jaasai, 38 Bani, Binúi, Simei, 39 Selemías, Natán, Adaía, 40 Macnadebai, Sasai, Sarai, 41 Azareel, Selemías, Semarías, 42 Salum, Amarías y José; 43 de los hijos de Nebo: Jeiel, Matatías, Zabad, Zebina, Jadau, Joel y Benaía. 44 Todos estos se habían casado con mujeres extranjeras, y algunos de ellos tenían mujeres que les habían dado hijos.
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Hechos 10