Plan

Lectura de Hoy

12-01-2024

Devocional

Devocional: Mateo 12

Es un retrato precioso. Jesús es tan tierno y manso, que, cuando encuentra “la caña quebrada” (Mateo 12:20), en lugar de romperla sin más, la vuelve a enderezar con la esperanza de que cobre nueva vida. Si la mecha de una vela queda reducida a una punta apenas humeante, en lugar de apagarla del todo, Jesús sopla hasta que la llama vuelve a avivarse. Así es como actuará, según se nos dice aquí, hasta que “lleve la justicia hasta su última victoria. En su nombre todas las naciones pondrán toda su esperanza” (12:20-21).

Estas palabras proceden de Isaías 42:1-4, uno de los textos de Isaías que hablan del “Siervo Sufriente”. Mucha gente esperaba a un Mesías que llegara con un poder decisivo e irresistible, y que trajera justicia a la tierra, o al menos a Israel. Pero parece poco probable que hubiese mucha gente que relacionase al Rey venidero con el Siervo de Isaías. Por esta razón la idea de un reino que naciera a partir de la mansedumbre y de la bendición, y que pareciese poco contundente con respecto al juicio divino, no era en absoluto lo que se esperaba. No obstante, aquí tenían a Jesús que iba sanando a los enfermos entre la gente – advirtiéndoles a todos que no revelasen quién era (12:15-16). No es de extrañar, entonces, que Mateo viese en tal conducta un cumplimiento directo de las bellas palabras de Isaías.

Incluso los versículos que hay alrededor de estos apuntan hacia el mismo tema. Mientras Jesús sana a alguien en sábado, sus adversarios intentan asesinarlo por violar la ley del sábado (12:9-14); mientras Jesús expulsa demonios de una víctima desgraciada, sus adversarios le acusan de ser el mismo diablo (12:22-28). La dureza de estos, en nombre de una supuesta ortodoxia, contrasta vívidamente con la gentileza de Jesús.

Además de las grandes implicaciones cristológicas, este texto revela algo de la naturaleza del reino en el cual los cristianos han sido incorporados, y por tanto de la conducta que se nos exige. Por un lado, como Mateo ya ha explicado en el capítulo anterior, los testigos de Jesús son llamados a un coraje santo y valiente, una fidelidad firme al Evangelio que nos haga estar dispuestos a sufrir el ostracismo e incluso la persecución. Pero no debemos exhibir aquella clase de “fuerza” que sea dura o severa, ni aquella clase de “justicia” que esté llena de indignación y condescendencia, ni ningún coraje que esté privado de compasión, ni aquella clase de testimonio que sólo sepa quejarse o manipular. Seguimos al Señor Jesús, quien dice a sus discípulos: “Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, porque yo soy manso y humilde de corazón” (11:20). Esto quiere decir que nosotros también, mientras proclamamos “justicia a las naciones” (12:18), debemos optar por no discutir ni gritar por las calles, acompañados por los sonidos estrepitosos de los címbalos.


Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2016. Usado con permiso.

Devocional: Nehemías 2

Merece la pena comparar estos dos pasajes: Nehemías 2; Hechos 12:1-19.

Por supuesto, el mismo Dios está detrás de ambas situaciones. En las dos, un solo siervo del Señor se enfrenta al desafío de enseñar y fortalecer al pueblo de Dios en un momento de oposición por parte de enemigos bastante hostiles. Ambos hombres se encuentran en peligro, en parte por razones políticas, aunque en el caso de Pedro es más inmediato. Su lealtad al Dios viviente y a la misión a la que cada uno de ellos es llamado es inquebrantable.

A partir de ahí, las historias divergen. Habiendo convencido al emperador, Nehemías se ve en la frontera imperial. Dispone de cierta autoridad sobre el papel, pero los habitantes de la zona están dispuestos a dificultarle las cosas. Él procede paso a paso, con sabiduría, consiguiendo el apoyo de los líderes judíos locales, garantizando los suministros necesarios para la construcción del muro, doblegando a sus enemigos y sus artimañas. No hay milagros para Nehemías, ni manifestaciones de poder excepcionales, ni ángeles en la noche. Solo hay una gran cantidad de trabajo arriesgado y valiente.

En contraste, la situación de Pedro es mucho más complicada. Está encarcelado y esperando su ejecución. Jacobo ya ha muerto ejecutado y no existen razones para pensar que él escapará de la espada del verdugo. En una extraña aparición que confunde con un sueño, un ángel lo rescata; las cadenas caen, las puertas se abren por sí solas. Cuando se ve fuera de los muros de la prisión, Pedro reacciona y se presenta en casa de la madre de Juan Marcos, donde muchos están reunidos orando por él. Finalmente, consigue entrar y, a su debido, tiempo se marcha a “otro lugar” (12:17). En el caso de Pedro, escapar de la muerte es un triunfo y la fe de la iglesia se ha visto fortalecida por lo ocurrido, gracias a la milagrosa manifestación de ayuda angelical.

Debemos aprender una y otra vez la lección que nos enseñan estas experiencias radicalmente diferentes: los siervos de Dios no tienen los mismos dones, las mismas tareas, los mismos éxitos o el mismo grado de intervención divina. Se trata, en parte, de una cuestión de dones y llamamiento, de saber dónde encajamos en los propósitos redentores de Dios que él está revelando. ¿Nos ha puesto él en una época de declive, por ejemplo, o de avivamiento; de persecución o de importantes avances? Dejemos que Dios sea Dios; que todos sus siervos seamos fieles.


Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2013. Usado con permiso.

Génesis 13

Regreso de Abram a Canaán

13 Abram subió desde Egipto al Neguev, él y su mujer con todo lo que poseía; y con él iba Lot. Abram era muy rico en ganado, en plata y en oro. Y anduvo en sus jornadas desde el Neguev hasta Betel, al lugar donde su tienda había estado al principio, entre Betel y Hai, al lugar del altar que antes había hecho allí. Allí Abram invocó el nombre del Señor.

Separación de Abram y Lot

También Lot, que andaba con Abram, tenía ovejas, vacas y tiendas. Pero la tierra no podía sostenerlos para que habitaran juntos, porque sus posesiones eran tantas que ya no podían habitar juntos. Hubo, pues, problema entre los pastores del ganado de Abram y los pastores del ganado de Lot. Los cananeos y los ferezeos habitaban entonces en aquella tierra.

Así que Abram dijo a Lot: «Te ruego que no haya problema entre nosotros, ni entre mis pastores y tus pastores, porque somos hermanos. ¿No está toda la tierra delante de ti? Te ruego que te separes de mí. Si vas a la izquierda, yo iré a la derecha; y si a la derecha, yo iré a la izquierda». 10 Y alzó Lot los ojos y vio todo el valle del Jordán, el cual estaba bien regado por todas partes (esto fue antes de que el Señor destruyera a Sodoma y Gomorra) como el huerto del Señor, como la tierra de Egipto rumbo a Zoar.

11 Lot escogió para sí todo el valle del Jordán, y viajó Lot hacia el oriente. Así se separaron el uno del otro. 12 Abram se estableció en la tierra de Canaán, en tanto que Lot se estableció en las ciudades del valle, y fue poniendo sus tiendas hasta Sodoma. 13 Pero los hombres de Sodoma eran malos y pecadores en gran manera contra el Señor.

Promesa de Dios a Abram

14 Y el Señor dijo a Abram después que Lot se había separado de él: «Alza ahora los ojos y mira desde el lugar donde estás hacia el norte, el sur, el oriente y el occidente, 15 pues toda la tierra que ves te la daré a ti y a tu descendencia para siempre. 16 Haré tu descendencia como el polvo de la tierra; de manera que si alguien puede contar el polvo de la tierra, también tu descendencia podrá contarse. 17 Levántate, recorre la tierra a lo largo y a lo ancho de ella, porque a ti te la daré».

18 Entonces Abram levantó su tienda, y fue y habitó en el encinar de Mamre, que está en Hebrón, y allí edificó un altar al Señor.

Nueva Biblia de las Américas Copyright © 2005 por The Lockman Foundation, La Habra, California. Todos los derechos reservados. Para más información, visita www.exploranbla.com

Mateo 12

Jesús, Señor del día de reposo

12 Por aquel tiempo Jesús pasó por entre los sembrados en el día de reposo; Sus discípulos tuvieron hambre, y empezaron a arrancar espigas y a comer. Cuando los fariseos lo vieron, dijeron: «Mira, Tus discípulos hacen lo que no es lícito hacer en el día de reposo».

Pero Él les contestó: «¿No han leído lo que hizo David cuando él y sus compañeros tuvieron hambre, cómo entró en la casa de Dios y comieron los panes consagrados, que no les era lícito comer, ni a él ni a los que estaban con él, sino solo a los sacerdotes? ¿O no han leído en la ley, que en los días de reposo los sacerdotes en el templo profanan el día de reposo y están sin culpa? Pues les digo que algo mayor que el templo está aquí. Pero si ustedes hubieran sabido lo que esto significa: “Misericordia quiero y no sacrificio”, no hubieran condenado a los inocentes. Porque el Hijo del Hombre es Señor del día de reposo».

Jesús sana al hombre de la mano seca

Pasando de allí, entró en la sinagoga de ellos. 10 allí estaba un hombre que tenía una mano seca. Y para poder acusar a Jesús, le preguntaron: «¿Es lícito sanar en el día de reposo?».

11 Y Él les respondió: «¿Qué hombre habrá de ustedes que tenga una sola oveja, si esta se le cae en un hoyo en el día de reposo, no le echa mano y la saca? 12 Pues, ¡cuánto más vale un hombre que una oveja! Por tanto, es lícito hacer bien en el día de reposo».

13 Entonces Jesús dijo* al hombre: «Extiende tu mano». Y él la extendió, y le fue restaurada, sana como la otra. 14 Pero cuando los fariseos salieron, hicieron planes contra Él, para ver cómo lo podrían destruir.

Jesús, el siervo escogido

15 Pero Jesús, sabiéndolo, se retiró de allí. Y muchos lo siguieron, y los sanó a todos. 16 Y les advirtió que no revelaran quién era Él; 17 para que se cumpliera lo que fue dicho por medio del profeta Isaías, cuando dijo:

18 «Este es Mi Siervo, a quien he escogido;
Mi Amado en quien se agrada Mi Alma;
Sobre Él pondré Mi Espíritu,
Y a las naciones proclamará justicia.
19 No contenderá, ni gritará,
Ni habrá quien en las calles oiga Su voz.
20 No quebrará la caña cascada,
Ni apagará la mecha que humea,
Hasta que lleve a la victoria la justicia.
21 Y en Su nombre las naciones pondrán su esperanza».

Jesús y Beelzebú

22 Entonces trajeron a Jesús un endemoniado ciego y mudo, y lo sanó, de manera que el mudo hablaba y veía. 23 Todas las multitudes estaban asombradas, y decían: «¿Acaso no es este el Hijo de David?». 24 Pero cuando los fariseos lo oyeron, dijeron: «Este no expulsa los demonios sino por Beelzebú, el príncipe de los demonios».

25 Conociendo Jesús sus pensamientos, les dijo: «Todo reino dividido contra sí mismo es asolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma no se mantendrá en pie. 26 Si Satanás expulsa a Satanás, está dividido contra sí mismo; ¿cómo puede entonces mantenerse en pie su reino? 27 Y si Yo expulso los demonios por Beelzebú, ¿por quién los expulsan los hijos de ustedes? Por tanto, ellos serán sus jueces. 28 Pero si Yo expulso los demonios por el Espíritu de Dios, entonces el reino de Dios ha llegado a ustedes. 29 ¿O cómo puede alguien entrar en la casa de un hombre fuerte y saquear sus bienes, si primero no lo ata? Y entonces saqueará su casa. 30 El que no está a favor Mío, está contra Mí; y el que no recoge a Mi lado, desparrama.

31 »Por eso les digo, que todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres, pero la blasfemia contra el Espíritu no será perdonada. 32 Y a cualquiera que diga una palabra contra el Hijo del Hombre, se le perdonará; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no se le perdonará ni en este siglo ni en el venidero.

33 »O hagan ustedes bueno el árbol y bueno su fruto, o hagan malo el árbol y malo su fruto; porque por el fruto se conoce el árbol. 34 ¡Camada de víboras! ¿Cómo pueden hablar cosas buenas siendo malos? Porque de la abundancia del corazón habla la boca. 35 El hombre bueno de su buen tesoro saca cosas buenas; y el hombre malo de su mal tesoro saca cosas malas. 36 Pero Yo les digo que de toda palabra vana que hablen los hombres, darán cuenta de ella en el día del juicio. 37 Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado».

Escribas y fariseos demandan señal

38 Entonces algunos de los escribas y fariseos dijeron a Jesús: «Maestro, queremos ver una señal de parte Tuya».

39 Pero Él respondió: «Una generación perversa y adúltera demanda señal, y ninguna señal se le dará, sino la señal de Jonás el profeta; 40 porque como estuvo Jonás en el vientre del monstruo marino tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre tres días y tres noches en el corazón de la tierra. 41 Los hombres de Nínive se levantarán con esta generación en el juicio y la condenarán, porque ellos se arrepintieron con la predicación de Jonás; y miren, algo más grande que Jonás está aquí. 42 La Reina del Sur se levantará con esta generación en el juicio y la condenará, porque ella vino desde los confines de la tierra para oír la sabiduría de Salomón; y miren, algo más grande que Salomón está aquí.

43 »Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, pasa por lugares áridos buscando descanso y no lo halla. 44 Entonces dice: “Volveré a mi casa de donde salí”; y cuando llega, la encuentra desocupada, barrida y arreglada. 45 Entonces va, y toma consigo otros siete espíritus más depravados que él, y entrando, moran allí; y el estado final de aquel hombre resulta peor que el primero. Así será también con esta generación perversa».

La madre y los hermanos de Jesús

46 Mientras Jesús aún estaba hablando a la multitud, Su madre y Sus hermanos estaban afuera, deseando hablar con Él. 47 Y alguien le dijo: «Tu madre y Tus hermanos están afuera y te quieren hablar». 48 Pero Jesús respondió al que le informó: «¿Quién es Mi madre, y quiénes son Mis hermanos?».

49 Y extendiendo la mano hacia Sus discípulos, dijo: «¡Miren, aquí están Mi madre y Mis hermanos! 50 Porque cualquiera que hace la voluntad de Mi Padre que está en los cielos, ese es Mi hermano y Mi hermana y Mi madre».


Nueva Biblia de las Américas Copyright © 2005 por The Lockman Foundation, La Habra, California. Todos los derechos reservados. Para más información, visita www.exploranbla.com

Nehemías 2

Oración de Nehemías por los desterrados

Nehemías enviado a Jerusalén

2 Aconteció que en el mes de Nisán, en el año veinte del rey Artajerjes, estando ya el vino delante de él, tomé el vino y se lo di al rey. Yo nunca había estado triste en su presencia. Así que el rey me preguntó: «¿Por qué está triste tu rostro? Tú no estás enfermo; eso no es más que tristeza de corazón». Entonces tuve mucho temor, y le dije al rey: «Viva para siempre el rey. ¿Cómo no ha de estar triste mi rostro cuando la ciudad, lugar de los sepulcros de mis padres, está desolada y sus puertas han sido consumidas por el fuego?».

Entonces el rey me dijo: «¿Qué es lo que pides?». Así que oré al Dios del cielo, y respondí al rey: «Si le place al rey, y si su siervo ha hallado gracia delante de usted, envíeme a Judá, a la ciudad de los sepulcros de mis padres, para que yo la reedifique». Entonces el rey me dijo, estando la reina sentada junto a él: «¿Cuánto durará tu viaje, y cuándo volverás?». Y le agradó al rey enviarme, y yo le di un plazo fijo. Y le dije al rey: «Si le agrada al rey, que se me den cartas para los gobernadores de las provincias más allá del Río, para que me dejen pasar hasta que llegue a Judá, y una carta para Asaf, guarda del bosque del rey, a fin de que me dé madera para hacer las vigas de las puertas de la fortaleza que está junto al templo, para la muralla de la ciudad y para la casa a la cual iré». Y el rey me lo concedió, porque la mano bondadosa de mi Dios estaba sobre mí.

Fui entonces a los gobernadores de más allá del Río y les entregué las cartas del rey. El rey también había enviado conmigo oficiales del ejército y hombres de a caballo. 10 Cuando se enteraron Sanbalat el horonita y Tobías el oficial amonita, les disgustó mucho que alguien hubiera venido a procurar el bienestar de los israelitas.

11 Llegué a Jerusalén y después de estar allí tres días, 12 me levanté de noche, yo y unos pocos hombres conmigo, pero no informé a nadie lo que mi Dios había puesto en mi corazón que hiciera por Jerusalén. No llevaba conmigo ningún animal excepto el animal sobre el cual yo iba montado. 13 Salí de noche por la puerta del Valle hacia la fuente del Dragón y hacia la puerta del Muladar, inspeccionando las murallas de Jerusalén que estaban derribadas y sus puertas que estaban consumidas por el fuego. 14 Pasé luego hacia la puerta de la Fuente y hacia el Estanque del Rey, pero no había lugar para que pasara mi cabalgadura. 15 Así que subí de noche por el torrente e inspeccioné la muralla. Entonces entré de nuevo por la puerta del Valle y regresé. 16 Los oficiales no sabían adónde yo había ido ni qué había hecho. Tampoco se lo había hecho saber todavía a los judíos, ni a los sacerdotes, ni a los nobles, ni a los oficiales, ni a los demás que hacían la obra.

17 Entonces les dije: «Ustedes ven la mala situación en que estamos, que Jerusalén está desolada y sus puertas quemadas a fuego. Vengan, reedifiquemos la muralla de Jerusalén para que no seamos más motivo de burla». 18 Les conté cómo la mano de mi Dios había sido bondadosa conmigo, y también las palabras que el rey me había dicho. Entonces dijeron: «Levantémonos y edifiquemos». Y esforzaron sus manos en la buena obra19 Pero cuando se enteraron Sanbalat el horonita, Tobías el oficial amonita y Gesem el árabe, se burlaron de nosotros, nos despreciaron y dijeron: «¿Qué es esto que están haciendo? ¿Se están rebelando contra el rey?». 20 Yo les respondí: «El Dios del cielo nos dará éxito. Por tanto, nosotros Sus siervos nos levantaremos y edificaremos, pero ustedes no tienen parte ni derecho ni memorial en Jerusalén».


Nueva Biblia de las Américas Copyright © 2005 por The Lockman Foundation, La Habra, California. Todos los derechos reservados. Para más información, visita www.exploranbla.com

Hechos 12

Martirio del apóstol Jacobo y encarcelamiento de Pedro

12 Por aquel tiempo el rey Herodes echó mano a algunos que pertenecían a la iglesia para maltratarlos. Hizo matar a espada a Jacobo, el hermano de Juan.

Y viendo que esto agradaba a los judíos, hizo arrestar también a Pedro. Esto sucedió durante los días de los Panes sin Levadura. Habiéndolo arrestado, lo puso en la cárcel, entregándolo a cuatro grupos de soldados para que lo custodiaran, con la intención de llevarlo ante el pueblo después de la Pascua. Así pues, Pedro era custodiado en la cárcel, pero la iglesia hacía oración ferviente a Dios por él.

Esa misma noche, cuando Herodes estaba a punto de venir a buscarlo, Pedro estaba durmiendo entre dos soldados, sujeto con dos cadenas; y unos guardias delante de la puerta custodiaban la cárcel. De repente se le apareció un ángel del Señor, y una luz brilló en la celda; y el ángel tocó a Pedro en el costado, y lo despertó diciéndole: «Levántate pronto». Y las cadenas se cayeron de las manos de Pedro. «Vístete y ponte las sandalias», le dijo* el ángel. Así lo hizo, y el ángel añadió: «Envuélvete en tu manto y sígueme».

Y saliendo, Pedro lo seguía, y no sabía que lo que hacía el ángel era de verdad, sino que creía ver una visión. 10 Cuando habían pasado la primera y la segunda guardia, llegaron a la puerta de hierro que conduce a la ciudad, la cual se les abrió por sí misma. Entonces salieron y siguieron por una calle, y de repente el ángel se apartó de él. 11 Cuando Pedro volvió en sí, dijo: «Ahora sé en verdad que el Señor ha enviado a Su ángel, y me ha rescatado de la mano de Herodes y de todo lo que esperaba el pueblo de los judíos».

12 Al darse cuenta de esto, fue a la casa de María, la madre de Juan, llamado también Marcos, donde muchos estaban reunidos y oraban. 13 Cuando llamó a la puerta de la entrada, una sirvienta llamada Rode salió a ver quién era. 14 Al reconocer la voz de Pedro, de alegría no abrió la puerta, sino que corrió adentro y anunció que Pedro estaba a la puerta. 15 «¡Estás loca!», le dijeron ellos. Pero ella insistía en que así era. Y ellos decían: «Es su ángel».

16 Pero Pedro continuaba llamando; y cuando ellos abrieron, lo vieron y se asombraron. 17 Y haciéndoles señal con la mano para que guardaran silencio, les contó cómo el Señor lo había sacado de la cárcel. Y les dijo: «Informen de estas cosas a Jacobo y a los hermanos». Entonces salió, y se fue a otro lugar.

18 Cuando se hizo de día, hubo un alboroto no pequeño entre los soldados sobre qué habría sido de Pedro. 19 Herodes, después de buscarlo y no encontrarlo, interrogó a los guardias y ordenó que los llevaran para matarlos. Después de esto Herodes descendió de Judea a Cesarea, y se quedó allí por un tiempo.

Muerte de Herodes

20 Herodes estaba muy enojado con los de Tiro y de Sidón. Pero ellos, de común acuerdo se presentaron ante él, y habiéndose ganado a Blasto, camarero del rey, pedían paz, pues su región era abastecida por el territorio del rey. 21 El día señalado, Herodes, vestido con ropa real, se sentó en la tribuna y comenzó a hablarles. 22 Y la gente gritaba: «¡Voz de un dios y no de un hombre es esta!». 23 Al instante un ángel del Señor lo hirió, por no haber dado la gloria a Dios; y Herodes murió comido de gusanos.

24 Pero la palabra del Señor crecía y se multiplicaba.

25 Bernabé y Saulo regresaron de Jerusalén después de haber cumplido su misión, llevando consigo a Juan, llamado también Marcos.

Nueva Biblia de las Américas Copyright © 2005 por The Lockman Foundation, La Habra, California. Todos los derechos reservados. Para más información, visita www.exploranbla.com

Acerca del Autor

0.00 avg. rating (0% score) - 0 votes
Mostrar Más

Artículos relacionados

Deja una respuesta

Verifique también
Close
Back to top button