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Lectura de Hoy
16-01-2024
Devocional
Devocional: Génesis 17
No pensemos que Dios se revelaba a Abram cada día: estos momentos decisivos ocurren a lo largo de un período muy extenso. Si reunimos las pistas cronológicas, podemos deducir lo siguiente: Génesis 12 tiene lugar cuando Abram tiene 75 años; Génesis 15 no tiene fecha, pero ocurre durante la siguiente década; ahora Abram tiene 99 años, e Ismael ya tiene 13 (Génesis 17:1, 25). Las palabras con las cuales Dios inicia el encuentro debían ser profundamente consoladoras, puesto que recogen unas cuantas de las realidades que ya han sido plasmadas: “Yo soy el Dios Todopoderoso….”.
En los siguientes versículos, lo que primero se enfatiza es la alianza, la promesa de la Tierra y el hecho de que Abram será padre de muchas naciones (17:4-5). Esta última promesa es la que ocupa el lugar primordial en esta secuencia, pero hay tres elementos más que conducen hacia adelante la historia de la redención.
En primer lugar, tanto Abram como Sarai reciben un nombre nuevo. Si Abram significa “padre exaltado”, Abraham significa “padre de muchos”; es decir, “padre de muchas naciones”. Implícitamente, eso da a entender que por muy importante que sea su papel como padre de esta nación hebrea recién nacida, Abraham será aun más grande como aquel a través del cual todos los pueblos de la tierra serían bendecidos (12:3). Sara “será madre de naciones” (17:16).
En segundo lugar, Dios introduce el tema de la circuncisión como la señal iniciadora de la alianza. La circuncisión era un rito que existía entre varios pueblos mesopotámicos de aquella época. En este caso, sin embargo, se le da un significado distintivo: un rito conocido en el mundo donde Abraham vivía es recogido por Dios y revestido de un significado particular en la historia de la alianza que Dios hace con su pueblo. Abraham no tarda en cumplir con ella (17:23-27). Esto se convierte en una señal fronteriza que, a lo largo de la historia, marca la diferencia entre los hebreos y los demás; pero es algo más que eso. Se establece tan definitivamente como la señal única del pacto eterno, que quien no la cumpliese sería excluido del pueblo de Dios (17:13-14). Aun antes de que el pacto comportara una amplia gama de leyes, se están forjando su marco, sus fronteras, y su simbolismo.
En tercer lugar, el escepticismo comprensible, aunque poco afortunado, por parte de Abraham en cuanto a su capacidad de engendrar a un hijo con Sara a estas alturas de su matrimonio le induce a proponer a Ismael como el hijo a través de quien Dios podría llevar a cabo sus propósitos (17:17-18). Pero Dios rechaza esta propuesta. Ismael también será padre de muchos, pero la línea de la alianza pasará por Isaac (17:19-21). La historia del pueblo de la alianza estará, por tanto, sujeta a la elección soberana de Dios.
Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2016. Usado con permiso.
Devocional: Nehemías 6
En las grandes empresas de fe, es habitual estar rodeado de relaciones difíciles.
William Carey, padre de las misiones protestantes modernas, puede ser un héroe para nosotros, pero en su época lo veían como un excéntrico y sufrió mucho dolor personal y familiar. Los grandes reformadores no lucharon por simples ideas; se vieron enredados en grandes controversias que no solo incluían “enemigos”, sino innumerables personas que eran “amigos” en unos ámbitos, pero no en otros. En este tipo de situaciones, suele darse un gran abanico de puntos de vista y una considerable diversidad de grados de integridad. No se puede leer la biografía sincera y detallada de un líder cristiano sin observar los tipos de debate a los que son llamados a participar, difíciles, dolorosos, en ocasiones engañosos, y la frecuencia con la que estos se producen. Consideremos, por ejemplo, George Whitefield, de Arnold Dallimore, o D. Martin Lloyd-Jones, de Iain Murray. No se me ocurre ninguna excepción.
Cuando se ofrece la información suficiente, se debe decir lo mismo en relación a los líderes de fe que aparecen en las Escrituras. A pesar de la larga lista de sufrimientos físicos que los incrédulos y su llamamiento como apóstol fundador de iglesias le infligieron (2 Corintios 11), los momentos más angustiosos de Pablo los provocan personas de su círculo más cercano, cristianos que no se comportan como tales, falsos hermanos y apóstoles que socavan su obra con insinuaciones y medias verdades.
Este es el tipo de cosas al que se enfrenta ahora Nehemías (Nehemías 6). Al ser incapaces de conseguir nada ridiculizando, amenazando y oponiéndose de forma directa, Sambalat, Tobías y sus colaboradores recurren al subterfugio y las presiones personales. En este capítulo, encontramos mentiras, falsos profetas y acusaciones de rebelión. De hecho, incluso algunos de los judíos, el propio pueblo de Nehemías, que deben lealtad a Tobías debido a alianzas políticas y matrimoniales, utilizan su comprometida posición para tratar de convencer al gobernador de que renuncie a una política buena para los judíos y que honra a Dios. En todas estas maquinaciones, Nehemías se comporta con rectitud, pide ayuda a Dios y demuestra ser un líder con capacidad de discernimiento y perspicacia.
Los líderes cristianos actuales sufren problemas parecidos. Es necesario afrontarlos con la misma determinación pausada y el mismo discernimiento sin temor, algo totalmente cierto en el ministerio pastoral. Los desafíos más difíciles no surgirán de la oposición directa o de problemas con un edificio o algo parecido, sino de los engañadores, los mentirosos, los comprometidos con intenciones ocultas cuya palabrería parece tan “espiritual” que muchos se confunden. Esperemos estas dificultades; llegarán con toda seguridad. Es el precio del liderazgo cristiano en un mundo caído.
Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2013. Usado con permiso.
Génesis 17
El pacto confirmado
17 Cuando Abram tenía 99 años, el Señor se le apareció, y le dijo:
«Yo soy el Dios Todopoderoso;
Anda delante de Mí, y sé perfecto.
2 Yo estableceré Mi pacto contigo,
Y te multiplicaré en gran manera».
3 Entonces Abram se postró sobre su rostro y Dios habló con él:
4 «En cuanto a Mí, ahora Mi pacto es contigo,
Y serás padre de multitud de naciones.
5 Y no serás llamado más Abram;
Sino que tu nombre será Abraham;
Porque Yo te haré padre de multitud de naciones.
6 Te haré fecundo en gran manera, y de ti haré naciones, y de ti saldrán reyes.
7 «Estableceré Mi pacto contigo y con tu descendencia después de ti, por todas sus generaciones, por pacto eterno, de ser Dios tuyo y de toda tu descendencia después de ti. 8 Y te daré a ti, y a tu descendencia después de ti, la tierra de tus peregrinaciones, toda la tierra de Canaán como posesión perpetua. Y Yo seré su Dios».
La circuncisión como señal del pacto
9 Dijo además Dios a Abraham: «Tú, pues, guardarás Mi pacto, tú y tu descendencia después de ti, por sus generaciones. 10 Este es Mi pacto con ustedes y tu descendencia después de ti y que ustedes guardarán: Todo varón de entre ustedes será circuncidado. 11 Serán circuncidados en la carne de su prepucio, y esto será la señal de Mi pacto con ustedes.
12 «A la edad de ocho días será circuncidado entre ustedes todo varón por sus generaciones; asimismo el siervo nacido en tu casa, o que sea comprado con dinero a cualquier extranjero, que no sea de tu descendencia. 13 Ciertamente ha de ser circuncidado el siervo nacido en tu casa o el comprado con tu dinero. Así estará Mi pacto en la carne de ustedes como pacto perpetuo. 14 Pero el varón incircunciso, que no es circuncidado en la carne de su prepucio, esa persona será cortada de entre su pueblo. Ha quebrantado Mi pacto».
15 Entonces Dios dijo a Abraham: «A Sarai, tu mujer, no la llamarás Sarai, sino que Sara será su nombre. 16 La bendeciré, y de cierto te daré un hijo por medio de ella. La bendeciré y será madre de naciones. Reyes de pueblos vendrán de ella». 17 Entonces Abraham se postró sobre su rostro y se rió, y dijo en su corazón: «¿A un hombre de 100 años le nacerá un hijo? ¿Y Sara, que tiene 90 años, concebirá?».
18 Y Abraham dijo a Dios: «¡Ojalá que Ismael viva delante de Ti!». 19 Pero Dios respondió: «No, sino que Sara, tu mujer, te dará un hijo, y le pondrás el nombre de Isaac; y estableceré Mi pacto con él, pacto perpetuo para su descendencia después de él. 20 En cuanto a Ismael, te he oído. Yo lo bendeciré y lo haré fecundo y lo multiplicaré en gran manera. Él será el padre de doce príncipes y haré de él una gran nación. 21 Pero Mi pacto lo estableceré con Isaac, el hijo que Sara te dará por este tiempo el año que viene».
22 Cuando terminó de hablar con él, Dios ascendió dejando a Abraham. 23 Entonces Abraham tomó a su hijo Ismael y a todos los siervos nacidos en su casa y a todos los que habían sido comprados con su dinero, a todo varón de entre las personas de la casa de Abraham, y aquel mismo día les circuncidó la carne de su prepucio, tal como Dios le había dicho.
24 Abraham tenía 99 años cuando fue circuncidado, 25 y su hijo Ismael tenía trece años cuando fue circuncidado. 26 En el mismo día fueron circuncidados Abraham y su hijo Ismael. 27 También fueron circuncidados con él todos los varones de su casa, que habían nacido en la casa o que habían sido comprados a extranjeros.
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Mateo 16
Fariseos y saduceos piden señal
16 Entonces los fariseos y los saduceos se acercaron, y poniendo a prueba a Jesús, le pidieron que les mostrara una señal del cielo. 2 Pero Él les dijo: «Al caer la tarde ustedes dicen: “Hará buen tiempo, porque el cielo está rojizo”. 3 Y por la mañana: “Hoy habrá tempestad, porque el cielo está rojizo y amenazador”. ¿Saben ustedes discernir el aspecto del cielo, pero no pueden discernir las señales de los tiempos? 4 Una generación perversa y adúltera busca una señal, y no se le dará señal, sino la señal de Jonás». Y dejándolos, se fue.
La levadura de los fariseos y saduceos
5 Los discípulos, al pasar al otro lado, se habían olvidado de tomar panes. 6 Entonces Jesús les dijo: «Estén atentos y cuídense de la levadura de los fariseos y saduceos». 7 Y ellos discutían entre sí, diciendo: «Lo dice porque no tomamos panes».
8 Pero Jesús, dándose cuenta, dijo: «Hombres de poca fe, ¿por qué discuten entre ustedes que no tienen pan? 9 ¿Todavía no entienden ni recuerdan los cinco panes para los cinco mil, y cuántas cestas recogieron? 10 ¿Ni los siete panes para los cuatro mil, y cuántas canastas recogieron? 11 ¿Cómo es que no entienden que no les hablé de los panes? Pero cuídense de la levadura de los fariseos y saduceos».
12 Entonces entendieron que Él no les había dicho que se cuidaran de la levadura de los panes, sino de la enseñanza de los fariseos y saduceos.
La confesión de Pedro
13 Cuando Jesús llegó a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a Sus discípulos: «¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?». 14 Y ellos respondieron: «Unos, Juan el Bautista; y otros, Elías; pero otros, Jeremías o alguno de los profetas». 15 «Y ustedes, ¿quién dicen que soy Yo?», les preguntó* Jesús. 16 Simón Pedro respondió: «Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente».
17 Entonces Jesús le dijo: «Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo reveló carne ni sangre, sino Mi Padre que está en los cielos. 18 Yo también te digo que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré Mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. 19 Yo te daré las llaves del reino de los cielos; y lo que ates en la tierra, será atado en los cielos; y lo que desates en la tierra, será desatado en los cielos». 20 Entonces ordenó a los discípulos que a nadie dijeran que Él era el Cristo.
Jesús anuncia Su muerte y resurrección
21 Desde entonces Jesucristo comenzó a declarar a Sus discípulos que debía ir a Jerusalén y sufrir muchas cosas de parte de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas, y ser muerto, y resucitar al tercer día. 22 Tomando aparte a Jesús, Pedro lo reprendió: «¡No lo permita Dios, Señor! Eso nunca te acontecerá». 23 Pero volviéndose Él, dijo a Pedro: «¡Quítate de delante de Mí, Satanás! Me eres piedra de tropiezo; porque no estás pensando en las cosas de Dios, sino en las de los hombres».
Condiciones para seguir a Jesús
24 Entonces Jesús dijo a Sus discípulos: «Si alguien quiere venir en pos de Mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y que me siga. 25 Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por causa de Mí, la hallará. 26 Pues ¿qué provecho obtendrá un hombre si gana el mundo entero, pero pierde su alma? O ¿qué dará un hombre a cambio de su alma? 27 Porque el Hijo del Hombre ha de venir en la gloria de Su Padre con Sus ángeles, y entonces recompensará a cada uno según su conducta.
28 «En verdad les digo que hay algunos de los que están aquí que no probarán la muerte hasta que vean al Hijo del Hombre venir en Su reino».
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Nehemías 6
Conspiración contra Nehemías
6 Cuando se les informó a Sanbalat, a Tobías, a Gesem el árabe y a los demás enemigos nuestros que yo había reedificado la muralla y que no quedaba ninguna brecha en ella (aunque en aquel tiempo yo no había asentado todavía las hojas en las puertas), 2 Sanbalat y Gesem enviaron a decirme: «Ven, reunámonos en Quefirim en el llano de Ono». Pero ellos tramaban hacerme daño. 3 Y les envié mensajeros, diciéndoles: «Yo estoy haciendo una gran obra y no puedo descender. ¿Por qué ha de detenerse la obra mientras la dejo y desciendo a ustedes?».
4 Cuatro veces me enviaron mensajes en la misma forma, y en cada ocasión yo les respondí de la misma manera. 5 Entonces Sanbalat, por quinta vez, me envió su siervo en la misma forma, con una carta abierta en su mano. 6 En ella estaba escrito: «Se ha oído entre las naciones, y Gasmu dice, que tú y los judíos están tramando rebelarse; por eso reedificas la muralla. Y según estos informes tú vas a ser su rey. 7 También has puesto profetas para anunciar en Jerusalén en cuanto a ti: “Un rey está en Judá”. Y ahora llegarán a oídos del rey estos informes. Ahora pues, ven, consultemos juntos». 8 Entonces le envié un mensaje, diciéndole: «No han sucedido esas cosas que tú dices, sino que las estás inventando en tu corazón». 9 Porque todos ellos querían atemorizarnos, pensando: «Ellos se desanimarán con la obra y no será hecha». Pero ahora, oh Dios, fortalece mis manos.
10 Cuando yo entré en casa de Semaías, hijo de Delaía, hijo de Mehetabel, que estaba encerrado allí, él dijo: «Reunámonos en la casa de Dios, dentro del templo, y cerremos las puertas del templo, porque vienen a matarte, vienen de noche a matarte». 11 Pero yo dije: «¿Huir un hombre como yo? ¿Y acaso uno como yo entraría al templo para salvar su vida? No entraré».
12 Entonces me di cuenta de que ciertamente Dios no lo había enviado, sino que había dicho su profecía contra mí porque Tobías y Sanbalat le habían pagado. 13 Le pagaron por esta razón: para que yo me atemorizara y obrara de esa manera y pecara, y así ellos tuvieran un mal informe de mí y pudieran reprocharme. 14 Acuérdate, Dios mío, de Tobías y de Sanbalat conforme a estas obras suyas, también de la profetisa Noadías y de los demás profetas que estaban atemorizándome.
15 La muralla fue terminada el veinticinco del mes de Elul, en cincuenta y dos días. 16 Cuando se enteraron todos nuestros enemigos y lo vieron todas las naciones que estaban alrededor nuestro, decayó su ánimo; porque reconocieron que esta obra había sido hecha con la ayuda de nuestro Dios. 17 También en aquellos días se enviaban muchas cartas de los nobles de Judá a Tobías, y de Tobías venían cartas a ellos. 18 Porque muchos en Judá estaban unidos a él bajo juramento porque él era yerno de Secanías, hijo de Ara, y su hijo Johanán se había casado con la hija de Mesulam, hijo de Berequías. 19 Además, hablaban de sus buenas obras en mi presencia y a él le informaban de mis palabras. Y Tobías me enviaba cartas para atemorizarme.
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Hechos 16