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07-02-2024

Devocional

Devocional: Génesis 40

Confiar en la providencia de Dios no debería confundirse con sucumbir a una actitud fatalista. No tiene nada que ver con el suspiro resignado de “lo que sea, será”. Esto José lo comprendía muy bien (Génesis 40).

En el relato del copero y del panadero del faraón no se nos explica quién era culpable de que, si es que alguno de ellos lo era, sino sólo a quién mandó ejecutar el faraón. Tampoco se nos dice nada sobre la naturaleza del crimen. El énfasis cae más bien en sus respectivos sueños, y en el hecho de que, de todos los que estaban en la cárcel, sólo José es capaz de interpretar los sueños. Las interpretaciones son tan dramáticas, y se cumplen con tanta precisión, que su veracidad no se puede poner en tela de juicio.

José mismo no tiene la menor duda en cuanto al origen de sus poderes. “¿Acaso no es Dios quien da la interpretación?”, pregunta (40:8). Incluso ante el faraón, cuando quizá se podía esperar que hubiese moldeado algo sus explicaciones a fin de embellecer un poco su propia reputación, José insistirá aun con mayor énfasis que él no sabe interpretar los sueños; sólo Dios lo puede hacer (41:16, 25).

No obstante, a pesar de esta lealtad inflexible hacia Dios, de su cándida confesión de sus propias limitaciones, de la pura tenacidad e integridad de su conducta bajo un sufrimiento injusto, José no confunde la providencia de Dios con el fatalismo. Esto se demuestra en este capítulo de dos maneras.

En primer lugar, José está más que dispuesto a explicar su situación al copero (el siervo que será puesto en libertad al cabo de tres días y restaurado a su puesto en la Corte) con la esperanza de que tal vez será liberado (40:14-15). La fe que José ha depositado en Dios no significa que se vuelva pasivo. Toma amplias medidas para lograr mejorar sus circunstancias, con la premisa de que estas medidas deben ser compatibles con la integridad.

En segundo lugar, al describir brevemente las circunstancias que lo condujeron a la cárcel, José no oculta en absoluto la malevolencia de la que ha sido víctima. Insiste en que fue sacado “por la fuerza” del país de los hebreos (40:15). Este punto es importante, puesto que la mayoría de los esclavos llegaron a serlo por circunstancias económicas. Por ejemplo, cuando alguien resultaba insolvente, se vendía a sí mismo como esclavo. Pero este no fue su caso, y quería que Faraón lo supiese. Era una víctima. Además, incluso durante su vida como esclavo en Egipto no había hecho nada por lo que mereciese que se le metiera en la cárcel – lo cual significa que había sido encarcelado injustamente. Por tanto, José no confunde el reino providencial de Dios con la aprobación moral de Dios hacia lo que ocurra.

El fatalismo y el panteísmo carecen de argumentos para distinguir entre lo que es y lo que debería ser. El teísmo bíblico es robusto en cuanto que nos manda confiar en la bondad de Dios mientras que también nos ayuda a confrontar y a oponernos a la maldad que caracteriza a este mundo caído.


Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2016. Usado con permiso.

Devocional: Job 6

La respuesta de Job a Elifaz ocupa dos capítulos. En Job 6, expone lo siguiente:

(1) En los primeros versículos (6:1-7), Job afirma que tiene muchas razones por las que lamentarse de su situación: es imposible calcular su angustia y su desgracia (6:2-3). También reconoce algo obvio: en su universo, Dios mismo debe estar de alguna forma detrás de estas calamidades. “Las saetas del Todopoderoso me han herido, y mi espíritu absorbe su veneno” (6:4). Ni siquiera un asno rebuzna sin una razón (6:5). Así pues, ¿por qué lo trataban sus amigos como si estuviese quejándose sin razón?

(2) Job expresa su petición más profunda: que Dios simplemente le destruya. “¡Si Dios se decidiera a destrozarme por completo, a descargar su mano sobre mí, y aniquilarme!” (6:9). Es algo más que un deseo de morir: “Aun así me quedaría este consuelo, esta alegría en medio de mi implacable dolor: ¡el no haber negado las palabras del Dios Santo!” (6:10). A partir de ahí, quedan claras tres cosas. (a) A pesar de su inmenso dolor, Job sigue pensando desde la perspectiva de un creyente comprometido. Su sufrimiento no le está llevando hacia el agnosticismo o el naturalismo. (b) Es más, su principal deseo es permanecer fiel a Dios. No sólo ve a la muerte como una liberación de su sufrimiento, sino como una forma de evitar que la intensidad de su dolor provoque palabras o acciones por su parte que deshonren a Dios. (c) De forma implícita, también está respondiendo a Elifaz. No se debe menospreciar a un hombre con un compromiso tan apasionado de mantenerse fiel a “las palabras del Dios Santo” (6:10), calificándolo de frívolo y embustero.

(3) La postura de Elifaz se apoya en la suposición de que si Job actúa como aconseja Elifaz, se le restaurarán su riqueza y su poder. Job declara que se encuentra muy lejos de ese punto: no tiene esperanza, ni expectativas. No puede comportarse de una forma que le permita conseguir las bendiciones de Dios con artimañas (6:11-13).

(4) Entretanto, Job acusa a Elifaz y sus colegas (6:14-23): “Aunque uno se aparte del temor al Todopoderoso, el amigo no le niega su lealtad” (6:14); así es la auténtica amistad. Job analiza la verdadera razón por la que sus amigos han demostrado ser “arroyos inconstantes” o “corrientes desbordadas” (6:15): han visto algo terrible y tienen miedo (6:21). Su clara postura teológica ha quedado superada por el sufrimiento de Job, ya que creían que era un hombre justo. Ahora, deben hacerle entender que es impío, merecedor de sus sufrimientos, o ellos también estarán amenazados.

(5) Job termina con una súplica desgarradora (6:24-30). En lo que a él respecta, su propia integridad está en juego; no fingirá arrepentimiento cuando sabe que no merece este sufrimiento. Dice a sus amigos: “Reflexionad, no seáis injustos” (6:29).


Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2013. Usado con permiso.

Génesis 40

José interpreta dos sueños

40 Después de estas cosas, sucedió que el copero y el panadero del rey de Egipto ofendieron a su señor, el rey de Egipto. Faraón se enojó contra sus dos oficiales, contra el jefe de los coperos y contra el jefe de los panaderos. Y los puso bajo custodia en la casa del capitán de la guardia, en la cárcel, en el mismo lugar donde José estaba preso. El capitán de la guardia se los asignó a José, y él les servía. Allí estuvieron bajo custodia por algún tiempo.

Entonces el copero y el panadero del rey de Egipto, que estaban encerrados en la cárcel, tuvieron ambos un sueño en una misma noche, cada uno su propio sueño, y cada sueño con su propia interpretación. Cuando José vino a ellos por la mañana y los observó, vio que estaban decaídos. Y preguntó a los oficiales de Faraón que estaban con él bajo custodia en casa de su señor: «¿Por qué están sus rostros tan tristes hoy?». Y ellos le respondieron: «Hemos tenido un sueño y no hay nadie que lo interprete». Entonces les dijo José, «¿No pertenecen a Dios las interpretaciones? Les ruego que me lo cuenten».

Sueño del copero del rey

Contó, pues, el jefe de los coperos su sueño a José, y le dijo: «En mi sueño, vi que había una vid delante de mí, 10 y en la vid había tres ramas. Y al echar brotes, aparecieron las flores, y sus racimos produjeron uvas maduras. 11 La copa de Faraón estaba en mi mano. Así que tomé las uvas y las exprimí en la copa de Faraón, y puse la copa en la mano de Faraón». 12 Entonces José le dijo: «Esta es su interpretación: los tres sarmientos son tres días. 13 Dentro de tres días Faraón levantará su cabeza, le restaurará a su puesto y usted pondrá la copa de Faraón en su mano como acostumbraba antes cuando era su copero. 14 Solo le pido que se acuerde de mí cuando le vaya bien, y le ruego que me haga el favor de hacer mención de mí a Faraón, y me saque de esta casa. 15 Porque la verdad es que yo fui secuestrado de la tierra de los hebreos, y aun aquí no he hecho nada para que me pusieran en el calabozo».

Sueño del panadero del rey

16 Cuando el jefe de los panaderos vio que había interpretado favorablemente, dijo a José: «Yo también vi en mi sueño que había tres cestas de pan blanco sobre mi cabeza. 17 Sobre la cesta de encima había toda clase de manjares hechos por un panadero para Faraón, y las aves los comían de la cesta sobre mi cabeza».

18 Entonces José respondió: «Esta es su interpretación: las tres cestas son tres días; 19 dentro de tres días Faraón le quitará la cabeza de sobre usted, le colgará en un árbol y las aves comerán la carne de su cuerpo».

Cumplimiento de las interpretaciones

20 Y sucedió que al tercer día, que era el día del cumpleaños de Faraón, este hizo un banquete para todos sus siervos, y levantó la cabeza del jefe de los coperos y la cabeza del jefe de los panaderos en medio de sus siervos. 21 Y restauró al jefe de los coperos a su cargo de copero y este puso la copa en manos de Faraón; 22 pero ahorcó al jefe de los panaderos, tal como les había interpretado José. 23 Pero el jefe de los coperos no se acordó de José, sino que se olvidó de él.

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Marcos 10

Jesús en Judea

10 Levantándose de allí, Jesús se fue* a la región de Judea y al otro lado del Jordán; y se reunieron* de nuevo las multitudes junto a Él, y una vez más, como acostumbraba, les enseñaba.

Enseñanza de Jesús sobre el divorcio

Se acercaron algunos fariseos, y para poner a prueba a Jesús, le preguntaban si era lícito a un hombre divorciarse de su mujer. «¿Qué les mandó Moisés?», les dijo Jesús. Ellos respondieron: «Moisés permitió al hombre escribir carta de divorcio y repudiarla».

Entonces Jesús les dijo: «Por la dureza del corazón de ustedes, Moisés les escribió este mandamiento. Pero desde el principio de la creación, Dios los hizo varón y hembra. Por esta razón el hombre dejará a su padre y a su madre, y los dos serán una sola carne; así que ya no son dos, sino una sola carne. Por tanto, lo que Dios ha unido, ningún hombre lo separe».

10 Ya en casa, los discípulos le volvieron a preguntar sobre esto. 11 Y Él les dijo*: «Cualquiera que se divorcie de su mujer y se case con otra, comete adulterio contra ella; 12 y si ella se divorcia de su marido y se casa con otro, comete adulterio».

Jesús bendice a los niños

13 Traían niños a Jesús para que Él los tocara, pero los discípulos los reprendieron. 14 Cuando Jesús vio esto, se indignó y les dijo: «Dejen que los niños vengan a Mí; no se lo impidan, porque de los que son como estos es el reino de Dios. 15 En verdad les digo, que el que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él». 16 Y tomándolos en los brazos, los bendecía, poniendo las manos sobre ellos.

El joven rico

17 Cuando Jesús salía para irse, vino un hombre corriendo, y arrodillándose delante de Él, le preguntó: «Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?». 18 Jesús le respondió: «¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno, sino solo uno, Dios. 19 Tú sabes los mandamientos: “No mates, no cometas adulterio, no hurtes, no des falso testimonio, no defraudes, honra a tu padre y a tu madre”».

20 «Maestro, todo esto lo he guardado desde mi juventud», dijo el hombre. 21 Jesús, mirándolo, lo amó y le dijo: «Una cosa te falta: ve y vende cuanto tienes y da a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; entonces vienes y me sigues». 22 Pero él, afligido por estas palabras, se fue triste, porque era dueño de muchos bienes.

Peligro de las riquezas

23 Jesús, mirando en derredor, dijo* a Sus discípulos: «¡Qué difícil será para los que tienen riquezas entrar en el reino de Dios!». 24 Los discípulos se asombraron de Sus palabras. Pero Jesús respondiendo de nuevo, les dijo*: «Hijos, ¡qué difícil es entrar en el reino de Dios! 25 Es más fácil para un camello pasar por el ojo de una aguja, que para un rico entrar en el reino de Dios».

26 Ellos se asombraron aún más, diciendo entre sí: «¿Y quién podrá salvarse?». 27 Mirándolos Jesús, dijo*: «Para los hombres es imposible, pero no para Dios, porque todas las cosas son posibles para Dios». 28 Entonces Pedro comenzó a decir a Jesús: «Nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido».

29 Jesús respondió: «En verdad les digo, que no hay nadie que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o madre, o padre, o hijos o tierras por causa de Mí y por causa del evangelio, 30 que no reciba cien veces más ahora en este tiempo: casas, y hermanos, y hermanas, y madres, e hijos, y tierras junto con persecuciones; y en el siglo venidero, la vida eterna. 31 Pero muchos primeros serán últimos, y los últimos, primeros».

Jesús anuncia Su muerte por tercera vez

32 Iban por el camino subiendo a Jerusalén, y Jesús iba delante de ellos. Los discípulos estaban perplejos, y los que lo seguían tenían miedo. Y tomando aparte de nuevo a los doce, comenzó a decirles lo que le iba a suceder: 33 «Ahora subimos a Jerusalén, y el Hijo del Hombre será entregado a los principales sacerdotes y a los escribas, y lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles. 34 Se burlarán de Él y le escupirán, lo azotarán y lo matarán, y tres días después resucitará».

Petición de Jacobo y Juan

35 Jacobo y Juan, los dos hijos de Zebedeo, se acercaron* a Jesús, diciendo: «Maestro, queremos que hagas por nosotros lo que te pidamos». 36 «¿Qué quieren que haga por ustedes?», les preguntó. 37 Ellos le dijeron: «Concédenos que en Tu gloria nos sentemos uno a Tu derecha y el otro a Tu izquierda». 38 Jesús les dijo: «Ustedes no saben lo que piden. ¿Pueden beber la copa que Yo bebo, o ser bautizados con el bautismo con que soy bautizado?». 39 Le respondieron: «Podemos». Y Jesús les dijo: «La copa que Yo bebo, beberán; y serán bautizados con el bautismo con que Yo soy bautizado; 40 pero el sentarse a Mi derecha o a Mi izquierda, no es Mío el concederlo, sino que es para quienes ha sido preparado».

41 Al oír esto, los diez comenzaron a indignarse contra Jacobo y Juan. 42 Llamándolos junto a Él, Jesús les dijo*: «Ustedes saben que los que son reconocidos como gobernantes de los gentiles se enseñorean de ellos, y que sus grandes ejercen autoridad sobre ellos. 43 Pero entre ustedes no es así, sino que cualquiera de ustedes que desee llegar a ser grande será su servidor, 44 y cualquiera de ustedes que desee ser el primero será siervo de todos. 45 Porque ni aun el Hijo del Hombre vino para ser servido, sino para servir, y para dar Su vida en rescate por muchos».

El ciego Bartimeo es sanado

46 Entonces llegaron* a Jericó. Y cuando Él salía de Jericó con Sus discípulos y una gran multitud, un mendigo ciego llamado Bartimeo, el hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino. 47 Cuando oyó que era Jesús el Nazareno, comenzó a gritar y a decir: «¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí!».

48 Y muchos lo reprendían para que se callara, pero él gritaba mucho más: «¡Hijo de David, ten misericordia de mí!». 49 Jesús se detuvo y dijo: «Llámenlo». Y llamaron* al ciego, diciéndole: «¡Anímate! Levántate, que te llama». 50 Arrojando su manto, se levantó de un salto y fue a Jesús.

51 Y dirigiéndose a él, Jesús le preguntó: «¿Qué deseas que haga por ti?». Y el ciego le respondió: «Raboní, que recobre la vista». 52 «Vete, tu fe te ha sanado», le dijo Jesús. Al instante el ciego recobró la vista, y lo seguía por el camino.


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Job 6

Respuesta de Job a Elifaz

6 Entonces Job respondió:

«¡Oh, si pudiera pesarse mi sufrimiento,
Y ponerse en la balanza junto con mi calamidad!
Porque pesarían ahora más que la arena de los mares;
Por eso mis palabras han sido precipitadas.
Porque las flechas del Todopoderoso están clavadas en mí,
Cuyo veneno bebe mi espíritu;
Contra mí se juntan los terrores de Dios.
¿Acaso rebuzna el asno montés junto a su hierba,
O muge el buey junto a su forraje?
¿Se come sin sal lo insípido,
O hay gusto en la clara del huevo?
Mi alma se niega a tocar estas cosas;
Son alimento repugnante para mí.

»¡Quién me diera que mi petición se cumpliera,
Que Dios me concediera mi anhelo,
Que Dios consintiera en aplastarme,
Que soltara Su mano y acabara conmigo!
10 Pero aún tengo consuelo,
Y me regocijo en el dolor sin tregua,
Que no he negado las palabras del Santo.
11 ¿Cuál es mi fuerza, para que yo espere,
Y cuál es mi fin, para que yo resista?
12 ¿Es mi fuerza la fuerza de las piedras,
O es mi carne de bronce?
13 ¿Es que mi ayuda no está dentro de mí,
Y está alejado de mí todo auxilio?

14 »Para el abatido, debe haber compasión de parte de su amigo;
No sea que abandone el temor del Todopoderoso.
15 Mis hermanos han obrado engañosamente como un torrente,
Como las corrientes de los arroyos que se desvanecen,
16 Que a causa del hielo están turbios
Y en los que la nieve se derrite.
17 Cuando se quedan sin agua, están silenciosos,
Cuando hace calor, desaparecen de su lugar.
18 Serpentean las sendas de su curso,
Se evaporan en la nada y perecen.
19 Las caravanas de Temán los buscaron,
Los viajeros de Sabá contaban con ellos.
20 Quedaron frustrados porque habían confiado,
Llegaron allí y fueron confundidos.
21 Ciertamente, así son ustedes ahora,
Ven algo aterrador y se espantan.
22 ¿Acaso he dicho: “Denme algo,
De su riqueza ofrézcanme un soborno,
23 Líbrenme de la mano del adversario”,
O: “Rescátenme de la mano de los tiranos”?

24 »Instrúyanme, y yo me callaré; Muéstrenme en qué he errado.
25 ¡Cuán dolorosas son las palabras sinceras!
Pero ¿qué prueba el argumento de ustedes?
26 ¿Piensan censurar mis palabras,
Cuando las palabras del desesperado se las lleva el viento?
27 Aun echarían suerte sobre los huérfanos,
Y especularían con su amigo.
28 Y ahora, traten de mirarme,
vean si miento en sus propias caras.
29 Desistan, por favor; que no haya injusticia;
Sí, desistan; en ello está aún mi justicia.
30 ¿Acaso hay injusticia en mi lengua?
¿No puede mi paladar discernir calamidades?


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Romanos 10

10 Hermanos, el deseo de mi corazón y mi oración a Dios por ellos es para su salvación. Porque yo testifico a su favor de que tienen celo de Dios, pero no conforme a un pleno conocimiento. Pues desconociendo la justicia de Dios y procurando establecer la suya propia, no se sometieron a la justicia de Dios. Porque Cristo es el fin de la ley para justicia a todo aquel que cree.

Cómo ser salvo

Pues Moisés escribe que el hombre que practica la justicia que es de la ley, vivirá por ella. Pero la justicia que es de la fe, dice así: «No digas en tu corazón: “¿Quién subirá al cielo?”. Esto es, para hacer bajar a Cristo, o “¿Quién descenderá al abismo?”. Esto es, para subir a Cristo de entre los muertos».

Pero, ¿qué dice? «Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón», es decir, la palabra de fe que predicamos: que si confiesas con tu boca a Jesús por Señor, y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvo. 10 Porque con el corazón se cree para justicia, y con la boca se confiesa para salvación.

11 Pues la Escritura dice: «Todo el que cree en Él no será avergonzado». 12 Porque no hay distinción entre judío y griego, pues el mismo Señor es Señor de todos, abundando en riquezas para todos los que le invocan; 13 porque: «Todo aquel que invoque el nombre del Señor será salvo».

14 ¿Cómo, pues, invocarán a Aquel en quien no han creído? ¿Y cómo creerán en Aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? 15 ¿Y cómo predicarán si no son enviados? Tal como está escrito: «¡Cuan hermosos son los pies de los que anuncian el evangelio del bien!».

Israel rechaza el evangelio

16 Sin embargo, no todos hicieron caso al evangelio, porque Isaías dice: «Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio?». 17 Así que la fe viene del oír, y el oír, por la palabra de Cristo.

18 Pero yo digo, ¿acaso nunca han oído? Ciertamente que sí:

«Por toda la tierra ha salido su voz,
Y hasta los confines del mundo sus palabras».

19 Y añado: ¿Acaso Israel no sabía? En primer lugar, Moisés dice:

«Yo los provocaré a celos con un pueblo que no es pueblo;
Con un pueblo sin entendimiento los provocaré a ira».

20 E Isaías es muy osado, y dice:

«Fui hallado por los que no me buscaban;
Me manifesté a los que no preguntaban por Mí».

21 Pero en cuanto a Israel, dice: «Todo el día he extendido Mis manos a un pueblo desobediente y rebelde».

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