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Lectura de Hoy

09-02-2024

Devocional

Devocional: Marcos 12

La disputa entre Jesús y algunos de sus adversarios que se relata en Marcos 12:13-17 es muy interesante. Marcos dice que los interlocutores de Jesús quisieron atraparle en sus palabras (12:13). Sin duda por eso comienzan con elogios acerca de la solidez de sus principios, como maestro que no está dispuesto a dejarse influenciar por la opinión pública. Pero es un montaje. “¿Está permitido pagar impuestos al césar o no?”, le preguntan. “¿Debemos pagar o no?” (12:14-15).

Pensaban que ya lo tenían atrapado. Si contestaba que “no”, se las tendría que ver con las autoridades romanas, las cuales, evidentemente, no iban a permitir que un predicador religioso en un país tan inestable como este, anduviese por ahí abogando por la desobediencia fiscal. Incluso le podrían ejecutar por traición. Pero si contestaba que “sí”, perdería la confianza de la gente, lo cual le restaría popularidad. Muchos judíos normales y corrientes no sólo sentían un profundo rechazo de los impuestos, sino que planteaban no pocas objeciones teológicas. ¿Cómo podía un judío concienzudo pagar con monedas que llevaban la imagen del emperador, especial­mente monedas que le atribuían un título divino? Si los judíos realmente tenían la justicia de su parte, ¿No bajaría Dios para volver a liberar a su pueblo, esta vez de la superpotencia romana? ¿No requiere la fidelidad escrupulosa hacia Dios que no se paguen los impuestos?

Fuese la respuesta que fuese de Jesús, perdería la partida. Pero Jesús se niega a rendirse. En lugar de ello, pide una moneda, pregunta de quién es la imagen y afirma que es legítimo pagar a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios. Jesús consigue así evitar la trampa, y sus interlocutores quedan atónitos.

Pero aquí hay varios niveles interpretativos. Bajo una teocracia estricta, las palabras de Jesús serían incoherentes: el reino de Dios es mediado a través del rey, de modo que no es tan fácil separar estos dominios el uno del otro. Además, la estructura del antiguo pacto, sobre el papel, estaba estrechamente ligada a un régimen teocrático. No obstante, aquí tenemos a Jesús insistiendo en que sí se debe hacer una distinción entre las reivindicaciones del César y las del Dios viviente.

Por supuesto, esto no significa que el dominio del César sea completamente independiente del dominio de Dios, ni que Dios no mantenga el control providencial. No obstante, es fácil llegar a la conclusión de que Jesús está proclamando aquí un cambio fundamental en la administración de la comunidad del pacto. El locus de la comunidad ya no es un reino teocrático; ahora es una asamblea de iglesias alrededor de todo el mundo, sujetos a muchos “reyes” y “césares”, pero que no rinde culto a ninguno de ellos. Por esto muchos creyentes alrededor del mundo, siguen la línea del no reconocimiento oficial y político de ninguna religión o confesión en particular, en coherencia con esta afirmación por parte del mismo Señor Jesús.


Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2016. Usado con permiso.

Devocional: Job 8

Bildad de Súah se escandaliza con la respuesta de Job a Elifaz y ofrece su mordaz refutación (Job 8).

“¿Hasta cuándo seguirás hablando así?”, pregunta. “¡Tus palabras son un viento huracanado!” (8:2). Diríamos que no son sino pura demagogia. Desde la perspectiva de Bildad, Job está acusando a Dios de pervertir la justicia. “¿Acaso pervierte Dios la justicia?” (8:3). No obstante, Bildad no puede permitir que esta reflexión quede como un simple asunto teológico a debatir por expertos en la materia. Bildad explica ahora las insinuaciones de su pregunta retórica, algo que debió doler profundamente a Job: “Si tus hijos pecaron contra Dios, él les dio lo que su pecado merecía” (8:4). En otras palabras, la explicación correcta de la tempestad que mató a los diez hijos de Job (1:18-19) es que estos merecían lo que les ocurrió. Según Bildad, decir otra cosa significaría que Dios es injusto, que pervierte la justicia. Por tanto, el camino que debe seguir Job es volver la mirada a Dios y pedir perdón al Todopoderoso (8:5). Si se humilla y es verdaderamente puro y recto, el Señor lo restaurará “al lugar que le corresponde”. De hecho, las fabulosas riquezas de las que Job disfrutaba parecerán insignificantes en comparación con las recompensas que recibirá (8:6-7).

Bildad apela a la tradición de toda la vida, “las generaciones pasadas”, para reforzar su autoridad. Las opiniones que tanto él como sus amigos expresan no son ideas modernas, sino la tradición recibida. Ellos, independientemente de su edad, solo han aprendido por experiencia lo que puede probarse en una vida. Sin embargo, apelan a la información acumulada durante generaciones, que dice que los impíos y los que olvidan a Dios perecen como los juncos sin agua; tienen la estabilidad de los que se apoyan sobre una telaraña (8:11-19). En cambio, “Dios no rechaza a quien es íntegro, ni brinda su apoyo a quien hace el mal” (8:20).

En términos generales, este argumento es el mismo que el de Elifaz, expresado quizás sin rodeos; mientras este mencionó visiones nocturnas, Bildad apelaba a la tradición recibida. Una vez más, este punto de vista es acertado en parte. Por un lado, en una escala eterna, es correcto concluir que Dios vindica la justicia y condena la impiedad. Sin embargo, mientras Bildad expresa el caso, pretende conocer más de los hechos del Señor de lo que realmente sabe (ni él ni Job están al corriente de lo ocurrido entre bambalinas en el capítulo 1), y lo que es peor, aplica su doctrina de forma mecánica y carente de visión, condenando a un hombre justo.

¿Se le ocurren ejemplos de situaciones en que una aplicación prematura o desequilibrada de la verdad bíblica ha demostrado ser fundamentalmente equivocada?


Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2013. Usado con permiso.

Génesis 42

Los hermanos de José van a Egipto

42 Viendo Jacob que había alimento en Egipto, dijo a sus hijos: «¿Por qué se están mirando? He oído que hay alimento en Egipto», y añadió; «desciendan allá, y compren de allí un poco para nosotros, para que vivamos y no muramos». Entonces diez hermanos de José descendieron para comprar grano en Egipto. Pero Jacob no envió con sus hermanos a Benjamín, hermano de José, porque dijo: «No sea que le suceda algo malo». Los israelitas fueron junto con los que iban a comprar grano, pues también había hambre en la tierra de Canaán.

Y José era el que mandaba en aquel país. Él era quien vendía a todo el pueblo de la tierra. Cuando los hermanos de José llegaron, se postraron ante él rostro en tierra. Al ver José a sus hermanos, los reconoció, pero fingió no conocerlos y les habló duramente. Y les dijo: «¿De dónde han venido?». «De la tierra de Canaán para comprar alimentos», le respondieron ellos.

José había reconocido a sus hermanos, aunque ellos no lo habían reconocido a él. José se acordó de los sueños que había tenido acerca de ellos, y les dijo: «Ustedes son espías. Han venido para ver las partes indefensas de nuestra tierra». 10 «No, señor mío», le dijeron ellos, sino que tus siervos han venido para comprar alimentos. 11 «Todos nosotros somos hijos de un mismo padre. Somos hombres honrados, tus siervos no son espías».

12 «No, sino que ustedes han venido para ver las partes indefensas de nuestra tierra», les dijo. 13 Pero ellos dijeron: «Tus siervos eran doce hermanos, hijos del mismo padre en la tierra de Canaán; y el menor está hoy con nuestro padre, y el otro ya no existe».

14 Entonces José les dijo: «Es tal como les dije: ustedes son espías. 15 En esto serán probados; por vida de Faraón que no saldrán de este lugar a menos que su hermano menor venga aquí. 16 Envíen a uno de ustedes y que traiga a su hermano, mientras ustedes quedan presos, para que sean probadas sus palabras, a ver si hay verdad en ustedes. Y si no, ¡por vida de Faraón!, ciertamente son espías». 17 Y los puso a todos juntos bajo custodia por tres días.

18 José les dijo al tercer día: «Hagan esto y vivirán, pues yo temo a Dios: 19 si son hombres honrados, que uno de sus hermanos quede encarcelado en su prisión. El resto de ustedes, vayan, lleven grano para el hambre de sus casas. 20 Y tráiganme a su hermano menor, para que sus palabras sean verificadas, y no morirán». Y así lo hicieron. 21 Entonces se dijeron el uno al otro: «Verdaderamente somos culpables en cuanto a nuestro hermano, porque vimos la angustia de su alma cuando nos rogaba, y no lo escuchamos, por eso ha venido sobre nosotros esta angustia». 22 Rubén les respondió: «¿No les dije yo: “No pequen contra el muchacho” y no me escucharon? Ahora hay que rendir cuentas por su sangre». 23 Ellos, sin embargo, no sabían que José los entendía, porque había un intérprete entre él y ellos. 24 Y se apartó José de su lado y lloró. Cuando volvió a ellos y les habló, tomó de entre ellos a Simeón, y lo ató a la vista de sus hermanos.

Regreso a Canaán

25 José mandó que les llenaran sus vasijas de grano y que devolvieran el dinero a cada uno poniéndolo en su saco, y que les dieran provisiones para el camino. Y así se hizo con ellos. 26 Ellos, pues, cargaron el grano sobre sus asnos, y se fueron de allí.

27 Y cuando uno de ellos abrió su saco para dar forraje a su asno en la posada, vio que su dinero estaba en la boca de su costal. 28 Entonces dijo a sus hermanos: «Me ha sido devuelto mi dinero, y miren, está en mi costal». Y se les sobresaltó el corazón, y temblando se decían el uno al otro: «¿Qué es esto que Dios nos ha hecho?».

29 Cuando llegaron a su padre Jacob en la tierra de Canaán, le contaron todo lo que les había sucedido: 30 «El hombre, el señor de aquella tierra, nos habló duramente y nos tomó por espías del país. 31 Pero nosotros le dijimos: “Somos hombres honrados, no somos espías. 32 Eramos doce hermanos, hijos de nuestro padre. Uno ya no existe, y el menor está hoy con nuestro padre en la tierra de Canaán”.

33 »Entonces el hombre, el señor de aquel país, nos dijo: “Por esto sabré que son hombres honrados: dejen uno de sus hermanos conmigo y tomen grano para el hambre de sus casas, y márchense. 34 Pero tráiganme a su hermano menor para que yo sepa que ustedes no son espías, sino hombres honrados. Les devolveré a su hermano, y podrán comerciar en la tierra”».

35 Cuando vaciaron sus sacos, el atado del dinero de cada uno estaba en su saco. Y al ver ellos y su padre los atados de su dinero, tuvieron temor. 36 Y su padre Jacob les dijo: «Ustedes me han privado de mis hijos; José ya no existe, y Simeón ya no existe, y ahora se quieren llevar a Benjamín. Todas estas cosas son contra mí».

37 Entonces Rubén habló a su padre: «Puedes dar muerte a mis dos hijos, si no te lo traigo. Ponlo bajo mi cuidado, y yo te lo devolveré». 38 Pero Jacob dijo: «Mi hijo no descenderá con ustedes. Pues su hermano ha muerto, y solo él me queda. Si algo malo le acontece en el viaje en que van, harán descender mis canas con dolor al Seol».

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Marcos 12

Parábola de los labradores malvados

12 Entonces Jesús comenzó a hablarles en parábolas: «Un hombre plantó una viña y la cercó con un muro, cavó un estanque debajo del lagar y edificó una torre; la arrendó a labradores y se fue de viaje. Al tiempo de la vendimia envió un siervo a los labradores para recibir de los labradores su parte de los frutos de la viña. Pero ellos, echándole mano, lo golpearon y lo enviaron con las manos vacías. De nuevo les mandó otro siervo, y a él lo hirieron en la cabeza y lo trataron vergonzosamente. Envió a otro y a este lo mataron; y así con muchos otros, golpeando a unos y matando a otros.

»Todavía le quedaba uno, un hijo amado; y les envió a este último, diciendo: “Respetarán a mi hijo”. Pero aquellos labradores se dijeron entre sí: “Este es el heredero; ¡vengan, matémoslo, y la heredad será nuestra!”. Echándole mano, lo mataron y lo arrojaron fuera de la viña.

»¿Qué hará, entonces, el dueño de la viña? Vendrá y destruirá a los labradores, y dará la viña a otros. 10 ¿Ni aun esta Escritura han leído:

“La piedra que desecharon los constructores,
Esa, en piedra angular se ha convertido;
11 Esto fue hecho de parte del Señor,
Y es maravilloso a nuestros ojos”?».

12 Y procuraban prender a Jesús, pero temían a la multitud, porque comprendieron que contra ellos había dicho la parábola. Y lo dejaron y se fueron.

El pago del impuesto a César

13 Pero enviaron* algunos de los fariseos y de los herodianos para sorprender a Jesús en alguna palabra. 14 Cuando ellos llegaron*, le dijeron*: «Maestro, sabemos que eres veraz y que no buscas el favor de nadie, porque eres imparcial, y enseñas el camino de Dios con verdad. ¿Es lícito pagar impuesto a César, o no? 15 ¿Pagaremos o no pagaremos?». Pero Él, dándose cuenta de su hipocresía, les preguntó: «¿Por qué me están poniendo a prueba? Traigan un denario para verlo». 16 Se lo trajeron, y Él les dijo*: «¿De quién es esta imagen y la inscripción?». «De César», le contestaron. 17 Entonces Jesús les dijo: «Den a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios». Y se maravillaban de Él.

Pregunta sobre la resurrección

18 Algunos saduceos, los que dicen que no hay resurrección, se acercaron* a Jesús, y le dijeron: 19 «Maestro, Moisés nos dejó escrito: “Si el hermano de alguien muere y deja mujer y no deja hijo, que su hermano tome la mujer y levante descendencia a su hermano”. 20 Hubo siete hermanos; y el primero tomó esposa, y murió sin dejar descendencia. 21 El segundo la tomó, y murió sin dejar descendencia; y asimismo el tercero; 22 y así los siete, sin dejar descendencia. Y por último murió también la mujer. 23 En la resurrección, cuando resuciten, ¿de cuál de ellos será mujer? Pues los siete la tuvieron por mujer».

24 Jesús les dijo: «¿No es esta la razón por la que están ustedes equivocados: que no entienden las Escrituras ni el poder de Dios? 25 Porque cuando ellos resuciten de entre los muertos, ni se casarán ni serán dados en matrimonio, sino que serán como los ángeles en los cielos. 26 Y en cuanto a que los muertos resucitan, ¿no han leído en el libro de Moisés, en el pasaje sobre la zarza ardiendo, cómo Dios le dijo: “Yo soy el Dios de Abraham, y el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob”? 27 Él no es Dios de muertos, sino de vivos; ustedes están muy equivocados».

El mandamiento supremo

28 Cuando uno de los escribas se acercó, los oyó discutir, y reconociendo que Jesús les había contestado bien, le preguntó: «¿Cuál mandamiento es el más importante de todos?».

29 Jesús respondió: «El más importante es: “Escucha, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es; 30 y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente, y con toda tu fuerza”. 31 El segundo es este: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. No hay otro mandamiento mayor que estos».

32 Y el escriba le dijo: «Muy bien, Maestro; con verdad has dicho que Él es Uno, y no hay otro además de Él; 33 y que amarle a Él con todo el corazón y con todo el entendimiento y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo, es más que todos los holocaustos y los sacrificios».

34 Viendo Jesús que él había respondido sabiamente, le dijo: «No estás lejos del reino de Dios». Y después de eso, nadie se aventuraba a hacer más preguntas.

Jesús, Hijo y Señor de David

35 Mientras enseñaba en el templo Jesús decía: «¿Por qué dicen los escribas que el Cristo es hijo de David? 36 David mismo dijo por el Espíritu Santo:

“El Señor dijo a mi Señor:
‘Siéntate a Mi diestra,
Hasta que ponga a tus enemigos debajo de tus pies’”.

37 David mismo lo llama “Señor”. ¿En qué sentido es, pues, su hijo?». Y la gran multitud lo escuchaba con gusto.

Advertencia contra los escribas

38 Y en Su enseñanza les decía: «Cuídense de los escribas, a quienes les gusta andar con vestiduras largas, y aman los saludos respetuosos en las plazas, 39 los primeros asientos en las sinagogas y los lugares de honor en los banquetes; 40 que devoran las casas de las viudas, y por las apariencias hacen largas oraciones; estos recibirán mayor condenación».

La ofrenda de la viuda

41 Jesús se sentó frente al arca del tesoro, y observaba cómo la multitud echaba dinero en el arca del tesoro; y muchos ricos echaban grandes cantidades. 42 Llegó una viuda pobre y echó dos pequeñas monedas de cobre, o sea, un cuadrante. 43 Y llamando Jesús a Sus discípulos, les dijo: «En verdad les digo, que esta viuda pobre echó más que todos los contribuyentes al tesoro; 44 porque todos ellos echaron de lo que les sobra, pero ella, de su pobreza, echó todo lo que poseía, todo lo que tenía para vivir».


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Job 8

Discurso de Bildad

8 Entonces respondió Bildad, el suhita:

«¿Hasta cuándo hablarás estas cosas,
Y serán viento impetuoso las palabras de tu boca?
¿Acaso tuerce Dios la justicia
O tuerce el Todopoderoso lo que es justo?
Si tus hijos pecaron contra Él,
Entonces Él los entregó al poder de su transgresión.
Si tú buscaras a Dios E imploraras la misericordia del Todopoderoso,
Si fueras puro y recto,
Ciertamente Él se despertaría ahora en tu favor
Y restauraría tu justa condición.
Aunque tu principio haya sido insignificante,
Con todo, tu final aumentará sobremanera.

»Pregunta, te ruego, a las generaciones pasadas,
Y considera las cosas escudriñadas por sus padres.
Porque nosotros somos de ayer y nada sabemos,
Pues nuestros días sobre la tierra son como una sombra.
10 ¿No te instruirán ellos y te hablarán,
Y de sus corazones sacarán palabras?

11 »¿Puede crecer el papiro sin cenagal?
¿Puede el junco crecer sin agua?
12 Estando aún verde y sin cortar,
Con todo, se seca antes que cualquier otra planta.
13 Así son las sendas de todos los que se olvidan de Dios.
Así perecerá la esperanza del impío,
14 Porque es frágil su confianza,
Y una tela de araña su seguridad.
15 Confía en su casa, pero esta no se sostiene;
Se aferra a ella, pero esta no perdura.
16 Crece con vigor delante del sol,
Y sus renuevos brotan sobre su jardín.
17 Sus raíces se entrelazan sobre un montón de rocas;
Vive en una casa de piedras.
18 Si lo arrancan de su lugar,
Este le negará, diciendo: “Nunca te vi”.
19 Este es el gozo de Su camino;
Y del polvo brotarán otros.
20 Dios no rechaza al íntegro,
Ni sostiene a los malhechores.
21 Aún Él ha de llenar de risa tu boca,
Y tus labios de gritos de júbilo.
22 Los que te odian serán cubiertos de vergüenza,
Y la tienda de los impíos no existirá más».


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Romanos 12

Actitud consecuente del creyente

12 Por tanto, hermanos, les ruego por las misericordias de Dios que presenten sus cuerpos como sacrificio vivo y santo, aceptable a Dios, que es el culto racional de ustedes. Y no se adapten a este mundo, sino transfórmense mediante la renovación de su mente, para que verifiquen cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno y aceptable y perfecto.

Nuestros deberes cristianos

Porque en virtud de la gracia que me ha sido dada, digo a cada uno de ustedes que no piense de sí mismo más de lo que debe pensar, sino que piense con buen juicio, según la medida de fe que Dios ha distribuido a cada uno. Pues así como en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, así nosotros, que somos muchos, somos un cuerpo en Cristo e individualmente miembros los unos de los otros.

Pero teniendo diferentes dones, según la gracia que nos ha sido dada, usémoslos: si el de profecía, úsese en proporción a la fe; si el de servicio, en servir; o el que enseña, en la enseñanza; el que exhorta, en la exhortación; el que da, con liberalidad; el que dirige, con diligencia; el que muestra misericordia, con alegría.

El amor sea sin hipocresía; aborreciendo lo malo, aplicándose a lo bueno. 10 Sean afectuosos unos con otros con amor fraternal; con honra, dándose preferencia unos a otros. 11 No sean perezosos en lo que requiere diligencia. Sean fervientes en espíritu, sirviendo al Señor, 12 gozándose en la esperanza, perseverando en el sufrimiento, dedicados a la oración, 13 contribuyendo para las necesidades de los santos, practicando la hospitalidad.

14 Bendigan a los que los persiguen. Bendigan, y no maldigan. 15 Gócense con los que se gozan y lloren con los que lloran. 16 Tengan el mismo sentir unos con otros. No sean altivos en su pensar, sino condescendiendo con los humildes. No sean sabios en su propia opinión.

17 Nunca paguen a nadie mal por mal. Respeten lo bueno delante de todos los hombres. 18 Si es posible, en cuanto de ustedes dependa, estén en paz con todos los hombres. 19 Amados, nunca tomen venganza ustedes mismos, sino den lugar a la ira de Dios, porque escrito está: «Mía es la venganza, Yo pagaré», dice el Señor. 20 «Pero si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; y si tiene sed, dale de beber, porque haciendo esto, carbones encendidos amontonarás sobre su cabeza». 21 No seas vencido por el mal, sino vence el mal con el bien.

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