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Lectura de Hoy

10-02-2024

Devocional

Devocional: Marcos 13

A menudo los cristianos no se han puesto de acuerdo acerca de la forma más correcta de interpretar Marcos 13. Pero sean cuales sean las discrepancias, percibimos el contraste sobrecogedor entre la perspectiva de los discípulos mientras contemplan el templo y sus atrios, y la de Jesús mismo.

Los discípulos se dejan impresionar por las “Qué piedras” y los “Qué edificios” (13:1). Lo que les llama la atención es la arquitectura, producto de la creatividad y del ingenio humano. Pero Jesús piensa en un plano totalmente diferente. Repasa las pautas del mal que caracteriza al mundo, las falsas apariencias religiosas, la persecución de sus discípulos, el juicio que caerá. En cuanto a las piedras y los edificios, lo que prevé es juicio: “No quedará piedra sobre piedra; todo será derribado” (13:2). Sólo se necesitarían cuarenta años para el cumplimiento literal de esta profecía.

Este pasaje nos recuerda otro. En Hechos 17:16, Pablo se encuentra en Atenas. Lo que sorprende es su reacción ante esta ciudad. Lucas no nos dice que Pablo estuviese impresionado por la arquitectura espectacular, ni por la historia de pura erudición, ni por la literatura que algunos de los ciudadanos habían producido ni por la gloria de su patrimonio. Lejos de esto. Pablo miraba esta antigua y venerable ciudad y “le dolió en el alma ver que la ciudad estaba llena de ídolos” (17:16).

En ninguno de los dos casos – ni la valoración que Jesús hizo de Jerusalén, ni la de Pablo acerca de Atenas –, se trata de un análisis superficial. En ambos casos, se contemplaba las cosas desde la perspectiva de Dios. Los que se dejan impresionar por los grandes edificios y por los logros espectaculares del genio humano podrían reflexionar con provecho en el relato de la torre de Babel (Génesis 11). Sin duda, mucha gente de aquel entonces se maravillaba ante este gran edificio. Pero Dios, mirando dentro del corazón humano y las motivaciones que había detrás de la obra de construcción, lo vio como otra manifestación más de un hubris (orgullo) insoportable.

De la misma manera nosotros también somos llamados a comprender y valorar nuestra cultura desde la perspectiva de Dios. Al haber sido creado el ser humano a imagen de Dios, mucho de lo que hacen los hombres y mujeres es digno de admiración. En términos teológicos, esto es el resultado de la “gracia común”. No obstante, es posible dejarse impresionar excesivamente por la prosperidad, el poder, la arquitectura, la fama, la erudición, la proeza física y la tecnología que nos rodean, de modo que no reflexionamos lo suficientemente sobre las dimensiones morales y espirituales que hay detrás. Vemos la gloria, permanecemos ciegos ante la vergüenza; captamos los logros humanos, sin ver la idolatría que subyace; en otras palabras, quedamos impresionados por todo lo que impacta a los portadores caídos de la imagen de Dios, pero no logramos valorar estas realidades a la luz de la cruz y de la eternidad. Haríamos mejor en seguir los ejemplos de Jesús y de Pablo.

Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2016. Usado con permiso.

Devocional: Romanos 13

“No tengáis deudas pendientes con nadie, a no ser la de amaros unos a otros. De hecho, quien ama al prójimo ha cumplido la ley” (Romanos 13:8). Algunos cristianos han utilizado este versículo para argumentar que toda deuda es injusta y condenada por Dios. Pagad las cosas en el momento. “No tengáis deudas pendientes con nadie”. Algunos llegan a declarar que no es correcto recurrir a una hipoteca para comprar una casa o construir una iglesia.

El desarrollo del pasaje, sin embargo, desautoriza esta interpretación. Los primeros versículos exhortan a los cristianos a someterse a las autoridades civiles, no solo porque Dios las haya constituido, sino también porque, cuando cumplen adecuadamente con sus funciones, refuerzan lo correcto y castigan lo que no lo es (13:1-4). Así pues, es importante someterse a tales autoridades, no solo para evitar en castigo, “sino también por razones de conciencia” (13:5): los cristianos quieren mantener limpia su conciencia cumpliendo con sus obligaciones. Por esta razón pagamos impuestos. Las autoridades civiles “están al servicio de Dios, dedicadas precisamente a gobernar” (13:6). Como otros siervos de Dios, en ocasiones son desobedientes y necios, pero, en el orden de la sociedad establecido por el Señor, los impuestos sustentan a los que tienen asignada la tarea de gobernar. Por tanto, debemos pagar lo que debemos: “Si debéis impuestos, pagad los impuestos; si debéis contribuciones, pagad las contribuciones” (13:7).

De forma más general, pagad todo lo que debáis: “Al que debáis respeto, mostradle respeto; al que debáis honor, rendidle honor. No tengáis deudas pendientes con nadie, a no ser la de amaros unos a otros” (13:7-8).

Entonces, en este contexto, “deuda” solo hace referencia a las obligaciones económicas de forma secundaria. El pasaje tiene relación con las obligaciones continuas de las relaciones personales en una sociedad ordenada por Dios. Además, en lo que respecta a las finanzas, algunos de nuestros deberes, como los impuestos, se pagan una y otra vez; igualmente, en un préstamo hipotecario, cuando llegan las letras, las pagamos. Existen razones de todo tipo por las que sería mejor evitar las deudas fiscales, pero no es esta la reflexión que el apóstol está haciendo aquí.

La forma como Pablo habla acerca del amor, calificándolo como una deuda pendiente, refuerza el sentido. Algunas “deudas”, como los impuestos, se repiten; la del amor, más que repetirse es continua: siempre está con nosotros. Los mandamientos relativos a las relaciones horizontales (lo que actualmente llamaríamos relaciones sociales) pueden resumirse en esta única norma: “Ama a tu prójimo como a ti mismo” (13:9; Levítico 19:18). El amor es, pues, el “cumplimiento” de la ley (13:10), esto es, aquello hacia lo cual la ley apunta en esta época de consumación escatológica (13:11-14), y en esto siempre estamos en deuda.


Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2013. Usado con permiso.

Génesis 43

Los hermanos de José regresan a Egipto

43 El hambre iba agravándose en la tierra. Y cuando acabaron de comer el grano que habían traído de Egipto, su padre les dijo: «Vuelvan allá y cómprennos un poco de alimento».

Pero Judá le respondió: «Aquel hombre claramente nos advirtió: “No verán mi rostro si su hermano no está con ustedes”. Si envías a nuestro hermano con nosotros, descenderemos y compraremos alimento. Pero si no lo envías, no descenderemos. Porque el hombre nos dijo: “No verán mi rostro si su hermano no está con ustedes”».

Entonces Israel respondió: «¿Por qué me han tratado tan mal, informando al hombre que tenían un hermano más?». Pero ellos dijeron: «El hombre nos preguntó específicamente acerca de nosotros y nuestros familiares, diciendo: “¿Vive aún su padre? ¿Tienen otro hermano?”. Y nosotros contestamos sus preguntas. ¿Acaso podíamos nosotros saber que él diría: “Traigan a su hermano”?».

Y Judá dijo a su padre Israel: «Envía al muchacho conmigo. Nos levantaremos e iremos, para que vivamos y no perezcamos, tanto nosotros como tú y nuestros pequeños. Yo me haré responsable de él. De mi mano lo demandarás. Si yo no te lo vuelvo a traer y lo pongo delante de ti, que lleve yo la culpa para siempre delante de ti. 10 Porque si no hubiéramos perdido tiempo, sin duda ya habríamos regresado por segunda vez».

11 Entonces su padre Israel les dijo: «Si así tiene que ser, hagan esto: tomen de los mejores productos de la tierra en sus vasijas, y lleven a aquel hombre como presente un poco de bálsamo y un poco de miel, resina aromática y mirra, nueces y almendras. 12 Y tomen doble cantidad de dinero en su mano, y lleven de nuevo en su mano el dinero que fue devuelto en la boca de sus costales. Tal vez fue un error. 13 Tomen también a su hermano, levántense y vuelvan a aquel hombre. 14 Que el Dios Todopoderoso les conceda misericordia ante aquel hombre para que ponga en libertad a su otro hermano y a Benjamín. En cuanto a mí, si he de ser privado de mis hijos, que así sea».

15 Tomaron, pues, los hombres este presente, doble cantidad de dinero en su mano y a Benjamín. Se levantaron y descendieron a Egipto y se presentaron delante de José.

José y Benjamín

16 Cuando José vio a Benjamín con ellos, dijo al mayordomo de su casa: «Haz entrar a estos hombres a casa, y mata un animal y prepáralo, porque estos hombres comerán conmigo al mediodía». 17 El hombre hizo como José le dijo, y llevó a los hombres a casa de José.

18 Ellos tenían miedo porque eran llevados a casa de José y dijeron: «Por causa del dinero que fue devuelto en nuestros costales la primera vez hemos sido traídos aquí, para tener pretexto contra nosotros y caer sobre nosotros y tomarnos por esclavos con nuestros asnos». 19 Entonces se acercaron al mayordomo de la casa de José, y le hablaron a la entrada de la casa, 20 y dijeron: «Oh señor mío, ciertamente descendimos la primera vez para comprar alimentos. 21 Y cuando llegamos a la posada, abrimos nuestros costales, y el dinero de cada uno estaba en la boca de su costal, todo nuestro dinero. Así que lo hemos vuelto a traer en nuestra mano. 22 También hemos traído otro dinero en nuestra mano para comprar alimentos. No sabemos quién puso nuestro dinero en nuestros costales».

23 Y el mayordomo les dijo: «No se preocupen, no teman. El Dios de ustedes y el Dios de su padre les ha dado ese tesoro en sus costales. Yo haré constar que recibí el dinero de ustedes». Entonces les sacó a Simeón.

24 Después el hombre llevó a los hombres a casa de José, y les dio agua y se lavaron los pies. También dio forraje a sus asnos. 25 Entonces prepararon el presente para la venida de José al mediodía, pues habían oído que iban a comer allí.

26 Cuando José regresó a su casa, ellos le trajeron a la casa el presente que traían en su mano y se postraron ante él en tierra. 27 Entonces él les preguntó cómo se encontraban, y añadió: «¿Cómo está su anciano padre de quien me hablaron? ¿Vive todavía?». 28 «Su siervo nuestro padre está bien; todavía vive», contestaron. Y ellos se inclinaron en reverencia. 29 Al alzar José sus ojos y ver a su hermano Benjamín, hijo de su madre, les preguntó: «¿Es este su hermano menor de quien me hablaron?». Y dijo: «Dios te imparta Su favor, hijo mío». 30 José se apresuró a salir, pues se sintió profundamente conmovido a causa de su hermano y buscó dónde llorar. Entró en su aposento y lloró allí.

31 Después se lavó la cara y salió, y controlándose, dijo: «Sirvan la comida». 32 Le sirvieron a José en un lado, a los hermanos en otro lado, y a los egipcios que comían con él, también les sirvieron aparte. Porque los egipcios no podían comer con los hebreos, pues esto es abominación para los egipcios. 33 Los sentaron delante de él, el primogénito conforme a su derecho de primogenitura, y el más joven conforme a su edad. Ellos se miraban unos a otros con asombro. 34 Él les llevó porciones de su propia mesa, pero la porción de Benjamín era cinco veces mayor que la de cualquiera de ellos. Bebieron, pues, y se alegraron con él.

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Marcos 13

Profecía sobre la destrucción del templo

13 Cuando Jesús salía del templo, uno de Sus discípulos le dijo*: «Maestro, ¡mira qué piedras y qué edificios!». Y Jesús le dijo: «¿Ves estos grandes edificios? No quedará piedra sobre piedra que no sea derribada».

Señales antes del fin

Y estando Él sentado en el monte de los Olivos, frente al templo, Pedro, Jacobo, Juan y Andrés le preguntaban en privado: «Dinos, ¿cuándo sucederá esto, y qué señal habrá cuando todas estas cosas se hayan de cumplir?». Y Jesús comenzó a decirles: «Miren que nadie los engañe. Muchos vendrán en Mi nombre diciendo: “Yo soy el Cristo”, y engañarán a muchos. Cuando ustedes oigan de guerras y de rumores de guerras, no se alarmen; es necesario que todo esto suceda, pero todavía no es el fin. Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá terremotos en diversos lugares; y habrá hambres. Esto solo es el comienzo de dolores.

»Pero ustedes, estén alerta; porque los entregarán a los tribunales y serán azotados en las sinagogas, y comparecerán delante de gobernadores y reyes por Mi causa, para testimonio a ellos. 10 Pero primero el evangelio debe ser predicado a todas las naciones. 11 Cuando los lleven y los entreguen, no se preocupen de antemano por lo que van a decir, sino que lo que les sea dado en aquella hora, eso hablen; porque no son ustedes los que hablan, sino el Espíritu Santo. 12 El hermano entregará a la muerte al hermano, y el padre al hijo; y los hijos se levantarán contra los padres, y les causarán la muerte. 13 Y ustedes serán odiados de todos por causa de Mi nombre, pero el que persevere hasta el fin, ese será salvo.

La abominación de la desolación

14 »Pero cuando vean la abominación de la desolación puesta donde no debe estar (el que lea, que entienda), entonces los que estén en Judea huyan a los montes; 15 y el que esté en la azotea, no baje ni entre a sacar nada de su casa; 16 y el que esté en el campo, no vuelva a tomar su capa. 17 Pero, ¡ay de las que estén encinta y de las que estén criando en aquellos días!

18 »Oren para que esto no suceda en el invierno. 19 Porque aquellos días serán de tribulación, tal como no ha acontecido desde el principio de la creación que hizo Dios hasta ahora, ni acontecerá jamás. 20 Si el Señor no hubiera acortado aquellos días, nadie se salvaría; pero por causa de los escogidos que Él eligió, acortó los días. 21 Entonces, si alguien les dice: “Miren, aquí está el Cristo”, o: “Miren, allí está”, no lo crean. 22 Porque se levantarán falsos Cristos y falsos profetas, y mostrarán señales y prodigios a fin de extraviar, de ser posible, a los escogidos. 23 Pero ustedes, estén alerta; vean que se lo he dicho todo de antemano.

La venida del Hijo del Hombre

24 »Pero en aquellos días, después de esa tribulación, el sol se oscurecerá y la luna no dará su luz, 25 las estrellas irán cayendo del cielo y las potencias que están en los cielos serán sacudidas. 26 Entonces verán al Hijo del Hombre que viene en las nubes con gran poder y gloria. 27 Y entonces Él enviará a los ángeles, y reunirá a Sus escogidos de los cuatro vientos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo.

Parábola de la higuera

28 »De la higuera aprendan la parábola: cuando su rama ya se pone tierna y echa las hojas, saben que el verano está cerca. 29 Así también ustedes, cuando vean que suceden estas cosas, sepan que Él está cerca, a las puertas. 30 En verdad les digo que no pasará esta generación hasta que todo esto suceda. 31 El cielo y la tierra pasarán, pero Mis palabras no pasarán. 32 Pero de aquel día o de aquella hora nadie sabe, ni siquiera los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sino solo el Padre.

Exhortación a velar

33 »Estén alerta, velen; porque no saben cuándo es el tiempo señalado34 Es como un hombre que se fue de viaje, y al salir de su casa dejó a sus siervos encargados, asignándole a cada uno su tarea, y ordenó al portero que estuviera alerta. 35 Por tanto, velen, porque no saben cuándo viene el señor de la casa, si al atardecer, o a la medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer; 36 no sea que venga de repente y los halle dormidos. 37 Y lo que a ustedes digo, a todos digo: ¡Velen!».


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Job 9

Respuesta de Job a Bildad

9 Entonces Job respondió:

«En verdad yo sé que es así,
Pero ¿cómo puede un hombre ser justo delante de Dios? Si alguien quisiera discutir con Él, No podría contestar ni una vez entre mil.
Sabio de corazón y robusto de fuerzas,
¿Quién lo ha desafiado sin sufrir daño?
Dios es el que remueve los montes, y estos no saben cómo
Cuando los vuelca en Su furor;
Él es el que sacude la tierra de su lugar,
Y sus columnas tiemblan.
El que manda al sol que no brille,
Y pone sello a las estrellas;
El que solo extiende los cielos,
Y anda sobre las olas del mar;
Él es el que hace la Osa, el Orión y las Pléyades,
Y las cámaras del sur;
10 El que hace grandes cosas, inescrutables,
Y maravillas sin número.
11 Si Él pasara junto a mí, no lo vería;
Si me pasara adelante, no lo percibiría.
12 Si Él arrebatara algo, ¿quién lo impediría?
Quién podrá decirle: “¿Qué haces?”.

13 »Dios no retirará Su ira;
Debajo de Él quedan humillados los que ayudan al Rahab.
14 ¿Cómo puedo yo responderle,
Y escoger mis palabras delante de Él?
15 Porque aunque yo tuviera razón, no podría responder;
Tendría que implorar la misericordia de mi Juez.
16 Si yo llamara y Él me respondiera,
No podría creer que escuchara mi voz.
17 Porque Él me quebranta con tempestad,
Y sin causa multiplica mis heridas.
18 No me permite cobrar aliento,
Sino que me llena de amarguras.
19 Si es cuestión de poder, Él es poderoso;
Y si es cuestión de justicia, ¿quién lo citará?
20 Aunque soy justo, mi boca me condenará;
Aunque soy inocente, Él me declarará culpable.
21 Inocente soy,
No hago caso de mí mismo,
Desprecio mi vida.
22 Todo es lo mismo, por tanto digo:
“Él destruye al inocente y al impío”.
23 Si el azote mata de repente,
Él se burla de la desesperación del inocente.
24 La tierra es entregada en manos de los impíos;
Él cubre el rostro de sus jueces;
Si no es Él, ¿entonces quién será?

25 »Mis días son más ligeros que un corredor;
Huyen, no ven el bien;
26 Se deslizan como barcos de juncos,
Como águila que se arroja sobre su presa.
27 Aunque yo diga: “Olvidaré mi queja,
Cambiaré mi triste semblante y me alegraré”,
28 Temeroso estoy de todos mis dolores,
Sé que Tú no me absolverás.
29 Si soy impío,
¿Para qué, pues, esforzarme en vano?
30 Si me lavara con nieve
Y limpiara mis manos con lejía,
31 Aun así me hundirías en la fosa,
Y mis propios vestidos me aborrecerían.
32 Porque Él no es hombre como yo, para que le responda,
Para que juntos vengamos a juicio.
33 No hay árbitro entre nosotros,
Que ponga su mano sobre ambos.
34 Que Él quite de mí Su vara,
Y no me espante Su terror.
35 Entonces yo hablaré y no le temeré;
Porque en mi opinión yo no soy así.


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Romanos 13

Actitud hacia las autoridades

13 Sométase toda persona a las autoridades que gobiernan. Porque no hay autoridad sino de Dios, y las que existen, por Dios son constituidas. Por tanto, el que resiste a la autoridad, a lo ordenado por Dios se ha opuesto; y los que se han opuesto, recibirán condenación sobre sí mismos. Porque los gobernantes no son motivo de temor para los de buena conducta, sino para el que hace el mal. ¿Deseas, pues, no temer a la autoridad? Haz lo bueno y tendrás elogios de ella, pues es para ti un ministro de Dios para bien. Pero si haces lo malo, teme. Porque no en vano lleva la espada, pues es ministro de Dios, un vengador que castiga al que practica lo malo.

Por tanto, es necesario someterse, no solo por razón del castigo, sino también por causa de la conciencia. Pues por esto también ustedes pagan impuestos, porque los gobernantes son servidores de Dios, dedicados precisamente a esto. Paguen a todos lo que deban: al que impuesto, impuesto; al que tributo, tributo; al que temor, temor; al que honor, honor.

El amor, cumplimiento de la ley

No deban a nadie nada, sino el amarse unos a otros. Porque el que ama a su prójimo, ha cumplido la ley. Porque esto: «No cometerás adulterio, no matarás, no hurtarás, no codiciarás», y cualquier otro mandamiento, en estas palabras se resume: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo». 10 El amor no hace mal al prójimo. Por tanto, el amor es el cumplimiento de la ley.

Se acerca el amanecer

11 hagan todo esto, conociendo el tiempo, que ya es hora de despertarse del sueño. Porque ahora la salvación está más cerca de nosotros que cuando creímos. 12 La noche está muy avanzada, y el día está cerca. Por tanto, desechemos las obras de las tinieblas y vistámonos con las armas de la luz. 13 Andemos decentemente, como de día, no en orgías y borracheras, no en promiscuidad sexual y lujurias, no en pleitos y envidias. 14 Antes bien, vístanse del Señor Jesucristo, y no piensen en proveer para las lujurias de la carne.

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