Plan
Lectura de Hoy
12-02-2024
Devocional
Devocional: Marcos 15
En Marcos 15, la gente habla más de lo que sabe.
“¿Y qué voy a hacer” pregunta Pilato, “con el que llamáis el rey de los judíos?” (15:12). Sin duda, pronuncia las palabras con un cierto desprecio. Cuando la muchedumbre contesta “¡Crucifícalo!” (15:13,14), los motivados por cuestiones políticas pensarán que esto señala el fin de otro pretendiente mesiánico más. No se dan cuenta de que este rey debe morir, que su reino gira en torno a su muerte, y que es simultáneamente Rey y Siervo Sufriente.
Los soldados le preparan una corona de espinas y la clavan en su cabeza. Le golpean y le escupen y después caen de rodillas en una parodia de homenaje, gritando “¡Salve, Rey de los judíos!” (15:18). De hecho, es más que el Rey de los Judíos (por supuesto, no es menos). Y cada uno de estos soldados, junto con cada hombre y mujer, tendrá que doblar la rodilla ante el Hombre resucitado que habían despreciado, injuriado y crucificado, y confesar que él es Señor (Filipenses 2:9-11).
Los que pasaban por delante también se dedicaban a lanzar insultos: (15:29-30). Detrás de esta burla despreciadora se escondía una verdad que no vieron: anteriormente, Jesús había enseñado, efectivamente, que él era el verdadero templo, el arquetipo del templo de Jerusalén, el último lugar de encuentro entre Dios y los seres humanos (Juan 2: 19). De hecho, Jesús no sólo insistía que él es el templo, sino que lo es en virtud del hecho de que este templo debería ser destruido y devuelto a la vida en tres días. Si hubiese “bajado de la cruz” para salvarse, como los burladores decían que hiciese, no podía haber llegado a ser el “templo” destruido y vuelto a reconstruir que reconcilia a los hombres y a las mujeres con Dios.
“Salvo a otros pero no puede salvarse a sí mismo” (15:31). Otra equivocación – y, al mismo tiempo, aciertan. Este es el hombre que va voluntariamente a la cruz (14:36; ver también Juan 10:18). Decir “no puede salvarse a sí mismo” es una limitación ridícula. No obstante, no se podía salvar a sí mismo y salvar a otros. Salva a los demás al no salvarse a sí mismo.
“Que baje ahora de la cruz ese Cristo, el rey de Israel, para que veamos y creamos” (15:32). Pero entonces, ¿en qué clase de Cristo habrían creído? Un rey poderoso, sin duda – pero no el Redentor, no el Sacrificio, no el Siervo Sufriente. No podían haber creído en él, puesto que la base de la transformación que se podía producir en ellos era precisamente la obra de la cruz que le estaban diciendo que abandonase.
“Verdaderamente, este hombre era el Hijo de Dios” (15:39). Sí, más de lo que se podían imaginar.
Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2016. Usado con permiso.
Devocional: Job 11
Comentaremos brevemente las dos lecturas del día.
El discurso de Zofar (Job 11) sigue desarrollando el drama del libro de Job. Al igual que Bildad, Zofar comienza condenando las palabras de Job (11:2-3). Para él, parece que este pretende ser perfecto: “Tú afirmas: ‘Mi postura es la correcta; soy puro a los ojos de Dios’ “ (11:4). Job había estado deseando que el Señor le contestase. Eso está muy bien, responde Zofar: “¡Cómo me gustaría que Dios interviniera y abriera sus labios contra ti!” (11:5). No menos que Job, le encantaría que el Señor contestase, pues está bastante seguro de que, si lo hiciese, reprendería a Job con dureza.
Sólo por un momento, Zofar parece acercarse al argumento correcto. Comienza a hablar del conocimiento y la sabiduría insondables del Todopoderoso, muy lejos de la capacidad humana. Si únicamente hubiese dicho eso, se habría anticipado a parte de la réplica del propio Dios más adelante en el libro (caps. 38-41). Tristemente, sin embargo, se vuelve enseguida hacia una dirección errónea, siguiendo el mismo camino que Elifaz y Bildad: un Dios tan grande en conocimiento puede ciertamente reconocer a los hombres mentirosos, y “cuando percibe el mal, no lo pasa por alto” (11:11). Una vez más, el argumento degenera en una teoría de la recompensa bastante mecánica. No existe la categoría del sufrimiento inocente. Job debe de ser muy malo, porque está sufriendo mucho; la única opción razonable para él es apartarse del pecado que obviamente debe estar envolviéndolo (11:13-20).
El segundo pasaje es bastante diferente. Consideremos la forma en que Pablo exhorta a los romanos a orar: “Os ruego, hermanos, por nuestro Señor Jesucristo y por el amor del Espíritu, que os unáis conmigo en esta lucha y que oréis a Dios por mí. Pedidle que me libre de caer en manos de los incrédulos que están en Judea, y que los hermanos de Jerusalén reciban bien la ayuda que les llevo. De este modo, por la voluntad de Dios, llegaré a vosotros con alegría y podré descansar entre vosotros por algún tiempo. El Dios de paz sea con todos vosotros. Amén” (Romanos 15:30-33). Nótese: (a) Pablo pide que oren por él. (b) Si los romanos reaccionan orando, se unirán a Pablo en sus luchas por medio de sus plegarias. (c) La lucha particular que Pablo tiene en mente es su relación con los incrédulos de Judea; quiere que su servicio para los pobres allí sea tan aceptable que pueda partir rápidamente y dirigirse a Roma. (d) Dentro del contexto del capítulo, este viaje a Roma forma parte de su plan de evangelizar España. En otras palabras, el apóstol pide oraciones que impulsarán el Evangelio de diversas formas.
¿Por qué cosas ora usted habitualmente?
Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2013. Usado con permiso.
Génesis 45
José se da a conocer a sus hermanos
45 José ya no pudo contenerse delante de todos los que estaban junto a él, y exclamó: «Hagan salir a todos de mi lado». Y no había nadie con él cuando José se dio a conocer a sus hermanos. 2 Lloró tan fuerte que lo oyeron los egipcios, y la casa de Faraón se enteró de ello.
3 José dijo a sus hermanos: «Yo soy José. ¿Vive todavía mi padre?». Pero sus hermanos no podían contestarle porque estaban atónitos delante de él. 4 Y José dijo a sus hermanos: «Acérquense ahora a mí». Y ellos se acercaron, y les dijo: «Yo soy su hermano José, a quien ustedes vendieron a Egipto. 5 Ahora pues, no se entristezcan ni les pese el haberme vendido aquí. Pues para preservar vidas me envió Dios delante de ustedes. 6 Porque en estos dos años ha habido hambre en la tierra y todavía quedan otros cinco años en los cuales no habrá ni siembra ni siega. 7 Dios me envió delante de ustedes para preservarles un remanente en la tierra, y para guardarlos con vida mediante una gran liberación.
8 »Ahora pues, no fueron ustedes los que me enviaron aquí, sino Dios. Él me ha puesto por padre de Faraón y señor de toda su casa y gobernador sobre toda la tierra de Egipto. 9 Dense prisa y suban adonde mi padre, y díganle: “Así dice tu hijo José: ‘Dios me ha hecho señor de todo Egipto. Ven a mí, no te demores.
10 ’Y habitarás en la tierra de Gosén, y estarás cerca de mí, tú y tus hijos y los hijos de tus hijos, tus ovejas y tus vacas y todo lo que tienes. 11 Allí proveeré también para ti, pues aún quedan cinco años de hambre, para que no caigas en la miseria tú, ni tu casa y todo lo que tienes’”. 12 Y ahora, los ojos de ustedes y los ojos de mi hermano Benjamín ven que es mi boca la que les habla. 13 Notifiquen, pues, a mi padre toda mi gloria en Egipto y todo lo que han visto; dense prisa y traigan aquí a mi padre».
14 Entonces se echó sobre el cuello de su hermano Benjamín, y lloró. Y Benjamín también lloró sobre su cuello. 15 Y besó a todos sus hermanos, y lloró sobre ellos. Después sus hermanos hablaron con él.
Invitación de Faraón
16 Cuando se oyó la noticia en la casa de Faraón, de que los hermanos de José habían venido, le agradó a Faraón y a sus siervos. 17 Entonces Faraón dijo a José: «Dile a tus hermanos: “Hagan esto: carguen sus animales y vayan a la tierra de Canaán; 18 y tomen a su padre y a sus familias y vengan a mí y yo les daré lo mejor de la tierra de Egipto, y comerán de la abundancia de la tierra”.
19 »Y a ti se te ordena decirles: “Hagan esto: tomen carretas de la tierra de Egipto para sus pequeños y para sus mujeres, y traigan a su padre y vengan. 20 Y no se preocupen por sus posesiones personales, pues lo mejor de toda la tierra de Egipto es de ustedes”».
Regreso a Canaán
21 Y así lo hicieron los israelitas. José les dio carretas conforme a la orden de Faraón, y les dio provisiones para el camino. 22 A todos ellos les dio mudas de ropa, pero a Benjamín le dio 300 monedas de plata y cinco mudas de ropa. 23 Y a su padre le envió lo siguiente: diez asnos cargados de lo mejor de Egipto, y diez asnas cargadas de grano, pan y alimentos para su padre en el camino.
24 Luego despidió a sus hermanos, y cuando se iban les dijo: «No riñan en el camino». 25 Ellos subieron de Egipto y vinieron a la tierra de Canaán, a su padre Jacob. 26 Y le informaron: «José vive todavía y es gobernante en toda la tierra de Egipto». Pero él se quedó atónito, porque no les podía creer.
27 Pero cuando ellos le contaron todas las cosas que José les había dicho, y cuando vio las carretas que José había enviado para llevarlo, el espíritu de su padre Jacob revivió. 28 Entonces Israel dijo: «Basta. Mi hijo José vive todavía. Iré y lo veré antes que yo muera».
Nueva Biblia de las Américas Copyright © 2005 por The Lockman Foundation, La Habra, California. Todos los derechos reservados. Para más información, visita www.exploranbla.com
Marcos 15
Jesús ante Pilato
15 Muy de mañana, los principales sacerdotes prepararon enseguida una reunión con los ancianos, los escribas y todo el Concilio; y atando a Jesús, lo llevaron y lo entregaron a Pilato. 2 «¿Eres Tú el Rey de los judíos?», le preguntó Pilato. «Tú lo dices», respondió* Jesús.
3 Y los principales sacerdotes lo acusaban de muchas cosas. 4 De nuevo Pilato le preguntó: «¿No respondes nada? Mira de cuántas cosas te acusan». 5 Pero Jesús no respondió nada más; de modo que Pilato estaba asombrado.
Jesús o Barrabás
6 Ahora bien, en cada fiesta Pilato acostumbraba soltarles un preso, el que ellos pidieran. 7 Y uno llamado Barrabás había sido encarcelado con los rebeldes que habían cometido homicidio en la insurrección. 8 Cuando la multitud subió, comenzó a pedirle a Pilato que hiciera como siempre les había hecho. 9 Entonces Pilato les preguntó: «¿Quieren que les suelte al Rey de los judíos?». 10 Porque sabía que los principales sacerdotes lo habían entregado por envidia.
11 Pero los principales sacerdotes provocaron a la multitud para que le pidiera que en vez de Jesús les soltara a Barrabás. 12 Pilato les preguntó: «¿Qué haré, entonces, con el que ustedes llaman el Rey de los judíos?». 13 Ellos le respondieron a gritos: «¡Crucifícalo!». 14 Y Pilato les decía: «¿Por qué? ¿Qué mal ha hecho?». Y ellos gritaban aún más: «¡Crucifícalo!». 15 Pilato, queriendo complacer a la multitud, les soltó a Barrabás; y después de hacer azotar a Jesús, lo entregó para que fuera crucificado.v
Los soldados se burlan de Jesús
16 Entonces los soldados llevaron a Jesús dentro del palacio, es decir, al Pretorio, y convocaron* a toda la tropa romana. 17 Lo vistieron* de púrpura, y después de tejer una corona de espinas, se la pusieron; 18 y comenzaron a gritar: «¡Salve, Rey de los judíos!». 19 Le golpeaban la cabeza con una caña y le escupían, y poniéndose de rodillas, le hacían reverencias. 20 Después de haberse burlado de Jesús, le quitaron el manto de púrpura, le pusieron Sus ropas y lo sacaron* para que fuera crucificado.
21 Y obligaron* a uno que pasaba y que venía del campo, Simón de Cirene, padre de Alejandro y Rufo, a que llevara la cruz de Jesús.
La crucifixión
22 Lo llevaron* al lugar llamado Gólgota, que traducido significa Lugar de la Calavera. 23 Trataron de dar a Jesús vino mezclado con mirra, pero Él no lo tomó. 24 Cuando lo crucificaron*, se repartieron* Sus vestidos, echando suertes sobre ellos para decidir lo que cada uno tomaría. 25 Era la hora tercera cuando lo crucificaron. 26 La inscripción de la acusación contra Él decía: «EL REY DE LOS JUDÍOS». 27 Crucificaron* con Él a dos ladrones; uno a Su derecha y otro a Su izquierda. 28 Y se cumplió la Escritura que dice: «Y con los transgresores fue contado».
29 Los que pasaban lo injuriaban, meneando la cabeza y diciendo: «¡Bah! Tú que destruyes el templo y en tres días lo reedificas, 30 ¡sálvate a Ti mismo descendiendo de la cruz!». 31 De igual manera, también los principales sacerdotes junto con los escribas, burlándose de Él entre ellos, decían: «A otros salvó, Él mismo no se puede salvar. 32 Que este Cristo, el Rey de Israel, descienda ahora de la cruz, para que veamos y creamos». Y los que estaban crucificados con Él también lo insultaban.
Muerte de Jesús
33 Cuando llegó la hora sexta, hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora novena. 34 Y a la hora novena Jesús exclamó con fuerte voz: «Eloi, Eloi, ¿lema sabactani?», que traducido significa, «Dios Mío, Dios Mío, ¿por qué me has abandonado?». 35 Algunos de los que estaban allí, al oírlo, decían: «Miren, está llamando a Elías». 36 Entonces uno corrió y empapó una esponja en vinagre, y poniéndola en una caña, dio a Jesús a beber, diciendo: «Dejen, veamos si Elías lo viene a bajar». 37 Pero Jesús, dando un fuerte grito, expiró. 38 Y el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo.
39 Viendo el centurión que estaba frente a Él, la manera en que expiró, dijo: «En verdad este hombre era Hijo de Dios». 40 Había también unas mujeres mirando de lejos, entre las que estaban María Magdalena, María, la madre de Jacobo el menor y de José, y Salomé, 41 las cuales cuando Jesús estaba en Galilea, lo seguían y le servían; y había muchas otras que habían subido con Él a Jerusalén.
Sepultura de Jesús
42 Ya al atardecer, como era el día de la preparación, es decir, la víspera del día de reposo, 43 vino José de Arimatea, miembro prominente del Concilio, que también esperaba el reino de Dios; y llenándose de valor, entró adonde estaba Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. 44 Pilato se sorprendió de que ya hubiera muerto, y llamando al centurión, le preguntó si ya estaba muerto.
45 Y al comprobar esto por medio del centurión, le concedió el cuerpo a José, 46 quien compró un lienzo de lino, y bajando el cuerpo de la cruz, lo envolvió en el lienzo de lino y lo puso en un sepulcro que había sido excavado en la roca; e hizo rodar una piedra a la entrada del sepulcro. 47 Y María Magdalena y María, la madre de José, miraban para saber dónde lo ponían.
Nueva Biblia de las Américas Copyright © 2005 por The Lockman Foundation, La Habra, California. Todos los derechos reservados. Para más información, visita www.exploranbla.com
Job 11
Acusación de Zofar contra Job
11 Entonces Zofar, el naamatita respondió:
2 «¿Quedará sin respuesta esa multitud de palabras?
¿Será absuelto el que mucho habla?
3 ¿Hará callar a los hombres tu palabrería?
¿Harás escarnio sin que nadie te reprenda?
4 Pues has dicho: “Mi enseñanza es pura, Y soy inocente ante tus ojos”.
5 Pero, ¡quién diera que Dios hablara,
Que abriera Sus labios contra ti
6 Y te declarara los secretos de la sabiduría!
Porque la verdadera sabiduría tiene dos lados.
Sabrías entonces que Dios da por olvidada parte de tu iniquidad.
7 »¿Podrás tú descubrir las profundidades de Dios?
¿Podrás descubrir los límites del Todopoderoso?
8 Altos son como los cielos; ¿qué puedes tú hacer?
Más profundos son que el Seol; ¿qué puedes tú saber?
9 Más extensa que la tierra es su dimensión,
Y más ancha que el mar.
10 Si Él pasa, o encierra,
O convoca una asamblea, ¿quién podrá impedírselo?
11 Porque Él conoce a los hombres falsos,
Y ve la iniquidad sin investigar.
12 El hombre tonto se hará inteligente
Cuando el pollino de un asno montés nazca hombre.
13 »Si diriges bien tu corazón
Y extiendes a Él tu mano,
14 Si en tu mano hay iniquidad y la alejas de ti
Y no permites que la maldad more en tus tiendas,
15 Entonces, ciertamente levantarás tu rostro sin mancha,
Estarás firme y no temerás.
16 Porque olvidarás tu aflicción,
Como aguas que han pasado la recordarás.
17 Tu vida será más radiante que el mediodía,
Y hasta la oscuridad será como la mañana.
18 Entonces confiarás, porque hay esperanza,
Mirarás alrededor y te acostarás seguro.
19 Descansarás y nadie te atemorizará,
Y muchos buscarán tu favor.
20 Pero los ojos de los malvados languidecerán,
Y no habrá escape para ellos;
Su esperanza es dar su último suspiro».
Nueva Biblia de las Américas Copyright © 2005 por The Lockman Foundation, La Habra, California. Todos los derechos reservados. Para más información, visita www.exploranbla.com
Romanos 15