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Lectura de Hoy
13-02-2024
Devocional
Devocional: Génesis 46
Una de las verdades que resulta más difícil comprender es que el Dios de la Biblia es tanto personal – que se relaciona con otras personas – como trascendente (es decir, más allá del espacio y del tiempo, que es el ámbito en el que todas nuestras relaciones personales tienen lugar). Como Soberano trascendente, reina sobre todo, sin excepción; como Creador personal, se relaciona con todos los que llevan su imagen, revelándose no sólo como personal, sino también como absolutamente bueno. Cómo hacer que todas estas piezas encajen, queda, al fin y al cabo, fuera de nuestra capacidad intelectual, por mucho que se den por sentadas en las Escrituras.
Cando Jacob recibe la noticia que José vive, ofrece sacrificios a Dios, quien, otra vez más, vuelve a revelarse, por gracia, a Jacob: “—Yo soy Dios, el Dios de tu padre —le dijo—. No tengas temor de ir a Egipto, porque allí haré de ti una gran nación. Yo te acompañaré a Egipto, y yo mismo haré que vuelvas. Además, cuando mueras, será José quien te cierre los ojos” (Génesis 46:3-4).
El libro de Génesis deja claro que Jacob sabía que el pacto que Dios hizo con Abraham incluía la promesa de que la tierra donde residían le sería entregada un día a él y a sus descendientes. Fue por esto por lo que Jacob necesitaba una revelación directa por parte de Dios para inducirlo a marcharse de la tierra. Jacob quedó reconfortado a tres niveles: (a) Dios haría que sus descendientes se multiplicasen hasta llegar a ser una gran nación durante su peregrinaje en el desierto; (b) Dios acabaría por sacarles de Egipto; (c) personalmente, Jacob es reconfortado al saber que José, su hijo perdido hacía mucho tiempo, estará presente en el momento de su propia muerte.
Todo esto le ofrece consuelo personal. También desvela algo de los misterios de la soberanía providencial de Dios, porque los lectores del Pentateuco saben que esta estancia en Egipto desembocará en la esclavitud, que se dirá de Dios que “oye” los clamores de su pueblo y que, a lo largo de los años, levantará a Moisés, el agente de Dios en las diez plagas, el cruce del Mar Rojo, la entrega del pacto de Sinaí, el vagar por el desierto y la llegada (o más bien retorno) a la Tierra Prometida. El Dios soberano que trae a José a Egipto a fin de preparar el camino a esta pequeña comunidad de 70 personas tiene en mente numerosos y complejos planes para su futuro. Estos tienen como propósito llevar al pueblo al próximo nivel de la historia redentora y enseñarles que las palabras de Dios son más importantes que los alimentos (Deuteronomio 8).
Es tan difícil desligar la trascendencia soberana de Dios del hecho que también es Persona, como sacar un ala de un avión y seguir esperando que vuele.
Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2016. Usado con permiso.
Devocional: Romanos 16
Los últimos tres versículos de Romanos son extraordinarios (Romanos 16:25-27). Constituyen formalmente una doxología, palabras de alabanza a Dios, al que se presenta como el “que puede fortaleceros a vosotros conforme a mi evangelio” (16:25), y que vuelve a mencionarse en el versículo 27: “¡Al único sabio Dios, sea la gloria para siempre por medio de Jesucristo! Amén”. Así pues, en este contexto, la sabiduría de Dios, presupuesta en la expresión “al único sabio Dios”, se pone de manifiesto en su capacidad para establecer a los cristianos romanos por el evangelio de Pablo.
Este evangelio se describe más detalladamente en las líneas intermedias y aquí la sabiduría de Dios es particularmente sorprendente. Se nos dice que él fortalece a las personas por el Evangelio, por la proclamación de Jesucristo, según la revelación del misterio escondido durante largos siglos (16:25). En cierto sentido, no quedaba claro en qué se centraba el Evangelio, ni su alcance. Permaneció en secreto hasta la venida de Jesucristo. Incluso cuando él estuvo aquí, sus propios discípulos no comprendieron, antes de la cruz y la resurrección, que él, el Mesías, también sería el siervo sufridor que pasaría por una muerte odiosa para redimir a los pecadores perdidos.
Sin embargo, aunque este Evangelio se mantuvo escondido “durante largos siglos”, ahora es “revelado por medio de los escritos proféticos, según su propio mandato (16:26). Suena como si el Evangelio hubiese sido revelado “por medio de los escritos proféticos”, esto es, por medio de las Escrituras. Así pues, por un lado, ha sido escondido en el pasado pero ahora es revelado; por otro lado, ha sido profetizado en el pasado, y ahora se cumple. ¿Cómo pueden ser ciertas ambas cosas de forma simultánea?
Parte de la respuesta se encuentra en las formas en que el Evangelio se predice en el Antiguo Testamento. Muchas de las predicciones vienen envueltas en “tipos” o modelos de lo venidero. Una vez cumplidas, podemos ver que Jesús es el verdadero templo, el lugar de reunión definitivo entre Dios y los pecadores creados a su imagen; el verdadero Cordero pascual; el sacerdote supremo; el “Hijo de Dios”; el rey davídico definitivo. De hecho, descubrimos muchas pistas a lo largo del camino. Por ejemplo, leemos las profecías de un nuevo pacto y reflexionamos en cómo tales anuncios vuelven obsoleto el nuevo pacto en principio y nos llevan a esperar una nueva configuración. Sin embargo, nadie esperaba que la misma persona cumpliese todas estas imágenes y tipos en sí mismo. De hecho, algunos judíos del primer siglo esperaban dos mesías, uno davídico y otro sacerdotal. No obstante, vemos a Jesús y su Evangelio, predicho de forma exhaustiva, aunque escondido durante siglos, y ahora revelado “para que todas las naciones obedezcan a la fe” (16:26).
Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2013. Usado con permiso.
Génesis 46
Israel y su familia en Egipto
46 Israel salió con todo lo que tenía y llegó a Beerseba, y ofreció sacrificios al Dios de su padre Isaac. 2 Y Dios habló a Israel en una visión nocturna, y dijo: «Jacob, Jacob». Y él respondió: «Aquí estoy».
3 Y Él dijo: «Yo soy Dios, el Dios de tu padre; no temas descender a Egipto, porque allí te haré una gran nación. 4 Yo descenderé contigo a Egipto, y ciertamente, Yo también te haré volver; y José cerrará tus ojos».
5 Entonces Jacob se fue de Beerseba. Los hijos de Israel llevaron a su padre Jacob, y a sus pequeños y a sus mujeres, en las carretas que Faraón había enviado para llevarlo. 6 Y tomaron sus ganados y los bienes que habían acumulado en la tierra de Canaán y vinieron a Egipto, Jacob y toda su descendencia con él: 7 sus hijos y sus nietos con él, sus hijas y sus nietas. A toda su descendencia trajo consigo a Egipto.
8 Estos son los nombres de los hijos de Israel, Jacob y sus hijos, que fueron a Egipto: Rubén, primogénito de Jacob. 9 Los hijos de Rubén: Hanoc, Falú, Hezrón y Carmi. 10 Los hijos de Simeón: Jemuel, Jamín, Ohad, Jaquín, Zohar y Saúl, hijo de la cananea. 11 Los hijos de Leví: Gersón, Coat y Merari. 12 Los hijos de Judá: Er, Onán, Sela, Fares y Zara, pero Er y Onán murieron en la tierra de Canaán. Los hijos de Fares fueron Hezrón y Hamul.
13 Los hijos de Isacar: Tola, Fúa, Job y Simrón. 14 Los hijos de Zabulón: Sered, Elón y Jahleel. 15 Estos son los hijos de Lea, los que le dio a Jacob en Padán Aram, y además su hija Dina; todos sus hijos y sus hijas eran treinta y tres. 16 Los hijos de Gad: Zifión, Hagui, Suni, Ezbón, Eri, Arodi y Areli. 17 Los hijos de Aser: Imna, Isúa, Isúi, Bería y Sera, hermana de ellos. Y los hijos de Bería: Heber y Malquiel.
18 Estos son los hijos de Zilpa, a quien Labán dio a su hija Lea, y que le dio a Jacob; en total dieciséis personas. 19 Los hijos de Raquel, mujer de Jacob: José y Benjamín. 20 A José, en la tierra de Egipto le nacieron Manasés y Efraín, los cuales le dio Asenat, hija de Potifera, sacerdote de On. 21 Los hijos de Benjamín: Bela, Bequer, Asbel, Gera, Naamán, Ehi, Ros, Mupim, Hupim y Ard.
22 Estos son los hijos de Raquel, que le nacieron a Jacob; catorce personas en total. 23 Los hijos de Dan: Husim. 24 Los hijos de Neftalí: Jahzeel, Guni, Jezer y Silem.
25 Estos son los hijos de Bilha, a quien Labán dio a su hija Raquel, y que ella le dio a Jacob; en total siete personas. 26 Todas las personas de la familia de Jacob, que vinieron a Egipto, descendientes directos suyos, no incluyendo las mujeres de los hijos de Jacob, eran en total sesenta y seis personas. 27 Y los hijos de José, que le nacieron en Egipto, eran dos: todas las personas de la casa de Jacob que vinieron a Egipto, eran setenta.
Encuentro de Jacob y José
28 Jacob envió a Judá delante de sí a José, para indicar delante de él el camino a Gosén, y llegaron a la tierra de Gosén. 29 José preparó su carro y subió a Gosén para ir al encuentro de su padre Israel. Apenas lo vio, se echó sobre su cuello y lloró largamente sobre su cuello.
30 Entonces Israel dijo a José: «Ahora ya puedo morir, después que he visto tu rostro y sé que todavía vives». 31 Y José dijo a sus hermanos y a la familia de su padre: «Subiré y lo haré saber a Faraón, y le diré: “Mis hermanos y la familia de mi padre, que estaban en la tierra de Canaán, han venido a mí. 32 Los hombres son pastores de ovejas, pues son hombres de ganado. Han traído sus ovejas y sus vacas, y todo lo que tienen”.
33 »Y cuando Faraón los llame y les diga: “¿Cuál es su ocupación?”, 34 ustedes responderán: “Sus siervos han sido hombres de ganado desde su juventud hasta ahora, tanto nosotros como nuestros padres”, a fin de que habiten en la tierra de Gosén. Porque para los egipcios todo pastor de ovejas es una abominación».
Nueva Biblia de las Américas Copyright © 2005 por The Lockman Foundation, La Habra, California. Todos los derechos reservados. Para más información, visita www.exploranbla.com
Marcos 16
La resurrección
16 Pasado el día de reposo, María Magdalena, María, la madre de Jacobo, y Salomé, compraron especias aromáticas para ir a ungir el cuerpo de Jesús. 2 Muy de mañana, el primer día de la semana, llegaron* al sepulcro cuando el sol ya había salido. 3 Y se decían unas a otras: «¿Quién nos removerá la piedra de la entrada del sepulcro?». 4 Cuando levantaron los ojos, vieron que la piedra, aunque era sumamente grande, había sido removida.
5 Entrando en el sepulcro, vieron* a un joven sentado al lado derecho, vestido con ropaje blanco; y ellas se asustaron. 6 Pero él les dijo*: «No se asusten; ustedes buscan a Jesús el Nazareno, el que fue crucificado. Ha resucitado, no está aquí; miren el lugar donde lo pusieron. 7 Pero vayan, digan a Sus discípulos y a Pedro: “Él va delante de ustedes a Galilea; allí lo verán, tal como les dijo”». 8 Y saliendo ellas, huyeron del sepulcro, porque un gran temblor y espanto se había apoderado de ellas; y no dijeron nada a nadie porque tenían miedo.
Aparición de Jesús a María Magdalena
9 Después de haber resucitado, muy temprano el primer día de la semana, Jesús se apareció primero a María Magdalena, de la que había echado fuera siete demonios. 10 Y ella fue y se lo comunicó a los que habían estado con Él, que estaban lamentándose y llorando. 11 Cuando ellos oyeron que Jesús estaba vivo y que ella lo había visto, se negaron a creerlo.
Aparición a dos discípulos
12 Después de esto, Jesús se apareció en forma distinta a dos de ellos cuando iban de camino al campo. 13 Y estos fueron y se lo comunicaron a los demás, pero a ellos tampoco les creyeron.
La gran comisión
14 Después Jesús se apareció a los once discípulos cuando estaban sentados a la mesa, y los reprendió por su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que lo habían visto resucitado. 15 Y les dijo: «Vayan por todo el mundo y prediquen el evangelio a toda criatura. 16 El que crea y sea bautizado será salvo; pero el que no crea será condenado. 17 Y estas señales acompañarán a los que han creído: en Mi nombre echarán fuera demonios, hablarán en nuevas lenguas; 18 tomarán serpientes en las manos, y aunque beban algo mortífero, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán las manos, y se pondrán bien».
Ascensión de Jesucristo
19 Entonces, el Señor Jesús, después de hablar con ellos, fue recibido en el cielo y se sentó a la diestra de Dios. 20 Y ellos salieron y predicaron por todas partes, colaborando el Señor con ellos, y confirmando la palabra por medio de las señales que la seguían.
Ellas comunicaron inmediatamente a Pedro y a sus compañeros todas estas instrucciones. Y después de esto, Jesús mismo envió por medio de ellos, desde el oriente hasta el occidente, el mensaje sacrosanto e incorruptible de la salvación eterna.
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Job 12
Job declara el poder de Dios
12 Entonces respondió Job:
2 «En verdad que ustedes son el pueblo,
Y con ustedes morirá la sabiduría.
3 Pero yo también tengo inteligencia como ustedes;
No soy inferior a ustedes.
¿Y quién no sabe esto?
4 Soy motivo de burla para mis amigos,
Yo, el que clamaba a Dios, y Él le respondía.
Motivo de burla es el justo e intachable.
5 El que está en holgura desprecia la calamidad,
Como cosa preparada para aquellos cuyos pies resbalan.
6 Las tiendas de los destructores prosperan,
Y los que provocan a Dios están seguros,
A quienes Dios ha dado el poder que tienen.
7 »Ahora pregunta a los animales, y que ellos te instruyan,
Y a las aves de los cielos, y que ellas te informen.
8 O habla a la tierra, y que ella te instruya,
Y que los peces del mar te lo declaren.
9 ¿Quién entre todos ellos no sabe
Que la mano del Señor ha hecho esto,
10 Que en Su mano está la vida de todo ser viviente,
Y el aliento de todo ser humano?
11 ¿No distingue el oído las palabras
Como el paladar prueba la comida?
12 En los ancianos está la sabiduría,
Y en largura de días el entendimiento.
13 »En Él están la sabiduría y el poder,
Y el consejo y el entendimiento son Suyos.
14 Él derriba, y no se puede reedificar;
Aprisiona a un hombre, y no puede ser liberado.
15 Él retiene las aguas, y todo se seca,
Y las envía, e inundan la tierra.
16 En Él están la fuerza y la prudencia,
Suyos son el engañado y el engañador.
17 Él hace que los consejeros anden descalzos,
Y hace necios a los jueces.
18 Rompe las cadenas de los reyes
Y ata sus cinturas con cuerda.
19 Hace que los sacerdotes anden descalzos
Y derriba a los que están seguros.
20 Priva del habla a los hombres de confianza
Y quita a los ancianos el discernimiento.
21 Vierte desprecio sobre los nobles
Y afloja el cinto de los fuertes.
22 Él revela los misterios de las tinieblas
Y saca a la luz la densa oscuridad.
23 Engrandece las naciones, y las destruye;
Ensancha las naciones, y las dispersa.
24 Priva de inteligencia a los jefes de la gente de la tierra
Y los hace vagar por un desierto sin camino;
25 Andan a tientas en tinieblas, sin luz,
Y los hace tambalearse como borrachos.
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Romanos 16