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Lectura de Hoy

16-02-2024

Devocional

Devocional: Lucas 2

Jesús se crió como un muchacho judío hasta la médula. Su linaje era no solamente judío, sino davídico: legalmente, pertenecía a la suprimida casa real (Lucas 2:4). Dios manejó la política imperial de tal manera que Jesús naciera en la antigua ciudad de David (2:1-4,11). En el octavo día desde su nacimiento, fue circuncidado (2:21). En el momento apropiado, María y José ofrecieron un sacrificio conforme a lo que la Ley exigía en lo que se refería al nacimiento del primer hijo (2:22-24). “José y María”, se nos dice, “Después de haber cumplido con todo lo que exigía la ley del Señor” (2:39). Durante los primeros días de la vida de Jesús, Simeón se dirigió proféticamente a Dios en oración, proclamando que la venida de Jesús fue “gloria de tu pueblo Israel” (2:32); la anciana Ana, “dio gracias a Dios y comenzó a hablar del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén” (2:38). Todos los años, José y María cubrían los muchos kilómetros que separaban Nazaret de Jerusalén para participar de la fiesta de la Pascua, “según era la costumbre” (2:41-42), encontrándose entre una multitud de decenas de miles de otros peregrinos; y, por supuesto, Jesús también iba, presenciaba la matanza masiva de miles de corderos de la Pascua, oía los coros del templo y recitaba las antiguas Escrituras. A los doce años, beneficiario del patrimonio de su pueblo y expuesto constantemente al contenido de sus Escrituras, protagonizó unos intercambios extraordinarios con los maestros del templo (2:41-52).

No podemos ni comenzar a comprender las categorías dentro de los cuales Jesús hablaba y actuaba, categorías mediante las cuales su vida y su ministerio, su muerte y su resurrección cobran su significado, a menos que las encontremos en las antiguas Escrituras hebreas.

No obstante, esto no es todo lo que cabe señalar al respecto. La Biblia no comienza con Abraham y los orígenes de Jerusalén. Comienza con Dios, origen del universo, la desgraciada rebelión humana que constituyó la Caída, los primeros ciclos de juicio y perdón, las primeras promesas de la re­dención que vendría. Por supuesto que Pablo comprendió que la gran historia de los judíos se tiene que colocar dentro de la historia aún más grande de la raza humana, y que incluso el primer llamamiento del hombre que era padre de todos los judíos especifica que, a través suyo, se bendecirían todas las naciones de la tierra (Gálatas 3; ver también Génesis 12). Ahora, al principio de la vida de Jesús, podemos vislumbrar algo de este mismo esquema. Simeón alaba al Señor Soberano porque le ha permitido vivir para ver a este niño: “Porque han visto mis ojos tu salvación, que has preparado a la vista de todos los pueblos: luz que ilumina a las NACIONES y gloria de tu pue­blo Israel” (2:30-32).

Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2016. Usado con permiso.

Devocional: Job 15

El libro de Job comienza ahora un segundo ciclo de reflexiones de Elifaz, Bildad y Zofar, con respuestas de Job en cada caso (Job 15—21). Los argumentos se repiten de muchas formas, pero con más intensidad. Casi como si fuesen conscientes de esta repetición, los tres amigos dicen menos esta vez que en la primera ronda.

Hoy seguiremos brevemente la línea de pensamiento del segundo discurso de Elifaz (Job 15):

(1) Comienza atacando (15:2-6). Desde su perspectiva, Job no puede ser un hombre sabio, porque responde con “vana sabiduría” y “explota en violenta verborrea”, exponiendo “argumentos vanos” (15:2-3). La consecuencia es que incluso socava la piedad y dificulta la devoción a Dios (15:4). Elifaz cree que quien piense que Dios no reparte el castigo con justicia está atentando contra las bases morales del universo. La causa de estos sentimientos renegados solo puede ser el pecado: “Tu maldad pone en acción tu boca; hablas igual que los pícaros” (15:5).

(2) Elifaz vuelve a la cuestión de la autoridad sin responder a ninguno de los argumentos de Job. Este ha declarado que es tan anciano, experimentado y sabio como cualquiera de los que le atacan; Elifaz responde con sorna: “¿Eres acaso el primer hombre que ha nacido? ¿Naciste acaso antes que los montes?” (15:7). Job es un anciano, pero otros muchos comparten las opiniones de aquel (15:10). Peor aún, al querer morir y justificarse delante de Dios, Job está declarando que las consolaciones del Señor, todas las que los tres amigos han estado exponiendo bondadosamente, no son suficientes para él (15:11). Es como si Job quisiese someter a Dios a juicio.

(3) Sin embargo, ¿cómo es posible esto? Dios es tan santo que incluso el propio cielo no es puro a sus ojos (15:14-15): “¡Cuánto menos confiará en el hombre, que es vil y corrupto y tiene sed del mal!” (15:16). Por tanto, Elifaz repite la parte principal de su reflexión (15:17-26): el impío sufre tormentos de varias clases todos sus días, “y todo por levantar el puño contra Dios y atreverse a desafiar al Todopoderoso. Contra Dios se lanzó desafiante, blandiendo grueso y resistente escudo” (15:25-26).

(4) Elifaz dice que donde existan aparentes excepciones a esta regla, el tiempo las destruirá (15:27-35). Estos impíos podrán estar bien alimentados y ser prósperos durante años, pero finalmente la justicia de Dios les dará caza. El sentido es obvio: Job no solo es impío, sino que su pasada prosperidad no era otra cosa que la calma anterior a la tempestad que ha quebrantado y puesto de manifiesto su miserable maldad.

Reflexionemos en lo correcto y lo incorrecto de este argumento.


Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2013. Usado con permiso.

Génesis 49

Profecía de Israel acerca de sus hijos

49 Entonces Jacob llamó a sus hijos, y dijo: «Reúnanse para que les haga saber lo que les ha de acontecer en los días venideros.

Júntense y oigan, hijos de Jacob,
Y escuchen a Israel su padre.

»Rubén, tú eres mi primogénito,
Mi poderío y el principio de mi vigor,
Prominente en dignidad y prominente en poder.
Incontrolable como el agua, no tendrás preeminencia,
Porque subiste a la cama de tu padre,
la profanaste: él subió a mi lecho.

»Simeón y Leví son hermanos;
Sus armas instrumentos de violencia.
En su consejo no entre mi alma,
A su asamblea no se una mi gloria,
Porque en su ira mataron hombres,
Y en su terquedad mutilaron bueyes.
Maldita su ira porque es feroz;
Y su furor porque es cruel.
Los dividiré en Jacob,
Y los dispersaré en Israel.

»A ti Judá, te alabarán tus hermanos;
Tu mano estará en el cuello de tus enemigos;
Se inclinarán a ti los hijos de tu padre.
Cachorro de león es Judá;
De la presa, hijo mío, has subido.
Se agazapa, se echa como león,
O como leona, ¿quién lo despertará?
10 El cetro no se apartará de Judá,
Ni la vara de gobernante de entre sus pies,
Hasta que venga Siloh,
Y a él sea dada la obediencia de los pueblos.
11 Él ata a la vid su pollino, Y a la mejor cepa el hijo de su asna;
Él lava en vino sus vestiduras,
Y en la sangre de las uvas su manto.
12 Sus ojos están apagados por el vino,
Y sus dientes blancos por la leche.

13 »Zabulón habitará a la orilla del mar;
Y él será puerto para naves,
Y su límite será hasta Sidón.

14 »Isacar es un asno fuerte,
Echado entre los establos.
15 Al ver que el lugar de reposo era bueno Y que la tierra era agradable,
Inclinó su hombro para cargar,
Y llegó a ser esclavo en trabajos forzados.

16 »Dan juzgará a su pueblo,
Como una de las tribus de Israel.
17 Sea Dan serpiente junto al camino,
Víbora junto al sendero,
Que muerde los talones del caballo,
Y cae su jinete hacia atrás.
18 ¡Tu salvación espero, oh Señor!

19 »A Gad salteadores lo asaltarán,
Mas él asaltará su retaguardia.

20 »En cuanto a Aser, su alimento será sustancioso,
Y él dará manjares de rey.

21 »Neftalí es una cierva en libertad,
Que pronuncia palabras hermosas.

22 »Rama fecunda es José,
Rama fecunda junto a un manantial;
Sus vástagos se extienden sobre el muro.
23 Los arqueros lo atacaron con furor,
Lo asaetearon y lo hostigaron;
24 Pero su arco permaneció firme
Y sus brazos fueron ágiles
Por las manos del Poderoso de Jacob
(de allí es el Pastor, la Roca de Israel),
25 Por el Dios de tu padre que te ayuda,
Y por el Todopoderoso que te bendice
Con bendiciones de los cielos de arriba,
Bendiciones del abismo que está abajo,
Bendiciones de los pechos y del seno materno.
26 Las bendiciones de tu padre
Han sobrepasado las bendiciones de mis antepasados
Hasta el límite de los collados eternos;
Sean ellas sobre la cabeza de José,
Y sobre la cabeza del consagrado de entre sus hermanos.

27 »Benjamín es lobo rapaz;
De mañana devora la presa,
Y a la tarde reparte los despojos».

Muerte de Jacob

28 Todas estas son las doce tribus de Israel, y esto es lo que les dijo su padre cuando los bendijo. A cada uno lo bendijo con la bendición que le correspondía. 29 Después les ordenó y les dijo: «Voy a ser reunido a mi pueblo. Sepúltenme con mis padres en la cueva que está en el campo de Efrón el hitita, 30 en la cueva que está en el campo de Macpela, que está frente a Mamre, en la tierra de Canaán, la cual Abraham compró junto con el campo de Efrón el hitita, para posesión de una sepultura. 31 Allí sepultaron a Abraham y a su mujer Sara. Allí sepultaron a Isaac y a su mujer Rebeca, y allí sepulté yo a Lea. 32 El campo y la cueva que hay en él, fueron comprados de los hijos de Het».

33 Cuando Jacob terminó de encargar estas cosas a sus hijos, recogió sus pies en la cama y expiró, y fue reunido a su pueblo.

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Lucas 2

Nacimiento de Jesús

2 Aconteció en aquellos días que salió un edicto de César Augusto, para que se hiciera un censo de todo el mundo habitado. Este fue el primer censo que se levantó cuando Cirenio era gobernador de Siria. Todos se dirigían a inscribirse en el censo, cada uno a su ciudad. También José subió de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David que se llama Belén, por ser él de la casa y de la familia de David, para inscribirse junto con María, comprometida para casarse con él, la cual estaba encinta.

Sucedió que mientras estaban ellos allí, se cumplieron los días de su alumbramiento. Y dio a luz a su Hijo primogénito; lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón.

Los pastores y los ángeles

En la misma región había pastores que estaban en el campo, cuidando sus rebaños durante las vigilias de la noche. Y un ángel del Señor se les presentó, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor, y tuvieron gran temor. 10 Pero el ángel les dijo: «No teman, porque les traigo buenas nuevas de gran gozo que serán para todo el pueblo; 11 porque les ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor. 12 Esto les servirá de señal: hallarán a un Niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre».

13 De repente apareció con el ángel una multitud de los ejércitos celestiales, alabando a Dios y diciendo:

14 «Gloria a Dios en las alturas,
Y en la tierra paz entre los hombres en quienes Él se complace».

15 Cuando los ángeles se fueron al cielo, los pastores se decían unos a otros: «Vayamos, pues, hasta Belén y veamos esto que ha sucedido, que el Señor nos ha dado a saber».

16 Fueron a toda prisa, y hallaron a María y a José, y al Niño acostado en el pesebre. 17 Cuando lo vieron, dieron a saber lo que se les había dicho acerca de este Niño. 18 Y todos los que lo oyeron se maravillaron de las cosas que les fueron dichas por los pastores. 19 Pero María atesoraba todas estas cosas, reflexionando sobre ellas en su corazón. 20 Y los pastores se volvieron, glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto, tal como se les había dicho.

21 Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidar al Niño, le pusieron por nombre Jesús, el nombre dado por el ángel antes de que Él fuera concebido en el seno materno.

Jesús presentado en el templo

22 Al cumplirse los días para la purificación de ellos, según la ley de Moisés, lo trajeron a Jerusalén para presentar al Niño al Señor, 23 (como está escrito en la Ley del Señor: «Todo varón que abra la matriz será llamado santo para el Señor)», 24 y para ofrecer un sacrificio conforme a lo que fue dicho en la Ley del Señor: «Un par de tórtolas o dos pichones».

25 Había en Jerusalén un hombre que se llamaba Simeón. Este hombre, justo y piadoso, esperaba la consolación de Israel, y el Espíritu Santo estaba sobre él. 26 Y por el Espíritu Santo se le había revelado que no vería la muerte sin antes ver al Cristo del Señor. 27 Movido por el Espíritu fue al templo. Y cuando los padres del niño Jesús lo trajeron para cumplir por Él el rito de la ley, 28 Simeón tomó al Niño en sus brazos, y bendijo a Dios diciendo:

29 «Ahora, Señor, permite que Tu siervo se vaya
En paz, conforme a Tu palabra;
30 Porque mis ojos han visto Tu salvación
31 La cual has preparado en presencia de todos los pueblos;
32 Luz de revelación a los gentiles,
Y gloria de Tu pueblo Israel».

33 Y los padres del Niño estaban asombrados de las cosas que de Él se decían. 34 Simeón los bendijo, y dijo a Su madre María: «Este Niño ha sido puesto para caída y levantamiento de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción, 35 y una espada traspasará aun tu propia alma, a fin de que sean revelados los pensamientos de muchos corazones».

36 Y había una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Ella era de edad muy avanzada, y había vivido con su marido siete años después de su matrimonio, 37 y después de viuda, hasta los ochenta y cuatro años. Nunca se alejaba del templo, sirviendo noche y día con ayunos y oraciones. 38 Llegando ella en ese preciso momento, daba gracias a Dios y hablaba del Niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén.

Crecimiento de Jesús

39 Habiendo ellos cumplido con todo conforme a la Ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. 40 Y el Niño crecía y se fortalecía, llenándose de sabiduría; y la gracia de Dios estaba sobre Él.

El niño Jesús discute con los maestros

41 Los padres de Jesús acostumbraban ir a Jerusalén todos los años a la fiesta de la Pascua. 42 Y cuando Él cumplió doce años, subieron allá conforme a la costumbre de la fiesta. 43 Al regresar ellos, después de haber pasado todos los días de la fiesta, el niño Jesús se quedó en Jerusalén sin que lo supieran Sus padres, 44 y suponiendo que iba en la caravana, anduvieron camino de un día, y comenzaron a buscar a Jesús entre los familiares y conocidos.

45 Cuando no lo encontraron, volvieron y lo buscaron en Jerusalén. 46 Después de tres días lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas. 47 Todos los que le oían estaban asombrados de Su entendimiento y de Sus respuestas. 48 Cuando Sus padres lo vieron, se quedaron maravillados; y Su madre le dijo: «Hijo, ¿por qué nos has tratado de esta manera? Mira, Tu padre y yo te hemos estado buscando llenos de angustia».

49 Entonces Él les dijo: «¿Por qué me buscaban? ¿Acaso no sabían que me era necesario estar en la casa de Mi Padre?». 50 Pero ellos no entendieron las palabras que Él les había dicho. 51 Descendió con sus padres y vino a Nazaret, y continuó sujeto a ellos. Y Su madre atesoraba todas estas cosas en su corazón. 52 Y Jesús crecía en sabiduría, en estatura y en gracia para con Dios y los hombres.


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Job 15

Elifaz reprende de nuevo a Job

15 Entonces Elifaz, el temanita respondió:

«¿Debe responder un sabio con hueca sabiduría
Y llenarse de viento del este?
¿Debe argumentar con razones inútiles
O con palabras sin provecho?
Ciertamente, tú rechazas la reverencia,
E impides la meditación delante de Dios.
Porque tu culpa enseña a tu boca,
Y escoges el lenguaje de los astutos.
Tu propia boca te condena, y no yo,
Y tus propios labios testifican contra ti.

»¿Fuiste tú el primer hombre en nacer,
O fuiste dado a luz antes que las colinas?
¿Oyes tú el secreto de Dios,
Y retienes para ti la sabiduría?
¿Qué sabes tú que nosotros no sepamos?
¿Qué entiendes tú que nosotros no entendamos?
10 También entre nosotros hay canosos y ancianos
De más edad que tu padre.
11 ¿Te parecen poco los consuelos de Dios,
Y la palabra hablada a ti con dulzura?
12 ¿Por qué te arrebata el corazón,
Y por qué centellean tus ojos,
13 Para volver tu espíritu contra Dios
Y dejar salir de tu boca tales palabras?
14 ¿Qué es el hombre para que sea puro,
O el nacido de mujer para que sea justo?
15 Si Dios no confía en Sus santos,
Y ni los cielos son puros ante Sus ojos;
16 ¡Cuánto menos el hombre, un ser abominable y corrompido,
Que bebe la iniquidad como agua!

17 »Yo te mostraré, escúchame,
Y te contaré lo que he visto;
18 Lo que los sabios han dado a conocer,
Sin ocultar nada de sus padres;
19 A ellos solos se les dio la tierra,
Y ningún extranjero pasó entre ellos.
20 Todos sus días el impío se retuerce de dolor,
Y contados están los años reservados para el tirano.
21 Ruidos de espanto hay en sus oídos,
Mientras está en paz, el destructor viene sobre él.
22 Él no cree que volverá de las tinieblas,
Y que está destinado para la espada.
23 Vaga en busca de pan, diciendo: “¿Dónde está?”.
Sabe que es inminente el día de las tinieblas.
24 La ansiedad y la angustia lo aterran,
Lo dominan como rey dispuesto para el ataque;
25 Porque él ha extendido su mano contra Dios,
Y se porta con soberbia contra el Todopoderoso.
26 Corre contra Él con cuello erguido,
Con su escudo macizo;
27 Porque ha cubierto su rostro con su gordura,
Se le han hecho pliegues de grasa sobre la cintura,
28 Y ha vivido en ciudades desoladas,
En casas inhabitables,
Destinadas a convertirse en ruinas.
29 No se enriquecerá, ni sus bienes perdurarán,
Ni su espiga se inclinará a tierra.
30 No escapará de las tinieblas,
Secará la llama sus renuevos,
Y por el soplo de Su boca desaparecerá.
31 Que no confíe en la vanidad, engañándose a sí mismo,
Pues vanidad será su recompensa.
32 Antes de su tiempo se cumplirá,
Y la hoja de su palmera no reverdecerá.
33 Dejará caer sus uvas verdes como la vid,
Y como el olivo dejará caer su flor.
34 Porque estéril es la compañía de los impíos,
Y el fuego consume las tiendas del corrupto.
35 Conciben malicia, dan a luz iniquidad,
Y en su mente traman engaño».


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1 Corintios 3

Divisiones de la iglesia de Corinto

3 Así que yo, hermanos, no pude hablarles como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo. Les di a beber leche, no alimento sólido, porque todavía no podían recibirlo. En verdad, ni aun ahora pueden, porque todavía son carnales. Pues habiendo celos y discusiones entre ustedes, ¿no son carnales y andan como hombres del mundoPorque cuando uno dice: «Yo soy de Pablo», y otro: «Yo soy de Apolos», ¿no son como hombres del mundo¿Qué es, pues, Apolos? ¿Y qué es Pablo? Servidores mediante los cuales ustedes han creído, según el Señor dio oportunidad a cada uno. Yo planté, Apolos regó, pero Dios ha dado el crecimiento. Así que ni el que planta ni el que riega es algo, sino Dios, que da el crecimiento. Ahora bien, el que planta y el que riega son una misma cosa, pero cada uno recibirá su propia recompensa conforme a su propio trabajo. Porque nosotros somos colaboradores en la labor de Dios, y ustedes son el campo de cultivo de Dios, el edificio de Dios.

Jesucristo, único cimiento

10 Conforme a la gracia de Dios que me fue dada, yo, como sabio arquitecto, puse el fundamento, y otro edifica sobre él. Pero cada uno tenga cuidado cómo edifica encima. 11 Pues nadie puede poner otro fundamento que el que ya está puesto, el cual es Jesucristo. 12 Ahora bien, si sobre este fundamento alguien edifica con oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, paja, 13 la obra de cada uno se hará evidente; porque el día la dará a conocer, pues con fuego será revelada. El fuego mismo probará la calidad de la obra de cada uno. 14 Si permanece la obra de alguien que ha edificado sobre el fundamento, recibirá recompensa. 15 Si la obra de alguien es consumida por el fuego, sufrirá pérdida; sin embargo, él será salvo, aunque así como a través del fuego.

Ustedes son templo de Dios

16 ¿No saben que ustedes son templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes? 17 Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él, porque el templo de Dios es santo, y eso es lo que ustedes son.

Ustedes son de Cristo

18 Nadie se engañe a sí mismo. Si alguien de ustedes se cree sabio según este mundo, hágase necio a fin de llegar a ser sabio. 19 Porque la sabiduría de este mundo es necedad ante Dios. Pues escrito está: «Él es el que prende a los sabios en su propia astucia». 20 Y también: «El Señor conoce los razonamientos de los sabios, los cuales son inútiles». 21 Así que nadie se jacte en los hombres, porque todo es de ustedes: 22 ya sea Pablo, o Apolos, o Cefas, o el mundo, o la vida, o la muerte, o lo presente, o lo por venir, todo es suyo, 23 y ustedes de Cristo, y Cristo de Dios.

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