En el principio creó Dios los cielos y la tierra (Génesis 1:1).
Cuando comprendemos quién es Dios y nuestra propia identidad, sentamos las bases para una vida llena de significado. ¿Por qué existe el universo? ¿Por qué hay algo en lugar de nada?
Las respuestas a estas preguntas pueden conducirnos hacia una existencia con propósito o hacia una vida carente de él. Si todo lo que nos rodea, incluyéndonos a nosotros mismos, es simplemente el resultado de sucesos aleatorios y sin sentido, aparte de la obra de un Dios creador, entonces esto revela algo acerca de nuestra esencia, nuestro destino y el universo en su totalidad. Bajo estas circunstancias, la única dignidad u honor que concedemos a la humanidad sería meramente sentimental, ya que nos percibiríamos tan insignificantes como un simple gusano. Por lo tanto, en este contexto, no existe ley más trascendental en el universo que la supervivencia del más apto. Génesis 1:1 declara simple y llanamente que el mundo no se creó a sí mismo ni surgió por casualidad; fue creado por Dios, quien por definición es eterno y ha existido siempre.
Si Dios creó este mundo, entonces tiene un plan tanto para el mundo en general como para cada uno de nosotros como individuos. Podemos encontrar sentido en nuestras vidas al cumplir el propósito para el cual nuestro Creador nos diseñó.
Es como si tomáramos un destornillador y tratáramos de usarlo como martillo: no funcionará correctamente y es posible que incluso llegue a romperse. En ese caso, el destornillador no estaría cumpliendo su propósito original, y lo único que obtendríamos sería frustración.
De manera similar, cuando nos volvemos hacia nuestro Creador y su palabra, descubrimos el propósito que él tiene para nosotros.
Muchas personas creen que Génesis 1:1 no tiene relación con los hechos científicos y buscan el sentido de la vida en otras áreas. Un día, los alumnos de la clase de un gran científico comenzaron a debatir entre ellos y llegaron a la conclusión de que Dios no existía.
Entonces, el científico les planteó una pregunta: les preguntó cuánto del conocimiento total del mundo tenían entre todos ellos, como clase. Después de una discusión, los estudiantes calcularon que poseían aproximadamente el 5% de todo el conocimiento humano.
Aunque el científico consideró que esta estimación era bastante generosa, respondió con una pregunta: “¿Es posible que Dios exista en el 95% que ustedes no conocen?”
Hace unos 100 años, existía un gran filósofo alemán llamado Arthur Schopenhauer. Estaba sentado en un banco en un parque de Berlín, sumido en sus pensamientos, cuando un policía se acercó y le preguntó: “¿Quién es usted?” Schopenhauer respondió: “Ojalá lo supiera”.
La única manera de conocer realmente quiénes somos es a través de Dios, y el punto de partida es Génesis 1:1.
Dedica hoy un tiempo especial a reflexionar sobre lo que significa que Dios sea tu Creador y tú su criatura. Luego, busca en su Palabra para entender mejor su propósito para ti. Dios no cometió errores ni tomó decisiones al azar cuando te creó.
Tienes un papel importante en su plan, y la muerte de Jesús en la cruz por ti demuestra lo valioso que eres para Dios.