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26-02-2024

Devocional

Devocional: Lucas 12

Posiblemente, habéis visto la pegatina: “Quien más juguetes tenga, gana” ¿Gana qué? Quien más juguetes tenga se marchará de esta vida exactamente con la misma cantidad que todos los demás. Al cabo de un billón de años de eternidad, resultará poco importante la cantidad de juguetes que hayamos podido acumular durante los más o menos setenta años de nuestra vida aquí.

No obstante, en nuestra sociedad materialista, es sobrecogedor ver lo extendida que se halla la avaricia, y la manera como se va insinuando en nuestras prioridades y relaciones. En Lucas 12:13-21, Jesús se encuentra delante de un hombre que le suplica: “Maestro, dile a mi hermano que comparta la herencia conmigo”. No sabemos si la reivindicación de este hombre era justa o no. Desde la perspectiva de Jesús esto no importa, sino que está en juego algo mucho más fundamental. Para el hombre en cuestión, es evidente que su parte de la herencia tenía más importancia que una relación con su hermano que fuese aceptable a Dios. Jesús no sólo insiste en que no ha venido para hacer de árbitro en cuestiones secundarias como esta (12:14), sino que advierte: “¡Tened cuidado! —advirtió a la gente—. Absteneos de toda avaricia; la vida de una persona no depende de la abundancia de sus bienes” (12:15). Tal vez no sea cierto que “quien más juguetes tenga, gana”.

Este pasaje anticipa la parábola del agricultor rico cuya creciente abundancia de trigo almacenado hace que se plantee construir almacenes aún más grandes (12:16-20). En nuestra cultura, este individuo podría perfec­tamente ser representado por un constructor, o creador de programas informáticos o bien un agente inmobiliario. En una cultura que se obsesiona por los bienes presentes, es preocupante ver con qué facilidad los creyentes pueden verse arrastrados por la misma vorágine de avaricia. Lo que comienza siendo una resolución a esforzarse al máximo para Cristo, puede degenerarse y acabar por ser una obsesión egocéntrica por competir y por adquirir más y más. Planificas con empeño tu jubilación; al fin y al cabo, tienes “bastantes cosas buenas guardadas para muchos años” (12:19). Puesto que todo el mundo se deshace en cumplidos por lo bien que te va, no oyes la voz de Dios: “¡Necio! Esta misma noche te van a reclamar la vida. ¿Y quién se quedará con lo que has acumulado?” (12:20).

El problema no son las riquezas en sí. La Biblia nos habla de muchos ricos que usaron sus riquezas para Dios, personas que no estaban tan apegados a sus riquezas como para que se convirtieran en un dios alternativo. No obstante, tengo cierto reparo al señalar este hecho, ya que la mayoría de nosotros somos tan expertos a la hora de engañarnos a nosotros mismos, que inevitablemente creeremos que esta concesión nos libra de toda culpa. Los demás son avariciosos o avaros; yo soy trabajador y frugal. Los demás son materialistas y hedonistas; yo soy realista y creo que un corazón alegre hace bien, como una buena medicina. Meditemos entonces en Lucas 12:21.

Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2016. Usado con permiso.

Devocional: Job 27

El último discurso de los “miserables consoladores” de Job es el de Bildad (Job 25), y es patéticamente corto porque incluso él reconoce que no tiene nada nuevo que decir, ni tampoco sus amigos. La respuesta de Job es larga y compleja (caps. 26—31), como si estuviese decidido a condenar a sus amigos al silencio. Parte de la misma es solo un simple repaso. El primer capítulo (la lectura de ayer, Job 26) nos muestra a Job burlándose de estos “consoladores” por su crueldad y la esterilidad de sus consejos ante un sufrimiento como el de Job. También lo vemos dándoles la razón en lo relativo al poder inconmensurable de Dios. Después de un impresionante repaso de los hechos poderosos del Señor, Job concluye: “¡Y esto es solo una muestra de sus obras, un murmullo que logramos escuchar! ¿Quién podrá comprender su trueno poderoso?” (26:14). Los “consoladores” lo acusan de reducir a Dios a la impotencia, pero él insiste tanto en el poder trascendente del Señor que cree que contempla la opción de que él está distante.

Eso nos lleva a Job 27. Aquí tenemos todas las tensiones de la posición de Job. Se pone bajo juramento para hacer su reflexión (“Juro por Dios, el Todopoderoso”). Nunca admitirá que sus oponentes tienen razón, porque eso significaría negar que ha vivido su vida con integridad: “Jamás podré admitir que tengáis la razón; mientras viva, insistiré en mi integridad. Insistiré en mi inocencia; no cederé. Mientras viva, no me remorderá la conciencia” (27:5- 6). Sin embargo, irónicamente, el Dios por el que Job jura, cuya grandeza ha alabado en al capítulo 26, aquel que provee el propio aliento en su nariz (27:3), es también, según él, el Dios “que se niega a hacerme justicia, quien me ha amargado el ánimo” (27:2).

Más ironía: las palabras de Job no significan que Dios sea corrupto o injusto. Reconoce que el Señor salda cuentas con los malvados (27:7-10), a menudo en esta vida (27:11-23), pero definitivamente en la muerte.

Esta no es la posición final de Job, por supuesto; la historia aún no ha acabado. No obstante, podemos reflexionar sobre el punto en el que estamos en este momento.

En primer lugar, lo mejor es ser siempre honesto en nuestras reflexiones, a fin de evitar posiciones que distorsionen los hechos (la necedad de los tres “consoladores”), y mantenernos transparentes delante de Dios. De cualquier modo, él sabe lo que pensamos. Hay esperanza de avanzar cuando se es honesto, pero es casi imposible hacerlo donde reina la mentira.

En segundo lugar, esto significa que en varias etapas del peregrinaje cristiano podemos encontrar oponentes que vean en nosotros ironías conspicuas o profundos misterios. No debemos gloriarnos en las contradicciones, por supuesto, pero en los asuntos relacionados con Dios, los misterios son inevitables. Con el tiempo, algunos de ellos van acercándose a su resolución, pero casi siempre acompañados por la gloria de nuevos secretos que se revelan.


Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2013. Usado con permiso.

Éxodo 9

Quinta plaga: la peste en el ganado

9 Entonces el Señor dijo a Moisés: «Ve a Faraón y dile: “Así dice el Señor, el Dios de los hebreos: ‘Deja ir a Mi pueblo para que me sirva. Porque si te niegas a dejarlos ir y los sigues deteniendo, entonces la mano del Señor vendrá con gravísima pestilencia sobre tus ganados que están en el campo: sobre los caballos, sobre los asnos, sobre los camellos, sobre las vacas y sobre las ovejas. Pero el Señor hará distinción entre los ganados de Israel y los ganados de Egipto, y nada perecerá de todo lo que pertenece a los israelitas’”».

Y el Señor fijó un plazo definido y dijo: «Mañana el Señor hará esto en la tierra». El Señor hizo esto al día siguiente, y perecieron todos los ganados de Egipto. Pero de los ganados de los israelitas, ni un solo animal murió. Faraón envió a ver, y ni un solo animal de los ganados de Israel había perecido. Pero el corazón de Faraón se endureció y no dejó ir al pueblo.

Sexta plaga: las úlceras

Entonces el Señor dijo a Moisés y a Aarón: «Tomen puñados de hollín de un horno, y que Moisés lo esparza hacia el cielo en presencia de Faraón. El hollín se convertirá en polvo fino sobre toda la tierra de Egipto, y producirá tumores que resultarán en úlceras en los hombres y en los animales, por toda la tierra de Egipto».

10 Tomaron, pues, hollín de un horno, y se presentaron delante de Faraón, y Moisés lo arrojó hacia el cielo, y produjo tumores que resultaron en úlceras en los hombres y en los animales. 11 Y los magos no podían estar delante de Moisés a causa de los tumores, pues los tumores estaban tanto en los magos como en todos los egipcios. 12 Y el Señor endureció el corazón de Faraón y no los escuchó, tal como el Señor había dicho a Moisés.

Séptima plaga: el granizo

13 Entonces el Señor dijo a Moisés: «Levántate muy de mañana, y ponte delante de Faraón, y dile: “Así dice el Señor, el Dios de los hebreos: ‘Deja ir a Mi pueblo para que me sirva. 14 Porque esta vez enviaré todas Mis plagas sobre ti, sobre tus siervos y sobre tu pueblo, para que sepas que no hay otro como Yo en toda la tierra. 15 Porque si Yo hubiera extendido Mi mano y te hubiera herido a ti y a tu pueblo con pestilencia, ya habrías sido cortado de la tierra. 16 Pero en verdad, por esta razón te he permitido permanecer: para mostrarte Mi poder y para proclamar Mi nombre por toda la tierra. 17 Y todavía te enalteces contra Mi pueblo no dejándolos ir. 18 Así que mañana como a esta hora, enviaré granizo muy pesado, tal como no ha habido en Egipto desde el día en que fue fundado hasta ahora. 19 Ahora pues, manda poner a salvo tus ganados y todo lo que tienes en el campo, porque todo hombre o todo animal que se encuentre en el campo, y no sea traído a la casa, morirá cuando caiga sobre ellos el granizo’”».

20 El que de entre los siervos de Faraón tuvo temor de la palabra del Señor, hizo poner a salvo a sus siervos y sus ganados en sus casas, 21 pero el que no hizo caso a la palabra del Señor, dejó a sus siervos y sus ganados en el campo.

22 Entonces el Señor dijo a Moisés: «Extiende tu mano hacia el cielo para que caiga granizo en toda la tierra de Egipto, sobre los hombres, sobre los animales y sobre toda planta del campo por toda la tierra de Egipto».

23 Moisés extendió su vara hacia el cielo, y el Señor envió truenos y granizo, y cayó fuego sobre la tierra. El Señor hizo llover granizo sobre la tierra de Egipto. 24 Y hubo granizo muy intenso, y fuego centelleando continuamente en medio del granizo, muy pesado, tal como no había habido en toda la tierra de Egipto desde que llegó a ser una nación. 25 El granizo hirió todo lo que había en el campo por toda la tierra de Egipto, tanto hombres como animales. El granizo hirió también toda planta del campo, y destrozó todos los árboles del campo. 26 Solo en la tierra de Gosén, donde estaban los israelitas, no hubo granizo.

27 Entonces Faraón envió llamar a Moisés y Aarón y les dijo: «Esta vez he pecado. El Señor es el justo, y yo y mi pueblo somos los impíos. 28 Rueguen al Señor, porque ha habido ya suficientes truenos y granizo de parte de Dios. Los dejaré ir y no se quedarán más aquí». 29 «Tan pronto como yo salga de la ciudad», le dijo Moisés, «extenderé mis manos al Señor. Los truenos cesarán, y no habrá más granizo, para que sepas que la tierra es del Señor. 30 En cuanto a ti y a tus siervos, sé que aún no temen al Señor Dios».

31 Y el lino y la cebada fueron destruidos, pues la cebada estaba en espiga y el lino estaba en flor; 32 pero el trigo y el centeno no fueron destruidos, por ser tardíos.

33 Salió Moisés de la ciudad, de la presencia de Faraón, y extendió sus manos al Señor, y los truenos y el granizo cesaron, y no cayó más lluvia sobre la tierra. 34 Pero cuando Faraón vio que la lluvia y el granizo y los truenos habían cesado, pecó otra vez, y endureció su corazón, tanto él como sus siervos. 35 Y se endureció el corazón de Faraón y no dejó ir a los israelitas, tal como el Señor había dicho por medio de Moisés.

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Lucas 12

Advertencia contra la hipocresía

12 Entre tanto, una multitud de miles y miles se había reunido, tanto que se atropellaban unos a otros. Jesús comenzó a hablar primero a Sus discípulos: «Cuídense de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía. Nada hay encubierto que no haya de ser revelado, ni oculto que no haya de saberse. Por lo cual, todo lo que han dicho en la oscuridad se oirá a la luz, y lo que han susurrado en las habitaciones interiores, será proclamado desde las azoteas.

»Así que Yo les digo, amigos Míos: no teman a los que matan el cuerpo, y después de esto no tienen nada más que puedan hacer. Pero Yo les mostraré a quién deben temer: teman a Aquel que, después de matar, tiene poder para arrojar al infierno; sí, les digo: ¡A Él, teman! ¿No se venden cinco pajarillos por dos moneditas? Y sin embargo, ni uno de ellos está olvidado ante Dios. Es más, aun los cabellos de la cabeza de ustedes están todos contados. No teman; ustedes valen más que muchos pajarillos.

»Les digo, que a todo el que me confiese delante de los hombres, el Hijo del Hombre lo confesará también ante los ángeles de Dios; pero el que me niegue delante de los hombres, será negado delante de los ángeles de Dios. 10 Y a todo el que diga una palabra contra el Hijo del Hombre, se le perdonará; pero al que blasfeme contra el Espíritu Santo, no se le perdonará.

11 »Cuando los lleven a las sinagogas y ante los gobernantes y las autoridades, no se preocupen de cómo o de qué hablarán en defensa propia, o qué van a decir; 12 porque el Espíritu Santo en esa misma hora les enseñará lo que deben decir».

Advertencia contra la avaricia

13 Uno de la multitud le dijo: «Maestro, dile a mi hermano que divida la herencia conmigo». 14 «¡Hombre!», le dijo Jesús, «¿Quién me ha puesto por juez o árbitro sobre ustedes?». 15 También les dijo: «Estén atentos y cuídense de toda forma de avaricia; porque aun cuando alguien tenga abundancia, su vida no consiste en sus bienes».

16 Entonces les contó una parábola: «La tierra de cierto hombre rico había producido mucho. 17 Y él pensaba dentro de sí: “¿Qué haré, ya que no tengo dónde almacenar mis cosechas?”. 18 Entonces dijo: “Esto haré: derribaré mis graneros y edificaré otros más grandes, y allí almacenaré todo mi grano y mis bienes. 19 Y diré a mi alma: alma, tienes muchos bienes depositados para muchos años; descansa, come, bebe, diviértete”. 20 Pero Dios le dijo: “¡Necio! Esta misma noche te reclaman el alma; y ahora, ¿para quién será lo que has provisto?”. 21 Así es el que acumula tesoro para sí, y no es rico para con Dios».

Advertencia contra la ansiedad

22 A Sus discípulos Jesús les dijo: «Por eso les digo que no se preocupen por su vida, qué comerán; ni por su cuerpo, qué vestirán. 23 Porque la vida es más que el alimento, y el cuerpo más que la ropa. 24 Consideren los cuervos, que ni siembran ni siegan; no tienen bodega ni granero, y sin embargo, Dios los alimenta. ¡Cuánto más valen ustedes que las aves! 25 ¿Quién de ustedes, por ansioso que esté, puede añadir una hora al curso de su vida? 26 Si ustedes, pues, no pueden hacer algo tan pequeño, ¿por qué se preocupan por lo demás?

27 »Consideren los lirios, cómo crecen; no trabajan ni hilan. Pero les digo que ni Salomón en toda su gloria se vistió como uno de estos. 28 Y si Dios viste así la hierba del campo, que hoy es y mañana es echada al horno, ¡cuánto más hará por ustedes, hombres de poca fe!

29 »Ustedes, pues no busquen qué han de comer, ni qué han de beber, y no estén preocupados. 30 Porque los pueblos del mundo buscan ansiosamente todas estas cosas; pero el Padre de ustedes sabe que necesitan estas cosas. 31 Pero busquen Su reino, y estas cosas les serán añadidas.

32 »No temas, rebaño pequeño, porque el Padre de ustedes ha decidido darles el reino. 33 Vendan sus posesiones y den limosnas; háganse bolsas que no se deterioran, un tesoro en los cielos que no se agota, donde no se acerca ningún ladrón ni la polilla destruye. 34 Porque donde esté el tesoro de ustedes, allí también estará su corazón.

Parábola de los siervos vigilantes

35 »Estén siempre preparados y mantengan las lámparas encendidas, 36 y sean semejantes a hombres que esperan a su señor que regresa de las bodas, para abrirle tan pronto como llegue y llame. 37 Dichosos aquellos siervos a quienes el señor, al venir, halle velando; en verdad les digo que se ceñirá para servir, y los sentará a la mesa, y acercándose, les servirá. 38 Y ya sea que venga en la segunda vigilia, o aun en la tercera, y los halla así, dichosos son aquellos siervos.

39 »Ustedes pueden estar seguros de que si el dueño de la casa hubiera sabido a qué hora iba a venir el ladrón, no hubiera permitido que entrara en su casa. 40 También ustedes estén preparados, porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no esperan».

Parábola del siervo fiel y del infiel

41 Entonces Pedro dijo: «Señor, ¿nos dices esta parábola a nosotros, o también a todos los demás?».

42 El Señor respondió: «¿Quién es, pues, el mayordomo fiel y prudente a quien su señor pondrá sobre sus siervos para que a su tiempo les dé sus raciones? 43 Dichoso aquel siervo a quien, cuando su señor venga, lo encuentre haciendo así. 44 En verdad les digo que lo pondrá sobre todos sus bienes. 45 Pero si aquel siervo dice en su corazón: “Mi señor tardará en venir”, y empieza a golpear a los criados y a las criadas, y a comer, a beber y a embriagarse, 46 el señor de aquel siervo llegará un día, cuando él no lo espera y a una hora que no sabe, y lo azotará severamente, y le asignará un lugar con los incrédulos.

47 »Y aquel siervo que sabía la voluntad de su señor, y que no se preparó ni obró conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes; 48 pero el que no la sabía, e hizo cosas que merecían castigo, será azotado poco. A todo el que se le haya dado mucho, mucho se demandará de él; y al que mucho le han confiado, más le exigirán.

Jesús, causa de división

49 »Yo he venido para echar fuego sobre la tierra, y ¡cómo quisiera que ya estuviera encendido! 50 Pero de un bautismo tengo que ser bautizado, y ¡cómo me angustio hasta que se cumpla! 51 ¿Piensan que vine a dar paz en la tierra? No, les digo, sino más bien división. 52 Porque desde ahora en adelante, cinco en una casa estarán divididos; tres contra dos y dos contra tres. 53 Estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre; la madre contra la hija y la hija contra la madre; la suegra contra su nuera y la nuera contra su suegra».

Cómo discernir el tiempo

54 Decía también a las multitudes: «Cuando ven una nube que se levanta en el oeste, al instante ustedes dicen: “Viene un aguacero”, y así sucede. 55 Y cuando sopla el viento del sur, dicen: “Va a hacer calor”, y así pasa. 56 ¡Hipócritas! Saben examinar el aspecto de la tierra y del cielo; entonces, ¿por qué no examinan este tiempo presente?

57 »¿Y por qué no juzgan por sí mismos lo que es justo? 58 Porque mientras vas con tu adversario para comparecer ante el magistrado, procura en el camino arreglarte con él, no sea que te arrastre ante el juez, y el juez te entregue al guardia, y el guardia te eche en la cárcel. 59 Te digo que no saldrás de allí hasta que hayas pagado aun el último centavo».


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Job 27

Job describe al impío

27 Entonces Job continuó su discurso y dijo:

«¡Vive Dios, que ha quitado mi derecho,
Y el Todopoderoso, que ha amargado mi alma!
Porque mientras haya vida en mí,
Y el aliento de Dios esté en mis narices,
Mis labios, ciertamente, no hablarán injusticia,
Ni mi lengua pronunciará mentira.
Lejos esté de mí que les dé la razón a ustedes;
Hasta que muera, no abandonaré mi integridad.
Me aferraré a mi justicia y no la soltaré.
Mi corazón no reprocha ninguno de mis días.

»Sea como el impío mi enemigo,
Y como el injusto mi adversario.
Porque, ¿cuál es la esperanza del impío cuando es cortado,
Cuando Dios reclama su alma?
¿Oirá Dios su clamor,
Cuando venga sobre él la angustia?
10 ¿Se deleitará en el Todopoderoso?
¿Invocará a Dios en todo tiempo?
11 Les instruiré en el poder de Dios;
No ocultaré lo que concierne al Todopoderoso.
12 Todos ustedes lo han visto;
¿Por qué, entonces, obran neciamente?

13 »Esta es la porción de parte de Dios para el hombre impío,
Y la herencia que los tiranos reciben del Todopoderoso.
14 Aunque sean muchos sus hijos, están destinados a la espada,
Y sus vástagos no se saciarán de pan.
15 Sus sobrevivientes serán sepultados a causa de la plaga,
Y sus viudas no podrán llorar.
16 Aunque amontone plata como polvo,
Y prepare vestidos abundantes como el barro;
17 Él los puede preparar, pero el justo los vestirá,
Y el inocente repartirá la plata.
18 Edifica su casa como tela de araña,
O como choza que un guarda construye.
19 Rico se acuesta, pero no volverá a serlo;
Abre sus ojos, y ya no hay nada.
20 Lo alcanzan los terrores como una inundación;
De noche lo arrebata un torbellino.
21 Se lo lleva el viento del este, y desaparece,
Pues como torbellino lo arranca de su lugar.
22 Sin compasión se arrojará contra él;
Ciertamente él tratará de huir de su poder.
23 Batirán palmas por su ruina,
Y desde su propio lugar le silbarán.


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1 Corintios 13

Excelencia del amor

13 Si yo hablara lenguas humanas y angélicas, pero no tengo amor, he llegado a ser como metal que resuena o címbalo que retiñe. Y si tuviera el don de profecía, y entendiera todos los misterios y todo conocimiento, y si tuviera toda la fe como para trasladar montañas, pero no tengo amor, nada soy. Y si diera todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregara mi cuerpo para ser quemado, pero no tengo amor, de nada me aprovecha.

El amor es paciente, es bondadoso. El amor no tiene envidia; el amor no es jactancioso, no es arrogante. No se porta indecorosamente; no busca lo suyo, no se irrita, no toma en cuenta el mal recibidoEl amor no se regocija de la injusticia, sino que se alegra con la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.

El amor nunca deja de ser. Pero si hay dones de profecía, se acabarán; si hay lenguas, cesarán; si hay conocimiento, se acabará. Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos; 10 pero cuando venga lo perfecto, lo incompleto se acabará. 11 Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; pero cuando llegué a ser hombre, dejé las cosas de niño.

12 Porque ahora vemos por un espejo, veladamente, pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte, pero entonces conoceré plenamente, como he sido conocido. 13 Y ahora permanecen la fe, la esperanza, el amor: estos tres; pero el mayor de ellos es el amor.

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