Plan
Lectura de Hoy
28-02-2024
Devocional
Devocional: Éxodo 11:1–12:20
Las plagas devastadoras han seguido su curso predeterminado. Una y otra vez, el faraón endurece su corazón; no obstante, por muy culpable que sea este hombre, Dios está moviendo soberanamente los hilos, advirtiendo al faraón de hecho; implícitamente invitándole a que se arrepienta. Por ejemplo, mediante Moisés Dios ya había dicho al faraón: “Pero te he dejado con vida precisamente para mostrarte mi poder, y para que mi nombre sea proclamado por toda la tierra. Tú, sin embargo, sigues enfrentándote a mi pueblo y no quieres dejarlo ir” (9:16-17). Pero ahora la paciencia del faraón finalmente se viene abajo. Advierte a Moisés de que no vuelva a aparecer ante él: “El día que vuelvas a verme, puedes darte por muerto” (10:28).
Está preparado el escenario para la última plaga, la más grande y más terrible de todas. Tras las nueve catástrofes anteriores, sería de esperar que la descripción ofrecida por Moisés de lo que sucedería (Éxodo 11) haría que el faraón se lo pensara antes de decir que no otra vez. Pero se niega a escuchar (11:9); y todo esto ocurre para que, como Dios mismo dice, “las maravillas del Señor se multiplicaran en Egipto” (11:9).
En Éxodo 11 – 12, encontramos otra descripción, casi circunstancial, de la provisión soberana por parte de Dios. Éxodo 11 nos informa, casi parentéticamente, que “el Señor hizo que los egipcios vieran con buenos ojos a los israelitas” (11:3). Luego se relata, en Éxodo 12, cómo los egipcios apremian a los israelitas a que abandonen el país (12:33). No es difícil entender las razones: ¿cuántas más plagas de este tipo serían capaces de soportar? Al mismo tiempo, los israelitas pidieron ropa, plata y oro. “El Señor hizo que los egipcios vieran con buenos ojos a los israelitas, así que les dieron todo lo que les pedían. De este modo los israelitas despojaron por completo a los egipcios” (12:36).
Desde el punto de vista psicológico, y mirándola retrospectivamente, esta reacción parece lógica. Además del miedo que provocaron los israelitas entre los egipcios, tal vez también había sentimientos de culpa. ¿Quién sabe? “Les debemos algo”. También desde el punto de vista psicológico, uno podría, por supuesto, imaginarse un escenario completamente diferente: en un ataque de rabia, los egipcios podrían haber masacrado a la gente cuyo líder, Moisés, y cuyo Dios les ha traído tanta devastación y tanta muerte.
En realidad, sin embargo, este desenlace se produce, por la mano poderosa de Dios: el Señor mismo inclinó los afectos del pueblo egipcio hacia ellos.
A menudo, este hecho se les escapa a los sociólogos y a quienes tratan la cultura en su conjunto como si fuese un sistema. Se olvidan de que Dios puede intervenir y dirigir los corazones y las mentes de las personas. La posibilidad de un reavivamiento masivo capaz de transformar los sistemas de valores de Occidente ya no es tomado en serio por los que sólo piensan en términos de sistemas cerrados. Pero, si Dios interviene y hace que los corazones de la gente estén dispuestos a recibir la predicación del evangelio…
Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2016. Usado con permiso.
Devocional: 1 Corintios 15
El resumen del Evangelio apostólico al principio de 1 Corintios 15 se establece en pocos puntos: Cristo murió por nuestros pecados, fue sepultado y resucitó al tercer día según las Escrituras. El último punto se desarrolla algo más: después de su resurrección, Jesucristo se apareció a Pedro, a los doce, a más de quinientas personas al mismo tiempo (algunos de los cuales han muerto, aunque, cuando Pablo escribía, muchos de ellos seguían vivos y podían dar testimonio), a Jacobo, a todos los apóstoles y, finalmente, a Pablo. La lista no pretende ser exhaustiva, sino ofrecer una visión más integral, con una atención especial sobre los portadores de la tradición cristiana y en el propio Pablo como uno de ellos. Parte del significado de la resurrección se descubre entonces en los siguientes versículos.
Algunas observaciones preliminares:
Primero, “el Evangelio” no trata en primera instancia de algo que Dios ha hecho por mí, sino de algo que ha hecho objetivamente en la historia. Trata sobre Jesús, especialmente sobre su muerte y resurrección. No hemos predicado el Evangelio cuando hemos contado nuestro testimonio y nada más, o cuando hemos transmitido una serie de bellos relatos sobre Jesús, sin alcanzar el telos (la meta o el fin) de la historia contada en los cuatro evangelios.
Segundo, los acontecimientos principales de este Evangelio se desarrollaron “según las Escrituras”. La forma precisa como estas predijeron lo que ocurriría, frecuentemente por medio de tipos, no es nuestra preocupación inmediata; más bien, lo es el simple hecho de su relación con la Escritura, realmente asombrosa. Ningún miembro de la iglesia primitiva consideró la trascendencia de Jesús como algo nuevo, o aislado de todo lo que había venido anteriormente. Realmente, lo veían como la piedra angular, la meta gloriosa, la culminación de toda la revelación precedente de Dios en su santa Palabra.
Tercero, este Evangelio nos salva (15:2). Estas pocas palabras presuponen una gran cantidad de teología: en particular, de qué se nos salva. Integrados aquí encontramos el entendimiento de Pablo acerca de los seres humanos creados a imagen de Dios, lo terrible del pecado y la maldición del Todopoderoso que nos ha separado de nuestro Hacedor, nuestra incapacidad de arreglar la situación. El Evangelio nos salva y siempre debemos tener en mente de qué nos ha salvado exactamente.
Cuarto, Pablo no sólo deja claro el objeto de su fe salvadora (es decir, el Evangelio), sino también la naturaleza de esta fe, una que persevera, que se agarra con firmeza a la palabra predicada por los apóstoles. “De otro modo, habréis creído en vano” (15:2), una reflexión que aparece con frecuencia en el Nuevo Testamento (p. ej., Juan 8:31; Colosenses 1:23; Hebreos 3:14; 2 Pedro 1:10).
Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2013. Usado con permiso.
Éxodo 11:1–12:20
Anuncio de la décima plaga
11 El Señor dijo a Moisés: «Una plaga más traeré sobre Faraón y sobre Egipto, después de la cual los dejará ir de aquí. Cuando los deje ir, ciertamente los echará de aquí completamente. 2 Dile ahora al pueblo que cada hombre pida a su vecino y cada mujer a su vecina objetos de plata y objetos de oro».
3 El Señor hizo que el pueblo se ganara el favor de los egipcios. Además el mismo Moisés era muy estimado en la tierra de Egipto, tanto a los ojos de los siervos de Faraón como a los ojos del pueblo. 4 Y Moisés dijo: «Así dice el Señor: “Como a medianoche Yo pasaré por toda la tierra de Egipto, 5 y morirá todo primogénito en la tierra de Egipto, desde el primogénito de Faraón que se sienta en su trono, hasta el primogénito de la sierva que está detrás del molino; también todo primogénito del ganado. 6 Y habrá gran clamor en toda la tierra de Egipto, como nunca antes lo ha habido y como nunca más lo habrá. 7 Pero a ninguno de los israelitas ni siquiera un perro le ladrará, ni a hombre ni a animal, para que ustedes entiendan cómo el Señor hace distinción entre Egipto e Israel”. 8 Todos estos sus siervos descenderán a mí y se inclinarán ante mí, diciendo: “Sal, tú y todo el pueblo que te sigue”; y después de esto yo saldré». Y Moisés salió ardiendo en ira de la presencia de Faraón.
9 Entonces el Señor dijo a Moisés: «Faraón no los escuchará, para que Mis maravillas se multipliquen en la tierra de Egipto». 10 Moisés y Aarón hicieron todas estas maravillas en presencia de Faraón. Con todo, el Señor endureció el corazón de Faraón, y este no dejó salir de su tierra a los israelitas.
Institución de la Pascua
12 En la tierra de Egipto el Señor habló a Moisés y a Aarón y les dijo: 2 «Este mes será para ustedes el principio de los meses. Será el primer mes del año para ustedes. 3 Hablen a toda la congregación de Israel y digan: “El día diez de este mes cada uno tomará para sí un cordero, según sus casas paternas; un cordero para cada casa. 4 Pero si la casa es muy pequeña para un cordero, entonces él y el vecino más cercano a su casa tomarán uno según el número de personas. Conforme a lo que cada persona coma, dividirán ustedes el cordero. 5 El cordero será un macho sin defecto, de un año. Lo apartarán de entre las ovejas o de entre las cabras. 6 Y lo guardarán hasta el día catorce del mismo mes. Entonces toda la asamblea de la congregación de Israel lo matará al anochecer. 7 Ellos tomarán parte de la sangre y la pondrán en los dos postes y en el dintel de las casas donde lo coman.
8 ”Comerán la carne esa misma noche, asada al fuego, y la comerán con pan sin levadura y con hierbas amargas. 9 Ustedes no comerán nada de él crudo ni hervido en agua, sino asado al fuego, tanto su cabeza como sus patas y sus entrañas. 10 No dejarán nada de él para la mañana, sino que lo que quede de él para la mañana lo quemarán en el fuego. 11 De esta manera lo comerán: ceñidas sus cinturas, las sandalias en sus pies y el cayado en su mano, lo comerán apresuradamente. Es la Pascua del Señor.
12 ”Porque esa noche pasaré por la tierra de Egipto, y heriré a todo primogénito en la tierra de Egipto, tanto de hombre como de animal. Ejecutaré juicios contra todos los dioses de Egipto. Yo, el Señor. 13 La sangre les será a ustedes por señal en las casas donde estén. Cuando Yo vea la sangre pasaré de largo, y ninguna plaga vendrá sobre ustedes para destruirlos cuando Yo hiera la tierra de Egipto. 14 Y este día será memorable para ustedes y lo celebrarán como fiesta al Señor. Lo celebrarán por todas sus generaciones como ordenanza perpetua.
15 ”Siete días comerán panes sin levadura. Además, desde el primer día quitarán toda levadura de sus casas. Porque cualquiera que coma algo leudado desde el primer día hasta el séptimo, esa persona será cortada de Israel. 16 Y en el primer día tendrán una santa convocación, y otra santa convocación en el séptimo día. Ningún trabajo se hará en ellos, excepto lo que cada uno deba comer. Solo esto podrán hacer. 17 Guardarán también la Fiesta de los Panes sin Levadura, porque en ese mismo día saqué Yo a sus ejércitos de la tierra de Egipto. Por tanto guardarán este día por todas sus generaciones como ordenanza perpetua. 18 En el mes primero comerán los panes sin levadura, desde el día catorce del mes por la tarde, hasta el día veintiuno del mes por la tarde. 19 Por siete días no habrá levadura en sus casas. Porque cualquiera que coma algo leudado, esa persona será cortada de la congregación de Israel, ya sea extranjero o nativo del país. 20 No comerán nada leudado. En todo lugar donde habiten comerán panes sin levadura”».
Nueva Biblia de las Américas Copyright © 2005 por The Lockman Foundation, La Habra, California. Todos los derechos reservados. Para más información, visita www.exploranbla.com
Lucas 14
Jesús sana otra vez en día de reposo
14 Y aconteció que un día de reposo, Jesús entró para comer en casa de uno de los principales de los fariseos, y ellos lo estaban observando cuidadosamente. 2 Y allí, frente a Él, estaba un hombre hidrópico. 3 Dirigiéndose Jesús a los intérpretes de la ley y a los fariseos, les dijo: «¿Es lícito sanar en el día de reposo, o no?».
4 Pero ellos guardaron silencio. Y Él, tomando al hombre de la mano, lo sanó y lo despidió. 5 Y a ellos les dijo: «¿A quién de ustedes, si se le cae un hijo o un buey en un hoyo en día de reposo, no lo saca inmediatamente?».
6 Y no le pudieron responder a esto.
Lección sobre la humildad
7 Jesús comenzó a referir una parábola a los invitados, cuando advirtió cómo escogían los lugares de honor en la mesa: 8 «Cuando seas invitado por alguien a un banquete de bodas, no tomes el lugar de honor, no sea que él haya invitado a otro más distinguido que tú, 9 y viniendo el que te invitó a ti y a él, te diga: “Dale el lugar a este”; y entonces, avergonzado, tengas que irte al último lugar. 10 Sino que cuando seas invitado, ve y siéntate en el último lugar, para que cuando llegue el que te invitó, te diga: “Amigo, ven más adelante”; entonces serás honrado delante de todos los que se sientan a la mesa contigo. 11 Porque todo el que se engrandece, será humillado; y el que se humille será engrandecido».
12 Jesús dijo también al que lo había convidado: «Cuando ofrezcas una comida o una cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos ricos, no sea que ellos a su vez también te conviden y tengas ya tu recompensa. 13 Antes bien, cuando ofrezcas un banquete, llama a pobres, mancos, cojos, ciegos, 14 y serás bienaventurado, ya que ellos no tienen para recompensarte; pues tú serás recompensado en la resurrección de los justos».
Parábola de la gran cena
15 Cuando uno de los que estaban sentados con Él a la mesa oyó esto, le dijo: «¡Bienaventurado todo el que coma pan en el reino de Dios!». 16 Pero Jesús le dijo: «Cierto hombre dio una gran cena, e invitó a muchos. 17 A la hora de la cena envió a su siervo a decir a los que habían sido invitados: “Vengan, porque ya todo está preparado”. 18 Pero todos a una comenzaron a excusarse. El primero le dijo: “He comprado un terreno y necesito ir a verlo; te ruego que me excuses”. 19 Otro dijo: “He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlos; te ruego que me excuses”. 20 También otro dijo: “Me he casado, y por eso no puedo ir”.
21 »Cuando el siervo regresó, informó de todo esto a su señor. Entonces, enojado el dueño de la casa, dijo a su siervo: “Sal enseguida por las calles y callejones de la ciudad, y trae acá a los pobres, los mancos, los ciegos y los cojos”. 22 Y el siervo dijo: “Señor, se ha hecho lo que usted ordenó, y todavía hay lugar”. 23 Entonces el señor dijo al siervo: “Sal a los caminos y por los cercados, y oblígalos a entrar para que se llene mi casa. 24 Porque les digo que ninguno de aquellos hombres que fueron invitados probará mi cena”».
El costo del discipulado
25 Grandes multitudes acompañaban a Jesús; y Él, volviéndose, les dijo: 26 «Si alguien viene a Mí, y no aborrece a su padre y madre, a su mujer e hijos, a sus hermanos y hermanas, y aun hasta su propia vida, no puede ser Mi discípulo. 27 El que no carga su cruz y me sigue, no puede ser Mi discípulo.
28 »Porque, ¿quién de ustedes, deseando edificar una torre, no se sienta primero y calcula el costo, para ver si tiene lo suficiente para terminarla? 29 No sea que cuando haya echado los cimientos y no pueda terminar, todos los que lo vean comiencen a burlarse de él, 30 diciendo: “Este hombre comenzó a edificar y no pudo terminar”.
31 »¿O qué rey, cuando sale al encuentro de otro rey para la batalla, no se sienta primero y delibera si con 10,000 hombres es bastante fuerte para enfrentarse al que viene contra él con 20,000? 32 Y si no, cuando el otro todavía está lejos, le envía una delegación y pide condiciones de paz. 33 Así pues, cualquiera de ustedes que no renuncie a todas sus posesiones, no puede ser Mi discípulo.
34 »Por tanto, buena es la sal, pero si aún la sal ha perdido su sabor, ¿con qué será sazonada? 35 No es útil ni para la tierra ni para el montón de abono; la arrojan fuera. El que tenga oídos para oír, que oiga».
Nueva Biblia de las Américas Copyright © 2005 por The Lockman Foundation, La Habra, California. Todos los derechos reservados. Para más información, visita www.exploranbla.com
Job 29
Job recuerda días felices
29 Y reanudó Job su discurso, y dijo:
2 «¡Quién me diera volver a ser como en meses pasados,
Como en los días en que Dios velaba sobre mí;
3 Cuando Su lámpara resplandecía sobre mi cabeza,
Y a Su luz caminaba yo en las tinieblas;
4 Como era yo en los días de mi juventud,
Cuando el favor de Dios estaba sobre mi tienda;
5 Cuando el Todopoderoso estaba aún conmigo,
Y mis hijos en derredor mío;
6 Cuando en leche se bañaban mis pies,
Y la roca me derramaba ríos de aceite!
7 Cuando yo salía a la puerta de la ciudad,
Cuando en la plaza tomaba mi asiento,
8 Me veían los jóvenes y se escondían,
Y los ancianos se levantaban y permanecían en pie.
9 Los príncipes dejaban de hablar
Y ponían la mano sobre su boca;
10 La voz de los nobles se apagaba,
Y la lengua se les pegaba al paladar.
11 Porque el oído que oía me llamaba bienaventurado,
Y el ojo que veía daba testimonio de mí;
12 Porque yo libraba al pobre que clamaba,
Y al huérfano que no tenía quien lo ayudara.
13 Venía sobre mí la bendición del que estaba a punto de perecer,
Y el corazón de la viuda yo llenaba de gozo.
14 De justicia me vestía, y ella me cubría;
Como manto y turbante era mi derecho.
15 Ojos era yo para el ciego,
Y pies para el cojo.
16 Padre era para los necesitados,
Y examinaba la causa que no conocía.
17 Quebraba los colmillos del impío,
Y de sus dientes arrancaba la presa.
18 Entonces pensaba: “En mi nido moriré,
Y multiplicaré mis días como la arena.
19 Mi raíz se extiende hacia las aguas,
Y el rocío se posa de noche en mi rama.
20 Conmigo siempre es nueva mi gloria,
Y mi arco en mi mano se renueva”.
21 »Me escuchaban y esperaban,
Y guardaban silencio para oír mi consejo.
22 Después de mis palabras no hablaban de nuevo,
Y sobre ellos caía gota a gota mi discurso.
23 Me esperaban como a la lluvia,
Y abrían su boca como a lluvia de primavera.
24 Yo les sonreía cuando ellos no creían,
Y no abatían la luz de mi rostro.
25 Les escogía el camino y me sentaba como jefe,
Y moraba como rey entre las tropas,
Como el que consuela a los que lloran.
Nueva Biblia de las Américas Copyright © 2005 por The Lockman Foundation, La Habra, California. Todos los derechos reservados. Para más información, visita www.exploranbla.com
1 Corintios 15