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Lectura de Hoy

29-02-2024

Devocional

Devocional: Éxodo 12:21–51

La Pascua no era solamente el clímax de las diez plagas, era también el comienzo de la nación de Israel. Sin duda, el faraón estaba harto de Moisés; Dios también estaba harto del faraón. Esta última plaga devastó a los primeros nacidos del país, símbolo de la fuerza, del orgullo y de la esperanza de una nación. Al mismo tiempo, este acontecimiento fue diseñado de tal manera que sirviese para enseñar algunas lecciones fundamentales, de forma gráfica, a los israelitas. Si el ángel de la muerte pasase por la tierra de Egipto, ¿qué principio sería el que distinguiría entre las casas que sufrirían la muerte y las casas donde todos los ocupantes sobrevivirían?

Dios dice a los israelitas que se congreguen en casas, cada una reuniendo a suficientes personas para consumir un cordero entero de un año. Se dan instrucciones muy detalladas para la preparación de la comida. La más extraña de estas instrucciones es que se unte con sangre los postes y el dintel de las puertas: “La sangre servirá para señalar las casas donde vosotros os encontréis, pues al verla pasaré de largo” (Éxodo 12:13). Este hecho se repite más tarde: “Cuando el Señor pase por el país para herir de muerte a los egipcios, verá la sangre en el dintel y en los postes de la puerta, y pasará de largo por esa casa. No permitirá el Señor que el ángel exterminador entre en vuestras casas y os hiera” (12:23). A causa de la sangre derramada, el Señor “pasaría de largo”; así nació la fiesta de la Pascua.

Sería imposible exagerar la importancia de este suceso. No sólo señala la liberación de los israelitas de la esclavitud, sino también el amanecer de un nuevo Pacto con el Redentor. Al mismo tiempo, constituye un cuadro vivo: un pueblo culpable se enfrenta a la muerte, y la única manera de librarse de la sentencia es la muerte de un cordero en lugar de los que están bajo la sentencia. El mismo calendario se cambia para señalar la importancia de este hito en la historia (12:2-3), y se les dice a los israelitas que celebren esta fiesta perpetuamente, en gran parte para instruir a los hijos aun por nacer con respecto a lo que Dios había hecho a favor de esta nación naciente y a la manera como sus hijos primogénitos fueron perdonados en la noche cuando Dios les redimió (12:24-27).

Un milenio y medio más tarde, Pablo recordaría a los creyentes de Corinto que Jesucristo, el Cordero pascual, fue sacrificado en nuestro lugar, inaugurando así un nuevo Pacto (1 Corintios 5:711:25). En la noche en la cual fue traicionado tomó pan y vino, e instituyó un nuevo rito conmemorativo – y esto ocurre durante la misma festividad de la Pascua, como para enfatizar que este nuevo rito enlaza el antiguo con el suceso al cual apunta: la muerte de Cristo. El calendario vuelve a cambiar; una nueva redención se ha logrado. Dios sigue “pasando de largo” ante los que se hayan refugiado en la sangre del Cordero.

Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2016. Usado con permiso.

Devocional: 1 Corintios 16

En momentos dramáticos de su vida, Pablo es guiado por alguna revelación. Sin embargo, en ocasiones pasamos por alto que gran parte de su ministerio es una actividad de planificación, instrucción, juicios pastorales, incluso de incertidumbres, muy parecido a los nuestros.

En 1 Corintios 16, Pablo informa a los corintios acerca de sus planes de viaje (16:5-9). No quiere verlos inmediatamente, de camino a Macedonia, y visitarlos solo de paso. Su intención es ir primero a Macedonia y después “es posible” que pueda pasar un tiempo con los corintios, o incluso todo el invierno (cuando era muy peligroso viajar por el Mediterráneo). Pablo escribe: “Espero permanecer algún tiempo con vosotros, si el Señor así lo permite” (16:7). Antes de embarcarse en este viaje, sin embargo, la intención del apóstol es quedarse un poco más en Éfeso, “porque se me ha presentado una gran oportunidad para un trabajo eficaz, a pesar de que hay muchos en mi contra” (16:9). En otras palabras, sigue teniendo algún ministerio abierto en la gran ciudad. Parece claro que hay incertidumbre en los planes de Pablo, pero está tratando de planificar los siguientes meses de servicio de forma que la promoción del Evangelio y el pueblo de Dios se beneficien al máximo.

Los siguientes dos pequeños párrafos (16:10-12) indican que los movimientos de Timoteo y Apolos tampoco eran siempre totalmente predecibles, aunque en ambos casos Pablo suministra a los corintios información para cubrir ciertas eventualidades.

Además, el primer párrafo (16:1-4) nos muestra a Pablo dando instrucciones a los corintios para que planifiquen sus ofrendas. La “colecta” que el apóstol menciona es un proyecto para ayudar a los cristianos pobres de Judea. Sabe que, si los creyentes corintios comienzan a recoger el dinero cuando él llegue, darán muy poco. Una ofrenda fiel y regular, apartada “el primer día de la semana” (cuando los cristianos se reunían para la adoración, exhortación e instrucción colectivas), garantizaría una suma considerable. Por supuesto, en esa época no se podía transferir el dinero electrónicamente; alguien debía llevarlo en persona. Pablo quiere que los corintios escojan para esa tarea hombres que ellos mismos aprueben, y él les dará cartas de presentación para los líderes de Jerusalén. Puede que incluso les acompañe. Claramente, este procedimiento evitaría cualquier atisbo de incorrección económica por parte del apóstol. En este caso, también existen evidencias de una planificación meticulosa, piadosa y sabia. Pablo exhorta a los corintios a hacer lo mismo.

En la actualidad, hay una “espiritualidad” etérea que pretende esperar dirección explícita para cada decisión, que considera la frase “si Dios quiere” un pretexto santurrón. Esa no es la perspectiva de Pablo y no debe ser la nuestra.


Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2013. Usado con permiso.

Éxodo 12:21–51

21 Entonces Moisés convocó a todos los ancianos de Israel, y les dijo: «Saquen del rebaño corderos para ustedes según sus familias, y sacrifiquen la Pascua. 22 Tomarán un manojo de hisopo, y lo mojarán en la sangre que está en la vasija, y untarán con la sangre que está en la vasija el dintel y los dos postes de la puerta. Ninguno de ustedes saldrá de la puerta de su casa hasta la mañana. 23 Pues el Señor pasará para herir a los egipcios. Cuando vea la sangre en el dintel y en los dos postes de la puerta, el Señor pasará de largo aquella puerta, y no permitirá que el ángel destructor entre en sus casas para herirlos24 Y guardarán esta ceremonia como ordenanza para ustedes y para sus hijos para siempre.

25 »Cuando entren a la tierra que el Señor les dará, como ha prometido, guardarán este rito. 26 Y cuando sus hijos les pregunten: “¿Qué significa este rito para ustedes?”, 27 ustedes les dirán: “Es un sacrificio de la Pascua al Señor, el cual pasó de largo las casas de los israelitas en Egipto cuando hirió a los egipcios, y libró nuestras casas”». Y el pueblo se postró y adoró. 28 Los israelitas fueron y lo hicieron así. Tal como el Señor había mandado a Moisés y a Aarón, así lo hicieron.

Muerte de los primogénitos

29 Y a la medianoche, el Señor hirió a todo primogénito en la tierra de Egipto, desde el primogénito de Faraón que se sentaba sobre su trono, hasta el primogénito del cautivo que estaba en la cárcel, y todo primogénito del ganado. 30 Faraón se levantó en la noche, él con todos sus siervos y todos los egipcios. Y se oyó un gran clamor en Egipto, porque no había hogar donde no hubiera alguien muerto. 31 Entonces Faraón llamó a Moisés y a Aarón aún de noche, y dijo: «Levántense y salgan de entre mi pueblo, ustedes y los israelitas. Vayan y adoren al Señor, como han dicho. 32 Tomen también sus ovejas y sus vacas, como han dicho, y váyanse, y bendíganme también a mí».

33 Y los egipcios apremiaban al pueblo, dándose prisa en echarlos de la tierra, porque decían: «Todos seremos muertos». 34 Tomó, pues, el pueblo la masa, antes que fuera leudada, en sus artesas de amasar envueltas en paños, y se las llevaron sobre sus hombros. 35 Los israelitas hicieron según las instrucciones de Moisés, pues pidieron a los egipcios objetos de plata, objetos de oro y ropa. 36 Y el Señor hizo que el pueblo se ganara el favor de los egipcios, que les concedieron lo que pedían. Así despojaron a los egipcios.

Los israelitas salen de Egipto

37 Los israelitas salieron de Ramsés hacia Sucot, unos 600,000 hombres de a pie, sin contar los niños. 38 Subió también con ellos una multitud mixta, junto con ovejas y vacas, una gran cantidad de ganado. 39 De la masa que habían sacado de Egipto, cocieron tortas de panes sin levadura, pues no se había leudado, ya que al ser echados de Egipto, no pudieron demorarse ni preparar alimentos para sí mismos.

40 El tiempo que los israelitas vivieron en Egipto fue de 430 años. 41 Y después de los 430 años, en aquel mismo día, todos los ejércitos del Señor salieron de la tierra de Egipto. 42 Esta es noche de vigilia para el Señor por haberlos sacado de la tierra de Egipto. Esta noche es para el Señor, para ser guardada por todos los hijos de Israel por todas sus generaciones.

Ordenanza de la Pascua

43 Y el Señor dijo a Moisés y a Aarón: «Esta es la ordenanza de la Pascua: ningún extranjero comerá de ella. 44 Pero el siervo de todo hombre, comprado por dinero, después que lo circunciden, podrá entonces comer de ella. 45 El extranjero y el jornalero no comerán de ella. 46 Se ha de comer cada cordero en una misma casa. No sacarán nada de la carne fuera de la casa, ni quebrarán ninguno de sus huesos. 47 Toda la congregación de Israel la celebrará. 48 Pero si un extranjero reside con ustedes y celebra la Pascua al Señor, que sea circuncidado todo varón de su casa, y entonces que se acerque para celebrarla, pues será como un nativo del país. Pero ninguna persona incircuncisa comerá de ella. 49 La misma ley se aplicará tanto al nativo como al extranjero que habite entre ustedes».

50 Entonces lo hicieron así todos los israelitas. Hicieron tal como el Señor había mandado a Moisés y a Aarón. 51 Y aquel mismo día, el Señor sacó a los israelitas de la tierra de Egipto por sus ejércitos.

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Lucas 15

Parábola de la oveja perdida

15 Todos los recaudadores de impuestos y los pecadores se acercaban para oír a Jesús. Y los fariseos y los escribas murmuraban: «Este recibe a los pecadores y come con ellos».

Entonces Jesús les dijo esta parábola: «¿Qué hombre de ustedes, si tiene cien ovejas y una de ellas se pierde, no deja las noventa y nueve en el campo y va tras la que está perdida hasta que la halla? Al encontrarla, la pone sobre sus hombros, gozoso. Cuando llega a su casa, reúne a los amigos y a los vecinos, diciéndoles: “Alégrense conmigo, porque he hallado mi oveja que se había perdido”. Les digo que de la misma manera, habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentimiento.

Parábola de la moneda perdida

»¿O qué mujer, si tiene diez monedas de plata y pierde una moneda, no enciende una lámpara y barre la casa y busca con cuidado hasta hallarlaCuando la encuentra, reúne a las amigas y vecinas, diciendo: “Alégrense conmigo porque he hallado la moneda que había perdido”. 10 De la misma manera, les digo, hay gozo en la presencia de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente».

Parábola del hijo pródigo

11 Jesús añadió: «Cierto hombre tenía dos hijos; 12 y el menor de ellos le dijo al padre: “Padre, dame la parte de la hacienda que me corresponde”. Y él les repartió sus bienes. 13 No muchos días después, el hijo menor, juntándolo todo, partió a un país lejano, y allí malgastó su hacienda viviendo perdidamente.

14 »Cuando lo había gastado todo, vino una gran hambre en aquel país, y comenzó a pasar necesidad. 15 Entonces fue y se acercó a uno de los ciudadanos de aquel país, y él lo mandó a sus campos a apacentar cerdos. 16 Y deseaba llenarse el estómago de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba nada17 Entonces, volviendo en sí, dijo: “¡Cuántos de los trabajadores de mi padre tienen pan de sobra, pero yo aquí perezco de hambre! 18 Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: ‘Padre, he pecado contra el cielo y ante ti; 19 ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo; hazme como uno de tus trabajadores’”».

20 «Levantándose, fue a su padre. Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y sintió compasión por él, y corrió, se echó sobre su cuello y lo besó. 21 Y el hijo le dijo: “Padre, he pecado contra el cielo y ante ti; ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo”. 22 Pero el padre dijo a sus siervos: “Pronto; traigan la mejor ropa y vístanlo; pónganle un anillo en su mano y sandalias en los pies. 23 Traigan el becerro engordado, mátenlo, y comamos y regocijémonos; 24 porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado”. Y comenzaron a regocijarse.

25 »Su hijo mayor estaba en el campo, y cuando vino y se acercó a la casa, oyó música y danzas. 26 Llamando a uno de los criados, le preguntó qué era todo aquello. 27 Y él le dijo: “Tu hermano ha venido, y tu padre ha matado el becerro engordado, porque lo ha recibido sano y salvo”.

28 »Entonces él se enojó y no quería entrar. Salió su padre y le rogaba que entrara29 Pero él le dijo al padre: “Mira, por tantos años te he servido y nunca he desobedecido ninguna orden tuya, y sin embargo, nunca me has dado un cabrito para regocijarme con mis amigos; 30 pero cuando vino este hijo tuyo, que ha consumido tus bienes con rameras, mataste para él el becerro engordado”. 31 Y su padre le dijo: “Hijo mío, tú siempre has estado conmigo, y todo lo mío es tuyo. 32 Pero era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este, tu hermano, estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado”».


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Job 30

Lamento de Job

30 »Pero ahora se burlan de mí
Los que son más jóvenes que yo,
A cuyos padres no consideraba yo dignos
De poner con los perros de mi ganado.
En verdad, la fuerza de sus manos ¿de qué me servía?
Había desaparecido de ellos el vigor.
De miseria y hambre estaban extenuados;
Roían la tierra seca de noche en desierto y desolación;
Arrancaban malvas junto a los matorrales,
Y raíz de retama era su alimento.
De la comunidad fueron expulsados,
Gritaban contra ellos como contra un ladrón.
Moraban en valles de terror,
En las cuevas de la tierra y de las peñas.
Entre los matorrales clamaban;
Bajo las ortigas se reunían.
Necios, sí, hijos sin nombre,
Echados a latigazos de la tierra.

»Y ahora he venido a ser su escarnio,
Y soy para ellos motivo de burla.
10 Me aborrecen y se alejan de mí,
Y no se retraen de escupirme a la cara.
11 Por cuanto Él ha aflojado la cuerda de Su arco y me ha afligido,
Se han quitado el freno delante de mí.
12 mi derecha se levanta el populacho,
Arrojan lazos a mis pies
Y preparan contra mí sus caminos de destrucción.
13 Arruinan mi senda,
A causa de mi destrucción se benefician,
Nadie los detiene.
14 Como por ancha brecha vienen,
En medio de la tempestad siguen rodando.
15 Contra mí se vuelven los terrores,
Como el viento persiguen mi honor,
Y como nube se ha disipado mi prosperidad.

16 »Y ahora en mí se derrama mi alma;
Días de aflicción se han apoderado de mí.
17 De noche Él traspasa mis huesos dentro de mí,
Y los dolores que me corroen no descansan.
18 Una gran fuerza deforma mi vestidura,
Me aprieta como el cuello de mi túnica.
19 Él me ha arrojado al lodo,
Y soy como el polvo y la ceniza.
20 Clamo a Ti, y no me respondes;
Me pongo en pie, y no me prestas atención.
21 Te has vuelto cruel conmigo,
Con el poder de Tu mano me persigues.
22 Me alzas al viento, me haces cabalgar en él,
Y me deshaces en la tempestad.
23 Pues sé que a la muerte me llevarás,
A la casa de reunión de todos los vivientes.

24 »Sin embargo, ¿no extiende la mano el que está en un montón de ruinas,
Cuando clama en su calamidad?
25 ¿No he llorado por aquel cuya vida es difícil?
¿No se angustió mi alma por el necesitado?
26 Cuando esperaba yo el bien, vino el mal,
Cuando esperaba la luz, vino la oscuridad.
27 Por dentro me hierven las entrañas, y no puedo descansar;
Me vienen al encuentro días de aflicción.
28 Ando enlutado, sin consuelo;
Me levanto en la asamblea y clamo.
29 He venido a ser hermano de chacales
Y compañero de avestruces.
30 Mi piel se ennegrece sobre mí,
Y mis huesos se queman por la fiebre.
31 Se ha convertido en duelo mi arpa,
Y mi flauta en voz de los que lloran.


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1 Corintios 16

Ofrenda para los cristianos de Jerusalén

9 Ahora bien, en cuanto a la ofrenda para los santos, hagan ustedes también como instruí a las iglesias de Galacia. Que el primer día de la semana, cada uno de ustedes aparte y guarde según haya prosperado, para que cuando yo vaya no se recojan entonces ofrendas.

Cuando yo llegue, enviaré con cartas a quienes ustedes hayan designado, para que lleven su contribución a Jerusalén. Y si es conveniente que yo también vaya, ellos irán conmigo. Iré a ustedes cuando haya pasado por Macedonia, pues voy a pasar por Macedonia. Y tal vez me quede con ustedes, o aun pase allí el invierno, para que me encaminen adonde haya de ir.

Pues no deseo verlos ahora solo de paso, porque espero permanecer con ustedes por algún tiempo, si el Señor me lo permite. Pero me quedaré en Éfeso hasta Pentecostés, porque se me ha abierto una puerta grande para el servicio eficaz, aunque también hay muchos adversarios.

Recomendaciones finales

10 Si llega Timoteo, vean que esté entre ustedes sin temor, pues él hace la obra del Señor lo mismo que yo. 11 Por tanto, nadie lo menosprecie. Más bien, envíenlo en paz para que venga a mí, porque lo espero con los hermanos. 12 En cuanto a nuestro hermano Apolos, mucho lo animé a que fuera a ustedes con los hermanos, pero de ninguna manera tuvo ahora el deseo de ir. Sin embargo, irá cuando tenga oportunidad.

13 Estén alerta, permanezcan firmes en la fe, pórtense varonilmente, sean fuertes. 14 Todas sus cosas sean hechas con amor.

15 Los exhorto, hermanos (ya conocen a los de la casa de Estéfanas, que fueron los primeros convertidos de Acaya, y que se han dedicado al servicio de los santos), 16 que también ustedes estén en sujeción a los que son como ellos, y a todo el que ayuda y trabaja en la obra.

17 Y me regocijo por la venida de Estéfanas, de Fortunato y de Acaico, pues ellos han suplido lo que faltaba de parte de ustedes. 18 Porque ellos han recreado mi espíritu y el de ustedes. Por tanto, reconozcan a tales personas.

Saludos y despedida

19 Las iglesias de Asia los saludan. Aquila y Priscila, con la iglesia que está en su casa, los saludan muy afectuosamente en el Señor. 20 Todos los hermanos los saludan. Salúdense los unos a los otros con un beso santo.

21 Este saludo es de mi puño y letra. Pablo. 22 Si alguien no ama al Señor, que sea anatema. ¡Maranata! 23 La gracia del Señor Jesús sea con ustedes. 24 Mi amor sea con todos ustedes en Cristo Jesús. Amén.

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