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Reflexión: Dios usa el sufrimiento para el bien del creyente
Hace algunos años perdí a mi hermano de forma inesperada. Hoy me encuentro en un proceso de remisión después de un doloroso tratamiento contra el cáncer. A mediados del año pasado, mi situación laboral cambió drásticamente, además de que he perdido relaciones significativas y he lidiado con conflictos familiares.
También me encuentro en una edad donde —mientras estoy soltera— veo a mis amigas iniciando relaciones amorosas, haciendo planes para casarse o esperando su primer hijo.
En medio de todo esto, la lucha contra mi pecado es desgastante. Ha sido un periodo de mi vida en el que he visto cómo las personas a mi alrededor son bendecidas y prosperadas con aquello que mi corazón desea.
Por favor, no tomes para mal mis palabras: estoy agradecida por muchas cosas.
He comprobado la bondad y misericordia de Dios, y hay miles de personas en peores situaciones que la mía; pero, al mismo tiempo, el sufrimiento es real, pesado y palpable.
Entiendo a Job cuando dijo: «el hombre nació para la aflicción» (Job 5:7).
"El Espíritu Santo usa el sufrimiento para redirigir nuestra mirada a la cruz y recordarnos que el cristianismo implica un llamado al sufrimiento"
Sin embargo, el Espíritu Santo usa estos tiempos de sufrimiento para redirigir nuestra mirada a la cruz y recordarnos una verdad que olvidamos con mucha frecuencia:
el cristianismo implica un llamado al sufrimiento (Lc 9:23) en este mundo.
El dolor será temporal, pero no opcional.
En la Biblia, y ahora en mi experiencia, estoy aprendiendo que la aflicción en la vida cristiana es una oportunidad para comprobar el profundo amor, poder y señorío de Cristo.
Aquí te dejo cuatro puntos —relacionados y que se solapan entre ellos— sobre lo que estoy aprendiendo acerca de por qué el llamado al sufrimiento es una encomienda redentora con recompensas gloriosas para nuestra vida cristiana (1 P 4:12-13).
1. Dios usa el sufrimiento para hacernos más como Cristo
Después de un doloroso funeral, semanas de luto y con las cenizas de mi hermano en una caja, no entendía cómo Dios podría utilizar una pérdida tan dolorosa en nuestras vidas.
Mirando atrás, tengo la convicción de que el sufrimiento no encuentra su razón en el final de la prueba, sino durante ella. Su propósito lo descubrimos en el hecho de que, mientras sufrimos, estamos siendo conformados a imagen de Cristo (Ro 8:28-29).
Cuando reconocemos a Cristo como dueño de nuestra vida, decidimos negarnos a nosotros mismos y seguir Sus pasos de obediencia sacrificial (1 P 2:21-23).
El sufrimiento es común para todos los seres humanos, pero creo que en el caso del cristiano se vuelve más agobiante pues debe negarse a lo que su corazón naturalmente demanda en medio del dolor, ya sea tomar venganza, buscar control, explotar en ira o refugiarse en la indiferencia. Esto significa que el creyente sufrirá en varios sentidos con el propósito de alcanzar el objetivo para el cual fue escogido por Dios: ser hecho conforme a la imagen de su Salvador.
2. Dios usa el sufrimiento para llevarnos a comprobar quién es Él
Los seres humanos por naturaleza no escogemos el sufrimiento. Huimos de él, lo evitamos, no lo esperamos. Sin embargo, si aprendemos a meditar en Él como una bendición en la vida cristiana, podemos experimentar la fidelidad de Dios.
El sufrimiento nos empuja a comprobar, con evidencias palpables y veraces, quién es Dios.
El sufrimiento nos empuja a aferrarnos al ancla de la Palabra (Sal 119:92), para cultivar una fe audaz que clama con confianza:
«Dios, recuerda a mi alma que Tú eres poderoso. Confío en quien dices ser y sé que a Tu tiempo actuarás».
El sufrimiento hace que la presencia y las promesas de Dios reluzcan con fuerza, como luces en la neblina. Al mismo tiempo, los tiempos de sufrimiento son oportunidades para eliminar las distracciones que nos impiden ver la mano de Dios en nuestras vidas.
3. Dios usa el sufrimiento para evitar que nos conformemos al mundo
Mi casa, mis relaciones, mi trabajo y mi estilo de vida hacen que sea muy fácil pensar en este mundo como mi hogar y me dan una falsa seguridad en mis posesiones y circunstancias (Lc 12:19). En esta realidad que luce casi perfecta, Dios permite el sufrimiento como un recordatorio de nuestra naturaleza caída, de nuestro mundo roto y de nuestra urgencia de un Salvador (Dt 8:2-3). El sufrimiento trae incomodidad, confusión e impotencia, y nos recuerda lo temporal de nuestro hogar terrenal (cp. Ec 2:23).
4. Dios usa el sufrimiento para capacitarnos para ser Sus testigos
Cuando un cristiano sufre conforme a la voluntad de Dios, esperando con paciencia y humildad en Él, está gritándole al mundo: «¡Este no es el fin; Cristo ha vencido, Él me sostiene!». Ese testimonio es el arma más poderosa frente a las mentes incrédulas que se preguntan: «¿Por qué esa persona puede seguir gozosa a pesar de su situación?».
"Aceptar las pruebas en esta vida no es fácil, pero podemos estar seguros de que Dios nos acompaña en todo tiempo"
Dios puede utilizar tu sufrimiento para llamar a otros al evangelio. Si estás pasando por diversas pruebas, recuerda que el llamado al sufrimiento, con sus dolores apilados, puede ser un camino para que otros reconozcan la soberanía y el poder de Dios.
Cristo nos envía a ser Sus testigos en este mundo ciego y a recordarle que solo en Jesús tenemos esperanza eterna (cp. Hch 1:8).
Dios nos acompaña
Después de meditar en los últimos meses, mi lamento fue:
«Señor, parece que me acorralas con diferentes situaciones, añadiendo dolor sobre dolor; siento que doblo la esquina y aparece una prueba nueva. Bueno sería que fuera una cosa difícil, pero siento que los sufrimientos se apilan como rocas sobre mi.
No es ligero, sino que aumenta».
Sin embargo, con paciencia, Cristo me recuerda que el camino es angosto y estrecha la puerta que llevan a la vida eterna (Mt 7:13-14), y que el llamado al sufrimiento no es el discurso más popular ni atractivo del cristianismo, pero es verdadero.
Aceptar las pruebas en esta vida no es fácil, pero podemos estar seguros de que Dios nos acompaña en todo tiempo. Él no se ha olvidado de nosotros y en medio del sufrimiento podremos comprobar Su profundo amor, poder y señorío sobre nuestras vidas.
Gabriela Puente es comunicadora social, está estudiando una maestría en Consejería Bíblica en Southern Seminary y se encuentra cursando una certificación en Consejería Bíblica con ACBC. Desde el 2015, Gabriela es miembro de la iglesia La Fuente en Quito y actualmente trabaja en su Centro de Consejería Bíblica. Su deseo es ver a las mujeres crecer en amor y conocimiento de Cristo por medio del estudio de la Palabra de Dios en toda Latinoamérica. Gabriela ha colaborado con artículos para Coalición por el Evangelio y puedes encontrarla en Instagram como @gaby_puentem.