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09-03-2024

Devocional

Devocional: Éxodo 20

Los diez mandamientos (Éxodo 20) antes eran memorizados por cada niño en todas las escuelas del mundo occidental. Esto servía para inculcar profundamente los principios del bien y del mal, los cuales contribuyeron a formar los cimientos de la civilización occidental. No se veían como diez recomendaciones, caprichos opcionales para gente educada. Incluso mucha gente que no creía que los diez mandamientos procediesen de Dios mismo (“Dios habló, y dio a conocer todos estos mandamientos” 20:1), los consideraba sin embargo como el más noble resumen que se pudiese imaginar de la clase de principios morales, privados y públicos, que hacen falta para la estructuración de una sociedad.

La importancia de los diez mandamientos se va socavando muy rápidamente en Occidente. Incluso muchos miembros de nuestras iglesias no pueden citar más de tres o cuatro de ellos. Pero es inconcebible que un creyente pensante no los memorice.

No obstante, es el contexto donde se entregaron lo que me ha inducido a hacer esta meditación. Los diez mandamientos fueron dados por Dios mediante Moisés a los israelitas en el tercer mes después de su liberación de la esclavitud en Egipto. Cuatro observaciones:

(1) Los diez mandamientos representan el momento culminante del pacto mediado por Moisés (19:5), entregado por Dios en Sinaí (Horeb). El resto del pacto tiene poco sentido sin ellos; los mismos diez mandamientos están cimentados por las demás estipulaciones de la alianza. Aunque hechos para durar, no se presentan como una serie de principios abstractos, sino que están formulados teniendo en cuenta los términos concretos de aquella cultura: por ejemplo, cuando se prohíbe codiciar el buey o el asno del prójimo.

(2) Los diez mandamientos comienzan recordando a la comunidad que Dios les redimió de la esclavitud: “Yo soy el Señor tu Dios. Yo te saqué de Egipto, del país donde eras esclavo” (20:2). Son su pueblo, no sólo a causa de la creación, no sólo debido de la alianza con Abraham, sino porque Dios les rescató de Egipto.

(3) Dios entregó los diez mandamientos en una exhibición aterradora de su poder. En una época anterior al holocausto nuclear, la experiencia más aterradora del poder eran las fuerzas de la naturaleza desencadenadas.

Aquí, la violencia de la tempestad, el sacudir de la tierra, los relámpagos, el ruido, el humo (19:16-19; 20:18) no sólo dio solemnidad al suceso, sino que sirvió para enseñar al pueblo el significado del temor reverente (20:19-20). El temor del Señor no sólo es el principio de la sabiduría (Prov 1:7), sino que impide que la gente peque contra Dios (Éxodo 20:20). Dios quiere que sepan que él los rescató, y también que sepan que no es un dios domesticado, que existe para ir dispensando alegremente un sinfín de bendiciones tribales. No es sólo un Dios bueno, sino también un Dios aterrador, magnífico.

(4) Al ser Dios tan aterrador, fue el mismo pueblo quien insistió que Moisés sea mediador entre Dios y ellos (20:18-19). Y esto prepara el camino para otro Mediador definitivo. (Deut 18:15-18).

Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2016. Usado con permiso.

Devocional: Job 38

Nos acercamos al final de la historia y Dios se dirige directamente a Job por primera vez (Job 38); lo seguirá haciendo hasta el capítulo 41. En 1 Reyes 19, Dios habla a Elías con voz apacible y delicada; aquí, lo hace desde un torbellino (38:1), porque quiere que incluso su forma de comunicación y el escenario corroboren los profundos conceptos que quiere dejar claros.

Las primeras palabras de Dios son aterradoras: “¿Quién es este, que oscurece mi consejo con palabras carentes de sentido? Prepárate a hacerme frente; yo te preguntaré, y tú me responderás” (38:2-3). Esta salva inicial puede llevar a los incautos a pensar que Dios está principalmente disgustado con Job, y que los tres miserables amigos se han regodeado bastante. Sin embargo, como relato que va pasando de una perspectiva a otra, el libro no ha acabado aún. Después de todo, el primer capítulo recoge la gran estima que Dios tenía por Job, y no hay nada en estos últimos que modifique este hecho. Además, ya hemos llamado la atención sobre 42:7, donde el Señor dice estar enfadado con los tres amigos (algo que nunca dice de Job), porque estos no hablaron de él de la forma apropiada (algo que Job, el siervo de Dios, sí hizo). El terrible desafío del Todopoderoso a Job en estos cuatro capítulos debe colocarse en el marco más amplio del libro, si queremos captar su sentido en su totalidad.

Job ha dicho repetidas veces que desea cuestionar a Dios. Ahora es el Señor quien lo hará (38:3). No obstante, la naturaleza del bombardeo de preguntas retóricas que Dios lanza en estos capítulos no es precisamente la de las que Job quiere plantear. Él quiere hablar de sus propios sufrimientos, de la justicia de los mismos, del papel de Dios aprobándolo. Quiere hacerlo sobre todo porque desea mantener su reputación de integridad y justicia. Sin embargo, las preguntas del Señor se centran en una escena mayor. En otras palabras, le está diciendo: “Job, ¿estabas tú presente al principio de la creación? ¿Posees un conocimiento profundo del mundo entero, no digamos ya de los cielos? ¿Controlas el curso de las constelaciones, como las Pléyades u Orión? ¿Fuiste tú quien creó la mente humana, de forma que puedes explicar cómo funciona? ¿Ejerce tu palabra el tipo de influencia providencial que da de comer a los cuervos hambrientos o a la leona que sale a cazar?”.

Por una parte, por supuesto, esta contestación no responde a todas las preguntas que Job estaba haciendo. Por otra, sí lo hace. Advierte a Job de que su capacidad de entender es más limitada de lo que cree. Nos prepara para la conclusión de que Dios quiere algo más de nosotros que un simple entendimiento.


Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2013. Usado con permiso.

Éxodo 20

Los Diez Mandamientos

20 Entonces Dios habló todas estas palabras diciendo:

«Yo soy el Señor tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de la casa de servidumbre.

»No tendrás otros dioses delante de Mí.

»No te harás ningún ídolo, ni semejanza alguna de lo que está arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No los adorarás ni los servirás. Porque Yo, el Señor tu Dios, soy Dios celoso, que castigo la iniquidad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y muestro misericordia a millares, a los que me aman y guardan Mis mandamientos.

»No tomarás el nombre del Señor tu Dios en vano, porque el Señor no tendrá por inocente al que tome Su nombre en vano.

»Acuérdate del día de reposo para santificarlo. Seis días trabajarás y harás toda tu obra, 10 pero el séptimo día es día de reposo para el Señor tu Dios. No harás en él trabajo alguno, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu sierva, ni tu ganado, ni el extranjero que está contigo. 11 Porque en seis días hizo el Señor los cielos y la tierra, el mar y todo lo que en ellos hay, y reposó en el séptimo día. Por tanto, el Señor bendijo el día de reposo y lo santificó.

12 »Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días sean prolongados en la tierra que el Señor tu Dios te da.

13 »No matarás.

14 »No cometerás adulterio.

15 »No hurtarás.

16 »No darás falso testimonio contra tu prójimo.

17 »No codiciarás la casa de tu prójimo. No codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su asno, ni nada que sea de tu prójimo».

El pueblo teme al Señor

18 Todo el pueblo percibía los truenos y relámpagos, el sonido de la trompeta y el monte que humeaba. Cuando el pueblo vio aquello, temblaron, y se mantuvieron a distancia. 19 Entonces dijeron a Moisés: «Habla tú con nosotros y escucharemos, pero que no hable Dios con nosotros, no sea que muramos». 20 Moisés respondió al pueblo: «No teman, porque Dios ha venido para ponerlos a prueba, y para que Su temor permanezca en ustedes, y para que no pequen». 21 El pueblo se mantuvo a distancia, mientras Moisés se acercaba a la densa nube donde estaba Dios.

22 Entonces el Señor dijo a Moisés: «Así dirás a los israelitas: “Ustedes han visto que les he hablado desde el cielo. 23 No harán junto a Mí dioses de plata ni dioses de oro. No se los harán. 24 Harás un altar de tierra para Mí, y sobre él sacrificarás tus holocaustos y tus ofrendas de paz, tus ovejas y tus bueyes. En todo lugar donde Yo haga recordar Mi nombre, vendré a ti y te bendeciré. 25 Si me haces un altar de piedra, no lo construirás de piedras labradas. Porque si alzas tu cincel sobre él, lo profanarás. 26 Y no subirás por gradas a Mi altar, para que tu desnudez no se descubra sobre él”.

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Lucas 23

Jesús ante Pilato

23 Toda la asamblea de ellos se levantó, y llevaron a Jesús ante Pilato. Y comenzaron a acusar a Jesús, diciendo: «Hemos hallado que este pervierte a nuestra nación, prohibiendo pagar impuesto a César, y diciendo que Él mismo es Cristo, un Rey».

Pilato preguntó a Jesús: «¿Eres Tú el Rey de los judíos?». «Tú lo dices», le respondió Jesús. Entonces Pilato dijo a los principales sacerdotes y a la multitud: «No encuentro delito en este hombre». Pero ellos insistían, diciendo: «Él alborota al pueblo, enseñando por toda Judea, comenzando desde Galilea hasta aquí».

Cuando Pilato oyó esto, preguntó si el hombre era galileo. Al saber que Jesús pertenecía a la jurisdicción de Herodes, lo remitió a Herodes, que también estaba en Jerusalén en aquellos días.

Jesús ante Herodes

Al ver a Jesús, Herodes se alegró en gran manera, pues hacía mucho tiempo que lo quería ver por lo que había oído hablar de Él, y esperaba ver alguna señal que Él hiciera. Lo interrogó extensamente, pero Jesús nada le respondió. 10 Los principales sacerdotes y los escribas también estaban allí, y lo acusaban con vehemencia. 11 Entonces Herodes, con sus soldados, después de tratar a Jesús con desprecio y burlarse de Él, lo vistieron con un espléndido manto. Después Herodes lo envió de nuevo a Pilato. 12 Aquel mismo día Herodes y Pilato se hicieron amigos, pues antes habían estado enemistados el uno con el otro.

Pilato condena a Jesús

13 Pilato convocó a los principales sacerdotes, a los gobernantes y al pueblo, 14 y les dijo: «Me han presentado a este hombre como uno que incita al pueblo a la rebelión, pero habiéndolo interrogado yo delante de ustedes, no he hallado ningún delito en este hombre de las acusaciones que hacen contra Él. 15 Ni tampoco Herodes, pues nos lo ha remitido de nuevo; ya que nada ha hecho que merezca la muerte. 16 Por tanto, lo voy a castigar y después, lo soltaré». 17 Y tenía obligación de soltarles un preso en cada fiesta.

18 Pero todos ellos gritaron a una: «¡Fuera con este, y suéltanos a Barrabás!». 19 Barrabás había sido echado en la cárcel por un levantamiento ocurrido en la ciudad, y por homicidio.

20 Pilato, queriendo soltar a Jesús, les volvió a hablar, 21 pero ellos continuaban gritando: «¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!». 22 Y él les dijo por tercera vez: «¿Por qué? ¿Qué mal ha hecho Este? No he hallado en Él ningún delito digno de muerte; por tanto, lo castigaré y lo soltaré». 23 Pero ellos insistían, pidiendo a grandes voces que fuera crucificado, y sus voces comenzaron a predominar. 24 Entonces Pilato decidió que se les concediera su demanda. 25 Y soltó al que ellos pedían, al que había sido echado en la cárcel por insurrección y homicidio, pero entregó a Jesús a la voluntad de ellos.

Jesús se dirige al Calvario

26 Cuando lo llevaban, tomaron a un tal Simón de Cirene que venía del campo y le pusieron la cruz encima para que la llevara detrás de Jesús.

27 Y seguía a Jesús una gran multitud del pueblo y de mujeres que lloraban y se lamentaban por Él. 28 Pero Jesús, volviéndose a ellas, dijo: «Hijas de Jerusalén, no lloren por Mí; lloren más bien por ustedes mismas y por sus hijos. 29 Porque vienen días en que dirán: “Dichosas las estériles, los vientres que nunca concibieron y los senos que nunca criaron”. 30 Entonces comenzarán a decir a los montes: “Caigan sobre nosotros”; y a los collados: “Cúbrannos”. 31 Porque si en el árbol verde hacen esto, ¿qué sucederá en el seco?».

32 También llevaban a otros dos, que eran malhechores, para ser muertos con Él.

La crucifixión

33 Cuando llegaron al lugar llamado «La Calavera», crucificaron allí a Jesús y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. 34 Y Jesús decía: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen». Y los soldados echaron suertes, repartiéndose entre sí Sus vestidos.

35 El pueblo estaba allí mirando; y aun los gobernantes se burlaban de Él, diciendo: «A otros salvó; que se salve Él mismo si Este es el Cristo de Dios, Su Escogido». 36 Los soldados también se burlaban de Jesús, y se acercaban a Él y le ofrecían vinagre, 37 diciendo: «Si Tú eres el Rey de los judíos, sálvate a Ti mismo».

38 Había también una inscripción sobre Él, que decía: «ESTE ES EL REY DE LOS JUDÍOS».

Los dos malhechores

39 Uno de los malhechores que estaban colgados allí le lanzaba insultos, diciendo: «¿No eres Tú el Cristo? ¡Sálvate a Ti mismo y a nosotros!».

40 Pero el otro le contestó, y reprendiéndolo, dijo: «¿Ni siquiera temes tú a Dios a pesar de que estás bajo la misma condena? 41 Nosotros a la verdad, justamente, porque recibimos lo que merecemos por nuestros hechos; pero este nada malo ha hecho». 42 Y añadió: «Jesús, acuérdate de mí cuando vengas en Tu reino». 43 Entonces Jesús le dijo: «En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso».

Muerte de Jesús

44 Era ya como la hora sexta, cuando descendieron tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena, 45 al eclipsarse el sol. El velo del templo se rasgó en dos. 46 Y Jesús, clamando a gran voz, dijo: «Padre, en Tus manos encomiendo Mi espíritu». Habiendo dicho esto, expiró.

47 Al ver el centurión lo que había sucedido, glorificaba a Dios, diciendo: «Ciertamente, este hombre era inocente». 48 Todas las multitudes que se habían reunido para presenciar este espectáculo, al observar lo que había acontecido, se volvieron golpeándose el pecho. 49 Pero todos los conocidos de Jesús y las mujeres que lo habían acompañado desde Galilea, estaban a cierta distancia viendo estas cosas.

Sepultura de Jesús

50 Había un hombre llamado José, miembro del Concilio, varón bueno y justo, 51 el cual no había estado de acuerdo con el plan y el proceder de los demás, que era de Arimatea, ciudad de los judíos, y que esperaba el reino de Dios. 52 Este fue a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús, 53 y bajándolo, lo envolvió en un lienzo de lino, y lo puso en un sepulcro excavado en la roca donde nadie había sido puesto todavía. 54 Era el día de la preparación, y estaba para comenzar el día de reposo.

55 Y las mujeres que habían venido con Jesús desde Galilea siguieron detrás, y vieron el sepulcro y cómo fue colocado Su cuerpo. 56 Cuando regresaron, prepararon especias aromáticas y perfumes.

Y en el día de reposo descansaron según el mandamiento.

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Job 38

Dios convence a Job de su ignorancia

38 El Señor respondió a Job desde el torbellino y dijo:

«¿Quién es este que oscurece el consejo
Con palabras sin conocimiento?
Ciñe ahora tus lomos como un hombre,
Y Yo te preguntaré, y tú me instruirás.
¿Dónde estabas tú cuando Yo echaba los cimientos de la tierra?
melo, si tienes inteligencia.
¿Quién puso sus medidas? Ya que sabes.
¿O quién extendió sobre ella cordel?
¿Sobre qué se asientan sus basas,
O quién puso su piedra angular
Cuando cantaban juntas las estrellas del alba,
Y todos los hijos de Dios gritaban de gozo?

»¿O quién encerró con puertas el mar,
Cuando, irrumpiendo, se salió de su seno;
Cuando hice de una nube su vestidura,
Y de espesa oscuridad sus pañales;
10 Cuando sobre él establecí límites,
Puse puertas y cerrojos,
11 Y dije: “Hasta aquí llegarás, pero no más allá;
Aquí se detendrá el orgullo de tus olas?”.

12 »¿Alguna vez en tu vida has mandado a la mañana,
O le has hecho conocer al alba su lugar,
13 Para que ella eche mano a los confines de la tierra,
Y de ella sean sacudidos los impíos?
14 Ella cambia como barro bajo el sello;
Y como con vestidura se presenta.
15 Pero es quitada la luz a los impíos,
Y es quebrado el brazo rebelde.

16 »¿Has entrado hasta las fuentes del mar,
O andado en las profundidades del abismo?
17 ¿Te han sido reveladas las puertas de la muerte,
O has visto las puertas de la densa oscuridad?
18 ¿Has comprendido la extensión de la tierra?
melo, si tú sabes todo esto.

19 »¿Dónde está el camino a la morada de la luz?
Y la oscuridad, ¿dónde está su lugar,
20 Para que la lleves a su territorio, Y para que entiendas los senderos de su casa?
21 ¡Tú lo sabes, porque entonces ya habías nacido,
Y grande es el número de tus días!
22 ¿Has entrado en los depósitos de la nieve,
O has visto los depósitos del granizo,
23 Que he reservado para el tiempo de angustia,
Para el día de guerra y de batalla?
24 ¿Dónde está el camino en que se divide la luz,
O el viento del este esparcido sobre la tierra?

25 »¿Quién ha abierto un canal para el turbión,
O un camino para el rayo,
26 Para traer lluvia sobre tierra despoblada,
Sobre un desierto sin hombre alguno,
27 Para saciar la tierra desierta y desolada,
Y hacer brotar las semillas de la hierba?
28 ¿Tiene padre la lluvia?
¿Quién ha engendrado las gotas de rocío?
29 ¿Del vientre de quién ha salido el hielo?
Y la escarcha del cielo, ¿quién la ha dado a luz?
30 El agua se endurece como la piedra,
Y aprisionada está la superficie del abismo.

31 »¿Puedes tú atar las cadenas de estrellas de las Pléyades,
O desatar las cuerdas de la constelación Orión?
32 ¿Haces aparecer una constelación a su tiempo,
Y conduces la Osa con sus hijos?
33 ¿Conoces tú las ordenanzas de los cielos,
O fijas su dominio en la tierra?

34 »¿Puedes levantar tu voz a las nubes,
Para que abundancia de agua te cubra?
35 ¿Envías los relámpagos para que vayan
Y te digan: “Aquí estamos”?
36 ¿Quién ha puesto sabiduría en lo más íntimo del ser,
O ha dado a la mente inteligencia?
37 ¿Quién puede contar las nubes con sabiduría,
O inclinar los cántaros de los cielos,
38 Cuando el polvo en masa se endurece,
Y los terrones se pegan entre sí?

39 »¿Puedes cazar la presa para la leona,
O saciar el apetito de los leoncillos
40 Cuando se agachan en sus madrigueras,
O están al acecho en sus guaridas?
41 ¿Quién prepara para el cuervo su alimento
Cuando sus crías claman a Dios
Y vagan sin comida?


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2 Corintios 8

Generosidad de los macedonios

8 Ahora, hermanos, les damos a conocer la gracia de Dios que ha sido dada en las iglesias de Macedonia. Pues en medio de una gran prueba de aflicción, abundó su gozo, y su profunda pobreza sobreabundó en la riqueza de su liberalidad. Porque yo testifico que según sus posibilidades, y aun más allá de sus posibilidades, dieron de su propia voluntad, suplicándonos con muchos ruegos el privilegio de participar en el sostenimiento de los santos. esto no como lo habíamos esperado, sino que primeramente se dieron a sí mismos al Señor, y luego a nosotros por la voluntad de Dios. En consecuencia, rogamos a Tito que como él ya había comenzado antes, así también llevara a cabo en ustedes esta obra de gracia.

Pero así como ustedes abundan en todo: en fe, en palabra, en conocimiento, en toda solicitud, y en el amor que hemos inspirado en ustedes, vean que también abunden en esta obra de gracia. No digo esto como un mandamiento, sino para probar, por la solicitud de otros, también la sinceridad del amor de ustedes. Porque conocen la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que siendo rico, sin embargo por amor a ustedes se hizo pobre, para que por medio de Su pobreza ustedes llegaran a ser ricos.

10 Doy mi opinión en este asunto, porque esto les conviene a ustedes, que fueron los primeros en comenzar hace un año no solo a hacer esto, sino también a desear hacerlo11 Ahora pues, acaben también de hacerlo; para que como hubo la buena voluntad para desearlo, así también la haya para llevarlo a cabo según lo que tengan. 12 Porque si hay buena voluntad, se acepta según lo que se tiene, no según lo que no se tiene.

13 Esto no es para holgura de otros y para aflicción de ustedes, sino para que haya igualdad. 14 En el momento actual la abundancia de ustedes suple la necesidad de ellos, para que también la abundancia de ellos supla la necesidad de ustedes, de modo que haya igualdad. 15 Como está escrito: «El que recogió mucho, no tuvo demasiado; y el que recogió poco, no tuvo escasez».

Delegación encabezada por Tito

16 Pero gracias a Dios que pone la misma solicitud por ustedes en el corazón de Tito. 17 Pues él no solo aceptó nuestro ruego, sino que, siendo de por sí muy diligente, ha ido a ustedes por su propia voluntad. 18 Junto con él hemos enviado al hermano cuya fama en las cosas del evangelio se ha divulgado por todas las iglesias.

19 Y no solo esto, sino que también ha sido designado por las iglesias como nuestro compañero de viaje en esta obra de gracia, la cual es administrada por nosotros para la gloria del Señor mismo, y para manifestar nuestra buena voluntad; 20 teniendo cuidado de que nadie nos desacredite en esta generosa ofrenda administrada por nosotros. 21 Pues nos preocupamos por lo que es honrado, no solo ante los ojos del Señor, sino también ante los ojos de los hombres. 22 Con ellos hemos enviado a nuestro hermano, de quien hemos comprobado con frecuencia que fue diligente en muchas cosas, pero que ahora es mucho más diligente debido a la gran confianza que tiene en ustedes.

23 En cuanto a Tito, es mi compañero y colaborador entre ustedes; en cuanto a nuestros hermanos, son mensajeros de las iglesias y gloria de Cristo. 24 Por tanto, muéstrenles abiertamente ante las iglesias la prueba de su amor, y de nuestra razón para jactarnos respecto a ustedes.

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