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Lectura de Hoy
13-03-2024
Devocional
Devocional: Éxodo 24
Resulta un tanto difícil ordenar algunas de las secuencias de sucesos en estos capítulos de Éxodo. Sin lugar a duda, Dios, en su misericordia, proporciona la suficiente revelación de su pacto para que el pueblo pueda estar de acuerdo con sus términos (Éxodo 24). Otras estipulaciones adicionales, como las correspondientes al tabernáculo y las disposiciones sacerdotales en especial, se describen en los siguientes capítulos. El largo viaje de Moisés a la montaña comienza más o menos en este tiempo y precipita la caprichosa rebelión que da lugar a la fabricación de un ídolo: el becerro de oro (Ex. 32). Esto hace que Moisés descienda del monte y haga pedazos las tablas de los Diez Mandamientos. A su debido tiempo, reflexionaremos sobre estos acontecimientos.
Aquí debemos analizar profundamente algunos elementos de la ratificación de este pacto.
(1) Los israelitas ya habrían estado acostumbrados a los pactos de señorío feudal tan habituales en el mundo antiguo. Los poderes regionales y las superpotencias solían imponer este tipo de tratado sobre las naciones menores. Ambas partes acordaban una serie de obligaciones. La potencia menor aceptaba vivir rigiéndose por las normas establecidas por el poder superior, pagar ciertos impuestos y mantener una adecuada lealtad; la parte más poderosa prometía protección, defensa y lealtad. Por lo general, estos pactos tenían una introducción que detallaba la historia pasada y un apéndice que recogía las amenazas, maldiciones y juicios que recaerían sobre la parte que quebrantara el acuerdo.
(2) Algunas partes de Éxodo y Deuteronomio, en particular, reflejan estos acuerdos. Este capítulo contiene elementos únicos. Sin embargo, lo que queda claro es que el pueblo mismo estuvo de acuerdo con las estipulaciones del pacto que Moisés escribe con sumo cuidado: “Haremos todo lo que el SEÑOR ha dicho, y le obedeceremos” (24:7). Por tanto, la posterior rebelión no solo manifiesta un inconstante espíritu independiente, sino que quebranta un juramento y destroza el pacto. Se están burlando del tratado del gran Rey.
(3) Con el fin de fortalecer la lealtad de la comunidad del pacto, Dios, en su misericordia, no sólo se revela a Moisés, sino también a Aarón, a sus hijos y a setenta ancianos. Cuando algunos escritores del Antiguo Testamento afirman que ciertas personas “vieron al Dios de Israel” (24:10-11) o “una especie de”, es inevitable que surjan las salvedades, porque, como dice en otro lugar de este mismo libro, nadie podía ver el rostro de Dios y seguir vivo (33:20). Por tanto, cuando se nos indica que los ancianos vieron a Dios, la única descripción es “una especie de” pavimento “bajo sus pies” (24:10). Dios permanece a distancia, pero, con todo, es una exhibición gloriosa que hace en su misericordia para reforzar la lealtad, aunque a Moisés se le reserva un papel especial como mediador, que es el único en subir hasta la cima de la montaña.
(4) El pacto se sella con un derramamiento de sangre (24:4-6).
(5) A lo largo de los cuarenta días que Moisés permanece en la montaña, la gloria del Señor se exhibe de una forma visible (24:15-18). Es un anticipo de lo que se desarrollará en capítulos posteriores.
Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2016. Usado con permiso.
Devocional: Job 42
Tres reflexiones sobre Job 42:
(a) La respuesta de Job al Señor (42:1-6) no es “Ahora lo comprendo. He entendido”, sino un arrepentimiento total. Incluso resume el razonamiento que Dios le hizo: “‘¿Quién es este’, has preguntado, ‘que sin conocimiento oscurece mi consejo?’” (42:3). Sin una sola muestra de justificación de sí mismo, Job responde: “Reconozco que he hablado de cosas que no alcanzo a comprender, de cosas demasiado maravillosas que me son desconocidas” (42:3). Ahora, está seguro de que ninguno de los planes de Dios puede desbaratarse (42:2). De hecho, su enorme revelación de sí mismo en palabras a Job ha manifestado tanto de él que Job contrasta lo que ve en el presente con lo que sólo había oído de él en el pasado, lo que nos recuerda, por supuesto, que Dios nos permite “verle” en muchas ocasiones a través de sus palabras en las Escrituras. “Por tanto, me retracto de lo que he dicho, y me arrepiento en polvo y ceniza” (42:6). No quiere decir que los tres amigos tuviesen razón después de todo. Job no está aceptando ahora esa gran culpa secreta que presumiblemente le provocó su sufrimiento, sino la derivada de exigir a Dios una explicación minuciosa.
(b) Dios perdona a los tres amigos por todas las falsedades que dijeron sobre él gracias a la intercesión de Job (42:7-9). Este hecho se ajusta notablemente al delito: han estado condenando a Job, pero sólo las oraciones de este bastarán para su propio perdón. Las cosas erróneas que han dicho acerca de Dios (42:7, 8) únicamente pueden proceder de su teología simplista de la contraprestación según méritos. No han dado lugar al misterio y la grandeza; de forma implícita, no han permitido la gracia.
(c) El relato acaba con una gran vindicación de Job. Dios restaura su riqueza (y la dobla), le da una nueva familia, recuperando e incrementando el honor que disponía. Muchos críticos contemporáneos encuentran esto fantasioso, o incluso creen que puede tratarse de un final secundario que algún necio editor ha añadido al final para sumar matices al libro. Este escepticismo está profundamente equivocado. Una de las principales enseñanzas del libro es que al final el pueblo de Dios será vindicado. El Señor es justo. De forma parecida, no se pide a los cristianos que acepten el sufrimiento sin vindicación, ni la muerte y la negación de sí mismos sin la promesa del cielo. El mal puede resultar misterioso ahora, pero no triunfará. No somos masoquistas espirituales que solo se satisfacen con sufrimiento. Si existe un sentido en el que nos deleitamos en el sufrimiento, es porque seguimos al Señor Jesús, que sufrió. Ni siquiera él lo hizo. El pionero y perfeccionador de nuestra fe fue aquel “quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios” (Hebreos 12:2, cursivas añadidas). Por tanto, “corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante” (Hebreos 12:1).
Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2013. Usado con permiso.
Éxodo 24
El pacto de Dios con Israel
24 Entonces Dios dijo a Moisés: «Sube hacia el Señor, tú y Aarón, Nadab y Abiú, y setenta de los ancianos de Israel, y adorarán desde lejos. 2 Sin embargo, Moisés se acercará solo al Señor. Ellos no se acercarán, ni el pueblo subirá con él».
3 Moisés vino y contó al pueblo todas las palabras del Señor y todas las ordenanzas. Todo el pueblo respondió a una voz, y dijo: «Haremos todas las palabras que el Señor ha dicho».
4 Moisés escribió todas las palabras del Señor. Levantándose muy de mañana, edificó un altar al pie del monte, con doce columnas por las doce tribus de Israel. 5 Y envió jóvenes israelitas, que ofrecieron holocaustos y sacrificaron novillos como ofrendas de paz al Señor. 6 Moisés tomó la mitad de la sangre y la puso en vasijas, y la otra mitad de la sangre la roció sobre el altar.
7 Luego tomó el libro del pacto y lo leyó a oídos del pueblo, y ellos dijeron: «Todo lo que el Señor ha dicho haremos y obedeceremos». 8 Entonces Moisés tomó la sangre y la roció sobre el pueblo, y dijo: «Esta es la sangre del pacto que el Señor ha hecho con ustedes, según todas estas palabras».
9 Y subió Moisés con Aarón, Nadab y Abiú, y setenta de los ancianos de Israel; 10 y vieron al Dios de Israel. Debajo de Sus pies había como un embaldosado de zafiro, tan claro como el mismo cielo. 11 Pero Él no extendió Su mano contra los príncipes de los israelitas. Ellos vieron a Dios, y comieron y bebieron.
12 Y el Señor dijo a Moisés: «Sube hasta Mí, al monte, y espera allí, y te daré las tablas de piedra con la ley y los mandamientos que he escrito para instrucción de ellos». 13 Moisés se levantó con Josué su ayudante, y subió Moisés al monte de Dios, 14 y dijo a los ancianos: «Espérennos aquí hasta que volvamos a ustedes. Aarón y Hur estarán con ustedes. El que tenga algún asunto legal, acuda a ellos».
15 Entonces Moisés subió al monte, y la nube cubrió el monte. 16 Y la gloria del Señor reposó sobre el monte Sinaí, y la nube lo cubrió por seis días. Al séptimo día, Dios llamó a Moisés de en medio de la nube. 17 A los ojos de los israelitas la apariencia de la gloria del Señor era como un fuego consumidor sobre la cumbre del monte. 18 Moisés entró en medio de la nube, y subió al monte. Moisés estuvo en el monte cuarenta días y cuarenta noches.
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Juan 3
El nuevo nacimiento
3 Había un hombre de los fariseos, llamado Nicodemo, prominente entre los judíos. 2 Este vino a Jesús de noche y le dijo: «Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro, porque nadie puede hacer las señales que Tú haces si Dios no está con él».
3 Jesús le contestó: «En verdad te digo que el que no nace de nuevo no puede ver el reino de Dios».
4 Nicodemo le dijo*: «¿Cómo puede un hombre nacer siendo ya viejo? ¿Acaso puede entrar por segunda vez en el vientre de su madre y nacer?».
5 Jesús respondió: «En verdad te digo que el que no nace de agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios. 6 Lo que es nacido de la carne, carne es, y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. 7 No te asombres de que te haya dicho: “Tienen que nacer de nuevo”. 8 El viento sopla por donde quiere, y oyes su sonido, pero no sabes de dónde viene ni adónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu».
9 Nicodemo le preguntó: «¿Cómo puede ser esto?». 10 Jesús le respondió: «Tú eres maestro de Israel, ¿y no entiendes estas cosas? 11 En verdad te digo que hablamos lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto, pero ustedes no reciben nuestro testimonio. 12 Si les he hablado de las cosas terrenales, y no creen, ¿cómo creerán si les hablo de las celestiales? 13 Nadie ha subido al cielo, sino Aquel que bajó del cielo, es decir, el Hijo del Hombre que está en el cielo.
14 »Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que sea levantado el Hijo del Hombre, 15 para que todo aquel que cree, tenga en Él vida eterna.
El amor de Dios
16 »Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en Él, no se pierda, sino que tenga vida eterna. 17 Porque Dios no envió a Su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por Él. 18 El que cree en Él no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.
19 »Y este es el juicio: que la Luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la Luz, pues sus acciones eran malas. 20 Porque todo el que hace lo malo odia la Luz, y no viene a la Luz para que sus acciones no sean expuestas. 21 Pero el que practica la verdad viene a la Luz, para que sus acciones sean manifestadas que han sido hechas en Dios».
Testimonio final de Juan el Bautista
22 Después de esto Jesús vino con Sus discípulos a la tierra de Judea, y estaba allí con ellos, y bautizaba. 23 Juan también bautizaba en Enón, cerca de Salim, porque allí había mucha agua; y muchos venían y eran bautizados. 24 Porque Juan todavía no había sido puesto en la cárcel.
25 Surgió entonces una discusión entre los discípulos de Juan y un judío acerca de la purificación. 26 Vinieron a Juan y le dijeron: «Rabí, mira, Aquel que estaba contigo al otro lado del Jordán, de quien diste testimonio, está bautizando y todos van a Él».
27 Juan les respondió: «Ningún hombre puede recibir nada si no le es dado del cielo. 28 Ustedes mismos me son testigos de que dije: “Yo no soy el Cristo, sino que he sido enviado delante de Él”. 29 El que tiene la novia es el novio, pero el amigo del novio, que está allí y le oye, se alegra en gran manera con la voz del novio. Y por eso, este gozo mío se ha completado. 30 Es necesario que Él crezca, y que yo disminuya.
31 »El que procede de arriba está por encima de todos; el que es de la tierra, procede de la tierra y de la tierra habla. El que procede del cielo está sobre todos. 32 Lo que Él ha visto y oído, de eso da testimonio; y nadie recibe Su testimonio. 33 El que ha recibido Su testimonio ha certificado esto: que Dios es veraz. 34 Porque Aquel a quien Dios ha enviado habla las palabras de Dios, pues Él da el Espíritu sin medida.
35 »El Padre ama al Hijo y ha entregado todas las cosas en Su mano. 36 El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que no obedece al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios permanece sobre él».
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Job 42
Confesión y restauración de Job
42 Entonces Job respondió al Señor:
2 «Yo sé que Tú puedes hacer todas las cosas,
Y que ninguno de Tus propósitos puede ser frustrado.
3 “¿Quién es este que oculta el consejo sin entendimiento?”.
Por tanto, he declarado lo que no comprendía,
Cosas demasiado maravillosas para mí, que yo no sabía.
4 “Escucha ahora, y hablaré;
Te preguntaré y Tú me instruirás”.
5 He sabido de Ti solo de oídas,
Pero ahora mis ojos te ven.
6 Por eso me retracto, Y me arrepiento en polvo y ceniza».
7 Después que el Señor habló estas palabras a Job, el Señor dijo a Elifaz el temanita: «Se ha encendido Mi ira contra ti y contra tus dos amigos, porque no han hablado de Mí lo que es recto, como Mi siervo Job. 8 Ahora pues, tomen siete novillos y siete carneros, vayan a Mi siervo Job y ofrezcan holocausto por ustedes, y Mi siervo Job orará por ustedes. Porque ciertamente a él atenderé para no hacer con ustedes conforme a su insensatez, porque no han hablado de Mí lo que es recto, como Mi siervo Job». 9 Y Elifaz el temanita, y Bildad el suhita y Zofar el naamatita fueron e hicieron tal como el Señor les había dicho; y el Señor aceptó a Job.
10 Y el Señor restauró el bienestar de Job cuando este oró por sus amigos; y el Señor aumentó al doble todo lo que Job había poseído. 11 Entonces todos sus hermanos y todas sus hermanas y todos los que le habían conocido antes, vinieron a él y comieron con él en su casa; se condolieron de él y lo consolaron por todo el mal que el Señor había traído sobre él. Cada uno le dio una moneda (11.4 gramos) de plata, y cada uno un anillo de oro.
12 El Señor bendijo los últimos días de Job más que los primeros; y tuvo 14,000 ovejas, 6,000 camellos, 1,000 yuntas de bueyes y 1,000 asnas. 13 Tuvo además siete hijos y tres hijas. 14 Llamó a la primera Jemina, a la segunda Cesia y a la tercera Keren Hapuc. 15 En toda la tierra no se encontraban mujeres tan hermosas como las hijas de Job. Su padre les dio también herencia entre sus hermanos. 16 Después de esto vivió Job 140 años, y vio a sus hijos y a los hijos de sus hijos, hasta cuatro generaciones. 17 Y murió Job, anciano y lleno de días.
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2 Corintios 12