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Lectura de Hoy

14-03-2024
Devocional
Devocional: Éxodo 25
Éxodo 25 y Juan 4 están estrechamente vinculados canónicamente.
El primero comienza las instrucciones para la construcción del tabernáculo y sus accesorios (Ex. 25-30). El tabernáculo es el precursor del templo, el cual fue construido en tiempos de Salomón. Repetidamente en estos capítulos Dios dice: “Procura que todo esto sea una réplica exacta de lo que se te mostró en el monte” (25:40) o “Erige el santuario ciñéndote al modelo que se te mostró en el monte” (26:30), y otros pasajes semejantes. La Epístola a los Hebreos recoge esta misma idea. Los diseños del tabernáculo y del templo no son arbitrarios; reflejan realidades celestiales. “Asegúrate de hacerlo todo según el modelo que se te ha mostrado en la montaña” (Hebreos 8:5).
En Juan 4, encontramos a Jesús conversando con una mujer samaritana. Los samaritanos creían que el lugar apropiado para el culto a Dios no era Jerusalén, donde estaba el templo, sino el Monte Gerezim y Ebal, puesto que estos dos sitios eran los últimos estipulados para dicho culto al entrar el pueblo en la Tierra Prometida (Deut 11:29; Josué 8:33). No aceptaban como Escritura aquellos textos que trataban de la monarquía. La mujer quiere saber qué piensa Jesús: ¿Cuál es el lugar donde se le debería rendir culto a Dios: estas montañas, cerca de donde están, o Jerusalén? (Juan 4:20).
Jesús insiste en que amanece el tiempo cuando a Dios se le rendirá culto ni en un sitio ni en otro (4:21). Esto no quiere decir que Jesús dé igual validez a las reivindicaciones de los samaritanos que a las de los judíos. Más bien, todo lo contrario. Se pone de lado de los judíos en este debate concreto, puesto que son ellos los que siguen toda la gran extensión de las Escrituras de la antigua alianza, que incluyen la transición desde el tabernáculo hasta el templo en Jerusalén (4:22). “Pero se acerca la hora, y ha llegado ya, en que los verdaderos adoradores rendirán culto al Padre en espíritu y en verdad, porque así quiere el Padre que sean los que le adoren” (4:23).
Esto significa que (1), con la llegada de Cristo Jesús y el amanecer de la nueva alianza, el culto apropiado ya no estará ligado a ningún lugar geográfico concreto. Implícitamente, señala la obsolescencia del templo. El culto será tan extendido, geográficamente, como lo es el mismo Espíritu, como Dios mismo, el cual es espíritu (4:23). (2) El culto no será solamente en “espíritu”, sino también en “verdad”. En este contexto, no quiere decir que el culto deba ser sincero (“verdad” en este sentido); más bien, debe ser conforme a aquello que es últimamente la verdad, la misma manifestación de la verdad, Jesucristo mismo. Él es la “luz verdadera” (1:9), el verdadero templo (2:19-22), el verdadero pan del cielo (6:25 ss.), y mucho más. Los verdaderos adoradores le adoran en espíritu y en verdad.
Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2016. Usado con permiso.
Devocional: Proverbios 1
Antes de embarcarnos en Proverbios 1, debo decir algo acerca de la “sabiduría” en el Antiguo Testamento. Para nosotros, este término se refiere a algo parecido a la sagacidad. La persona sabia es perspicaz, perceptiva, incluso astuta, capaz de aplicar su conocimiento a personas y circunstancias diversas. Podemos entender por qué T. S. Eliot, en una de sus reflexiones más clarividentes de la era digital, preguntaba dónde está la sabiduría, ahora que se ha perdido en el conocimiento, y dónde se encuentra este, ahora que se ha perdido en la información.
Sin embargo, la sabiduría del Antiguo Testamento, aunque su significado se solape en ocasiones con su uso moderno, tiene sabor propio. Por un lado, se trata de un concepto amplio que engloba la estructura de todas las cosas en el universo de Dios, tanto la sustancia como las relaciones, incluso antes de que nada existiese (cf. 8:22). La gloria de Dios se manifiesta en esa sabiduría; puede hacerlo incluso en su decisión de ocultarla (25:2). No obstante, por otra parte, la sabiduría del Antiguo Testamento es simplemente una habilidad de un tipo u otro. (1) Puede ser la de sobrevivir, razón por la que se dice que las hormigas o los lagartos son extremadamente sabios (30:24-28); (2) la de llevarse bien con las personas, lo que llamamos “habilidades sociales”, tener buena relación con amigos, jefes, gobernantes, esposa y, sobre todo con Dios. Podemos atisbar intuitivamente la conexión entre esta “sabiduría” o habilidades prácticas y la sabiduría fundamental, esto es, cómo son realmente las cosas en el universo de Dios. Este uso del término es sorprendentemente común en Proverbios. (3) Puede referirse a alguna habilidad técnica (Éxodo 28:3). En la visión actual del concepto, uno puede tener “sabiduría” para mover un torno, programar una computadora o confeccionar una bella prenda. Una de estas habilidades prácticas, que se solapa con la segunda entrada, es la administrativa, la sabiduría administrativa, que incluye el discernimiento judicial. No solo implica la mecánica de la gestión, sino ser capaz de escuchar atentamente y llegar hasta la raíz de un asunto (por ejemplo, Deuteronomio 1:15). Esta fue, por supuesto, la “sabiduría” por la que oró Salomón (1 Reyes 3), la que caracteriza al Mesías (Isaías 11:2).
Por tanto, los proverbios de este libro se establecen “para adquirir sabiduría y disciplina; para discernir palabras de inteligencia; para recibir la corrección que dan la prudencia, la rectitud, la justicia y la equidad” (1:2-3). De ahí que lo contrario a sabiduría no sea sólo “necedad” en un sentido intelectual, sino entendida como llena de pecado. Así pues, se exhorta al “hijo” de este capítulo a obedecer las instrucciones de sus padres (1:8) o, de forma más general, a buscar la sabiduría (1:20ss.); la alternativa es ser atraído por los pecadores hacia otro camino (1:10ss.).
Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2013. Usado con permiso.
Éxodo 25
Ofrenda para el tabernáculo
9 El Señor habló a Moisés y le dijo: 2 «Dile a los israelitas que tomen una ofrenda para Mí. De todo aquel cuyo corazón le mueva a hacerlo, ustedes tomarán Mi ofrenda. 3 Y esta es la ofrenda que tomarán de ellos: oro, plata y bronce; 4 tela azul, púrpura y escarlata, lino fino y pelo de cabra; 5 pieles de carnero teñidas de rojo, pieles de marsopa y madera de acacia; 6 aceite para el alumbrado, especias para el aceite de la unción y para el incienso aromático; 7 piedras de ónice y piedras de engaste para el efod y para el pectoral.
8 »Que me hagan un santuario, para que Yo habite entre ellos. 9 Conforme a todo lo que te voy a mostrar, conforme al diseño del tabernáculo y al diseño de todo su mobiliario, así ustedes lo harán.
El arca del testimonio
10 »Harán también un arca de madera de acacia. Su longitud será de 2.5 codos (1.12 metros), su anchura de 1.5 codos (68 centímetros), y su altura de 1.5 codos (68 centímetros). 11 La revestirás de oro puro. Por dentro y por fuera la revestirás, y harás una moldura de oro alrededor de ella. 12 Además fundirás para ella cuatro argollas de oro, y las pondrás en sus cuatro esquinas, dos argollas a un lado de ella y dos argollas al otro lado.
13 »También harás varas de madera de acacia y las revestirás de oro. 14 Meterás las varas por las argollas a los lados del arca, para llevar el arca con ellas. 15 Las varas permanecerán en las argollas del arca. No serán quitadas de ella. 16 Y pondrás en el arca el testimonio que Yo te daré.
17 »Harás además un propiciatorio de oro puro. Su longitud será de 2.5 codos (1.12 metros), y su anchura de 1.5 codos (68 centímetros). 18 Harás también dos querubines de oro. Los harás de oro labrado a martillo, en los dos extremos del propiciatorio. 19 Harás un querubín en un extremo y el otro en el otro extremo. Harás el propiciatorio con los querubines en sus dos extremos de una sola pieza. 20 Los querubines tendrán extendidas las alas hacia arriba, cubriendo el propiciatorio con sus alas, uno frente al otro. Los rostros de los querubines estarán vueltos hacia el propiciatorio.
21 »Pondrás el propiciatorio encima del arca, y en el arca pondrás el testimonio que Yo te daré. 22 Allí me encontraré contigo, y de sobre el propiciatorio, de entre los dos querubines que están sobre el arca del testimonio, te hablaré acerca de todo lo que he de darte por mandamiento para los israelitas.
La mesa del pan de la Presencia
23 »Harás asimismo una mesa de madera de acacia. Su longitud será de 2 codos (90 centímetros), su anchura de un codo (45 centímetros) y su altura de 1.5 codos (68 centímetros). 24 La revestirás de oro puro y harás una moldura de oro a su alrededor. 25 Le harás también alrededor un borde de 7.5 centímetros de ancho, y harás una moldura de oro alrededor del borde.
26 »Le harás cuatro argollas de oro, y pondrás argollas en las cuatro esquinas que están sobre sus cuatro patas. 27 Cerca del borde estarán las argollas para meter las varas a fin de llevar la mesa. 28 Harás las varas de madera de acacia y las revestirás de oro, y con ellas llevarán la mesa.
29 »Harás también sus fuentes, sus vasijas, sus jarros y sus tazones con los cuales se harán las libaciones. De oro puro los harás. 30 Y pondrás sobre la mesa el pan de la Presencia perpetuamente delante de Mí.
El candelabro
31 »Entonces harás un candelabro de oro puro. El candelabro, su base y su caña han de hacerse labrados a martillo. Sus copas, sus cálices y sus flores serán de una pieza con él. 32 Y saldrán de sus lados seis brazos, tres brazos del candelabro de uno de sus lados y tres brazos del candelabro del otro lado. 33 Habrá tres copas en forma de flor de almendro en un brazo, con un cáliz y una flor; y tres copas en forma de flor de almendro en el otro brazo, con un cáliz y una flor; así en los seis brazos que salen del candelabro. 34 En la caña del candelabro habrá cuatro copas en forma de flor de almendro, con sus cálices y sus flores. 35 Habrá un cáliz debajo de los dos primeros brazos que salen de él, y un cáliz debajo de los dos siguientes brazos que salen de él, y un cáliz debajo de los dos últimos brazos que salen de él; así con los seis brazos que salen del candelabro. 36 Sus cálices y sus brazos serán de una pieza con él. Todo ello será una sola pieza de oro puro labrado a martillo.
37 »Entonces harás sus siete lámparas; sus lámparas serán levantadas de modo que alumbren el espacio frente al candelabro. 38 Sus despabiladeras y sus platillos serán de oro puro. 39 El candelabro, con todos estos utensilios, será hecho de 34 kilos de oro puro. 40 Mira que los hagas según el diseño que te ha sido mostrado en el monte.
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Juan 4
La mujer samaritana
4 Por tanto, cuando el Señor supo que los fariseos habían oído que Él hacía y bautizaba más discípulos que Juan 2 (aunque Jesús mismo no bautizaba, sino Sus discípulos), 3 salió de Judea y se fue otra vez para Galilea. 4 Y Él tenía que pasar por Samaria.
5 Llegó*, pues, a una ciudad de Samaria llamada Sicar, cerca de la parcela de tierra que Jacob dio a su hijo José; 6 y allí estaba el pozo de Jacob. Entonces Jesús, cansado del camino, se sentó junto al pozo. Era cerca del mediodía. 7 Una mujer de Samaria vino* a sacar agua, y Jesús le dijo*: «Dame de beber».
8 Pues Sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar alimentos. 9 Entonces la mujer samaritana le dijo*: «¿Cómo es que Tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?». (Porque los judíos no tienen tratos con los samaritanos).
10 Jesús le respondió: «Si tú conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: “Dame de beber”, tú le habrías pedido a Él, y Él te hubiera dado agua viva».
11 Ella le dijo*: «Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo; ¿de dónde, pues, tienes esa agua viva? 12 ¿Acaso eres Tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio el pozo del cual bebió él mismo, y sus hijos, y sus ganados?».
13 Jesús le respondió: «Todo el que beba de esta agua volverá a tener sed, 14 pero el que beba del agua que Yo le daré, no tendrá sed jamás, sino que el agua que Yo le daré se convertirá en él en una fuente de agua que brota para vida eterna».
15 «Señor», le dijo* la mujer, «dame esa agua, para que no tenga sed ni venga hasta aquí a sacarla». 16 Jesús le dijo*: «Ve, llama a tu marido y ven acá». 17 «No tengo marido», respondió la mujer. Jesús le dijo*: «Bien has dicho: “No tengo marido”, 18 porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; en eso has dicho la verdad».
19 La mujer le dijo*: «Señor, me parece que Tú eres profeta. 20 Nuestros padres adoraron en este monte, y ustedes dicen que en Jerusalén está el lugar donde se debe adorar».
21 Jesús le dijo*: «Mujer, cree lo que te digo: la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adorarán ustedes al Padre. 22 Ustedes adoran lo que no conocen; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. 23 Pero la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque ciertamente a los tales el Padre busca que lo adoren. 24 Dios es espíritu, y los que lo adoran deben adorar en espíritu y en verdad».
25 La mujer le dijo*: «Sé que el Mesías viene (el que es llamado Cristo); cuando Él venga nos declarará todo». 26 Jesús le dijo*: «Yo soy, el que habla contigo».
27 En esto llegaron Sus discípulos y se admiraron de que hablara con una mujer, pero ninguno le preguntó: «¿Qué tratas de averiguar?» o: «¿Por qué hablas con ella?». 28 Entonces la mujer dejó su cántaro, fue a la ciudad y dijo* a los hombres: 29 «Vengan, vean a un hombre que me ha dicho todo lo que yo he hecho. ¿No será este el Cristo?». 30 Y salieron de la ciudad y fueron adonde Él estaba.
31 Mientras tanto, los discípulos le rogaban: «Rabí, come». 32 Pero Él les dijo: «Yo tengo para comer una comida que ustedes no saben». 33 Entonces los discípulos se decían entre sí: «¿Le habrá traído alguien de comer?».
34 Jesús les dijo*: «Mi comida es hacer la voluntad del que me envió y llevar a cabo Su obra. 35 ¿No dicen ustedes: “Todavía faltan cuatro meses, y después viene la siega”? Pero Yo les digo: alcen sus ojos y vean los campos que ya están blancos para la siega. 36 Ya el segador recibe salario y recoge fruto para vida eterna, para que el que siembra se regocije junto con el que siega. 37 Porque en este caso el dicho es verdadero: “Uno es el que siembra y otro el que siega”. 38 Yo los envié a ustedes a segar lo que no han trabajado; otros han trabajado y ustedes han entrado en su labor».
39 Y de aquella ciudad, muchos de los samaritanos creyeron en Él por la palabra de la mujer que daba testimonio, diciendo: «Él me dijo todo lo que yo he hecho». 40 De modo que cuando los samaritanos vinieron, rogaban a Jesús que se quedara con ellos; y Él se quedó allí dos días. 41 Muchos más creyeron por Su palabra, 42 y decían a la mujer: «Ya no creemos por lo que tú has dicho, porque nosotros mismos le hemos oído, y sabemos que Este es en verdad el Salvador del mundo».
43 Después de los dos días, Jesús salió de allí para Galilea. 44 Porque Jesús mismo dio testimonio de que a un profeta no se le honra en su propia tierra. 45 Así que cuando llegó a Galilea, los galileos lo recibieron, pues habían visto todo lo que Él hizo en Jerusalén durante la fiesta; porque ellos también habían ido a la fiesta.
Curación del hijo de un oficial del rey
46 Entonces vino otra vez Jesús a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Y había allí cierto oficial del rey cuyo hijo estaba enfermo en Capernaúm. 47 Cuando él oyó que Jesús había venido de Judea a Galilea, fue a Su encuentro y le suplicaba que bajara y sanara a su hijo, porque estaba al borde de la muerte. 48 Jesús entonces le dijo: «Si ustedes no ven señales y prodigios, no creerán». 49 El oficial del rey le dijo*: «Señor, baja antes de que mi hijo muera». 50 «Puedes irte, tu hijo vive», le dijo* Jesús. Y el hombre creyó la palabra que Jesús le dijo, y se fue. 51 Y mientras bajaba a su casa, sus siervos le salieron al encuentro y le dijeron que su hijo vivía. 52 Entonces les preguntó a qué hora había empezado a mejorar. Y le respondieron: «Ayer a la una de la tarde se le quitó la fiebre».
53 El padre entonces se dio cuenta que fue a la hora en que Jesús le dijo: «Tu hijo vive». Y creyó él con toda su casa. 54 Esta fue la segunda señal que Jesús hizo cuando fue de Judea a Galilea.
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Proverbios 1
Propósito de los proverbios
1Los proverbios de Salomón, hijo de David, rey de Israel:
2 Para aprender sabiduría e instrucción,
Para discernir dichos profundos,
3 Para recibir instrucción en sabia conducta,
Justicia, juicio y equidad;
4 Para dar a los simples prudencia,
Y a los jóvenes conocimiento y discreción.
5 El sabio oirá y crecerá en conocimiento,
Y el inteligente adquirirá habilidad,
6 Para entender proverbio y metáfora,
Las palabras de los sabios y sus enigmas.
7 El temor del Señor es el principio de la sabiduría;
Los necios desprecian la sabiduría y la instrucción.
Peligro de las malas compañías
8 Oye, hijo mío, la instrucción de tu padre
Y no abandones la enseñanza de tu madre;
9 Porque son guirnalda de gracia para tu cabeza,
Y collares para tu cuello.
10 Hijo mío, si los pecadores te quieren seducir,
No consientas.
11 Si dicen: «Ven con nosotros,
Pongámonos al acecho para derramar sangre,
Sin causa asechemos al inocente,
12 Devorémoslos vivos como el Seol,
Enteros, como los que descienden al abismo;
13 Hallaremos toda clase de preciadas riquezas,
Llenaremos nuestras casas de botín;
14 Echa tu suerte con nosotros,
Todos tendremos una bolsa»,
15 Hijo mío, no andes en el camino con ellos.
Aparta tu pie de su senda,
16 Porque sus pies corren hacia el mal,
Y se apresuran a derramar sangre.
17 Porque es en vano tender la red
Ante los ojos de cualquier ave;
18 Pero ellos a su propia sangre asechan,
Tienden lazo a sus propias vidas.
19 Tales son los caminos de todo el que se
beneficia por la violencia:
Que quita la vida de sus poseedores.
Habla la sabiduría
20 La sabiduría clama en la calle,
En las plazas alza su voz;
21 Clama en las esquinas de las calles concurridas;
A la entrada de las puertas de la ciudad pronuncia sus discursos:
22 «¿Hasta cuándo, oh simples, amarán la simpleza,
Y los burladores se deleitarán en hacer burla,
Y los necios aborrecerán el conocimiento?
23 Vuélvanse a mi reprensión,
Y derramaré mi espíritu sobre ustedes;
Les haré conocer mis palabras.
24 Porque he llamado y han rehusado oír,
He extendido mi mano y nadie ha hecho caso.
25 Han desatendido todo consejo mío
Y no han deseado mi reprensión.
26 También yo me reiré de la calamidad de ustedes,
Me burlaré cuando sobrevenga lo que temen,
27 Cuando venga como tormenta lo que temen
Y su calamidad sobrevenga como torbellino,
Cuando vengan sobre ustedes tribulación y angustia.
28 Entonces me invocarán, pero no responderé;
Me buscarán con diligencia, pero no me hallarán,
29 Porque odiaron el conocimiento,
Y no escogieron el temor del Señor,
30 Ni quisieron aceptar mi consejo,
Y despreciaron toda mi reprensión.
31 Comerán del fruto de su conducta,
Y de sus propias artimañas se hartarán.
32 Porque el desvío de los simples los matará,
Y la complacencia de los necios los destruirá.
33 Pero el que me escucha vivirá seguro,
Y descansará, sin temor al mal».
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2 Corintios 13