Cuando empezaba a conocer la doctrina de la elección incondicional, una de mis objeciones tenía que ver con el evangelismo y la predestinación: Si Dios predestinó a quienes han de ser salvos, ¿para qué evangelizar?
En aquellos días, yo no había notado que también se puede presentar la misma objeción a quienes creen en una elección condicional; que Dios escogió para salvación a las personas que Él vio de antemano que iban a creer el evangelio.
Todos los cristianos creen en la predestinación, aunque muchos difieren acerca de la base de esa predestinación. Por lo tanto, todos necesitamos responder a esta interrogante.
Evangelizamos porque Dios lo manda
La respuesta bíblica a esta pregunta es que evangelizamos porque Dios lo manda, como vemos en el pasaje de la Gran Comisión:
“Toda autoridad Me ha sido dada en el cielo y en la tierra. Vayan, pues, y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que les he mandado; y ¡recuerden (he aquí)! Yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo” (Mt 28:18-20).