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Lectura de Hoy
18-03-2024
Devocional
Devocional: Juan 8
Dos comentarios acerca de Juan 8:12-51.
(1) Ya en Juan 7:7, Jesús dijo a sus hermanos: “El mundo no tiene motivos para aborreceros; a mí, sin embargo, me aborrece porque yo testifico que sus obras son malas.”. Tanto en su propia persona como en sus palabras contundentes, Jesús resulta tan ofensivo, que el mundo lo odia. Es la encarnación de Juan 3:19-21: “la luz vino al mundo, pero la humanidad prefirió las tinieblas a la luz, porque sus hechos eran perversos”.
Juan 8 va más lejos aun. Jesús insiste en que cuando el diablo miente, “Cuando miente, expresa su propia naturaleza, porque es un mentiroso. ¡Es el padre de la mentira!” (8:44). Luego Jesús añade, “Y sin embargo a mí, que os digo la verdad, no me creéis” (8:45).
Todo esto es asombroso. La primera cláusula de la frase no es concesiva, como si Jesús dijera: “Aunque yo os digo la verdad, no me creéis”. Esto ya sería suficientemente lamentable. Pero Jesús dice: “Si digo la verdad, ¿por qué no me creéis?” Ante semejante actitud, ¿qué opciones le quedan? ¿Debería decir la clase de mentiras dulces y suaves que a la gente acomodada le encanta escuchar? Esto le garantizaría una audiencia, pero es impensable que Jesús proceda de esta forma. Por lo tanto, sigue exponiendo la verdad, y precisamente por actuar así, sus oyentes no le creen. Cuando alguien está ciego, decirle la verdad es precisamente lo que le endurece. Enciende el odio ardiente que desemboca en la conflagración de la cruz.
(2) Jesús insiste en que “Abraham, vuestro padre, se regocijó al pensar que vería mi día” (8:56): lo que Jesús probablemente tenía en mente era la promesa que Dios hizo y reiteró a Abraham: que en su descendencia serían bendecidas todas las naciones de la tierra (Gen 12). Es improbable que Jesús esté diciendo que Abraham hubiese tenido una visión en la cual pudiese ver la vida y los tiempos de Jesús. Lo que quiere decir, más bien, es que Abraham conocía a Dios, creía las promesas de Dios en cuanto a su descendencia, y, por fe, contemplaba el cumplimiento de estas promesas, regocijándose en la perspectiva de aquello que aún no podía comprender plenamente: “lo vio y se alegró” (8:56). Pero, como mínimo, estas palabras significan que Jesús es el objeto y el cumplimiento de las promesas de Dios a Abraham y, por lo tanto le superaba en importancia. Además, si el Verbo eterno (Juan 1:1) había estado siempre con Dios, y era siempre Dios, incluso la contemplación de Dios por la fe por parte de Abraham era ni más ni menos que la contemplación de Aquel que se encarnó como Jesús de Nazaret. “Ciertamente os aseguro que” Jesús contesta “antes de que Abraham naciera, ¡yo soy!” – el mismo nombre del Dios de la alianza (Éxodo 3:14).
Cuando sus adversarios recogen piedras para matar a Jesús a causa de su segunda afirmación, demuestran la verdad de la primera.
Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2016. Usado con permiso.
Devocional: Proverbios 5
Proverbios 5 se centra en advertir que no caigamos en la tentación de la adúltera, una advertencia que sigue apareciendo en los primeros capítulos de este libro (por ejemplo, 6:20-35; 7:1-27). Unas veces, parece que se está haciendo referencia a la prostitución; otras, al simple adulterio.
En una época en que la sociedad es extremadamente sensible ante los estereotipos, algunas personas se ofenden porque quien tienta es invariablemente la mujer. En el mundo real, ¿no es también el hombre quien lo hace, el adúltero?
Podemos decir muchas cosas, pero bastarán cuatro breves reflexiones. (a) El autor advierte contra la adúltera porque se está dirigiendo a su “hijo” (5:1), siguiendo la estructura fundamental del género (1:8; véase la meditación del 15 de marzo). (b) Incluso así, el “hijo” que tiene relaciones con la adúltera no está libre de culpa. El hijo errante de este capítulo se presenta como algo más que una víctima. Es aquel que “aborrece la corrección” y cuyo corazón “desprecia la disciplina” (5:12). De él se dice: “Al malvado lo atrapan sus malas obras; las cuerdas de su pecado lo aprisionan” (5:22). Es culpable de “gran insensatez” (5:23). (c) En este libro, tanto la sabiduría como la necedad se personifican más adelante como mujeres (Proverbios 9; véase la meditación del 22 de marzo). En otras palabras, no existe una relación unívoca entre las mujeres y el mal. Tanto los hombres como las mujeres son malos. Se insta a todos ellos a buscar la “sabiduría”. (d) En cualquier caso, en muchos pasajes de las Escrituras la culpa de las malas conductas sexuales recae principalmente sobre los hombres, como en el caso de la aventura de Judá con Tamar, Amnón violando a su hermanastra o David seduciendo a Betsabé.
El adulterio en sí mismo es indebido, necio, pecaminoso, efímero o desobediente; no solo la adúltera. El capítulo expone advertencias, pero también ofrece una alternativa: un matrimonio amado, desarrollado, alimentado, especialmente en el ámbito sexual (5:18-19). No obstante, más allá de todas las razones inmediatas y culturales que defienden la fidelidad sexual en el matrimonio existe una de importancia trascendental: “Nuestros caminos están a la vista del Señor; él examina todas nuestras sendas” (5:21). Por supuesto, en las Escrituras encontramos varios versículos parecidos, por ejemplo: “Ninguna cosa creada escapa a la vista de Dios. Todo está al descubierto, expuesto a los ojos de aquel a quien hemos de rendir cuentas” (Hebreos 4:13). Sin embargo, en el contexto de la literatura de sabiduría, hay un matiz adicional. No se trata solo de que Dios lo ve todo, incluyendo cualquier mala conducta, sino de que debemos agradarle con sabiduría, la de vivir a su manera en su universo.
Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2013. Usado con permiso.
Éxodo 29
Consagración de Aarón y los sacerdotes
29 »Esto es lo que les harás para consagrarlos para que me sirvan como sacerdotes: Toma un novillo y dos carneros sin defecto, 2 panes sin levadura, tortas sin levadura amasadas con aceite, y hojaldres sin levadura untados con aceite. Los harás de flor de harina de trigo. 3 Los pondrás en una cesta, y los presentarás en la cesta junto con el novillo y los dos carneros. 4 Después harás que Aarón y sus hijos se acerquen a la entrada de la tienda de reunión, y los lavarás con agua.
5 »Tomarás las vestiduras y pondrás sobre Aarón la túnica, el manto del efod, el efod y el pectoral, y lo ceñirás con el cinto tejido del efod. 6 Pondrás la tiara sobre su cabeza, y sobre la tiara pondrás la diadema santa. 7 Luego tomarás el aceite de la unción, lo derramarás sobre su cabeza, y lo ungirás. 8 También harás que sus hijos se acerquen y pondrás túnicas sobre ellos. 9 Les ceñirás los cinturones a Aarón y a sus hijos, y les atarás las mitras, y tendrán el sacerdocio por estatuto perpetuo. Así consagrarás a Aarón y a sus hijos.
10 »Entonces llevarás el novillo delante de la tienda de reunión, y Aarón y sus hijos pondrán sus manos sobre la cabeza del novillo. 11 Matarás el novillo delante del Señor, a la entrada de la tienda de reunión. 12 Tomarás de la sangre del novillo y la pondrás sobre los cuernos del altar con tu dedo. Y derramarás toda la sangre al pie del altar. 13 Tomarás todo el sebo que cubre las entrañas, el lóbulo del hígado y los dos riñones, y el sebo que hay sobre ellos, y los ofrecerás quemándolos sobre el altar. 14 Pero la carne del novillo y su piel y su estiércol los quemarás con fuego fuera del campamento. Es ofrenda por el pecado.
15 »También tomarás uno de los carneros, y Aarón y sus hijos pondrán sus manos sobre la cabeza del carnero. 16 Matarás el carnero, y tomarás su sangre y la rociarás en el altar por todos los lados. 17 Luego cortarás el carnero en pedazos, y lavarás sus entrañas y sus piernas, y las pondrás con sus pedazos y con su cabeza; 18 y quemarás todo el carnero sobre el altar. Es holocausto al Señor, aroma agradable al Señor, ofrenda encendida al Señor.
19 »Entonces tomarás el otro carnero, y Aarón y sus hijos pondrán sus manos sobre la cabeza del carnero. 20 Y matarás el carnero, y tomarás de su sangre y la pondrás sobre el lóbulo de la oreja derecha de Aarón, sobre el lóbulo de la oreja derecha de sus hijos, sobre el pulgar de su mano derecha, y sobre el pulgar de su pie derecho, y rociarás el resto de la sangre en el altar por todos los lados.
21 »Después tomarás de la sangre que está sobre el altar y del aceite de la unción, y lo rociarás sobre Aarón y sobre sus vestiduras, sobre sus hijos y sobre las vestiduras de sus hijos. Quedarán consagrados él y sus vestiduras, y también sus hijos y las vestiduras de sus hijos con él. 22 Tomarás también el sebo del carnero, la cola gorda, el sebo que cubre las entrañas, el lóbulo del hígado, los dos riñones y el sebo que hay sobre ellos, la pierna derecha (porque es un carnero de consagración), 23 y una torta de pan, una torta de pan con aceite y un hojaldre de la cesta de los panes sin levadura que está delante del Señor.
24 »Lo pondrás todo en las manos de Aarón y en las manos de sus hijos. Lo mecerás como ofrenda mecida delante del Señor. 25 Luego lo tomarás de sus manos y lo quemarás en el altar sobre el holocausto como aroma agradable delante del Señor; es ofrenda encendida al Señor.
26 »Entonces tomarás el pecho del carnero de la consagración de Aarón, y lo mecerás como ofrenda mecida delante del Señor. Esa será tu porción. 27 Y consagrarás el pecho de la ofrenda mecida y la pierna de la ofrenda alzada, lo que fue mecido y lo que fue alzado del carnero de consagración, de lo que era para Aarón y de lo que era para sus hijos. 28 Esto será como porción perpetua de parte de los israelitas para Aarón y sus hijos, porque es ofrenda alzada. Será una ofrenda alzada de los israelitas, de los sacrificios de sus ofrendas de paz, es decir su ofrenda alzada al Señor.
29 »Las vestiduras sagradas de Aarón serán para sus hijos después de él, para que en ellas sean ungidos y consagrados. 30 Por siete días las vestirá aquel de sus hijos que tome su lugar como sacerdote, cuando entre en la tienda de reunión para ministrar en el lugar santo.
31 »Tomarás el carnero de consagración y cocerás su carne en un lugar santo. 32 Y Aarón y sus hijos comerán la carne del carnero y el pan que está en la cesta, a la entrada de la tienda de reunión. 33 Así comerán las cosas con las cuales se hizo expiación en la ordenación y consagración de ellos. Pero el laico no las comerá, porque son sagradas. 34 Si sobra algo de la carne de consagración o algo del pan hasta la mañana siguiente, quemarás al fuego lo que haya sobrado. No se comerá, porque es sagrado.
35 »Así harás, pues, a Aarón y a sus hijos, conforme a todo lo que te he mandado; por siete días los consagrarás. 36 Cada día ofrecerás en expiación un novillo como ofrenda por el pecado. Purificarás el altar cuando hagas expiación sobre él, y lo ungirás para santificarlo. 37 Durante siete días harás expiación por el altar, y lo santificarás. Entonces el altar será santísimo, y todo lo que toque el altar será santificado.
Ofrendas diarias
38 »Esto es lo que ofrecerás sobre el altar: dos corderos de un año cada día, continuamente. 39 Ofrecerás uno de los corderos por la mañana y el otro cordero lo ofrecerás al atardecer. 40 Y ofrecerás 2.2 litros de flor de harina mezclada con un litro de aceite batido, y para la libación, un litro de vino con un cordero. 41 Ofrecerás el otro cordero al atardecer. Con él ofrecerás la misma ofrenda de cereal y la misma libación que por la mañana, como aroma agradable: una ofrenda encendida al Señor.
42 »Será holocausto continuo por las generaciones de ustedes a la entrada de la tienda de reunión, delante del Señor, donde Yo me encontraré con ustedes, para hablar allí contigo. 43 Allí me encontraré con los israelitas, y el lugar será santificado por Mi gloria. 44 Santificaré la tienda de reunión y el altar. También santificaré a Aarón y a sus hijos para que me sirvan como sacerdotes. 45 Habitaré entre los israelitas, y seré su Dios. 46 Y conocerán que Yo soy el Señor su Dios, que los saqué de la tierra de Egipto para morar Yo en medio de ellos. Yo soy el Señor su Dios.
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Juan 8
La mujer sorprendida en adulterio
8 Pero Jesús se fue al monte de los Olivos. 2 Al amanecer, vino otra vez al templo, y todo el pueblo venía a Él; y sentándose, les enseñaba. 3 Los escribas y los fariseos trajeron* a una mujer sorprendida en adulterio, y poniéndola en medio, 4 dijeron* a Jesús: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo del adulterio. 5 Y en la ley, Moisés nos ordenó apedrear a esta clase de mujeres. ¿Tú, pues, qué dices?».
6 Decían esto, poniendo a prueba a Jesús, para tener de qué acusarlo. Pero Jesús se inclinó y con el dedo escribía en la tierra. 7 Pero como insistían en preguntar, Jesús se enderezó y les dijo: «El que de ustedes esté sin pecado, sea el primero en tirarle una piedra».
8 E inclinándose de nuevo, escribía en la tierra. 9 Al oír ellos esto, se fueron retirando uno a uno comenzando por los de mayor edad, y dejaron solo a Jesús y a la mujer que estaba en medio. 10 Enderezándose Jesús, le dijo: «Mujer, ¿dónde están ellos? ¿Ninguno te ha condenado?».
11 «Ninguno, Señor», respondió ella. Entonces Jesús le dijo: «Yo tampoco te condeno. Vete; y desde ahora no peques más».
Jesús, la Luz del mundo
12 Jesús les habló otra vez, diciendo: «Yo soy la Luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la Luz de la vida». 13 Entonces los fariseos le dijeron: «Tú das testimonio de Ti mismo; Tu testimonio no es verdadero».
14 Jesús les respondió: «Aunque Yo doy testimonio de Mí mismo, Mi testimonio es verdadero, porque Yo sé de dónde he venido y adónde voy; pero ustedes no saben de dónde vengo ni adónde voy. 15 Ustedes juzgan según la carne; Yo no juzgo a nadie. 16 Pero si Yo juzgo, Mi juicio es verdadero; porque no soy Yo solo, sino Yo y el Padre que me envió. 17 Aun en la ley de ustedes está escrito que el testimonio de dos hombres es verdadero. 18 Yo soy el que doy testimonio de Mí mismo, y el Padre que me envió da testimonio de Mí».
19 Entonces le decían: «¿Dónde está Tu Padre?». «Ustedes no me conocen a Mí ni a Mi Padre», les respondió Jesús. «Si me conocieran, conocerían también a Mi Padre».
20 Estas palabras las pronunció en el lugar del tesoro, cuando enseñaba en el templo; y nadie lo prendió, porque todavía no había llegado Su hora.
Advertencias a los incrédulos
21 Entonces Jesús les dijo de nuevo: «Yo me voy, y me buscarán, y ustedes morirán en su pecado; adonde Yo voy, ustedes no pueden ir». 22 Por eso los judíos decían: «¿Acaso se va a suicidar, puesto que dice: “Adonde Yo voy, ustedes no pueden ir”?».
23 Y Jesús les decía: «Ustedes son de abajo, Yo soy de arriba; ustedes son de este mundo, Yo no soy de este mundo. 24 Por eso les dije que morirán en sus pecados; porque si no creen que Yo soy, morirán en sus pecados».
25 «¿Tú quién eres?», le preguntaron. Jesús les contestó: «¿Qué les he estado diciendo desde el principio? 26 Tengo mucho que decir y juzgar de ustedes, pero Aquel que me envió es veraz; y Yo, las cosas que oí de Él, estas digo al mundo».
27 Ellos no comprendieron que les hablaba del Padre. 28 Por eso Jesús les dijo: «Cuando ustedes levanten al Hijo del Hombre, entonces sabrán que Yo soy y que no hago nada por Mi cuenta, sino que hablo estas cosas como el Padre me enseñó. 29 Y Aquel que me envió está conmigo; no me ha dejado solo, porque Yo siempre hago lo que le agrada». 30 Al hablar estas cosas, muchos creyeron en Él.
Los verdaderos hijos de Abraham
31 Entonces Jesús decía a los judíos que habían creído en Él: «Si ustedes permanecen en Mi palabra, verdaderamente son Mis discípulos; 32 y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres». 33 Ellos le contestaron: «Somos descendientes de Abraham y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices Tú: “Serán libres”?».
34 Jesús les respondió: «En verdad les digo que todo el que comete pecado es esclavo del pecado; 35 y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí permanece para siempre. 36 Así que, si el Hijo los hace libres, ustedes serán realmente libres. 37 Sé que ustedes son descendientes de Abraham; y sin embargo, me quieren matar porque Mi palabra no tiene aceptación en ustedes. 38 Yo hablo lo que he visto con Mi Padre; ustedes, entonces, hacen también lo que oyeron de su padre».
39 Ellos le contestaron: «Abraham es nuestro padre». Jesús les dijo*: «Si son hijos de Abraham, hagan las obras de Abraham. 40 Pero ahora me quieren matar, a Mí que les he dicho la verdad que oí de Dios. Esto no lo hizo Abraham. 41 Ustedes hacen las obras de su padre». Ellos le dijeron: «Nosotros no nacimos de fornicación; tenemos un Padre, es decir, Dios».
42 Jesús les dijo: «Si Dios fuera su Padre, me amarían, porque Yo salí de Dios y vine de Él, pues no he venido por Mi propia iniciativa, sino que Él me envió. 43 ¿Por qué no entienden lo que digo? Porque no pueden oír Mi palabra.
44 »Ustedes son de su padre el diablo y quieren hacer los deseos de su padre. Él fue un asesino desde el principio, y no se ha mantenido en la verdad porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, habla de su propia naturaleza, porque es mentiroso y el padre de la mentira. 45 Pero porque Yo digo la verdad, no me creen. 46 ¿Quién de ustedes me prueba que tengo pecado? Y si digo verdad, ¿por qué ustedes no me creen? 47 El que es de Dios escucha las palabras de Dios; por eso ustedes no escuchan, porque no son de Dios».
Jesús, anterior a Abraham
48 Los judíos le contestaron: «¿No decimos con razón que Tú eres samaritano y que tienes un demonio?». 49 Jesús respondió: «Yo no tengo ningún demonio, sino que honro a Mi Padre, y ustedes me deshonran a Mí. 50 Pero Yo no busco Mi gloria; hay Uno que la busca, y juzga. 51 En verdad les digo que si alguien guarda Mi palabra, no verá jamás la muerte».
52 Los judíos le dijeron: «Ahora sí sabemos que tienes un demonio. Abraham murió, y también los profetas, y Tú dices: “Si alguien guarda Mi palabra no probará jamás la muerte”. 53 ¿Eres Tú acaso mayor que nuestro padre Abraham que murió? Los profetas también murieron; ¿quién crees que eres?».
54 Jesús respondió: «Si Yo mismo me glorifico, Mi gloria no es nada; es Mi Padre el que me glorifica, de quien ustedes dicen: “Él es nuestro Dios”. 55 Ustedes no lo han conocido, pero Yo lo conozco; y si digo que no lo conozco seré un mentiroso como ustedes; pero sí lo conozco y guardo Su palabra. 56 Abraham, el padre de ustedes, se regocijó esperando ver Mi día; y lo vio y se alegró».
57 Por esto los judíos le dijeron: «Aún no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham?». 58 Jesús les dijo: «En verdad les digo, que antes que Abraham naciera, Yo soy». 59 Entonces tomaron piedras para tirárselas, pero Jesús se ocultó y salió del templo.
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Proverbios 5
Advertencias sobre la mujer extraña
5 Hijo mío, presta atención a mi sabiduría,
Inclina tu oído a mi prudencia,
2 Para que guardes la discreción
Y tus labios conserven el conocimiento.
3 Porque los labios de la extraña destilan miel,
Y su lengua es más suave que el aceite;
4 Pero al final es amarga como el ajenjo,
Aguda como espada de dos filos.
5 Sus pies descienden a la muerte,
Sus pasos solo logran el Seol.
6 No considera la senda de la vida;
Sus senderos son inestables, y no lo sabe.
7 Ahora pues, hijos míos, escúchenme,
Y no se aparten de las palabras de mi boca.
8 Aleja de la extraña tu camino,
Y no te acerques a la puerta de su casa;
9 No sea que des tu vigor a otros
Y tus años al cruel;
10 No sea que se sacien los extraños de tus bienes
Y tu esfuerzo vaya a casa del extranjero;
11 Y al final te lamentes,
Cuando tu carne y tu cuerpo se hayan consumido,
12 Y digas: «¡Cómo he aborrecido la instrucción,
Y mi corazón ha despreciado la corrección!
13 No he escuchado la voz de mis maestros,
Ni he inclinado mi oído a mis instructores.
14 He estado a punto de completa ruina
En medio de la asamblea y la congregación».
15 Bebe agua de tu cisterna
Y agua fresca de tu pozo.
16 ¿Se derramarán por fuera tus manantiales,
Tus arroyos de aguas por las calles?
17 Sean para ti solo,
Y no para los extraños contigo.
18 Sea bendita tu fuente,
Y regocíjate con la mujer de tu juventud,
19 Amante cierva y graciosa gacela;
Que sus senos te satisfagan en todo tiempo,
Su amor te embriague para siempre.
20 ¿Por qué has de embriagarte, hijo mío, con una extraña,
Y abrazar el seno de una desconocida?
21 Pues los caminos del hombre están delante de los ojos del Señor,
Y Él observa todos sus senderos.
22 De sus propias iniquidades será presa el impío,
Y en los lazos de su pecado quedará atrapado.
23 Morirá por falta de instrucción,
Y por su mucha necedad perecerá.
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Gálatas 4