Vida Cristiana
4 lecciones bíblicas para tener amistades duraderas
Vivimos en tiempos en los que se promueve con mucha fuerza el individualismo, esa tendencia a obrar según la voluntad propia y sin considerar la opinión ni situación de los demás. Hoy parece existir una especie de alergia al compañerismo.
Lamentablemente, el individualismo de nuestra época se ha infiltrado en las filas de la iglesia, provocando que muchos creyentes vean las amistades como algo poco importante. Aun aquellos que quieren atender al mandato bíblico de cultivar amistades edificantes tienen mucha dificultad para lograrlo porque no tienen claridad sobre cómo hacerlo.
Dios se complace en las amistades
Las Sagradas Escrituras nos animan y nos exhortan a tener comunión los unos con los otros (Hch 2:42). Los ejemplos bíblicos de amigos —como David y Jonatán, Rut y Noemí, Pablo y Timoteo, y Jesús y Sus discípulos— nos recuerdan que la amistad es un tema muy presente en la Palabra de Dios. También los muchos consejos en Proverbios sobre este tema nos dejan ver que Dios se complace en la amistad cristiana.
Muchas veces preferimos escuchar a nuestro corazón individualista antes que el consejo de Dios y nos perdemos el regalo de la amistad
Sin embargo, muchas veces preferimos escuchar a nuestro corazón individualista antes que el consejo de Dios y nos perdemos el regalo de la amistad. De esa manera, también nos perdemos que las amistades piadosas fortalezcan nuestra alma y nos permitan seguir poniendo nuestra mirada en Cristo.
Si tu deseo es cultivar amistades que glorifiquen a Dios, sean fuertes y se mantengan en el tiempo, te invito a considerar estas enseñanzas basadas en la Palabra de Dios. Estas son cuatro lecciones para cultivar amistades duraderas.
1. Establece amistades con propósito
Si ignoramos el propósito de algo, es probable que le demos un uso inapropiado. Esto es cierto también para las amistades. La Palabra de Dios nos dice cuál es la razón por la que existimos y por la que debemos hacer todas las cosas.
A todo el que es llamado por Mi nombre
Y a quien he creado para Mi gloria,
A quien he formado y a quien he hecho (Is 43:7).Entonces, ya sea que coman, que beban, o que hagan cualquier otra cosa, háganlo todo para la gloria de Dios (1 Co 10:31).
Porque de Él, por Él y para Él son todas las cosas. A Él sea la gloria para siempre. Amén (Ro 11:36).
De acuerdo con estos pasajes, todo debe ser hecho para la gloria de Dios y eso incluye nuestras relaciones de amistad. Pero ¿cómo podemos glorificar a Dios de manera práctica?
Creo que el pastor John Piper lo resume de manera clara en su famosa frase: «Dios es más glorificado en nosotros cuando estamos más satisfechos en Él». A medida que nos deleitamos más y más en Dios, Él es más glorificado (cp. Fil 1:20-21). Por eso, todas nuestras relaciones deben ayudarnos a poner nuestro corazón en Dios y en Cristo.
Recuerda que Dios puso hermanos en la fe a tu alrededor para que te permitan ver lo que no puedes ver y, de esa manera, crecer en santidad
Esto significa que las amistades no se tratan principalmente de nosotros. Cuando cultivamos una amistad, no debemos pensar en complacer nuestros deseos egoístas ni los de nuestro amigo, alimentando los ídolos del corazón. Más bien, trabajamos en dependencia de la gracia divina para crecer en nuestro deleite en Cristo y, de ese modo, vivir nuestras amistades de acuerdo con Su voluntad.
La gloria de Dios y el deleite en Cristo es la meta que perseguimos en la amistad cristiana.
2. Aprende a decir (y a recibir) la verdad en amor
En mis pocos años como pastor, he observado que muchas amistades se mantienen firmes hasta que alguien decide confrontar a su amigo con la verdad. Nos encanta sentirnos aprobados por los demás y nos fascina cuando alguien resalta algo que hicimos bien. Pero cuando alguien nos muestra nuestros pecados, inmediatamente lo sacamos de nuestra lista de amigos.
Sin embargo, si queremos cultivar amistades duraderas, necesitamos aprender a decir la verdad. «Mejor es la reprensión franca / Que el amor encubierto. Fieles son las heridas del amigo, / Pero engañosos los besos del enemigo» (Pr 27:5-6). También necesitamos aprender a decir la verdad con gracia (Ef 4:15).
Pero no solo es necesario aprender a decir la verdad con amor, también es necesario aprender a escuchar. Por eso, cuando un amigo te está corrigiendo, no te precipites a responder. Sé pronto para oír y tardo para hablar (Stg 1:19). Analiza sus palabras a la luz de la Palabra de Dios, toma un tiempo para reflexionar en lo que te señala y ora por ello. Recuerda que Dios puso hermanos en la fe a tu alrededor para que te permitan ver lo que no puedes ver y, de esa manera, crecer en santidad.
Para tener una amistad firme y duradera, aprende a decir y a recibir la verdad en amor. Si tu amigo es un verdadero hijo de Dios, te lo agradecerá. Andar en la verdad y el amor hará que nuestras amistades crezcan en Cristo.
3. Cultiva la transparencia de corazón
Es importante que podamos hablar con nuestros amigos de las aflicciones que están en nuestro corazón. Muchas veces los animamos a que compartan sus luchas con nosotros, pero nos resistimos a abrir nuestro corazón con ellos.
Es muy difícil que nuestros amigos puedan ayudarnos o corregirnos si no estamos dispuestos a abrir nuestro corazón con ellos. Detrás de una actitud hermética muchas veces existe un corazón orgulloso que no quiere lucir frágil y necesitado delante de los demás.
Para tener una amistad firme y duradera, aprende a decir y a recibir la verdad en amor